Hoy, en nuestra
última clase del año, veremos la obra poética de Amelia Biagioni, la poeta
argentina cuyo nombre es el del Premio de Poesía que otorgó este año la FAP.
Amelia Biagioni nació
en Gálvez, provincia de Santa Fe, en 1916. De padres inmigrantes italianos y
falleció en Buenos Aires en 2000. No es extraño que una poeta como ella
provenga de la provincia de Santa Fe, que acogió a una masa importante de inmigrantes italianos, españoles, judíos de Europa
Oriental, que trajeron, junto con sus humildes pertenencias, un bagaje cultural
importante, y una sed de progreso a través del estudio que se transmitió de
padres a hijos.
AB se graduó en
1936 como profesora de Letras en Rosario. Volvió a Gálvez, donde ejerció la
docencia en colegios secundarios y participó de actividades culturales. A
partir de 1944 comenzó a publicar su obra poética en diarios y revistas
utilizando seudónimos y desde 1950 comenzó a utilizar su verdadero nombre. En
1954, a instancias de su amigo, José Pedroni, publicó su primer libro, Sonata
de soledad (1954) por el cual es premiada con Faja de honor de la SADE.
En 1955 se radica
en Buenos Aires, donde retoma sus actividades docentes y publica sus poemas en
diarios de tirada nacional.
En 1957 publica “La
llave”, que recibe el segundo Premio Municipal de Poesía (1958).
Entre 1960 y 1964
colabora con Ediciones Culturales Argentinas, y continúa con su labor poética.
En 1967 publica “El
humo”, que representa una ruptura total con su anterior estilo poético, medido
y acotado a reglas formales del lenguaje. Por esta obra, al año siguiente,
recibe el Premio Municipal de Poesía.
En 1976, su libro “Las cacerías” recibe el Premio
Jorge Luis Borges, otorgado por la Fundación Argentina para la Poesía.
En 1984 aparece su
último libro, “Estaciones de Van Gogh”, que recibe el segundo Premio Municipal
de Poesía de 1988. Allí se ve la musicalidad de la pintura, traspasada desde
las palabras.
La siguiente portada es de su Poesía completa, y abajo, la clásica de “Estaciones de Van Gogh”.
Se añaden también aquí dos links: uno, la necrológica de la muerte de AB, realizado por el querido poeta y colega Antonio Requeni.
Y el segundo, a una
semana de su deceso, un análisis de su obra realizado por Ivonne Bordelois.
El recurso que veremos está precisamente vinculado con la
obra de Biagioni; es el de la animalización. Se trata de una atribución de rasgos animales a
otros seres vivos u objetos, uno de los cuatro tipos de prosopopeya.
Estilo poético
Forma parte de la
generación del ´40, junto con Olga Orozco, Enrique Molina, Alberto Girri.
A partir de 1967,
se produce una ruptura con su obra anterior, y ocurre lo que ella denomina un “Estallido
del lenguaje y del yo”, que signaría su poesía.
Dice al efecto: “un
agujero soy por donde pasa el mundo”: con una idea de un dios como cazador y
generador. Y ella se pone en la voz de muchos animales. Al efecto utiliza el
recurso de la analogía, que a partir de lo conocido lo utiliza para mostrar las
diferencias. En los ´60 se exacerba su necesidad de la originalidad. Su ruptura
apunta hacia los distintos niveles - fonológico, morfológico, sintáctico, semántico-
en búsqueda del encuentro de su matriz poética y existencial.
Obra poética
Veremos algunos de
sus poemas de cada una de sus etapas.
Víspera del canto
Mínimo grillo, mira: Este es mi tema.
Defendido y mordido
por la herrumbre
lo descubrí en mi
sangre, en esa lumbre
donde el silencio
empieza a ser poema.
Toco con su enjuta
brevedad de esquema
el hueso de mi
antigua pesadumbre.
Parece su azulísima
quejumbre
la de un mar
encerrado en una gema.
¡Ay, si al abrirlo,
en vez de una sirena
asoma un pez vulgar
de sangre muda,
y el tema vuelve a
ser silencio eterno!
¡Ay, si lo
desfiguro con arena!
Quiero ese verso de
ola, el que desnuda.
Cántalo, hermano
mío, tú primero.
La ventana
"procura vivir de suerte
que al final de la partida,
saques de la muerte vida"
(Anónimo)
Una ventana y nada
más quisiera,
un fervoroso
prólogo de vuelo,
que me instara a
subir, con el modelo
de lo que se
remonta en primavera.
Me bastaría sólo
esa ligera
interrupción de
muro y desconsuelo
para desvanecerme
por el cielo
clara, sonora,
libre, verdadera.
de tanto que la
sueño, una mañana
encontraré en mi
cuarto a la ventana
llamándome con
luminoso grito.
desde que se abra,
viviré de suerte
que me sorprenda el
plomo de la muerte
volando en mi
retazo de infinito.
De La llave
La llave
La llave
Silencio mío,
mídete en la llave,
intensidad que vive
cuando gira,
toca su sí, su no,
su dura clave,
su diminuta
omnipotencia, mira.
Hay, en el frío de
su espera grave,
llama que en aire
intemporal delira,
y hay la verdad,
porque la llave sabe
amar, que es
entregarse sin mentira.
Dice que el mundo
es flor honda y oscura,
y su contacto,
densa mordedura,
en danza del
encuentro y del adiós.
Dice que el tiempo
es sólo la aventura
de andar y andar
por una cerradura
y en remolino
descifrar a Dios.
