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miércoles, 14 de diciembre de 2016

Clase N° 33 /año 3 - jueves 24 de noviembre 2016

LA GEOMETRÍA POÉTICA DE OSVALDO ROSSI

El poeta Osvaldo Rossi, a quien la Fundación Argentina para la Poesía acaba de otorgarle el Gran Premio de Honor de la FAP (compartido con el poeta Eugenio Mandrini, y cuya distinción les será otorgada el miércoles 14 de diciembre de 2016 en la reunión anual de despedida y cierre de actividades de la FAP) celebró junto a nosotros este nuevo premio que se le confiere por su obra poética. Nos deleitó con la lectura de sus poemas, sus ensayos acerca del quehacer poético y su deliciosa charla.


También en este último programa, damos por finalizadas las actividades de este año de este ciclo denominado Abordajes poéticos. 





A izquierda y derecha, en pequeño formato y vibrante color naranja en sus portadas, dos de las recientes obras de Osvaldo Rossi, los ensayos titulados Una geometría de la creación poética y Poesía y Matemática, ambas pertenecientes a la Colección Metáfora de la Ed. Vinciguerra. 
En medio, el ensayo referente a la obra poética de OR, realizado por Bertha Bilbao Richter, que obtuviera en 2013 la Faja de Honor de la SADE en categoría Ensayo crítico, titulado Osvaldo Rossi. Solidez poética en la modernidad líquida, Ed. Enigma, 2012. 


El poeta Osvaldo Rossi



Los dos poetas que comparten el GRAN PREMIO DE HONOR 2016 
a la trayectoria poética: Eugenio Mandrini y Osvaldo Rossi,
 otorgado por la Fundación Argentina para la Poesía



La portada de Transiciones, poemas de OR, Ed. Vinciguerra



Este es el programa N° 17, nuestro 17vo encuentro de Abordajes poéticos, el taller de lectoescritura de la Fundación Argentina para la Poesía realizado online vía streaming los jueves de 18 a 19 hs, hora argentina, en www.onradio.com.ar


En este último encuentro además cerramos este ciclo, y agradecemos especialmente la presencia y la participación de la Vicepresidente de la FAP, Lidia Vinciguerra.





Aquí el link del audio del taller-programa:




Algunos de los textos que leyó nuestro poeta invitado:


De transiciones
1

Comer una manzana es sacrificarla,
privilegiar nuestra vida a la de ella,
decidir, como un dios, que ha llegado su turno.
Comer una manzana y convertirla
en sangre, en vigor, en accidente,
en poderoso azar,
en materia que piensa, en poesía.
Comer una manzana es un túnel a la infancia,
al párrafo bíblico,
a la pregunta y al tatuaje de la respuesta.
Comerla sin confusión, sin dudas,
transformarla en masa, en mezcla, en azúcares,
en pasiones no previstas.
Comerla fresca, entera, con cáscara,
sentir el placer de su sabor, el sonido inconfundible,
su voluptuosidad en la mordida,
y hacerla propia, íntima, necesaria,
hacerla una con uno.
Conferirle un propósito, una trascendencia.

Pero aun así,
comer una manzana
es sacrificarla.


El humo

El humo de una pipa
fue el ritual de mi infancia.
La niebla que mi padre esparcía.

El aroma era un intruso bienvenido,
un asombro develado entre las ropas.

Había un poco de mi padre en los estantes,
en los vasos, los sillones, los espejos.

La memoria de ese olor y de esa nube
es obstinada como la marea,
sanadora como un mantra.

Hay un poco de mi padre
en cada pipa que veo.
Y en el cuadro de Magritte.

Y en los surcos de mi frente.




Osvaldo Rossi, poeta nacido en Buenos Aires, ejerció por siete años la docencia universitaria, colaboró con medios de la Argentina y del exterior y realizó traducciones del idioma inglés al español. En el año 2003 fue convocado por Victoria Pueyrredón para integrar el Consejo Asesor de la prestigiosa revista Letras de Buenos Aires (Segunda Época).

Obtuvo numerosas distinciones, entre las que se destacan uno de los Premios a la Creación Artística (en Poesía) por la Universidad de Belgrano, Buenos Aires (2003), en varias ocasiones el Primer Premio de Gente de Letras, la mención a la Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores (2010), el Segundo Premio del Concurso Banco Ciudad/Ediciones Olmo/Fundación Victoria Ocampo (2012), uno de los premios de la Fundación Argentina para la Poesía (2013) y el Premio Nacional Esteban Echeverría (2014). 

