lunes, 31 de agosto de 2015

Clase N° 47 - jueves 27 de agosto 2015

Desde la primera vez que leí un poema de Edgar (sí, Edgar, sin "d" final) Bayley, en mi adolescencia, sentí y me contagié de la alegría de quien escribe poesía por la poesía misma, y sabe transmitir esa emoción. Claro, no se trata del tonto sentimiento de “todo va a salir bien, todos siempre felices en las fotos de Facebook”.

No, creo que lo que transmite la poética de Bayley es hacernos sentir que la vida es así, y que mejor cantar a las cosas buenas. Tal vez, como él, yo peque de cierta huella y enfoque naive, pero pasen y lean su poética. Verán que se trata de una poesía despojada de adjetivos, irónica, celebratoria. Como aquella alegría de la que quedó invadido Conrado Nalé Roxlo aquella mañana en que, luego de una funesta noche de trabajo en una redacción, regresó a su casa y compuso aquel maravilloso soneto, El grillo, de un tirón, inmortalizando su “corazón eglógico y sencillo/ corazón de grillo”.

El recurso estilístico que enlazo a su poética es precisamente un recurso del plano fónico: la anáfora

Es la reiteración de una o varias palabras al comienzo de varios versos consecutivos o muy cercanos, de una misma estrofa o de varias estrofas consecutivas. Es un recurso fácil de hacer, “barato” en el sentido de útil, sencillo y siempre efectivo si se lo sabe usar bien, es decir, sin cansar.







Éste de arriba es uno de los cuadros del período del arte concreto, realizado por Tomás Maldonado, hermano de Edgar Bayley; se llama Desarrollo de un triángulo, 1949, es un óleo s/tela, 80,6 x 60,3 cm. Y pertenece a una colección privada.







Esta segunda portada pertenece a El día, 1960-1963,Antología poética, selección y prólogo de Jorge Aulicino, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2015.


Edgar Bayley (Buenos Aires 1919-1990) fue poeta, periodista, editor y escritor argentino. Poeta de las generaciones del ´50 y ´60. 

Edgar Maldonado Bayley, quien a partir de 1945 elegiría el nombre de Edgar Bayley (el apellido materno para firmar su obra literaria), nació en Buenos Aires en 1919. Durante la segunda mitad de los años 40 integró con otros poetas y pintores uno de los más importantes movimientos de vanguardia de la Argentina, el "Invencionismo", y luego participó en la dirección de las revistas literarias Poesía Buenos Aires (1950-1960) y Zona de la Poesía Americana (1953-1954) dos publicaciones decisivas en la historia de la poesía argentina.


Dramaturgo y director teatral, traductor, autor de cantidad de relatos, Bayley fue ante todo poeta y uno de los teóricos que más profunda y lúcidamente reflexionaron acerca de la poesía en América Latina. Escribió ocho libros de poemas (En común, La vigilia y el viaje, Ni razón ni palabra, El día, Celebraciones, Nuevos poemas, Alguien llama y Algunos poemas más), uno de relatos (Vida y memoria del doctor Pi) dos de ensayos (Realidad interna y función de la poesía y Estado de alerta y estado de inocencia) y tres piezas teatrales (Burla de Primavera, Farsa de Isopete y El sastre y Dulioto), todos ellos reunidos, junto a otros textos no incluidos en libro o inéditos, en el volumen Obras, publicado por Grijalbo Mondadori en 1999. Desde 1947 hasta su jubilación en1980 trabajó en la Biblioteca de la Caja de Ahorro y Seguro. Falleció en Buenos Aires en agosto de 1990.

Por otra parte, el arte concreto o concretismo es una tendencia dentro de la pintura abstracta, que se desarrolló durante los años 1930 a partir de la obra de De Stijl,  los futuristas y Kandinsky en torno al pintor suizo Max Bill (1908-1994). La expresión arte concreto fue introducida por primera vez por Theo van Doesburg en su «Manifiesto de arte concreto» (1930). Tal como él lo entiende, esta forma de abstracción debe liberarse de cualquier asociación simbólica con la realidad, argumentando que las líneas y los colores son concretos por sí mismos. Predomina la forma sobre el color; se usan colores planos. Es lo que el degenerado nazi de Hitler llamó “arte degenerado”.

Arte concreto es una expresión acuñada en Europa, alrededor de 1930. Designa una modalidad de la abstracción que, mediante el empleo de formas geométricas y el análisis de los elementos plásticos, descarta toda referencia a un modelo a la vez que se propone desarrollar un sistema objetivo de composición.
Estas obras creadas mediante el estudio de las leyes perceptuales y la organización racional de sus partes, son entidades en sí mismas (concretas) y no actúan como representaciones de otros objetos.
El vocablo “concreto” aparece en el centro de una discusión que revela la posición rigurosa de esta tendencia artística frente a los términos y a la concepción de las obras. Se pretende lograr la autonomía del arte, y para ello se desechan los mecanismos de simplificación y de síntesis dependientes aún del motivo, para reemplazarlos por la invención de formas y su infinita combinación.
El arte concreto enfrenta directamente al espectador con los mecanismos del lenguaje visual. Por lo tanto, se opone a las ficciones oníricas creadas por el surrealismo o a las emotivas del expresionismo, y radicaliza su carácter autorreflexivo –camino emprendido por la modernidad estética en la segunda mitad del siglo XIX– logrando productos “concretos” dentro de las reglas de su propio sistema.
Bayley es considerado como un espíritu rector del  "Invencionismo" argentino. En un comienzo, tomó las ideas de Vicente Huidobro y las desarrolló como "... la creación de una realidad propia en el poema y una negación vigorosa de la melancolía".

En 1944 forma parte del grupo creador de la revista de artes plásticas y poesía Arturo, primera expresión importante del arte abstracto en la Argentina y el acontecimiento fundacional del arte concreto. En esta publicación, que tuvo un único número, Bayley integra el comité editorial junto a Carmelo Arden Quin, Gyula Kosice y Rhod Rothfuss, y publica, bajo el título Tres Poemas: “Estreno escurre”, “Primer poema en ción” y “Segundo poema en ción”, escritos en marzo de ese año. Participa también con un artículo en el que habla sobre la abstracción, aboga a favor de la imagen invención y se pronuncia en contra de todo simbolismo, realismo, expresionismo o romanticismo.

