Páginas

sábado, 28 de junio de 2014

Clase N° 10 - 26-06-14



Hoy veremos la obra poética de la olvidada y desconocida en tanto poeta Silvina Ocampo

Silvina Ocampo

Silvina Inocencia Ocampo Aguirre nació en Buenos Aires el 28 de julio de 1903, en la casa de la calle Viamonte 550, como la menor de las seis hijas de Manuel Silvio Cecilio Ocampo y Ramona Aguirre Herrera, (Victoria, Angélica, Francisca, Rosa, Clara María y Silvina). En su juventud estudió dibujo en París con Giorgio de Chirico y Fernand Léger. Entre sus amigos famosos figuraba el escritor italiano Italo Calvino, quien prologó sus cuentos.

Más reconocida por su narrativa que su poesía, sus inicios en la literatura están ligados a la influencia de su hermana Victoria, fundadora de la revista Sur, y a la del escritor Adolfo Bioy Casares, al que conoció en el año 1933 y contraería matrimonio en 1940. Su primera publicación profesional fue el libro de cuentos Viaje olvidado (1937), algo menospreciado en su época pero reivindicado en el ámbito académico después de su muerte.

Silvina Ocampo participó dentro del grupo que giraba alrededor de Sur, la revista creada por Victoria Ocampo. Esta publicación colocó a la Argentina en el contexto internacional y trajo a la Argentina a importantes figuras intelectuales europeas y norteamericanas.

En 1954 recibió el Premio Municipal de Literatura por su poemario Espacios métricos; en 1962, el Premio Nacional de Poesía por Lo amargo por dulce y en 1988 el Premio del Club de los 13 por Cornelia frente al espejo, su última antología de cuentos. En 1984 recibió un “diploma al mérito, por parte de la fundación Konex y en 1992, el Gran Premio de Honor de la SADE.

Murió el 14 de diciembre de 1993 en Buenos Aires, a causa de una enfermedad progresiva que la tuvo postrada durante varios años.

Su vida fue signada por ser “la hermana de” y “la esposa de”, y fue opacada por Victoria y por Adolfo Bioy Casares. Este último fue un marido profundamente infiel, que hasta trajo a su hogar a una hija con otra mujer, que Silvina adoptó como propia, con el nombre de Marta Bioy Ocampo (1954-1994).

Su ama de llaves, Jovita, publicó sus memorias en donde se describe la vida familiar y la existencia atormentada de Silvina por el vínculo con su marido.


·         Gran Premio de Honor de la SADE 1992
·         Premio Konex - Diploma al Mérito 1984

Estilo poético

Técnicamente pertenecía a la generación del 40, neorromanticismo. Respeta las formas del soneto. Los poetas de la generación del '40 miraron a su alrededor con una mirada neo-romántica algunos, clásica otros. Así, sus visiones de lo urbano están teñidas de nostalgia por paisajes que se van perdiendo, o por idearios de ciudades que poco tienen que ver con el rápido crecimiento que contemplan en su entorno. Eta generación se destaca por la confluencia de poetas, poesía y poéticas que dieron un giro a la expresión lírica de la época. Lejos tanto de la poesía de tipo artístico tradicional como de la vanguardia martinfierrista, los nuevos poetas se mueven entre la búsqueda de la expresión individual (en una tendencia neorromántica) y la necesidad del poeta universal (en una tendencia neoclásica). La actitud de los poetas del ‘40 puede resumirse en las palabras del poeta y crítico Romualdo Brughetti:

“Buscamos lo nacional, pero nuestro impulso nos lleva a lo universal”
 “Un gran poema es una rara unidad de grandeza humana e innovación técnica, de inspiración poética y proyección solidaria”

En un principio el estilo de Silvina Ocampo estaba dominado por los metros clásicos y por rimas inocentes, muchas veces dedicadas a la descripción y exaltación de la belleza de elementos naturales como las plantas. Su obra posterior, como Los nombres, Lo amargo por dulce o Amarillo celeste muestran un verso más elaborado y a la vez desinteresado por el clasicismo.

Ella decía que la forma del soneto es una jaula, una jaula bien ajustada. El relato vivo es el sustento del verso.