En el 2015, el Instituto Literario y Cultural Hispánico de California (USA) le otorgó el Diploma Embajador Rubén Vela por el conjunto de su obra poética. En el año 2016 obtuvo uno de los premios del Concurso Fundación Victoria Ocampo.

Con los poetas Rubén Balseiro y Norberto Barleand, realizó una serie de encuentros para el “Programa Cultural en barrios” (2011 - 2012), con el fin de difundir la poesía en escuelas y centros culturales de la Ciudad de Buenos Aires. En 2016 fue elegido para representar a la Argentina en el Encuentro “Poetas de Septiembre” organizado por el Consulado General de Chile en Buenos Aires. En el mismo año, su libro La intersección de los mundos integró la Summa Poética que la Editorial Vinciguerra publicó para celebrar los treinta años de su fundación.

Desde el año 2013 asiste a seminarios sobre Neurociencias (Universidad Di Tella, Ineco/Fundación Favaloro) en un esfuerzo por aproximarse a un mayor conocimiento y comprensión de los procesos creativos en la escritura.

Algunos de los títulos de sus obras son:

Defensa de la culpa - 1997
Un resplandor en la ceniza - 2003
Cercanía - 2005
Después de la lluvia - 2007
Las palabras que conmueven (ensayo) – 2007
Unas ramas movidas por el viento - 2009
Un viaje por la cinta de Moebius – 2011
Transiciones – 2014
La intersección de los mundos – 2016
Sus obras también integran varias antologías.

Bibliografía

Bilbao Richter, Bertha: Osvaldo Rossi. Solidez poética en la modernidad líquida, Enigma Editores, Buenos Aires, 2012.


Las yapas: 

1- El blog del poeta Osvaldo Rossi



 2- En el blog Mis poetas contemporáneos que dirige el poeta Gustavo Tisocco



Para finalizar, vaya nuestro agradecimiento por este año de trabajo poético compartido a los miembros del taller de lectoescritura Abordajes poéticos y a todos los miembros de la Fundación Argentina para la Poesía; en especial, a su Consejo de Administración, integrado por Lidia Vinciguerra, Norberto Barleand, Daniel Couto. 

Sandra Pien


¡Les deseamos un muy buen año poético 2017! 








BENDICIÓN CELTA

Que el camino salga a tu encuentro.
Que el viento siempre esté detrás de ti
y la lluvia caiga suave sobre tus campos.
Y hasta que nos volvamos a encontrar,
que Dios te sostenga suavemente
en la palma de su mano.





miércoles, 23 de noviembre de 2016

Clase N° 32 /año 3 - jueves 17 de noviembre 2016


EUGENIO MADRINI 
SACÓ DE LA GALERA
SUS POÉTICOS 
CONEJOS
EN LA NIEVE

El poeta Eugenio Mandrini, a quien la Fundación Argentina para la Poesía acaba de otorgarle el Gran Premio de Honor de la FAP (compartido con el poeta Osvaldo Rossi, quien nos visitará el jueves próximo, el 24 de noviembre) celebró su poetar junto a nosotros y nos deleitó con su particular metapoética, sus poemas y sus microficciones, su amenísima charla y su gran encanto de antihéroe. 

Este es el programa N° 16, nuestro 16vo encuentro de Abordajes poéticos, el taller de lectoescritura de la Fundación Argentina para la Poesía realizado online vía streaming los jueves de 18 a 19 hs, hora argentina, en www.onradio.com.ar




Arriba: el poeta Eugenio Mandrini y una imagen alegórica
 ilustrativa de su tan inspiradora metáfora. 

Abajo, su visita a Abordajes poéticos, de izq. a der. apretados en el pasillo de la radio :) 
al finalizar el programa y luego durante:
Alejandro Biedma, María Teresa Lippo, Gabriel Cherulñec, 
Sandra Pien, Eugenio Mandrini y Alba Estrella Gutiérrez. 
Quien tomó las fotos, gracias, Norma Belleri. 