En 1945 el grupo publica el cuadernillo Invención 2, en el que se reproducen además de poemas, un cuento y un ensayo de Bayley. En este ejemplar se expone su manifiesto “La batalla por la invención” en el que expresa que la obra de arte no es una representación o imitación de la realidad sino una invención de “nuevas realidades”. De este modo, Bayley se manifiesta en oposición a la poesía predominante de aquel momento.

En noviembre de ese mismo año participa de la creación de la Asociación Arte Concreto-Invención, que agrupa sobre todo a artistas plásticos como su hermano Tomás Maldonado, Alfredo Hlito, Claudio Girola, Enio Iommi, Raúl Lozza, y la pintora Lidy Prati, pero también al poeta Simón Contreras, nombre literario que usó en algunas ocasiones Juan Carlos Lamadrid. Además interviene con textos sobre el concepto de invención en un impreso que se publica en ese momento.

En febrero de 1946 redacta para la revista Orientación, un extenso artículo explicativo bajo el título “Sobre Arte Concreto”.

En marzo suscribe el Manifiesto Invencionista, publicado en ocasión de la primera exposición que el grupo realiza en el Salón Peuser de Buenos Aires. En este contexto, Bayley lidera una enfática arremetida con el fin de afirmar el valor autónomo del poema y de la obra de arte, buscando con esto algo más que un simple cuestionamiento de la noción de poesía y arte.

En agosto aparece el Nº 1 de la revista Arte Concreto-Invención, de la que integra el comité de redacción junto con Simón Contreras, Alfredo Hlito y Raúl Lozza. En esta revista publica “Semejante al acaso por las tardes” –prosa poética– y el poema “Persuadir el límite”. Además escribe “Sobre Invención Poética”, en el que afirma que el poema es un acontecimiento de la vida mental y no una representación de la realidad y en el que postula un modo diferente de expresar la poesía. Aparte, la revista está acompañada por un suplemento dedicado exclusivamente a la poesía, a cargo de Bayley y Contreras.
También va a participar en Arte Concreto-Invención Nº 2 publicada en diciembre de 1946 bajo la denominación de Boletín, con fragmentos de su conferencia “Introducción al Arte Concreto” pronunciada el 5 de septiembre de 1946 en el Centro de Profesionales Diplomados.
En 1947 ocupa el cargo de Segundo Jefe en la Biblioteca de la Caja de Ahorro y Seguro, puesto que conserva hasta su jubilación en el año 1980.

Un año más tarde, Bayley escribe para el Nº 1 de la revista Ciclo el artículo “Nuevas realidades” y colabora en forma permanente con la revista Contemporánea, que dirige Juan Jacobo Bajarlía. En 1949, mediante un préstamo de la Caja de Ahorro, logra publicar su primer libro de poemas En común. En ese mismo año se casa con Matilde Schmidberg y es nombrado secretario junto a Juan Jacobo Bajarlía de la “Orden del lunar”, agrupación de la que el artista Juan del Prete es presidente y que nuclea a pintores y escritores de vanguardia.
Al año siguiente, Bayley publica varios textos en el primer número de Poesía Buenos Aires, revista que, seis años más tarde, codirigirá con Raúl Gustavo Aguirre, desde el número 21 al 24. En este año nace su hija Susana y se recibe de bibliotecario en la Escuela de Servicios Sociales de la Universidad del Museo Social Argentino.

En 1951 dirige junto a Juan Carlos Lamadrid los tres números del boletín de poesía Conjugación de Buenos Aires y estrena su pieza teatral Burla de Primavera. También, para teatro, escribe Farsa de Isopete y el Sastre y al siguiente año funda y dirige el grupo Teatro Contemporáneo. Más tarde, con edición de Poesía Buenos Aires, publica Antología de la poesía nueva, que contiene obras de autores relacionados con el Invencionismo.

Durante esta década, Bayley estará en contacto con poetas más jóvenes como Raúl Gustavo Aguirre, Mario Trejo, Alberto Vanasco y habrá iniciado una intensa amistad que de ahí en adelante mantendrá con los surrealistas Aldo Pellegrini, Juan Antonio Vasco, Enrique Molina y Francisco Madariaga.

En 1953 comienza a frecuentar la casa de Oliverio Girondo y Norah Lange y escribe la pieza teatral Dulioto que se representa tiempo después. También Ediciones Poesía Buenos Aires publica una selección de trabajos de cincuenta autores contemporáneos, en la que Bayley figura en la categoría “poetas del espíritu nuevo”. En este año nace su hijo Edgardo y estrecha su relación con los poetas surrealistas de la revista Letra y Línea.

En 1954, Ediciones Poesía Buenos Aires le dedica uno de sus cuadernillos de la colección “Poetas Argentinos Contemporáneos” además de publicar el cuaderno Guatemala con poemas de Bayley, Francisco Urondo, Miguel Brascó, Ramiro de Casasbellas y Trejo entre otros. Este cuadernillo fue concebido como protesta y denuncia por la invasión del coronel Castillo Armas a ese país centroamericano, con el respaldo de Estados Unidos, marcando el compromiso político de los poetas de vanguardia.

En 1955, en la editorial Nueva Visión, dirige la colección “Poesía y literatura” para la que realiza traducciones de trabajos de Herbert Read y Gaëtan Picon, entre otros, además de desempeñarse como secretario en la revista Nueva Visión, creada en 1951 por Maldonado, Hlito y Carlos Méndez Mosquera.

Dos años más tarde, la Universidad Nacional del Litoral organiza la Primera Reunión de Arte Contemporáneo en la que Bayley participa como invitado. Las ponencias son publicadas por la universidad en un libro en el que se incluye “En torno a la poesía contemporánea: la poesía como realidad y comunicación”, que posteriormente es añadida con modificaciones al volumen Realidad interna y función de la poesía.

En 1958, durante el gobierno de Arturo Frondizi, cumple funciones en la Secretaría de Cultura de la Nación, a cargo de José Babini. También aparece otro libro de poemas, La vigilia y el viaje.
En 1960 se estrena en el Teatro Municipal de Merlo su versión de Juan Moreira y al año siguiente se edita, bajo el título La vigilia y el viaje, un volumen que reúne su obra poética: En común, La vigilia y el viaje y Ni razón ni palabra.

