lunes, 1 de diciembre de 2014

Clase N° 28 - 27 de noviembre 2014


Hoy, en nuestra última clase del año, veremos la obra poética de Amelia Biagioni, la poeta argentina cuyo nombre es el del Premio de Poesía que otorgó este año la FAP.

Amelia Biagioni nació en Gálvez, provincia de Santa Fe, en 1916. De padres inmigrantes italianos y falleció en Buenos Aires en 2000. No es extraño que una poeta como ella provenga de la provincia de Santa Fe, que acogió a una masa importante de inmigrantes  italianos, españoles, judíos de Europa Oriental, que trajeron, junto con sus humildes pertenencias, un bagaje cultural importante, y una sed de progreso a través del estudio que se transmitió de padres a hijos.
AB se graduó en 1936 como profesora de Letras en Rosario. Volvió a Gálvez, donde ejerció la docencia en colegios secundarios y participó de actividades culturales. A partir de 1944 comenzó a publicar su obra poética en diarios y revistas utilizando seudónimos y desde 1950 comenzó a utilizar su verdadero nombre. En 1954, a instancias de su amigo, José Pedroni, publicó su primer libro, Sonata de soledad (1954) por el cual es premiada con Faja de honor de la SADE.
En 1955 se radica en Buenos Aires, donde retoma sus actividades docentes y publica sus poemas en diarios de tirada nacional.

En 1957 publica “La llave”, que recibe el segundo Premio Municipal de Poesía (1958).

Entre 1960 y 1964 colabora con Ediciones Culturales Argentinas, y continúa con su labor poética.

En 1967 publica “El humo”, que representa una ruptura total con su anterior estilo poético, medido y acotado a reglas formales del lenguaje. Por esta obra, al año siguiente, recibe el Premio Municipal de Poesía.

En 1976, su libro “Las cacerías” recibe el Premio Jorge Luis Borges, otorgado por la Fundación Argentina para la Poesía.

En 1984 aparece su último libro, “Estaciones de Van Gogh”, que recibe el segundo Premio Municipal de Poesía de 1988. Allí se ve la musicalidad de la pintura, traspasada desde las palabras.

La siguiente portada es de su Poesía completa, y abajo, la clásica de “Estaciones de Van Gogh”.




Se añaden también aquí dos links: uno, la necrológica de la muerte de AB, realizado por el querido poeta y colega Antonio Requeni.



Y el segundo, a una semana de su deceso, un análisis de su obra realizado por Ivonne Bordelois.


El recurso que veremos está precisamente vinculado con la obra de Biagioni; es el de la animalización. Se trata de una atribución de rasgos animales a otros seres vivos u objetos, uno de los cuatro tipos de prosopopeya.


Estilo poético

Forma parte de la generación del ´40, junto con Olga Orozco, Enrique Molina, Alberto Girri.

A partir de 1967, se produce una ruptura con su obra anterior, y ocurre lo que ella denomina un “Estallido del lenguaje y del yo”, que signaría su poesía.

Dice al efecto: “un agujero soy por donde pasa el mundo”: con una idea de un dios como cazador y generador. Y ella se pone en la voz de muchos animales. Al efecto utiliza el recurso de la analogía, que a partir de lo conocido lo utiliza para mostrar las diferencias. En los ´60 se exacerba su necesidad de la originalidad. Su ruptura apunta hacia los distintos niveles - fonológico, morfológico, sintáctico, semántico- en búsqueda del encuentro de su matriz poética y existencial.

Obra poética
Veremos algunos de sus poemas de cada una de sus etapas.


Víspera del canto

Mínimo grillo, mira: Este es mi tema.
Defendido y mordido por la herrumbre
lo descubrí en mi sangre, en esa lumbre
donde el silencio empieza a ser poema.

Toco con su enjuta brevedad de esquema
el hueso de mi antigua pesadumbre.
Parece su azulísima quejumbre
la de un mar encerrado en una gema.

¡Ay, si al abrirlo, en vez de una sirena
asoma un pez vulgar de sangre muda,
y el tema vuelve a ser silencio eterno!

¡Ay, si lo desfiguro con arena!
Quiero ese verso de ola, el que desnuda.
Cántalo, hermano mío, tú primero.


La ventana
                 
"procura vivir de suerte
que al final de la partida,
saques de la muerte vida"
(Anónimo)

Una ventana y nada más quisiera,
un fervoroso prólogo de vuelo,
que me instara a subir, con el modelo
de lo que se remonta en primavera.

Me bastaría sólo esa ligera
interrupción de muro y desconsuelo
para desvanecerme por el cielo
clara, sonora, libre, verdadera.      

de tanto que la sueño, una mañana
encontraré en mi cuarto a la ventana
llamándome con luminoso grito.

desde que se abra, viviré de suerte
que me sorprenda el plomo de la muerte
volando en mi retazo de infinito.


De La llave

La llave

Silencio mío, mídete en la llave,
intensidad que vive cuando gira,
toca su sí, su no, su dura clave,
su diminuta omnipotencia, mira.

Hay, en el frío de su espera grave,
llama que en aire intemporal delira,
y hay la verdad, porque la llave sabe
amar, que es entregarse sin mentira.

Dice que el mundo es flor honda y oscura,
y su contacto, densa mordedura,
en danza del encuentro y del adiós.

Dice que el tiempo es sólo la aventura
de andar y andar por una cerradura
y en remolino descifrar a Dios.