Aquí el link del audio del taller-programa:





Los textos que leyó nuestro poeta invitado:

De Conejos en la nieve


La mano

¿Qué ama el hombre cuando su mano acaricia
 el cuerpo de una mujer? ¿Sólo el asombro
 del cuerpo de la mujer? ¿La penumbra ama, donde
 parece flotar el cuerpo de la mujer y la mano
 sostenerlo, buzo en el aire? ¿El susurro
 del gemido ama cuando la mano se interrumpe
 breve instante, y el cuerpo de la mujer
 sufre y exhala? ¿O es la mano que acaricia el cuerpo
 de la mujer lo que ama el hombre, mano capaz de
 moldear una lágrima o hacer de la sábana
 un templo?
                   La lengua, en realidad, haría
 lo mismo, y la nariz, y también un solo dedo,
 y hasta el muñón de la mano, si ella,
 vestida con las ropas de mi madre o en túnica
 de fantasma, cantando la escena de la locura
 o abrazada al retrato del demonio, o bien
 traída por las piedras del cielo o el soplo
 de la luz, vuelve a ese que volveré
 a ser.
                  De otro modo, ¿qué de esta mano?
 ¿sólo dada a escribir palabras sin saliva de dragón
 o tras oír golpes en la puerta, abrirla,
 para que entre el frío? Mano mía,
                                                   háblame.


MAMUT EN LA NOCHE INMENSA

Soñó que el mamut muerto en el último invierno, el mamut más formidable, más temible y de más estremecedor pelaje oscuro que viera en su azarosa vida de cazador, volvía a buscarlo a él, de entre todos los hambrientos de la tribu que intervinieron en la cacería, sólo a él.

Después, la visión se trasladó a la realidad y el mamut aparecía, irremediable, en cualquier momento de la noche o cuando el fuego de la caverna volvía a la ceniza o aún mimetizado en la lluvia, en la niebla o en la humareda de los bosques incendiados. Entonces cerró todas las formas de la luz y la alucinación y se arrancó los ojos para no verlo más. Pero el mamut volvía siempre, irremediable, porque en el mundo de los ciegos, los ciegos ven.

RAÍCES

Con el último golpe del hacha, el árbol cae pesadamente al suelo. Sin embargo, los pájaros permanecen inmóviles donde antes estuvieron las ramas. Acaso porque sólo son la sombra de esos pájaros. Acaso porque esos pájaros miraban demasiado la distancia y la distancia los hipnotizó. O acaso porque la memoria del árbol muere después.


La almohada

En mi almohada hay un tigre.
Me lava la cabeza con su aliento de fósforo,
me cuenta la selva en el oído, el matorral
donde acechan las voces del terror o el susurro, el
arte del sigilo que apaga el gemir
de las hojas secas.
En mi almohada hay un tigre.
El resplandor donde los ciegos tambalean
La sangre de la luz que envidia el fuego.
Si duerme —raras noches lo
hace con la cola enroscada en mi cuello
como un látigo que espera.
Si está alerta —tantas noches me habla. Me dice: -Escribe,
con el asombro del color que soy
con el hambre de las entrañas que soy
con el brillo de oscuridad de la mirada que soy.
En mi almohada hay un tigre.
Todo tigre es un poema feroz.


ESTA PÁGINA ES MUY ROJA

Abrió grande la boca, se introdujo una rosa roja y, pacientemente, para no dañar su belleza eterna, la fue tragando entera. Después, volvió a sus ocupaciones diarias, a la espera de que algo grandioso sucediera dentro suyo: que brotaran de su boca, por ejemplo, jardines del paraíso y le colmaran los ojos. Sin embargo, durante días nada de este mundo ni del más allá sucedió en su vida. Insatisfecho, fue en busca de una nueva rosa roja y al querer tomarla –hecho insólito- vio que ella temblaba, temblaba como de miedo, y enseguida, entre agitaciones, comenzó a deshojarse como una garúa trágica. Esa misma noche,  abrumado, tomó un lápiz y un papel y trazó el dibujo de una rosa. Con el color que fluía del sendero abierto en una de sus venas, la pintó de rojo, y con las últimas gotas, escribió una sola palabra: Perdón.

Nunca sabremos si la rosa roja lo acosará en los sueños.

TANGO DEL LOBO

Primero, faltó a la cita la niña de la caperuza roja.

Después, un eclipse oscureció la luna y debió morderse el aullido.

Por último, la manada lo declaró nada feroz, por esas gotas de soledad que le apagaban los ojos, y fue desalojado del bosque.

Hoy lame zapatos en la ciudad y en invierno busca el abrigo del sol como una abuela.