Un año más tarde trabaja como bibliotecario en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires y en julio de 1963 se publica el primer número de la revista Zona de la Poesía Americana, en la que Bayley figura como editor junto a Miguel Brascó, Ramiro de Casasbellas, César Fernández Moreno, Julio E. Lareu, Noé Jitrik, Jorge Souza, Paco Urondo y Alberto Vanasco. Luego aparece Antología interna 1950-1965, ordenada por Fernández Moreno, Jitrik y Urondo, con poemas de ellos tres, y de Bayley, Brascó, Casasbellas y Vanasco.

En 1966 reúne sus ensayos escritos hasta ese momento en Realidad interna y función de la poesía. Un año más tarde, junto a Carlos Latorre, Julio Llinás, Francisco Madariaga y Aldo Pellegrini, forma parte del comité consultivo de la revista La rueda que, editada por Jorge Souza, tendrá un solo número aparecido en julio.

En 1968 publica El día, otro conjunto de poemas que ocho años después quedará incluido junto con Celebraciones (escrito entre 1968 y 1976) en Obra Poética. Los relatos El Dr. Pi Torrendell aparecen en 1971, y más tarde Todo el viento del mundo, con grabados y diagramación de Libero Badii

En el año 1977 recibe el Gran Premio de Honor de la Fundación Argentina para la Poesía.

En los últimos años de la dictadura, Bayley se convierte en un promotor de diversos encuentros que incluyen lectura de poemas, charlas y debates en donde se vinculan poetas de distintas épocas y tendencias, impulsando así la presentación de nuevos autores y propuestas.

En 1981 edita Nuevos poemas y un año después Alguien llama y Antología personal, también de poesías, y los relatos Vida y memoria del doctor Pi y otras historias. Una selección de sus poemas con prólogo de César Fernández Moreno aparece en 1985 publicada en Francia bajo el nombre de Anthologie. En 1989 publica su segundo ensayo Estado de alerta y estado de inocencia y durante los meses de octubre y noviembre recorre los Estados Unidos invitado por universidades y centros culturales para dictar conferencias y leer sus poemas.

A lo largo de su extensa trayectoria colabora además con los diarios La Nación, Vigencia, ClarínLa Prensa, La Opinión, Tiempo Argentino (allí lo conocí) –todos de Buenos Aires–, más El litoral (Santa Fe), La Gaceta (Tucumán) y las revistas Cabalgata, Reunión, Cinedrama, A, FicheroSiete Días, Macedonio, La Tabla Redonda, Diario de Poesía –todas de Buenos Aires–, Poesía y Poética (Santa Fe), El Lagrimal trifurca (Rosario), Boteghe oscure (Roma), Courrier du Centre Internacional d’Etudes Poètiques (Bruselas), Folha de Minas (Belo Horizonte), Sul (Florianópolis), Escandalar (Nueva York), Ecuatorial (Londres) y Eco (Bogotá).



Así es su poesía:


Llego nadando

cuando alguien me escribe yo le escribo
cuando alguien me piensa yo lo pienso
cuando alguien me olvida yo lo olvido
tengo mi corazón la mano la araucaria
alianza y comunión
es mi destino

navego otra vez
este mar me lleva hacia mis bodas
brillo y oscuridad
llego nadando



Todo lo visto y vivido

todo lo visto y vivido
cabe en muy pocas palabras:
en la luz de una mañana
en un trompo saltarín
en una tarde de sol
en una silla vacía
en cada piedra y la casa

todo lo visto y vivido
fulgura
se va ocultando
tras las hojas
y entre el viento
al borde de la bahía

todo lo visto y vivido
cabe en la sal
y en la mano
de quien saluda
y me lleva
al caracol y la araña
a la verdad de este día
a mi sendero y mudanza



Certidumbre

un ladrido es un problema de garganta
de corazón más bien
es disonante en un coro de callados
concuerda con el estruendo y la violencia
¿para qué más? ¿Qué otra certidumbre?

gota a gota cae el sentido
de las voces y ladridos

las cuerdas vocales han durado
en esta sonora certidumbre



Es infinita esta riqueza abandonada

Esta mano no es la mano ni la piel de tu alegría
al fondo de las calles encuentras siempre otro cielo
tras el cielo hay siempre otra hierba playas distintas
nunca terminará es infinita esta riqueza abandonada
nunca supongas que la espuma del alba se ha extinguido
después del rostro hay otro rostro
tras la marcha de tu amante hay otra marcha
tras el canto un nuevo roce se prolonga
y las madrugadas esconden abecedarios inauditos islas
remotas
siempre será así
algunas veces tu sueño cree haberlo dicho todo
pero otro sueño se levanta y no es el mismo
entonces tú vuelves a las manos al corazón de todos
de cualquiera
no eres el mismo no son los mismos
otros saben la palabra tú la ignoras
otros saben olvidar los hechos innecesarios
y levantan su pulgar han olvidado
tú has de volver no importa tu fracaso
nunca terminará es infinita esta riqueza abandonada
y cada gesto cada forma de amor o de reproche
entre las últimas risas el dolor y los comienzos
encontrará el agrio viento y las estrellas vencidas
una máscara de abedul presagia la visión
has querido ver
en el fondo del día lo has conseguido algunas veces
el río llega a los dioses
sube murmullos lejanos a la claridad del sol
amenazas
resplandor en frío

no esperas nada
sino la ruta del sol y de la pena
nunca terminará es infinita esta riqueza abandonada


El día

uno dice no es hora no es hora todavía
oscurece el día huye sobre los árboles
huye vuela solitario sobre el terraplén
sobre el muelle
sobre los brazos extendidos
uno dice no es hora
el camino se interrumpe vuelve
huye muy alto arriba
el día
¿qué diré? ¿qué diré?
amigos de ayer de hoy
los caminos vuelven
pero seguirá la sal de los coros



Un hombre suelto

alguien tiene un amigo en su sombrero
alguien puede hablar con libertad de su relente
alguien descuida su reloj se descomide
alguien saluda como un soplo al largo espejo
alguien espera carta y no le escriben
alguien habla y lo entienden de corrido
alguien entiende y habla muy bajito
alguien obtiene amor donde lo pide
alguien es por fin un hombre suelto
que mataron ayer por un descuido