De El humo 

El humo

Yo, el humo cavilado, el alma turbia
de la ciudad anocheciente deshojada
dentro de los andantes no vivos no muertos,
desde el coro de grises voces
flotantes en lo sordo
de cada grave íntimo cielo,
digo:

Esta ronca expansión
de abruptos muros increscendo
-generaciones y ejércitos
de mundos sobrepuestos tangentes incrustados-,
estos rampantes prismas del valle del lucro,
en su callada mayoría
de pronto suspiran por dentro
con sopas cálidas, redondas,
que aplacan
un rato el humano jadeo;
amortiguan
el acoso la feroz adhesión
de las paredes y los cuerpos;
apiadan
el ojo de la muchedumbre
en el fondo del plato;
y hay de pronto y tan verde una atlántida
que nunca vio las bestias los zarpazos
del ruido y de la urgencia.
Millones de vaporosas cucarachas
suturan mezclan
almas sobre el mantel;
restauran
el dios circular de la palabra y el silencio;
establecen
una tibia secuencia de ritmo hecho a mano;
sostienen
la creación en los ojos
la inocencia en la sangre;
reaniman
el dulce virus de la vida
los simples juegos de la eternidad;
calman adormecen
las jaulas
de los impares
de los partidos
de los sin párpados
de los que vomitan el mundo;
en su vaho
el encogido se desdobla
y en instantes sin peso
da y da el salto;
tiernamente
hacen tragar
el grito roto, el tedio jubilable;
sobre todo
procuran
momentáneos regresos
a los que al fin del día en mí se sientan
con un cruce de tibias bajo la cara ausente.

Digo:
Retrocediendo en compactas legiones,
estos alucinados monobloques casi cráneos
sumergidos en mi fragor y presentimiento,
estas torres crecientes de agonía
segura fiel perpetua,
y no obstante recintos huyendo de la muerte,
cada hipnótica noche
sigilan
urgentes
por dentro
-por extraviados ascensores
escaleras cuartos y trances-
recogiendo jirones del alma numerosa,
convocando hacia antaño,
hacia abolidas recámaras en sótanos índigos.
Y ardiendo en otro tiempo
acuden
las lenguas bífidas rosadas
carmesíes,
las sibilas convulsas
las mil
ardiendo guay
consumen,
las lenguas miserere
las euménides púrpuras
consuman
ardiendo amén,
las lenguas encarnadas
las perversas y santas inocentes
prosiguen
ardiendo azules escarlatas
mentidas hasta el gris
hasta el sangre verídicas,
ardiendo
igualando
obedecen
las lenguas serviciales,
y rojas
raudas
incineran
los restos de las ansias,
las insistentes
sólo sombras,
los indudables
invisibles
borradores.


De Cacerías

Tigre
En la curva del salto
rujo
         Vil cazador
         aún no ha nacido el rey
         que ha de contar mis manchas

Yo estoy
dentro del bosque
dentro del tiempo.

Y él
afuera
temiéndome
sentado sobre mi piel.


El otro
Uno y uno es uno.
E Hemingway

Yo soy el otro cazador.
Conexos y escindidos
hemos cazado
         según la alianza
siempre juntos;
él relatos y fieras
yo sueños sombras ecos.
El rodeado de su fiesta dramática
de su glorioso ruido a recios juegos
y a batallas heroicas.
Yo rodeado de orilla suya.
El siempre ha poseído
         recreándolos célebres
mi selva
mi león
mi movimiento de coraje
mi hora de matar.

A veces me ha llevado a cazar
         por reflejo en sus cuentos
y siempre a detonar sus frases
         atravesando temas
en el duro combate
de su perfil contra el vacío.
El ahora ha rendido su escritura.

Según el pacto
hoy salgo solo
desencadenado.
Es mi último safari
         el único
soy el dueño
del enroscado coto y de su ley
         ni miedo
         ni piedad
el despojado
         sin jauría
el que avisa
         es la hora.
Mi gran trofeo doloroso
muy cerca está
rodeándome
         esperándome
muy dentro
         yo mando
         cumple
         adiós.

Apunto y le disparo entre mis dientes.


Van Gogh
Arlés

Hay veces que estoy atravesado por el entusiasmo o la locura o la profecía, como un oráculo griego en su trípode.


Vincent penetra el mediodía encara al amarillo dios
asume los colores que deliran engendran paren
         soles.
Hirsuto en llamaradas afrontando el mistral
ebrio de amor pobreza y astro
sin piedad de sí mismo sin sombra sin orilla
cambiando pan por frenesí
         de escarlatas cobaltos y oros
         y sus combinaciones fulgurantes
desencadena su pintura
         volando dentro de la realidad.

                                                                       

Recuerden subir sus poemas. Sepan que ha sido un placer trabajar junto a ustedes durante este año en este taller de lecto-escritura denominado Abordajes poéticos. Sepan además que todos nosotros hemos recibido este especial premio otorgado por la FAP, en su reunión realizada el 26 de noviembre pasado para cerrar las actividades del año poético de 2014, premio que nos enorgullece.

Esta foto así lo atestigua: el presidente de la FAP, Alejandro Guillermo Roemmers; la que suscribe, Sandra Pien, a cargo del taller y recibiendo el premio, y la vicepresidente de la FAP, Lidia Vinciguerra.






Hasta el año próximo, ¡que 2015 sea un gran año poético!!! Brindemos por que así sea.