De El humo
El humo
El humo
Yo, el humo
cavilado, el alma turbia
de la ciudad
anocheciente deshojada
dentro de los
andantes no vivos no muertos,
desde el coro de
grises voces
flotantes en lo
sordo
de cada grave
íntimo cielo,
digo:
Esta ronca
expansión
de abruptos muros
increscendo
-generaciones y
ejércitos
de mundos
sobrepuestos tangentes incrustados-,
estos rampantes
prismas del valle del lucro,
en su callada
mayoría
de pronto suspiran por
dentro
con sopas cálidas,
redondas,
que aplacan
un rato el humano
jadeo;
amortiguan
el acoso la feroz
adhesión
de las paredes y
los cuerpos;
apiadan
el ojo de la
muchedumbre
en el fondo del
plato;
y hay de pronto y
tan verde una atlántida
que nunca vio las
bestias los zarpazos
del ruido y de la
urgencia.
Millones de
vaporosas cucarachas
suturan mezclan
almas sobre el
mantel;
restauran
el dios circular de
la palabra y el silencio;
establecen
una tibia secuencia
de ritmo hecho a mano;
sostienen
la creación en los
ojos
la inocencia en la
sangre;
reaniman
el dulce virus de
la vida
los simples juegos
de la eternidad;
calman adormecen
las jaulas
de los impares
de los partidos
de los sin párpados
de los que vomitan
el mundo;
en su vaho
el encogido se
desdobla
y en instantes sin
peso
da y da el salto;
tiernamente
hacen tragar
el grito roto, el
tedio jubilable;
sobre todo
procuran
momentáneos
regresos
a los que al fin
del día en mí se sientan
con un cruce de
tibias bajo la cara ausente.
Digo:
Retrocediendo en
compactas legiones,
estos alucinados
monobloques casi cráneos
sumergidos en mi
fragor y presentimiento,
estas torres
crecientes de agonía
segura fiel
perpetua,
y no obstante
recintos huyendo de la muerte,
cada hipnótica
noche
sigilan
urgentes
por dentro
-por extraviados
ascensores
escaleras cuartos y
trances-
recogiendo jirones
del alma numerosa,
convocando hacia
antaño,
hacia abolidas
recámaras en sótanos índigos.
Y ardiendo en otro
tiempo
acuden
las lenguas bífidas
rosadas
carmesíes,
las sibilas
convulsas
las mil
ardiendo guay
consumen,
las lenguas
miserere
las euménides
púrpuras
consuman
ardiendo amén,
las lenguas
encarnadas
las perversas y
santas inocentes
prosiguen
ardiendo azules
escarlatas
mentidas hasta el
gris
hasta el sangre
verídicas,
ardiendo
igualando
obedecen
las lenguas
serviciales,
y rojas
raudas
incineran
los restos de las
ansias,
las insistentes
sólo sombras,
los indudables
invisibles
borradores.
De Cacerías
Tigre
En la curva del
salto
rujo
Vil cazador
aún no ha nacido el rey
que ha de contar mis manchas
Yo estoy
dentro del bosque
dentro del tiempo.
Y él
afuera
temiéndome
sentado sobre mi
piel.
El otro
Uno y uno es uno.
E Hemingway
Yo soy el otro
cazador.
Conexos y
escindidos
hemos cazado
según la alianza
siempre juntos;
él relatos y fieras
yo sueños sombras
ecos.
El rodeado de su
fiesta dramática
de su glorioso
ruido a recios juegos
y a batallas
heroicas.
Yo rodeado de
orilla suya.
El siempre ha
poseído
recreándolos célebres
mi selva
mi león
mi movimiento de
coraje
mi hora de matar.
A veces me ha
llevado a cazar
por reflejo en sus cuentos
y siempre a detonar
sus frases
atravesando temas
en el duro combate
de su perfil contra
el vacío.
El ahora ha rendido
su escritura.
Según el pacto
hoy salgo solo
desencadenado.
Es mi último safari
el único
soy el dueño
del enroscado coto
y de su ley
ni miedo
ni piedad
el despojado
sin jauría
el que avisa
es la hora.
Mi gran trofeo
doloroso
muy cerca está
rodeándome
esperándome
muy dentro
yo mando
cumple
adiós.
Apunto y le disparo
entre mis dientes.
Van Gogh
Arlés
Hay veces que
estoy atravesado por el entusiasmo o la locura o la profecía, como un oráculo griego
en su trípode.
Vincent penetra el
mediodía encara al amarillo dios
asume los colores
que deliran engendran paren
soles.
Hirsuto en
llamaradas afrontando el mistral
ebrio de amor
pobreza y astro
sin piedad de sí
mismo sin sombra sin orilla
cambiando pan por
frenesí
de escarlatas cobaltos y oros
y sus combinaciones fulgurantes
desencadena su
pintura
volando dentro de la realidad.
∽
Recuerden subir sus
poemas. Sepan que ha sido un placer trabajar junto a ustedes durante este año
en este taller de lecto-escritura denominado Abordajes poéticos. Sepan
además que todos nosotros hemos recibido este especial premio otorgado por la
FAP, en su reunión realizada el 26 de noviembre pasado para cerrar las actividades del
año poético de 2014, premio que nos enorgullece.
Esta foto así lo
atestigua: el presidente de la FAP, Alejandro Guillermo Roemmers; la que suscribe, Sandra
Pien, a cargo del taller y recibiendo el premio, y la vicepresidente de la FAP,
Lidia Vinciguerra.
Hasta el año próximo,
¡que 2015 sea un gran año poético!!! Brindemos por que así sea.