Hoy veremos la obra
poética de la olvidada y desconocida en tanto poeta Silvina Ocampo
Silvina Ocampo
Silvina Inocencia
Ocampo Aguirre nació en Buenos Aires el 28 de julio de 1903, en la casa de la
calle Viamonte 550, como la menor de las seis hijas de Manuel Silvio Cecilio
Ocampo y Ramona Aguirre Herrera, (Victoria,
Angélica, Francisca, Rosa, Clara María y Silvina). En su juventud estudió
dibujo en París con Giorgio de Chirico y Fernand Léger. Entre sus amigos
famosos figuraba el escritor italiano Italo Calvino, quien prologó sus cuentos.
Más reconocida por
su narrativa que su poesía, sus inicios en la literatura están ligados a la
influencia de su hermana Victoria, fundadora de la revista Sur, y a la del
escritor Adolfo Bioy Casares, al que conoció en el año 1933 y contraería
matrimonio en 1940. Su primera publicación profesional fue el libro de cuentos
Viaje olvidado (1937), algo menospreciado en su época pero reivindicado en el
ámbito académico después de su muerte.
Silvina Ocampo
participó dentro del grupo que giraba alrededor de Sur, la revista creada por
Victoria Ocampo. Esta publicación colocó a la Argentina en el contexto
internacional y trajo a la Argentina a importantes figuras intelectuales
europeas y norteamericanas.
En 1954 recibió el
Premio Municipal de Literatura por su poemario Espacios métricos; en 1962, el
Premio Nacional de Poesía por Lo amargo por dulce y en 1988 el Premio del Club
de los 13 por Cornelia frente al espejo, su última antología de cuentos.
En 1984 recibió un “diploma al mérito, por parte de la fundación
Konex y en 1992, el Gran Premio de
Honor de la SADE.
Murió el 14 de
diciembre de 1993 en Buenos Aires, a causa de una enfermedad progresiva que la
tuvo postrada durante varios años.
Su vida fue signada
por ser “la hermana de” y “la esposa de”, y fue opacada por Victoria y por
Adolfo Bioy Casares. Este último fue un marido profundamente infiel, que hasta
trajo a su hogar a una hija con otra mujer, que Silvina adoptó como propia, con el
nombre de Marta Bioy Ocampo (1954-1994).
Su ama de llaves, Jovita,
publicó sus memorias en donde se describe la vida familiar y la existencia atormentada
de Silvina por el vínculo con su marido.
·
Gran
Premio de Honor de la SADE 1992
·
Premio
Konex - Diploma al Mérito 1984
Estilo poético
Técnicamente
pertenecía a la generación del 40, neorromanticismo. Respeta las formas del
soneto. Los poetas de la generación del '40 miraron a su alrededor con una
mirada neo-romántica algunos, clásica otros. Así, sus visiones de lo urbano
están teñidas de nostalgia por paisajes que se van perdiendo, o por idearios de
ciudades que poco tienen que ver con el rápido crecimiento que contemplan en su
entorno. Eta generación se destaca por la confluencia de poetas, poesía y
poéticas que dieron un giro a la expresión lírica de la época. Lejos tanto de
la poesía de tipo artístico tradicional como de la vanguardia martinfierrista,
los nuevos poetas se mueven entre la búsqueda de la expresión individual (en
una tendencia neorromántica) y la necesidad del poeta universal (en una
tendencia neoclásica). La actitud de los poetas del ‘40 puede resumirse en las
palabras del poeta y crítico Romualdo Brughetti:
“Buscamos lo
nacional, pero nuestro impulso nos lleva a lo universal”
“Un gran poema es una rara unidad de grandeza
humana e innovación técnica, de inspiración poética y proyección solidaria”
En un principio el
estilo de Silvina Ocampo estaba dominado por los metros clásicos y por rimas
inocentes, muchas veces dedicadas a la descripción y exaltación de la belleza
de elementos naturales como las plantas. Su obra posterior, como Los nombres, Lo
amargo por dulce o Amarillo celeste muestran un verso más elaborado y a la vez
desinteresado por el clasicismo.