Ella publicaba poemas y después en siguientes libros los volvía a publicar con cambios.

Ya mencionamos que Silvina Ocampo es reconocida principalmente por su narrativa, de inagotable imaginación y aguda atención por las inflexiones el lenguaje, resultante de su escritura poética. Dueña de un lenguaje cultivado que sirve de soporte a sus retorcidas invenciones, Silvina disfraza su escritura con la inocencia de un niño para nombrar, ya sea con sorpresa o con indiferencia, la ruptura en lo cotidiano que instala la mayoría de sus relatos en el territorio de lo fantástico.

La Generación del '40: se destaca por la confluencia de poetas, poesía y poéticas que dieron un giro a la expresión lírica de la época. Lejos tanto de la poesía de tipo artístico tradicional como de la vanguardia martinfierrista, los nuevos poetas se mueven entre la búsqueda de la expresión individual (en una tendencia neorromántica) y la necesidad del poeta universal (en una tendencia neoclásica). La actitud de los poetas del '40 puede resumirse en las palabras de Brughetti: "Buscamos lo nacional, pero nuestro impulso nos lleva a lo universal" (Brughetti, 1952: 269). Y es que los nuevos escritores se debatían entre la expresión de las fibras íntimas de su ser, pero al mismo tiempo se iba formando una conciencia del aspecto universal de la poesía. Al respecto, también dice Brughetti (1952): "Un gran poema es una rara unidad de grandeza humana e innovación técnica, de inspiración poética y proyección solidaria" (279).

En estas palabras queda en evidencia el impulso neorromántico de cierta poesía del '40, como así también la tendencia metapoética de vertiente neoclásica y el papel social que el poeta asume para sí y para su obra. Una categoría valiosa a la hora de analizar la poesía de autores de la Generación del '40 es la de "estructuras de sentimiento" (Williams, 2001: 37), que en el caso de estos escritores se presenta como una añoranza del campo (que, como señala también Raymond Williams (2001), es tan antigua como la tradición occidental), en contraposición a la ciudad moderna. De esta manera, el espacio se imbrica con el tiempo, ya que la recuperación de la forma de vida campestre es imposible, ya que ese modo pertenece al illud tempus, no solo para los románticos y neo-románticos, sino para cualquier generación en la que se manifieste esta estructura de sentimiento.

Dentro de la tendencia neorromántica de la poesía cuarentista, un pilar fundamental es la idealización de la tierra, del paisaje natural, relacionado con lo rural. Ocampo es una de las poetas centrales de esta generación; y si bien después de una etapa neorromántica en el '40 se volcó hacia el neoclasicismo, y luego a la narrativa de corte irónico, en su poesía del '40 la tierra se presenta como una instancia de permanencia asociada al tiempo dorado de los orígenes. El impulso telúrico "se relaciona con la captación del terruño como ámbito de resguardo de las claves de la identidad nacional o individual, propia de la poética neorromántica del cuarenta.

La tierra es una suerte de amante que recibirá en sus brazos el canto oscuro del poeta: cuando hayan desaparecido los amantes felices, las voces alegres, solo prevalecerá esta amante despojada, la tierra, y este cantor triste, el poeta. Es notable que permanece la tierra, lo natural; mientras que las ciudades, como productos de la construcción humana, habrán desaparecido.


Obra poética

·         Espacios métricos (poesía), Buenos Aires, Sur, 1942. Premio Municipal.
·         Poemas de amor desesperado (poesía), Buenos Aires, Sudamericana,1949.
·         Los nombres (poesía), Buenos Aires, Emecé, 1953. Premio Nacional de Poesía.
·         Los sonetos del jardín (poesía), Buenos Aires, Sur, 1946.
·         Lo amargo por dulce (poesía), Buenos Aires, Emecé, 1962. Premio Nac de Poesía.
·         Amarillo celeste (poesía), Buenos Aires, Losada, 1972.
·         Árboles de Buenos Aires (poesía), Buenos Aires, Crea, 1979.
·         Breve Santoral (poesía), Buenos Aires, Ediciones de arte Gaglione, 1985.