Cuando ella

Cuando ella abre los ojos las horas despiertan
respiran como matas de hierba al amanecer
como pájaros en la mañana del día siguiente
cuando ella extiende sus brazos la máscara cesa
el olvido cesa las orugas reinician su marcha
cuando ella vuelve a nadar en el agua dormida
la tierra entrega sus llaves sus momentos propicios
su amapola su maíz
una lluvia de azufre una bandera en llamas
cuando ella mira a lo lejos
se disuelven las sombras y el nacimiento llega



Un sentido iluminado y cierto

digo amiga y digo lentamente
las formas del viento y la madera
digo un momento un fuego
una bondad un río una fe
un nacimiento un aire
un sentido iluminado y cierto

digo amiga con palabras con horas
con ojos con adioses
con claridad y sombras
y una estrella

y tan especial
tan solo
y verdadero
es este amor
y tan cumplido en sí mismo
tan abierto
y rico y generoso
que dejémoslo ya
sin tocarlo
mirándolo a distancia
o démosle la mano
y marchemos con él
adonde quiera
sin ver
y sin dudar
y sin cuidado



No puedo decirlo de otro modo

vendrá un día un día vendrá un día
habrá un día
una mañana
y tendremos lo que fuimos somos
hubo un día
una marsopa
un escabel un pámpano en el aire
no puedo decirlo de otro modo

cuando me pongo a conversar sobre estas cosas
mi intención es ser muy claro y muy resuelto
no puedo decirlo de otro modo
vendrá un día un día vendrá un día
una mañana
y todo será muy claro y muy despierto



Los desiertos reales

los desiertos reales
los mares imaginarios:
no hay palabras para elogiar a esta magnolia
tampoco hay forma de destruir las palabras
ni el oficio de florista

(guarden compostura:
en la soga de colgar se agita la flor blanca)
una tez de flores de cerezo
la última gota de sangre
los desiertos reales
los mares imaginarios
no pueden compararse a esta magnolia


Dificultades de la traducción

más allá de vegetaciones
y palabras
mi solo argumento es este árbol
bajo su sombra
estoy conmigo

el follaje
el fulgor
se han conmovido
y no pueden traducirse

así como nosotros
árbol tierra
ida vuelta
contigo estoy
es mi argumento
no puede traducirse



Ella siempre

quiero decir
puerto espinel
y un río
y catedral reposo
pisadas en la arena
y el rojo puente
el azafrán y el valle

quiero decir
tu juego de púrpura y olvido
y la tenaz viajera sombra
por donde llega la mañana



Un hombre trepa por las paredes y sube al cielo

Colgado de una soga
el hombre que escala las paredes
tiene fuertes zapatones con clavos
Escala las paredes
porque ha olvidado las llaves de su casa
y mientras escala las paredes
hasta llegar al piso trece
se detiene algunos momentos
en los balcones de cada piso
donde aspira el olor de los geranios
las madreselvas
las hortensias
y los malvones
Hay sol
gallardetes
vendedores ambulantes
y más allá está el río
y más allá los puentes
por donde se va a la pampa
Abajo están los niños
que salen de las escuelas
y por el cielo pasan aviones y pájaros
y sombreros de anchas alas
que el viento arrancó a los desprevenidos
La soga ha sido atada a la viga
que sobresale en la azotea
Un hombre la ciñó a su cintura
y asciende tomándose de la soga
con sus manos enguantadas
Usa un chaleco floreado y una gorra a cuadros
Debe llegar al piso trece
donde tiene que regar unos claveles
pisar maíz
escribir unas cartas
y preparar una cazuela
Sube lentamente
y en cada piso se detiene un rato para descansar
Entra en el balcón de cada piso
y se sienta en un sillón
o se extiende sobre una reposera
y conversa con la vecina o los vecinos
y acepta un café o un mate
o deja caer un chorro de una gota de vino
en su garganta
o juega a las cartas
o escucha confidencias y da consejos
y cuenta algún episodio de su vida
hasta que saluda y se va
y sigue trepando por las paredes
colgado de una soga
Es el hombre que tiene fuertes zapatones con clavos
y un chaleco floreado y una gorra a cuadros
que olvidó las llaves de su casa
y aspira el olor de los geranios
y debe llegar al piso trece
antes de que aparezcan los búhos
y se iluminen las ventanas
Están los pájaros y el río allá lejos
y el césped del parque
y los caballos que galopan por la llanura
y esta silla desvencijada
y la bañera
fuera de uso
llena de tierra y de flores
y el mar y el navío que se acerca
y la lagartija que se escurre entre las rocas
y el vendedor de diarios que desde abajo
le grita consejos y advertencias
mientras el hombre vuela
asciende
conquista cada piso con esfuerzo
y mira siempre hacia arriba
la tierra está lejos
el cielo está lejos
El hombre que trepa por las paredes
colgado de una soga
cuando entra en una casa por el balcón
es bien recibido por los vecinos
y él trata de ser útil
pero en uno de los pisos
una mujer inesperada
que es una sola
y al mismo tiempo
todas las mujeres de su vida
le pide que la lleve con él
Entonces ella se ata también con la soga
y sube con el hombre
más allá del piso trece
hacia las nubes
el aire libre
el cielo
el viento
entre los geranios
las sombrillas
las reposeras
sobre puentes y puestos de diarios
y mástiles
y enredaderas
y algunas gotas
y semillas
y sueños
con su gorra a cuadros
con su chaleco floreado
con su enamorada de siempre




El poeta Rodolfo Alonso escribió esta nota el 8 de diciembre de 1999, de la que destacamos estos dos párrafos. Aquí, el link


Aspiraba a que la imagen tuviera una absoluta autonomía que la liberara de toda servidumbre respecto de la supuesta representación de algo ajeno a sí misma: "la palabra entra en relaciones que, en vez de reducir o encerrar su valor poético, como en el discurso lógico, tienden a liberarlo, dotándolo de una conciencia nueva, inventiva ", sostenía.
Es difícil imaginar hoy el escándalo que rodeó a esas manifestaciones creadoras. Los poemas invencionistas no sólo suprimían toda representación de la realidad o de los sentimientos, sino también convenciones gráficas como las mayúsculas y los signos de puntuación. Los austeros cuadros de los pintores concretos, por su parte, llegaron a resultar tan ofensivos que fueron públicamente execrados por el ministro del ramo del gobierno peronista en un acto oficial.
La yapa

 Acerca de la creación poética dijo:

“No voy a aducir, para descargar responsabilidades, que he procurado adoptar un   punto de vista poético, tanto para vivir como para manejar las palabras, y que de ese intento o propósito se deriva el modo como he vivido y escrito. Me parece más adecuado destacar otra circunstancia: en el momento en que se escribe poesía  -coincida o no ese momento con el de la experiencia poética- uno está solo”.