Ella decía que la
forma del soneto es una jaula, una jaula bien ajustada. El relato vivo es el
sustento del verso.
Ella publicaba
poemas y después en siguientes libros los volvía a publicar con cambios.
Ya mencionamos que
Silvina Ocampo es reconocida principalmente por su narrativa, de inagotable
imaginación y aguda atención por las inflexiones el lenguaje, resultante de su
escritura poética. Dueña de un lenguaje cultivado que sirve de soporte a sus
retorcidas invenciones, Silvina disfraza su escritura con la inocencia de un
niño para nombrar, ya sea con sorpresa o con indiferencia, la ruptura en lo
cotidiano que instala la mayoría de sus relatos en el territorio de lo
fantástico.
La Generación del '40: se destaca por la confluencia de poetas, poesía y poéticas que dieron un giro a la expresión lírica de la época. Lejos tanto de la poesía de tipo artístico tradicional como de la vanguardia martinfierrista, los nuevos poetas se mueven entre la búsqueda de la expresión individual (en una tendencia neorromántica) y la necesidad del poeta universal (en una tendencia neoclásica). La actitud de los poetas del '40 puede resumirse en las palabras de Brughetti: "Buscamos lo nacional, pero nuestro impulso nos lleva a lo universal" (Brughetti, 1952: 269). Y es que los nuevos escritores se debatían entre la expresión de las fibras íntimas de su ser, pero al mismo tiempo se iba formando una conciencia del aspecto universal de la poesía. Al respecto, también dice Brughetti (1952): "Un gran poema es una rara unidad de grandeza humana e innovación técnica, de inspiración poética y proyección solidaria" (279).
En estas palabras queda en evidencia el impulso neorromántico de cierta poesía del '40, como así también la tendencia metapoética de vertiente neoclásica y el papel social que el poeta asume para sí y para su obra. Una categoría valiosa a la hora de analizar la poesía de autores de la Generación del '40 es la de "estructuras de sentimiento" (Williams, 2001: 37), que en el caso de estos escritores se presenta como una añoranza del campo (que, como señala también Raymond Williams (2001), es tan antigua como la tradición occidental), en contraposición a la ciudad moderna. De esta manera, el espacio se imbrica con el tiempo, ya que la recuperación de la forma de vida campestre es imposible, ya que ese modo pertenece al illud tempus, no solo para los románticos y neo-románticos, sino para cualquier generación en la que se manifieste esta estructura de sentimiento.
Dentro de la tendencia neorromántica de la poesía cuarentista, un pilar fundamental es la idealización de la tierra, del paisaje natural, relacionado con lo rural. Ocampo es una de las poetas centrales de esta generación; y si bien después de una etapa neorromántica en el '40 se volcó hacia el neoclasicismo, y luego a la narrativa de corte irónico, en su poesía del '40 la tierra se presenta como una instancia de permanencia asociada al tiempo dorado de los orígenes. El impulso telúrico "se relaciona con la captación del terruño como ámbito de resguardo de las claves de la identidad nacional o individual, propia de la poética neorromántica del cuarenta.
La tierra es una suerte de amante que recibirá en sus brazos el canto oscuro del poeta: cuando hayan desaparecido los amantes felices, las voces alegres, solo prevalecerá esta amante despojada, la tierra, y este cantor triste, el poeta. Es notable que permanece la tierra, lo natural; mientras que las ciudades, como productos de la construcción humana, habrán desaparecido.
La Generación del '40: se destaca por la confluencia de poetas, poesía y poéticas que dieron un giro a la expresión lírica de la época. Lejos tanto de la poesía de tipo artístico tradicional como de la vanguardia martinfierrista, los nuevos poetas se mueven entre la búsqueda de la expresión individual (en una tendencia neorromántica) y la necesidad del poeta universal (en una tendencia neoclásica). La actitud de los poetas del '40 puede resumirse en las palabras de Brughetti: "Buscamos lo nacional, pero nuestro impulso nos lleva a lo universal" (Brughetti, 1952: 269). Y es que los nuevos escritores se debatían entre la expresión de las fibras íntimas de su ser, pero al mismo tiempo se iba formando una conciencia del aspecto universal de la poesía. Al respecto, también dice Brughetti (1952): "Un gran poema es una rara unidad de grandeza humana e innovación técnica, de inspiración poética y proyección solidaria" (279).