Algunos de sus poemas:

Tumbergia

Aquel que no conoce la tumbergia en enero
no conocerá el árbol más precioso del mundo.
Sus flores como cirios se abren en cada punta
erguida de las ramas,

el fruto gris rayado embellece el follaje.
La flor perfuma el agua donde está sumergida
cuando la colocamos en un vaso.
Es la única flor que conserva el perfume

muchos días: los tallos no se pudren
aunque no se le cambie el agua
que podría beberse como elixir.

Apasionadamente florece, luego caen las flores
como guantes blancos de primera comunión.
Es un texto descriptivo, desde la emoción.


La llave maestra

La luz de su cuarto me habla de él cuando no está,
me acompaña cuando tengo miedo,
y siempre tengo miedo porque soy valiente;
oye su paso sobre los mosaicos de la entrada
va a su encuentro cuando abre la puerta lentamente
cuando lo espero, y siempre lo espero;
lo mismo es para la luz eléctrica que para la luz del sol,
lo mismo para el sol que la luna o la estrella.
Un tapiz forma la luz complicada
es la vida y siempre la vida.
Si me quedara ciega la vería con mis patas
o tal vez con mi frente cuando llega.
El tapiz no lo forma la luz sino su llegada, el sonido
que cambia de oscuro en claro.
El tablero de la luz tiene varias llaves
pero una gobierna el resto:
se llama la llave maestra.
Del mismo modo el tablero de mi luz
tiene una sola llave que gobierna las otras
la llave que está en sus manos.
Apagaría todas las luces si quisiera
pero yo cierro los ojos para no ver
la oscuridad que podría ser luz
para no herirlo.

Del libro Divagaciones


Le hablo a Alejandrina
Con el pincel sin miedo dibujabas
las formas atrevidas, los colores;
recreabas los mágicos candores
de tus imágenes, que regalabas.

Alejandrina, tu sabiduría,
ese conocimiento tan profundo
prenatal no sería de este mundo:
con él te fuiste donde muere el día.

Con tu uniforme azul y tus cuadernos
buscabas otro espacio y otro cielo,
y como no quisiste entristecernos

lograste sonreír en nuestro duelo
dentro del limbo de la primavera.
Una paloma canta pues te espera:

es esta que pintaste gris y azul
con la rama del biombo de abedul.



El caballo blanco

¿Te interesa saber cómo me relacioné
con la pintura o el dibujo?
Fue en la infancia.
Mis hermanas tomaban clases de dibujo
con una profesora francesa
cuya cara se ha borrado
pero no la mano ni el sexo,
ni esa goma de borrar o de no borrar.
Tal vez hago un trait-d''union: prosa-verso;
para mí prosa equivale a pintura (femenino),
verso (masculino) al dibujo.
Debajo de una mesa
recogía los restos de dibujos rechazados
y los examinaba a hurtadillas
y hasta robaba alguna lámina
que servía de modelo.
Había ojos, bocas, orejas sacadas, creo,
de alguna estatua griega.
La oreja era mi preferida
porque parecía un caracol;
era algo independiente que no se asociaba
demasiado a lo que era,
no una oreja para oír sino para adornar,
para placer o adorno,
de donde colgaban aros o piedritas,
cuanto más grandes las señoras
más grandes las piedritas.
Sin embargo me seducían las sombras
más que un juguete,
las líneas más que un caramelo.
Cuántas veces dejé de chupar
hasta el fin un "sucre d''orge"
por entusiarmarme ante alguna de estas láminas
que provocaron alguna reprobación
por haberla tocado
con las manos pringosas o destructoras
y no tan respetuosa como requería mi corazón
gobernado en aquellos tiempos
por mis ojos.
Entre tanto papelerío
se encontraban esas imágenes menos clásicas
que esas cabezas francesas:
dos bailarinas y un caballo
(así lo recuerdo al menos).
Una bailarina que calqué
con papel carbónico,
porque ya me habían dado como juguete
un lápiz maravilloso.
La bailarina fue aplaudida por toda la clase
que se componía de tres personas,
lo que me hizo sentir
en el pináculo de la gloria.
Pero no fue lo mismo con el caballo.
Ciertas protuberancias
demasiado evidentes pero reconocibles
escandalizaron a alguien.
Recuerdo el rubor de ciertas caras jóvenes
que reían
escondiendo la risa detrás de un papel,
coqueto, como abanico improvisado.
Las menos jóvenes, impávidas,
controlaban la infidelidad del dibujo.
La implacable goma de borrar comenzó a destruir
la parte más importante de mi dibujo
porque era la que más
me había costado armonizar con el resto de mi dibujo
por ser insustituible.
Estaba a un paso de ser una niña prodigio,
el rubor me cubría la frente
pero la goma de la modestia me lo impedía.
¡Esas gomas de borrar variadas!
Entonces fue revelada la belleza
"me dio falicidad"
de esperar la pintura en un museo
que medio la facilidad de la esperanza.
Fue en un museo que descubrí
la presencia de aquel caballo.
Entré por la escalinata de mármol
de aquella construcción tan preciosa
y me detuve frente a un caballo de mármol.
Me quedé sin moverme,
mirándolo un rato,
las personas grandes que me rodeaban
consideraron un siglo.
No me alcanzaban los ojos
para descifrar el misterio
de este caballo tan parecido
al que había dibujado aquella tarde.