No olviden subir sus poemas al blog, ¡buena semana poética!




viernes, 21 de agosto de 2015

Clase N° 46 - jueves 20 de agosto 2015

Me fui como quien se desangra, la oración que cierra la novela Don Segundo Sombra, es quizá lo único que se recuerde hoy del escritor Ricardo Güiraldes.



Pero aquí  dejaremos de lado esa propuesta de un modelo de vida consustanciado con el campo criollo en cuanto a síntesis utópica de la argentinidad planteada desde la novela Don Segundo Sombra (1926), en la que el autor plantea la ilusoria idea de una armoniosa combinación mundo urbano-mundo rural, y la exaltación de un espacio bucólico a la manera griega.

Hoy veremos al más desconocido Güiraldes, al Güiraldes poeta, un gran innovador, adelantado e incomprendido poeta. Es que mucho antes, en 1915, incitado por la gran figura cultural que era entonces Leopoldo Lugones, edita su primer poemario, El cencerro de cristal



Se trata del primer corpus argentino de poemas vanguardistas, y ésa es su gran originalidad; aunque todavía esos poemas arrastren cierto lastre modernista en algunas formas un tanto recargadas y algo naive. Lo cierto es que a destiempo ya del modernismo, convertido en establishment, y sin duda todavía bien distante de las vanguardias por venir, de las que fue un señero precursor, ese poemario fue mal recibido tanto por la crítica como por el público.

A tal punto que el mismo Lugones, que lo había incentivado a publicar, calificó ese poemario de esta manera: es “la trastienda clandestina de las mixturas de ultramar, donde el fraude de la poesía sin verso, la estética sin belleza y las vanguardias sin ejército aderezan el contrabando de la esterilidad, la fealdad y la vanagloria”. Un amigo, don Lugones.

Sólo los jóvenes escritores del Grupo Martín Fierro lo verán como un “paladín de la nueva sensibilidad estética”; en especial la corriente ultraísta, que lo cita como un antecedente de relevancia, surgido todavía en un ambiente inmaduro para apreciarlo.

El compuesto ideológico-estético del martinfierrismo se construye con la novedad como valor, reivindicación de lo argentino y la perspectiva cosmopolita y la oposición a la relación lucro-arte (a pesar que en esta época la revista organizaba promociones de sus libros) o sea, rechazaban el mercado del arte.


La revista Martín Fierro aparece con el gobierno de Alvear. Era joven, transgresora, iconoclasta y con un gran sentido del humor, aparecía como una “nueva sensibilidad”. Fue pionera en la defensa del idioma, y por ejemplo en la sustitución del “tú” por el “vos”.

Respecto de El cencerro de cristal, es conocida la anécdota acerca de que Guiraldes quedó tan dolido y decepcionado por las unánimes críticas negativas que compró toda la edición y la arrojó a un pozo que hizo al efecto en la estancia “La Porteña”, en San Antonio de Areco. Unos pocos ejemplares fueron rescatados luego por su esposa Adelina del Carril. Ésta de arriba es la portada de aquella malhadada primera edición. 

En ese poemario conviven poemas y prosas poéticas, para 1915 toda una innovación rupturista, aunque todo mezclado con cierta ingenuidad. Lo interesante es el trabajo que realiza en la lengua, la ruptura desde el idioma; incluso utilizará el feísmo, luego muy tomado en cuenta por Oliverio Girondo.

Vinculado a este poemario inaugural de Güiraldes, veremos el recurso lírico de la personificación, uno de los cuatro vinculados con la prosopopeya; quizá el más utilizado por este poeta.



Ricardo Güiraldes nació en Buenos Aires, el 13 de febrero de 1886 y falleció en París, el 8 de octubre de 1927. Novelista y poeta argentino, tenía 41 años cuando muere víctima de la enfermedad de Hodgkin (cáncer que afecta a los ganglios).

Había crecido en el seno de una familia de clase alta, terratenientes. Su familia lo llevó de niño a Europa donde aprendió francés y alemán antes que el castellano.

Tuvo una serie de institutrices y luego un profesor mexicano, que reconoció sus aspiraciones literarias y lo animó a continuar con ellas. Estudió en varios institutos hasta que acabó el bachillerato a los dieciséis años. Sus estudios no fueron brillantes. Comenzó las carreras de Arquitectura y Derecho, sucesivamente, pero al fracasar, emprendió varios trabajos en los que tampoco logró encontrarse. Viajó a Europa y Oriente en 1910 en compañía de un amigo; visitó Japón, Rusia, la India, Oriente Medio y España, y se instaló finalmente en París con el escultor Alberto Lagos. En la capital francesa decidió seriamente convertirse en escritor.

Sin embargo, dicen que se dejó seducir por la vida fácil y divertida de la capital francesa y emprendió una frenética vida social. Pero un día se le ocurrió sacar de un cajón unos borradores que había escrito: unos cuentos vinculados con la vida rural, que luego incorporaría a sus Cuentos de muerte y de sangre. Ya en estos primeros borradores se dio cuenta de que había forjado un estilo muy particular.

Volvió a México en 1912 después de haber decidido, de una vez por todas, convertirse en escritor. Al año siguiente, 1913, casó con Adelina del Carril, hija de una destacada familia bonaerense (la ceremonia se realiza el día 20 de octubre, en la estancia Las Polvaredas), y ese mismo año aparecieron varios de sus cuentos en la revista Caras y Caretas. Éstos y otros de 1914 irían a formar parte de Cuentos de muerte y de sangre que, junto a El cencerro de cristal, se publicaron en 1915. Sin embargo, no tuvo éxito. Dolido, Güiraldes retiró los ejemplares de la circulación y los tiró a un pozo. Su mujer recogería algunos de ellos y hoy en día estos libros, manchados de humedad, tienen un gran valor bibliográfico.