FUTURO IMPERFECTO

El cielo estaba tan poblado de naves comerciales como antes lo estuvieron las calles de máquinas vertiginosas, que los pájaros se exiliaron en los árboles hasta mimetizarse en las hojas, iniciándose así la extinción de la especie por el inmenso dolor de no poder volar en ese aire sin aire, en ese cielo sin cielo.

De ese tiempo aún se conserva en una de las vitrinas del Museo de los Enigmas, un extraño objeto que algunos, por su forma, lo atribuyen a la pluma de un pájaro, y otros, por su brillo, a un resto de aquellas mañanas luminosas del antiguo cielo.

HOMBRE DE MUCHA FE

Descendió del tren en una estación cualquiera de un pueblo desconocido, y la esperó.

Después, entró en los subsuelos de las catedrales, donde el silencio, de tan espeso, late, y la esperó.

Después la esperó subido a los árboles, a los puentes, a las terrazas, a las torres, a las montañas, a los aviones, a las nubes del sueño y, acaso, a algún ángel.

Después la esperó en la intemperie del invierno más impiadoso, temblando no de frío sino de esperanza, y además bajo la lluvia la esperó, hasta que el agua dolió como pedradas.

Llegó también a comprar un telescopio y esperó verla aparecer de entre los astros.

Lo encontré sentado en el banco de un parque, en silencio, mirando ardiente más allá de los árboles, del tiempo, del desvarío. Le pregunté:

-¿A quien espera tan tenazmente?

Sin dejar de mirar el fuego de la distancia, contestó:

-A la Felicidad. ¿A quién otra podía ser?

Me senté a su lado.


ANSIADA PRESA

Llega
invasora del secreto de la desierta noche,
la amistad.
Llega
y desencadena formas,
palpitaciones, la amistad:
y de nuestras férreas sombras del diluvio
algo fulgura.
Dura toda la oscuridad la amistad:
a su fuego es más tibio el tiempo en la ciudad rechinante.
Una mujer fecunda, las confesiones, el esplendor perdido,
los rostros que el sueño no olvida, regresan a nosotros;
la audaz infancia, las porfías del deseo
y el universo ágil, regresan a nosotros. Así caemos en ella
como el otoño en el árbol.
Más allá que la nostalgia, que el delirio
de someter al olvido los escombros,
se yergue la amistad.
Llega
enardecida
y la muerte pueril pierde coraje, se disipa.
Invencibles por un instante somos
en la ciudad sobreviviente.
Ansiada presa la amistad. Rara de alcanzar.
Como Dios en la tierra.


EL DÍA DEL MILAGRO

Al César
un verano al que tirita
peras de agua a los de labios de uva seca
multitud a los enterrados en su soledad
a los tristes una sonrisa de loco iluminado que vio a Dios
y Dios le alzó el pulgar
frazada al que no supo que esa puerta daba a la intemperie
y la abrió y el frío era de cactus
luz a los apagados
más luz a los oscuros que al levantarse tropiezan con sus hijos
patio al solitario en su sótano
un no a los acorralados por las órdenes
un beso al pobre diablo
romeos a las julietas solitarias
aplausos al que regresa indemne del infierno
aullidos de jauría a los amantes hastiados
gorjeos al gorrión o algo de la Callas
el cielo prometido a quien siga el vuelo de las naves cósmicas
a través del agujero del zapato
almohada a quien no tiene donde apoyar los sueños
himnos al albañil que cae del andamio y ya no almuerza
paz de larga silla al que huye de su sombra
piedad en los espejos a las que fueron bellas
libros de poesía al filósofo
oídos a Dios (repitamos esto: oídos a Dios) nuevas embestidas al que perdió su toro
risas de demonios a quienes creen que solo existe un cielo y es
azul
una tenaza a Cristo
luz de otoño a los inviernos que de tan pálidos son oscuros
un ayudante al que lleva su esqueleto a cuestas.
Después, que sea lo imposible.


EN UNA PALABRA

En el ocaso de la vida, cuando había superado las
mil tonalidades del color, y los diez mil instrumentos
del sonido, y las cien mil miradas que dan
forma y consistencia al mundo, el poeta escribió
su última obra con menos de dos palabras: un
poema en verdad musical y sugerente, que no nombraba
al universo, ni a la libertad, ni a la paz, ni
al amor siquiera, y que sin embargo podría persuadir
a todos por igual: a amantes, a místicos, a
revolucionarios y a dioses domésticos.
La palabra era
Oh
Se burlaron mucho de él, algunas piedras
picotearon sus últimos huesos, y no lo dejaron descansar
ni a la orilla del río.