Un raro poema para los años 40, que comienza por una pregunta retórica. 


Mensaje del Mar

No verme, no buscarme es inhumano;
no ver mis metafísicas mudanzas
mis cada día delirantes lanzas
en mis cóncavas olas de verano.

De tierra en la prisión que hoy te circunda
y esos mismos jardines admirados
no te atraen, están desesperados
como estará la calle que te inunda.

Te doy mis líquidas cobijas blancas,
que olvides quiero el pasto y las barrancas
el río dulce, que al matar abrasa.

Te doy mi gusto a lágrima, sin pena
todo lo que al pasar por mi traspasa
tu corazón mortal sobre la arena.
(1984, La Nación)


El recurso poético de esta clase es la Enumeración

Quizá sea el recurso que más utiliza Silvina Ocampo en su poética.

La enumeración un procedimiento que permite enunciar de manera sucesiva por lo menos tres cualidades, conceptos. Se puede definir también como una forma de acumulación de expresiones. La enumeración más usual separa los miembros de la serie con comas y los dos últimos, con nexos coordinantes. Recurso del plano morfo sintáctico.

En las clases próximas veremos otras dos formas atípicas de enumeración.

Ejemplo

Oliverio Girondo

Espantapájaros, 12

Se miran, se presienten, se desean,
se acarician, se besan, se desnudan,
se respiran, se acuestan, se olfatean,
se penetran, se chupan, se demudan,
se adormecen, despiertan, se iluminan,
se codician, se palpan, se fascinan,
se mastican, se gustan, se babean,
se confunden, se acoplan, se disgregan,
se aletargan, fallecen, se reintegran,
se distienden, se enarcan, se menean,
se retuercen, se estiran, se caldean,
se estrangulan, se aprietan, se estremecen,
se tantean, se juntan, desfallecen,
se repelen, se enervan, se apetecen,
se acometen, se enlazan, se entrechocan,
se agazapan, se apresan, se dislocan,
se perforan, se incrustan, se acribillan,
se remachan, se injertan, se atornillan,
se desmayan, reviven, resplandecen,
se contemplan, se inflaman, se enloquecen,
se derriten, se sueldan, se calcinan,
se desgarran, se muerden, se asesinan,
resucitan, se buscan, se refriegan,
se rehuyen, se evaden y se entregan.


viernes, 20 de junio de 2014

Clase N° 9 19-06-14



En esta clase veremos la obra de Rodolfo Alonso, un poeta de la generación del ´50. Traductor de poesía, quien la semana pasada, invitado por la FAP, brindó una conferencia aquí, en la SADE, titulada Traducción del poema, ¿una utopía irresistible?

Entre otras cosas, Alonso dijo:
Todos es traducible, excepto el lenguaje (frase de Carlos Mastronardi).
La poesía es imposible, por eso lo intentamos.