A finales de 1916 el matrimonio Güiraldes, junto a un grupo de amigos, emprende un viaje a las Antillas, visitan Cuba y lo terminan en Jamaica. De sus apuntes surgiría el esbozo de su novela Xaimaca. En 1917 aparece su primera novela Raucho. En 1918 publica la novela corta Rosaura.
En 1919 viaja otra vez a Europa con su mujer. En París establece contactos con numerosos escritores franceses. Frecuenta tertulias literarias y librerías.

Entre todos los escritores que conoció en esa visita, quien mayor huella le dejó fue Valery Larbaud. En 1923 publicó en Argentina la edición definitiva de Rosaura, muy influenciada por escritores franceses, y que fue razonablemente bien recibida por público y crítica.

En 1922 regresó a Europa y, además se estableció en París. A partir de ese año se produjo un cambio intelectual y espiritual en el escritor. Se interesó cada vez más por la teosofía y la filosofía oriental, en busca de la paz del espíritu. Su poesía es fruto de esta crisis.

Al mismo tiempo, sus ideas literarias empezaban a tener aceptación en Buenos Aires, ciudad que se veía arremetida por los movimientos vanguardistas. Güiraldes ofreció su apoyo a los nuevos escritores.

En 1924, junto con Brandán Caraffa, Jorge Luis Borges y Pablo Rojas Paz, fundan la revista Proa; la revista no tendría éxito en la Argentina pero sí en otros países hispanoamericanos. Se publicó entre febrero de 1924 y 1927, llegó a tirar unos 20.000 ejemplares. Tras el cierre de la revista, Güiraldes se dedicó a terminar su última obra editada, Don Segundo Sombra, novela a la que pondría el punto final en marzo de 1926.



Algo acerca de las Vanguardias y sus características

La primera manifestación de la vanguardia, movimiento que comienza en Europa,  fue el cubismo, que surge en 1906 con las técnicas pictóricas introducidas por Pablo Picasso y George Braque. A partir de entonces se sucedieron los diferentes –ismos, aunque todos ellos participaron de características comunes, las siguientes:

§  Arte no naturalista: al arte que imita la naturaleza, las vanguardias oponen el arte que crea su propio sistema autónomo y autosuficiente.
§  Exaltación de la irracionalidad: en un intento por redefinir la realidad de una manera abarcadora en la que se revelen todos sus aspectos.
§  Conciencia de ser representantes de una nueva sensibilidad: aclaman los tiempos modernos, la tecnología.
§  Interrelación de todas las artes: música, plástica, literatura, actúan como vasos comunicantes de una misma actitud estética.
§  Expresión a través de las llamadas revistas literarias: creación y proliferación de revistas literarias, que los vanguardistas utilizaban como medio de expresión y difusión, y generalmente editaban en ellas sus programas o manifiestos.
§  Ruptura con lo académico: surge la necesidad de provocar un shock en el lector a través de un arte feo, agresivo, disonante, antisentimental.
§  Experimentalismo: de esa actitud constante por reflexionar sobre el hecho artístico y su mensaje (expresada en ars poéticas). De ese experimentalismo derivan: 1) la fugacidad de los movimientos que se replanteaban las características y alcance de su objeto, el arte; y 2) el hermetismo.
§  Los grandes creadores trascienden esos movimientos: y siguen su propio camino (Picasso, Borges).
§  Características particulares: algunos elementos específicos de cada una de las vanguardias, que tuvieron profunda influencia en la literatura posterior.




Ahora leeremos algunos poemas de El cencerro de cristal. Presten especial atención al lenguaje que utiliza, a los adjetivos, a las personificaciones.


Mi caballo

Es un flete criollo, violento y amontonado, vive para el llano.

Sus vasos son ebrios de verde y la tarde, en crepúsculo orificado, se enamoró de sus ojos.

Comió pampa, en gramilla y trébol, y su hocico resopla vastos galopes, en sed de horizonte.

La línea, la eterna línea, allá, en que se acuesta el cielo.

Contra el amanecer, cuando la noche olvida sus estrellas, golpeose el pecho de oro, y en la tarde, enancó chapas de luz.

Iluso, la tierra rodó al empuje de sus cascos; fue ritmador del mundo.

¿Realidad? ¡Qué importa si vivió de inalcanzable!...

La Porteña, 1914


Amanece

Es la noche de las estrellas: soñolentas parpadean, para dormir en la violencia del día.

Un churrinche, gota de púrpura, emprende su viaje azul.

El disco de luz, invencible en su ascenso, ha desgarrado en amplia herida las nubes que pesaban sobre él.

Las nubes sangran.


Mediodía

La atmósfera embebida de átomos solares, tiene solidez irrespirable.

El canto de la torcaza, adormece con la monotonía de su ritmo lloroso.

A lo lejos, el campo reverbera, turbio.

El sol, sus grandes alas desplegadas, plana inmóvil sobre el mundo.


Leyenda

El río dijo al sauce: «Yo soy la vida y, en mi incesante correr, renuevo emociones».

El sauce dijo al río: «Yo soy el poeta, ¿no ves como te embellezco, rezando sobre ti las estrofas de mis ramas?»

Dijo el río: «Pues ven conmigo, tú me darás la belleza de tu canto, yo el encanto de nuevas bellezas».

Y aceptó el sauce; pero en la primer caída, la frágil armazón de verdura se desgarró sobre las toscas.

Y dijo el sauce: «Déjame, que si bien soy un momento de alegría en tu carrera, no puedo, sin romperme, seguirte todo el tiempo».

Y el río, para quien el sauce empezaba a ser carga, le depositó en un rincón sereno.

El sauce ha reverdecido y sus hojas besan el agua.

El río sigue su brutal correr, mas al pasar frente al poeta, amansa su delirio, y las aguas, acariciando las raíces, han labrado el remanso.

Un encanto fatal, envuelve aquel sitio dormido. La doncella que pasa, no debe ceder al llamado tranquilo.