IMÁGENES PARA UNA CARTA DE AMOR EN INVIERNO

¿Qué hiciste del deseo que apretabas
en los dientes como una presa?
Deberías imaginarme extendidos los brazos
a la espera de tu sombra de lámpara
o tu cabellera negra que iniciaba la noche
Ver como te desnudabas
era un acto de resurrección donde
el aire, el ojo, el latido, el tiempo, se paralizaban;
luego, al acariciarte, se encendía el otro cielo,
el de un infierno perdurable, en el que iríamos
a yacer hasta dorarnos
Vuelve
Es invierno, y si vuelves,
habré olvidado al exiliado que soy debatiéndose
como pez en el anzuelo del frío
Libérame del estupor de estar viendo,
nítido en la sombra, el límite del fin, mientras
el viento raspa la puerta
y siembra miedo en los espejos
¿O será que saciado está
el ciego animal de tu hambre? Acabo de pedirle a la escalera
que me devuelva la rima de tus pasos, y a los ruidos
de la noche que se congreguen
en tu nombre, y tu nombre se oiga, exaltado,
como un coro de Verdi
Vuelve
La soledad es un ciego palpando un eclipse
La soledad es el gato negro de Poe que oscurece
el fuego de los tigres
La soledad es un dios sordo que no sabe gozar
de los rezos del mundo
¿A qué, entonces, tanta soledad
si ya la elevaste a multitud?
Vuelve
A veces, al mirarnos desnudos, brotaba
de los ojos una luz de incendio que hacía retroceder
a los muebles; otras veces, siempre desnudos,
permanecíamos tensos y graves, como en un concierto,
creyendo escuchar los movimientos
de la sangre. Eran nuestros modos
de detener al tiempo, ese bárbaro que pasa dejando
solo rastros de perdición
Vuelve No me hagas escribir que
el amor termina siempre refugiándose en sí mismo
como un ovillo de silencio
y que su secreto es desear morir,
después de haberse llevado todo como el río,
y dejarnos sin saber para quién
humeará de nuevo: acaso
para el viento que todo lo abate
No demasiado tarde
vuelve,
vuelve
¿Pero adónde irías a volver si nunca
nos hemos conocido?
Solo son imágenes
para una simulada carta escrita
en una de esas tardes de un desnudo invierno
frío y solitario como todos.


LOS FENÓMENOS DE LA BELLEZA

Durante largo vuelo silencioso
el viejo ruiseñor,
el de plumaje esquivo y cielo imprevisto
anduvo eligiendo, ciego o vidente,
aunque trémulo como ante un repentino
grano de uva azul o de diamante,
la rama de un árbol desde la cual cantar
y finalmente se detuvo en aquélla,
la muy oscura como luz de azufre del infierno, donde se balanceaba (¿o levitaba?)
un ahorcado.
Y cantó.


OTROS DESEOS

que la obrera sea un trazo de luciérnaga
en la sin luz del hormiguero
que la piedra enamorada de las nubes, aún
en cielo borrascoso, se disuelva en ellas
que la araña, su tristeza indecible, teja la red
de atrapar al tiempo y le devuelva el tiempo las presas que intuyeron la trampa
que el árbol arrastre al bosque e invada
la ciudad de bestias menos crueles
que el relámpago se consagre al espejismo
y derrame visiones en el desierto
de los ciegos
que la jauría descubra el cementerio de elefantes
y sea como tocar el cielo con la lengua
que lo áspero alcance la tibieza del vapor
que exhalan las bocas en invierno
que el fuego se cueza en el de los amantes
y no haya más noche que la noche alumbrada
que antes de ser degollada, la gallina empolle
una rosa igual a la cresta del gallo
que le turba el sueño
que el cielo sepa que el único diluvio universal
es el llanto de los débiles
que la muerte, ya reliquia de vieja y apenas sostenida
por un bastón de ceniza que va deshaciéndose,
nos oiga decir: Adiós, muerte, adiós
que el poeta, de tanto espiar y espiarse en las hendijas
sea el ojo de leer la ceguera y de escribir
sobre todo lo incierto aun
que por razones de exigencia poética nunca
sepa la luna qué se oculta en el lado oscuro
del oso polar
que el mar retorne a su memoria de arena
y ya no se oigan, de los oleajes, las
bravuconadas, y de los ahogados,
sus mugidos de doliente cadencia que el barro de la monótona vasija se aloje
en los páramos donde cambiar de formas en
la obra del viento, las lluvias
en cuanto a los dioses, qué desearles a éstos,
tan indemnes en sus máscaras de ausencia.