El recurso de hoy: paralelismo sintáctico. Es la repetición de una figura sintáctica en un verso o versos consecutivos.

Ejemplos:

El lagarto está llorando

Federico García Lorca

El lagarto está llorando.
La lagarta está llorando.

El lagarto y la lagarta
con delantalitos blancos.

Han perdido sin querer
su anillo de desposados.

¡Ay, su anillito de plomo,
ay, su anillito plomado!

Un cielo grande y sin gente
monta en su globo a los pájaros.

El sol, capitán redondo,
lleva un chaleco de raso.

¡Miradlos qué viejos son!
¡Qué viejos son los lagartos!

¡Ay, cómo lloran y lloran,
¡ay! ¡ay! cómo están llorando!

Los nueve monstruos

César Vallejo

Y, desgraciadamente,
el dolor crece en el mundo a cada rato,
crece a treinta minutos por segundo, paso a paso,
y la naturaleza del dolor, es el dolor dos veces
y la condición del martirio, carnívora, voraz,
es el dolor dos veces
y la función de la yerba purísima, el dolor
dos veces
y el bien de ser, dolernos doblemente.

Jamás, hombres humanos,
hubo tanto dolor en el pecho, en la solapa, en la cartera,
en el vaso, en la carnicería, en la aritmética!
Jamás tanto cariño doloroso,
jamás tanta cerca arremetió lo lejos,
jamás el fuego nunca
jugó mejor su rol de frío muerto!
Jamás, señor ministro de salud, fue la salud
más mortal
y la migraña extrajo tanta frente de la frente!
Y el mueble tuvo en su cajón, dolor,
el corazón, en su cajón, dolor,
la lagartija, en su cajón, dolor.

Crece la desdicha, hermanos hombres,
más pronto que la máquina, a diez máquinas, y crece
con la res de Rosseau, con nuestras barbas;
crece el mal por razones que ignoramos
y es una inundación con propios líquidos,
con propio barro y propia nube sólida!

Invierte el sufrimiento posiciones, da función
en que el humor acuoso es vertical
al pavimento,
el ojo es visto y esta oreja oída,
y esta oreja da nueve campanadas a la hora
del rayo, y nueve carcajadas
a la hora del trigo, y nueve sones hembras
a la hora del llanto, y nueve cánticos
a la hora del hambre y nueve truenos
y nueve látigos, menos un grito.

El dolor nos agarra, hermanos hombres,
por detrás, de perfil,
y nos aloca en los cinemas,
nos clava en los gramófonos,
nos desclava en los lechos, cae perpendicularmente
a nuestros boletos, a nuestras cartas;
y es muy grave sufrir, puede uno orar...
Pues de resultas
del dolor, hay algunos
que nacen, otros crecen, otros mueren,
y otros que nacen y no mueren, otros
que sin haber nacido, mueren, y otros
que no nacen ni mueren (son los más).
Y también de resultas
del sufrimiento, estoy triste
hasta la cabeza, y más triste hasta el tobillo,
de ver al pan, crucificado, al nabo,
ensangrentado,
llorando, a la cebolla,
al cereal, en general, harina,
a la sal, hecha polvo, al agua, huyendo,
al vino, un ecce-homo,
tan pálida a la nieve, al sol tan ardido!
¡Cómo, hermanos humanos,
no deciros que ya no puedo y
ya no puedo con tanto cajón,
tanto minuto, tanta
lagartija y tanta
inversión, tanto lejos y tanta sed de sed!
Señor Ministro de Salud: ¿qué hacer?
¡Ah! desgraciadamente, hombre humanos,
hay, hermanos, muchísimo que hacer.

Repite las estructuras sintácticas,


Rodolfo Alonso

Rodolfo Alonso (Buenos Aires, 4 de octubre de 1934) poeta, traductor, ensayista y ex editor argentino. Ex alumno del Colegio Nacional de Buenos Aires. Adolescente aún, perteneció a la generación del ’50 y fue el más joven de la legendaria revista de vanguardia "Poesía Buenos Aires". Primer traductor de Fernando Pessoa en América Latina, a la vez primera con sus principales heterónimos en castellano. Junto con Klaus Dieter Vervuert, fueron de los muy primeros en traducir poemas de Paul Celan.