La Porteña, 1913


Solo

Está el llano perdido en su grandura.
La tarde, sollozando púrpuras, aquieta
las coloreadas vetas,
que depura.

De la cañada el junquillal sonoro,
en rojo y oro,
detiene jirones de color,
que haraganean, lentos,
sus últimos momentos.
No hay ni hombres, ni poblado.
                       
«Polvaredas», 1914.


Siesta

Azules tus ojos. Azules y largos, como un deseo perezoso, cuando el cansancio pesa en tus
párpados caídos.

¡Así!..., en el arrobo conventual de una mirada, quisiera reposar mi alma entre la sombra
blanda que amontonan tus pestañas.

Mientras los postigos de nuestro cuarto se ribetean de sol.

«La Porteña», 1914.


Tarde

En la indiferencia silente del atardecer pampeano, un vasco canta.

Recuerda cuestas y pendientes rocosas y valles quietos o aldeas pueriles.

La voz es mala, el afinamiento orillea. El ritmo de la guadaña descogota la canción, a cada
cadencia ondulosa, que nada es, en la indiferencia llana del atardecer pampeano.

Las ovejas balan volviendo al encierro, el vasco sigue cantando. ¡Nada!... el reflejo en las
almas, del morir solar.

«La Porteña» 1914


Reposo

Acostado sobre la tierra, en la calma absoluta de la noche, hilvano incoherencias.

Mis oídos se tienden hacia los sonidos. Un vago rumor, hecho de mil imperceptibles. Junto a
mí, un pasto que escapa al peso del cuerpo cruje apenas. Y los otros, esos que crecen, también
tendrán su canto.

Bruscamente evoco el zumbido inmenso de la tierra, en su girar sobre sí misma, mientras
¿Y si perdiera la tierra su atracción centrípeta?

Siéntome cruzar la atmósfera, despedido en impulso gigantesco.

Y mi alma va tras el infinito, infinitamente.

París, 1911.



Una palabra a los lunáticos

A los que blasfemaron contra el sol; condensador de la tierra. Padre nuestro, generador, que
va

A los que renegaron de S. M. (N. de la R: Su Majestad) acompasadora de metodizaciones astrales. Culminador por
excelencia.

A los pequeños que te temen. ¡Oh supersideral!

Y se inyectaron los rieles de la luna, como un jeringazo de morfina.


El principio

Era el caos. Decir no y pensar cero.

En el eterno negar, fue brevemente la voluntad de ser. Origen del Sol.
El sol, en asombro de su luz, fue goce de existir; tanto amó su mirada, que pulularon las
condensaciones de obscuridad; los astros.

Y los astros giraron de amor ante la gran pupila quieta.

Es el canto eterno en el caos sordo.

La tierra rueda, envuelta en hilachas de oro. Es esclava y amante. Su piel sensible tiene un
escalofrío, pulsado por noches y días.

Y nosotros pasamos, como sobre un cutis que ama al contacto de una caricia, corre un tropel
de mil vidas sensitivas, que nacen, gozan, sufren y mueren.

«La Porteña», 1914.


Tierra

Cuna, tumba.

Hágase tu voluntad y no la nuestra.

Danos el pan de cada día y los cataclismos.

Sufre los dolores de éstos tus hijos. ¡Oh pura, que concibes, por obra y gracia del sol, Nuestro
Señor, que está en los cielos, todopoderoso!

Santa Madre, sé buena para nuestra vida y ábrenos, esas tus fosas cariñosas en la hora eterna
de nuestra muerte.

¡Así sea!

«La Porteña», 1915.



Viajar

Asimilar horizontes. ¿Qué importa si el mundo es plano o redondo?

Imaginarse como disgregado en la atmósfera, que lo abraza todo. Crear visiones de lugares
venideros y saber que siempre serán lejanos, inalcanzables como todo ideal.

Huir lo viejo.

Mirar el filo, que corta una agua espumosa y pesada.

Arrancarse de lo conocido.

Beber lo que viene.

Tener alma de proa.

«Regina Elena», 1914.




A la mujer que pasa

A la mujer que pasa
¡Oh! el dolor de tu cuerpo voluptuoso, apto a la herida de la carne quemadora.

Vorágine obsesora,
tortura lenta.

Sueño estatuario,
estética de carne.

Vitalidad turbulenta,
camina lenta.

Y deja que ritmen tus talones,
candentes dominaciones.
Estética de carne,
carne de amor.

Belleza, alma pagana de la forma;
diosa que espira su perfecto por la línea,
multivital, del movimiento y del volumen.
Misterioso numen
que ilumina,
el alma de la plástica divina.


Prisma

No busquéis aquí, verdad, razón o deducción alguna.

A otros la enseñanza. A esas enormes cabezas cuadradas, pensantes y rumi-pensantes que
hacen de la verde yerba campera un bolo alimenticio.

Ellos dicen: «mucho de lo que crees hermoso, no es sino cieno».

No tengo aptitudes de máquina para transformar bellezas en utilidades, y si algo hay de
verdad en mis escritos, culpa mía no es.

El prisma recibe luz e, inconsciente, rompe transparencia en siete colores.

Buenos Aires, 1914.


Paseo
      
De Río a Copacabana.

Se dispara sobre impecable asfalto, se agujerea una montaña y se redispara, en herradura,
costeando océano y venteándose de marisco.

El mar alinea paralelas blancas con calmos siseos. El cielo está siempre clavado al techo, por
sus estrellas; los morros fabrican horizontes de montaña rusa...

Y luna calavereando.

Río de Janeiro, 1914.



El día se ha muerto

Cerca, todo lo que cae bajo la luz borrosa de los faroles. Por trechos, agujeros de obscuridad,
pedazos de desconocido, donde la imaginación puede crearlo todo.

A lo lejos, la masa densa de la montaña, sobre el cielo huyente, crea el horizonte. En sentido
opuesto, donde la vista no alcanza, tierra y agua copulan idéntico beso.

Solo, muy solo, va el camino pequeño.

Pueblo de bambolla, nacido de ensueños voluptuosos. Aldea modesta, mejillón de la cima.
Cielo. Montaña. Mar plegadizo, fuerte, monótono y grande.

Todo tañe en el Ángelus del campanario.