PÁJARO NO ESMALTADO
1
Frente a un gorrión detenido en los labios de ella
¿qué morder primero? ¿el gorrión? ¿los labios de ella?
¿o el aire donde conviven el gorrión y los labios de ella?

2
Sorprendido en la pirueta de su arte instantáneo
¿es el gorrión una fibra del aire? ¿un tatuaje
desubicado en la luz? ¿el ritmo de paso del polvo?
¿un clavo que salta de la cruz al árbol y de éste al tiempo?
Tal vez el pájaro sin historia sea un ser fantástico
cuyo don de suscitar visiones lo poseen sólo los dioses,
alguna ardua concepción del mundo, o el amor.

3
En su monólogo sin gloria cree ser la belleza
antes que el poder, y se ve, o se sueña, brotar sobre los altos muros, como un fogonazo del paisaje,
como un renacimiento del verdor.

4
A veces el gorrión vuela embriagado, desentendido y feliz;
a veces hurgonea entre los deshechos con extenuado fatalismo;
a veces se abalanza como un tizne de arpón sobre la ballena
de la tierra; otras, se sume en arrebujada quietud, abrumado
por repentinos golpes de ansiedad o de olvido.
Así de incierto y mudable es el poema.

5
En la grisácea velocidad de una piedra
arrojada a la otra orilla, y en el ocre despojo de
una penumbra yaciente al borde de un camino, he
creído avistar un gorrión, su temblor, su fugitivo
zigzagueo. Ah, mimético animal, sutil ornamento
de la opacidad.

6
Como los monstruos fugaces que modela el viento en los
médanos; como los restos de congoja que sueltan las
espaldas cuando huyen o caen; o como esguince de humo,
pluma de humo o humo en el adiós, así de inapresable es el gorrión: solo la jaula
del mundo lo detiene, lo contiene.

7
Palpables y tenaces, el día y la noche prevalecen
y solo el atardecer es lo desapercibido. El atardecer
es aquel patio donde el cuerpo se echa a morir
en un sillón y nadie acude a salvarlo
porque el atardecer es lo desapercibido.
Ah, gorrión, descendiente dilecto del atardecer.

8
El gorrión que olvida su cuerpo, que desatiende
la vertiginosa relación entre el incidente y la realidad
y queda dormidito a las puertas de un gato,
será bocado de gorrión.
Como el poeta su desdicha perfecta está en el sueño.

9
Cae un copa de Murano
un vitraux del siglo XII
un mosaico bizantino el paisaje de la ventana de Magritte, y el ojo
se hace añicos.
Cae una llovizna, un otoño, una virgen, un país,
y aun el yeso de una nube, y el ojo se hace añicos.
Pero un gorrión cae en el ojo, y el ojo se echa a volar.

10
Haya un lugar para el gorrión, una migaja para él
de azul despedazado: lo pido por amor
al dios del trino mudo que acaricia a los pájaros vulgares.

11
Quien ordena su vuelo más súbito,
el salto súbito, la súbita huida.
¿La muerte? ¿Las furias? ¿El terror? ¿Otro paraje feliz?
Rara ave que no conoce el reposo, igual a ciertos hombres
azotados largamente por lo inescrutable, como el
capitán Akab, o mi padre albañil entre
los andamios, esas balsas del aire.

12
Desalojado de los talleres del infierno donde
se eslabonan los fulgores del color, y exiliado del edén, de sus diamantes, no le queda más que pasearse
entre las hojas que tiritan, el ramaje desgastado,
y las soledades y premuras de los hombres.
Ah, gorrión, pájaro no esmaltado.

13
Gorrión que entra en el ojo
provoca finalmente rasgaduras que aturden.
Fatalmente.



Y recordamos que

 Los Abordajes poéticos pueden verse y escucharse online los días jueves de 18 a 19 hs, horario de la Argentina, vía streaming, por www.onradio.com.ar



Las yapas: 

1- Entrevista de Rolando Revagliatti a Eugenio Mandrini, donde nuestro invitado le dijo: "Dios existe, se llama Shakespeare y está en expansión".


2- El Mandrini casi desconocido: guionista de historietas







¡Buena semana poética!