Publicó más de 30 libros (principalmente de poesía, pero también de ensayo y narrativa) publicados tanto en su país como en el exterior.

Ha desarrollado una vasta tarea como traductor de grandes poetas del francés, italiano, portugués y gallego, entre ellos, Fernando Pessoa, Paul Celan, Cesare Pavese, Marguerite Duras, Gillo Dorfles, Carlos Drummond de Andrade, Giuseppe Ungaretti, Paul Éluard, Jacques Prévert, Umberto Saba, Murilo Mendes, Eugenio Montale, Guillaume Apollinaire, Dino Campana, Rosalía de Castro, Manuel Bandeira, Charles Baudelaire, Stéphane Mallarmé, Olavo Bilac, Antonin Artaud, Pier Paolo Pasolini, Paul Valéry, André Breton, Ledo Ivo, Georges Schehadé.

Dirigió su propia editorial de libros, con un catálogo que llegó a más de 250 títulos.

Recibió numerosos premios, como por ejemplo: Premio Nacional de Poesía (1997). Orden “Alejo Zuloaga” de la Universidad de Carabobo (Venezuela, 2002). Premio Konex de Poesía (2002). Gran Premio de Honor de la Fundación Argentina para la Poesía (2004). Palmas Académicas de la Academia Brasileña de Letras (2005). Premio Único de Ensayo Inédito de la Ciudad de Buenos Aires (2005). Premio Festival Internacional de Poesía de Medellín (Colombia, 2006). Premio Rosa de Cobre de la Biblioteca Nacional (2014).

Dirige la colección "La Gran Poesía" de Eduvim (Editorial Universitaria Villa María). La Universidad de Princeton se ha hecho cargo de su archivo personal (epistolar y fotográfico), que se encuentra en proceso de catalogación.

Sobre su poesía, escribió Viviana Bermúdez Arceo: “muestra una coherencia sustentada en una difícil conjunción: sincero sentir junto a palabra sencilla y equilibrada. Instalado en la experiencia de lo propio, se lanza a la expansión universal. En su vasto recorrido poético se evidencia una obra auténtica, que resuena íntima e intensa pero también abierta al diálogo con el otro, razón de ser del poeta. Voluntad fraterna, anhelo de humanización que constituye un rasgo caracterizador de su poética.”

Una vanguardia, surgida en medio de una realidad nacional inmersa en el peronismo, primero, y el golpismo que le sucedió.


La generación del ´50

Como toda nueva generación joven siente que lo anterior no sirvió. En este caso, el  final del modernismo, de la generación del ´40, con sus formas fijas (el soneto y los endecasílabos).

Consideraban que la poesía consistía en poner suficiente distancia de la profusa retórica. En suma, de lo que no tradujera al ser humano en toda su verdad.

Al propio tiempo, los poetas mismos ya se reconocen como pertenecientes a una generación que buscará, no la fuga del entorno sino la afirmación en él, para hallar esa verdad esencial; signando además con esto la tarea estética a la que dedicarán todos sus esfuerzos: el hombre en tanto ser ético.

En aspectos temáticos y centrales los distintos grupos que se conforman son coincidentes.

En esta época existían 3 grupos que publicaban sus obras e idearios en revistas:

Poesía Buenos Aires
Este grupo giraba alrededor de una revista homónima. Su núcleo lo integraban Raúl Gustavo Aguirre y Edgar Bayley, quienes se alternaban en la dirección, y Nicolás Espiro, Rodolfo Alonso y Jorge Enrique Móbili. A lo largo de una década, pero sobre todo en los primeros números, la revista publicó diversos textos programáticos y manifiestos. Firmada por Aguirre y Móbili, la nota editorial del número 1, por ejemplo, declaraba:

"El poeta esquiva la debilidad, la palidez, la muerte de una mariposa. Ha de tardar en la solicitud de los alimentos: en el momento del hambre, será el último, la alegría entreabierta sobre el pan de los hombres. Se arroja apto y fértil, responde a la esfinge y se desplaza a voluntad, porque renueva interminablemente la densidad de sus sensaciones. (...) Y nada ha de explicar, ni la puerta entreabierta, ni la expansión del misterio, ni la música que escribe en el espacio. Ha de dar su poema y los días siguientes".