Beaulieu, 1912.


Proa

Hace mar fuerte... ¿fuerte?... Los ego cultores decimos así a lo que nos vence y no es el caso.

El mar arrea cordilleras renovadas, que columpian al vapor en cuya proa frenetizo de
borrasca.

Busco una metáfora pluriforme e inmensa; algo como fijar el alma caótica, que se empenacha
de pedrería.

¿Cómo decir?... Mar... mar... y mientras insuflo el cráneo de espacio para cantarle mi visión,
el insolente me escupió la cara.

«Regina Elena», 1914.



Verano

Buenos Aires. Calle Santa Fe en el 900. Diciembre. La casa abierta, respirando noche, todo
apagado dentro.

Cielo, implacablemente estrellado, cuyo azul de zafiro australiano se aleja, por obra del
aturdimiento luminoso que mandan a los ojos los focos eléctricos.

De tiempo en tiempo, coches pasan, en rectilíneos destinos.

En la acera de enfrente, una madre aparea la obesidad de su flácido descanso a las
epidérmicas lasitudes de su hija, que corre mano distraída, sobre su muslo, apenas suavizado
por un batón rosa.

El reflejo de los focos se aplasta, extendido contra el asfalto.

Caballito, caballito que llevas el fiacre vacío, pareces un cuento, infantil, de madera.

Buenos Aires, 1913.



Tango

Tango severo y triste.

Tango de amenaza.

Tango, en que cada nota cae pesada y como a despecho, bajo la mano más bien destinada para abrazar un cabo de cuchillo.

Tango trágico, cuya melodía juega con un tema de pelea.

Ritmo lento, armonía complicada de contratiempos hostiles.

Baile que pone vértigos de exaltación viril en los ánimos que enturbia la bebida.
Creador de siluetas, que se deslizan mudas, bajo la acción hipnótica de un ensueño
sangriento.

Chambergos torcidos sobre muecas guasas.

Amor absorbente de tirano, celoso de su voluntad dominadora.

Hembras entregadas, en sumisiones de bestia obediente.

Risa complicada de estupro.

Aliento de prostíbulo. Ambiente que hiede a china guaranga y a macho en sudor de lucha.
Presentimiento de un repentino estallar de gritos y amenazas, que concluirán por sordo
quejido, en un chorrear de sangre humeante, como última protesta de ira inútil.

Mancha roja, que se coagula en negro.

Tango fatal, soberbio y bruto.

Notas arrastradas, perezosamente, en un teclado gangoso.

Tango severo y triste.

Tango de amenaza.

Baile de amor y muerte.

París, 1911.



El verbo

¿En la tierra, por la edad de piedra? ¿En el paraíso, antes de la expulsión?

Qué sé yo. Pero lo he visto, como veo mi pluma amar la virginidad blanca, del papel.

Un lago quieto, como espejo, que árboles multiformes esmaltan de verde.

¿Ambiente?... El de una flor en eclosión.
Una forma femenina está en la naturaleza, lista a expandir(18) sus ondas vibrátiles. Y la
mano que ha de motivar el sonido asoma entre el verdor circundante. Un hombre.

Es el primer encuentro.



Música nochera

-¿Quieres? ¿Vamos a divertirnos?

Accedió y fueron al café.

Gente, ruido, baile y música. Música para trasnochadores; música de hotel internacional o de
«boite», que era lo que buscaban.

Parado en una silla, sobre una mesa, peroraba el poeta ebrio, con ojos de amplia pupila, vaga,
de cocaína o ajenjo.

-«Ritmos pseudo-alegres de desenvolvimiento fatal. Cosas para bailar o cantarse en coro.
¡Hay que divertirse! ¡Oh, brevedad humana, saltar, gritar; la vida es breve, reír se debe... a
troche-moche, cantando cosas macabras y huyentes, bailando pasos internacionales y tomar
vino. Tomar vino, o champagne, o alcohol, que da fuego al hombre y a las lámparas.

» ¡Cuestión de quemar!

»Orquesta estrepitosa, tapujo de tristezas, despertadora de melancolías dormidas e inútiles.
Cada pieza es una pieza menos (y en esto es como en todo). Apurar ritmos vitales, para
intensificarlos. Barajar, en plena alma, la exacerbación de todo dolor ajeno, chillado en las
pobres cuerdas, víctimas llorosas, como hilachas del alma arrancadas del ovillo».

Él estrechaba a su compañera, que se vende para vivir y sufre, y era de los que viven para
comprar y sufren.

Un malestar los torturaba

Él ebrio seguía su discurso.

-¡Vamos! -dijo.

-Vamos.

El automóvil corrió.

-¡Llévanos lejos, lejos! donde tú quieras...

No dejaban nada tras ellos, eran libres y sin embargo reían, porque escapaban, así, de
divertirse. Buscando, cada uno, el calor del alma amiga, iban recostados; ella, la cabeza en su
hombro.

Por delante, el camino largo a recorrer, las sorpresas del vendrá.

Y eso es todo.

Una nueva aventura, que comienza.

¡Oh, destino terrestre, esclavitud centrípeta! No poder emigrar, en grandes elipses sidéreas,
por los astros de los astros...

Mar del Plata, 1915.



Luna

Luna que haces ulular a los perros y los poetas.

Faro de tiza
astro en camisa.

Disco, casco y guadaña, colgada al hombro de la noche, representante de muerte.
Impotente
intermitente.

Parásito luminoso del sol, chinchorro giratorio de nuestra barca sideral.

Ronda vejiga
pálida miga.

Surtidora de falsas purezas. Frígido ovillo.

Pulcro botón de calzoncillo.

Nadie te teme; todos te quieren. Inofensivo bollo de harina sin importancia.

Blanca jactancia.

Sudario de azoteas. Velador de noctámbulos.

Orgullo hinchado
de trasnochado.

Luna, muerte, maleficio
gorda madama del precipicio.

Ojalá se ahogue dentro de un charco,

tu ojo zarco.

Ángel caído en frialdad, per-in-eternum.

Mundo maldito,
me importa un pito.




La obra está en versión PDF, disponible en el siguiente link, y en varios otros más:




No olviden subir aquí, al blog, sus poemas, trabajados en clase. 
¡Buena semana poética!!