Dentro de este grupo, se destacaban Horacio Armani, Antonio Requeni, Jorge Vocos Lescano, Atilio J. Castelpoggi, Rodolfo Alonso, Osvaldo Svanascini, Luis Furlan.

En un artículo de 1953, se puntualiza como característica de esta poética la preocupación por el hombre:
“El signo especial que les guía y orienta es la búsqueda del hombre verdad, cuerpo y espíritu en acción de mística humanidad”. Y más adelante: “Hombre y paisaje, canción vital y sudorosa señalan a la poética del cincuenta.”

Confían en la palabra pero consideran que es un trabajo estéril. Prefiguran ya el posmodernismo.

El lema de la revista: “Poesía de Buenos Aires tendrá a bien no devenir institución”.


Aguirre concibe la poesía como una de las pocas posibilidades de comunicación humana. El hombre es un símbolo y la poesía acomete una empresa imposible, puesto que no puede hablar a todas y de todas las experiencias posibles, no tiene otro poder que su ausencia.

 “En arte el peligro es la retórica, seguir haciendo algo, una muletilla que se repite”, dice
Rodolfo Alonso.

El grupo sigue la propuesta poética de Guillaume Apollinaire, cuyo lema es: “La vida y el lenguaje quieren ser uno”.



El grupo sintetizaba su posición en cinco puntos, una especie de Manifiesto poético, sin serlo porque hubiera sido dogmático, y ellos querían sacudirse todas las estructuras institucionales:

  • La poesía no existe
  • No existen los poetas
  • Existe el poema
  • Todo poema implica una estética
  • Todo poema implica una ética.

Las otras revistas que compartieron la Generación del ´50 fueron:

Ventana de Buenos Aires
Son los poetas herederos de la generación del cuarenta; además, los propulsores de una poesía atenta a las preocupaciones sociales, reunidos alrededor de la revista Ventana de Buenos Aires, bajo la dirección de Mario Jorge de Lellis. Poesía existencialmente barrial, discurso social, uso de lunfardo. Cuenta el barrio de Almagro.  La Ed. Vinciguerra publicó la obra completa.


A partir de cero
La tercera de las líneas la conformaban los surrealistas, liderados por Aldo Pellegrini, al frente de la revista A partir  de cero. Pellegrini es el autor de la mejor antología de la poesía surrealista (Ed. Argonauta)

Como centros poéticos, hay que diferenciar entre Buenos Aires y el Interior. Excepto Rosario y Salta. Buenos Aires el centro de la poesía, de allí que el grupo que hoy trabajamos se llama Poesía Buenos Aires

Poemas de Rodolfo Alonso

La calle es de todos

Por la desesperada luz, la noche blanca
de los niños enfermos, por el cantor alquilado,
por el silencio y los parientes pobres,
por la lógica del amor y la razón de vida,
por el sueño, por los sobreentendidos
que nos unen y a veces nos separan,
por la muerte legítima,
por la tenaza, el pincel y la tijera,
por el vaso y el mar,
por el hierro pero no por las cadenas,
por la perra del ciego y los ojos que vendrán,
por la mano y la memoria,
por la risa de la lluvia y la tibieza
de algún sol sobre una espalda miserable,
por el vuelo y la pesca,
por todas las palabras que nos faltan,
yo digo ahora tembloroso
no sin cierta desconfianza también una palabra pequeña
PAZ


De Guitarrón (La Ventana, Rosario, 1975)

El título indica su posición política




Dones para donar


Te doy lo que me dieron:
Aquel sagrado olor
a la tierra mojada,
y esa voz que es el viento
entre las ramas altas.

Devuelvo lo que tuve:
los árboles hermanos,
las flores que modula
la niebla, el grillo, el pájaro
cantando en la garúa.

Ni herencia, ni legado.
Sólo pasión y tiempo.
La intensa vida, el aire,
la mañana radiante
y cielos en los ojos.
No nos llevamos nada.
¿Es que lo merecimos?
La llama del instante,
colores en el sol,
el crepúsculo juntos.
El fuego de la hoguera
donde vamos ardiendo.

¿Y veo lo que me ve?
En el momento justo,
el liso resplandor
del neto mediodía
sobre una mesa blanca
y frutas entonadas
como parientes próximos:
la luz, la gama, el iris,
limones con bananas
y la manzana verde.

En la lluvia cabemos
instantáneos, de pronto,
íntimos y gregarios,
cercanos y distantes.

La lluvia es nuestro templo.
La canción evidente,
la palabra encarnada,
lo que llegó de afuera
porque sonaba dentro.
¿O es que no somos, lengua?
Y el fuego de la especie,
horizonte y pasado.


(de Poemas pendientes, 2010)

Quintetos, poemas de 5 estrofas.

No hay día de la muerte


a la memoria de José Augusto Seabra


Inmóvil, incesante,
la muerte, árida, impura.

Infiel, infame, injusta,
la dura muerte dura.

Impaciente, infecunda,
la inútil muerte, muda.

Indudable, no duda
la muerte ávida y pura.

Repetición silábica


(de Poemas pendientes, 2010)

Epifanía

Como luz en la luz
suena el invierno, al sol.
Serena madurez,
sabor desnudo
que suspende y sostiene
sin sospechar que sabe,
secreto, sólo en sí,
siente sin sentimiento,
a simple sed,
a simple ser,
solo y sumo en el sol
sagrado del silencio
seco, soberbio, suelto
sobre ese frío encendido.


(de Poemas pendientes, 2010)

Antropofagia

Sobre la playa apenas mancillada, casi virgen aún, no espanta el pie de Viernes sino la implícita amenaza: otros, el Otro, que acaso nos incluye.

(de Poemas pendientes, 2010) 

 Prosa poética, relacionada con un movimiento brasileño con ese mismo nombre, que plantea “comerse” a los europeos para crear algo nuevo.

Azucena Villaflor


“Già vola il fiore magro”

Salvatore Quasimodo

Vuela flor
Azucena

sobre el río

Desde la tierna feria
con bolsa y con monedas
a su cena a su mesa

a su escena

que la vuela

sobre el río
sobre el frío

Bella flor Azucena
de dolor y dolor


(de Poemas pendientes, 2010)

Poema tremendamente doloroso, que juega con el nombre y el terrible destino de una madre de Plaza de Mayo, secuestrada en plena calle, cerca de su casa en Avellaneda, y, posteriormente, arrojada al mar.

A la luz del Limay

Cuando nada nos queda
cuando tanto nos falla

En la pura memoria
relumbra el río Limay

Se aparece de pronto
la serpiente turquesa

Y los ojos se lavan
en la luz del Limay

Sol de la Patagonia
que acaso no podemos

No todo está perdido
luce lumbre el Limay

Entre las pardas cuestas
derrama su esplendor

Sereno indiferente
se nos vuelve el Limay

Con su belleza arisca
pueden contar con él

Distante en apariencia
nadie olvida al Limay

Lima lento y alivia
los vislumbres que alumbra

De todo se hace cargo
libre y largo el Limay

Como la áspera tierra
y el cielo ilimitado

El Limay se regala
sin pensarlo dos veces

No es que nos pertenezca
se hace amigo si quiere

Libre luz del Limay
limando nuestros límites

Él guapea creciendo
suelto en nuestro recuerdo

No es para deshacernos
que nos llama el Limay

Porque a nada se achica
obliga a ser nobleza

Lame lomas sin límite
la luna en el Limay

No es prenda ni es comercio
ni vil chafalonía

Es amistad de orgullo
la que ofrece el Limay

Una cosa de hombres
una cosa de dioses

Cuando todo se olvide
que no cese el Limay

(de Poemas pendientes, 2010)


Se puede apreciar el recurso de paralelismo sintáctico.

Esperamos que los participantes del taller coloquen los poemas que cada uno trabajó en clase.