En estas palabras queda en evidencia el impulso neorromántico de cierta poesía del '40, como así también la tendencia metapoética de vertiente neoclásica y el papel social que el poeta asume para sí y para su obra. Una categoría valiosa a la hora de analizar la poesía de autores de la Generación del '40 es la de "estructuras de sentimiento" (Williams, 2001: 37), que en el caso de estos escritores se presenta como una añoranza del campo (que, como señala también Raymond Williams (2001), es tan antigua como la tradición occidental), en contraposición a la ciudad moderna. De esta manera, el espacio se imbrica con el tiempo, ya que la recuperación de la forma de vida campestre es imposible, ya que ese modo pertenece al illud tempus, no solo para los románticos y neo-románticos, sino para cualquier generación en la que se manifieste esta estructura de sentimiento.
Dentro de la tendencia neorromántica de la poesía cuarentista, un pilar fundamental es la idealización de la tierra, del paisaje natural, relacionado con lo rural. Ocampo es una de las poetas centrales de esta generación; y si bien después de una etapa neorromántica en el '40 se volcó hacia el neoclasicismo, y luego a la narrativa de corte irónico, en su poesía del '40 la tierra se presenta como una instancia de permanencia asociada al tiempo dorado de los orígenes. El impulso telúrico "se relaciona con la captación del terruño como ámbito de resguardo de las claves de la identidad nacional o individual, propia de la poética neorromántica del cuarenta.
La tierra es una suerte de amante que recibirá en sus brazos el canto oscuro del poeta: cuando hayan desaparecido los amantes felices, las voces alegres, solo prevalecerá esta amante despojada, la tierra, y este cantor triste, el poeta. Es notable que permanece la tierra, lo natural; mientras que las ciudades, como productos de la construcción humana, habrán desaparecido.
Obra poética
·
Espacios métricos (poesía), Buenos
Aires, Sur, 1942. Premio Municipal.
·
Poemas de amor desesperado (poesía), Buenos
Aires, Sudamericana,1949.
·
Los nombres (poesía), Buenos
Aires, Emecé, 1953. Premio Nacional de Poesía.
·
Los sonetos del jardín (poesía), Buenos
Aires, Sur, 1946.
·
Lo amargo por dulce (poesía), Buenos
Aires, Emecé, 1962. Premio Nac de Poesía.
·
Amarillo celeste (poesía), Buenos
Aires, Losada, 1972.
·
Árboles de Buenos Aires (poesía), Buenos
Aires, Crea, 1979.
·
Breve Santoral (poesía), Buenos
Aires, Ediciones de arte Gaglione, 1985.
Algunos de sus
poemas:
Tumbergia
Aquel que no conoce
la tumbergia en enero
no conocerá el
árbol más precioso del mundo.
Sus flores como
cirios se abren en cada punta
erguida de las
ramas,
el fruto gris
rayado embellece el follaje.
La flor perfuma el
agua donde está sumergida
cuando la colocamos
en un vaso.
Es la única flor
que conserva el perfume
muchos días: los
tallos no se pudren
aunque no se le
cambie el agua
que podría beberse
como elixir.
Apasionadamente
florece, luego caen las flores
como guantes
blancos de primera comunión.
Es un texto
descriptivo, desde la emoción.
La llave maestra
La luz de su cuarto
me habla de él cuando no está,
me acompaña cuando
tengo miedo,
y siempre tengo
miedo porque soy valiente;
oye su paso sobre
los mosaicos de la entrada
va a su encuentro
cuando abre la puerta lentamente
cuando lo espero, y
siempre lo espero;
lo mismo es para la
luz eléctrica que para la luz del sol,
lo mismo para el
sol que la luna o la estrella.
Un tapiz forma la
luz complicada
es la vida y
siempre la vida.
Si me quedara ciega
la vería con mis patas
o tal vez con mi
frente cuando llega.
El tapiz no lo
forma la luz sino su llegada, el sonido
que cambia de
oscuro en claro.
El tablero de la
luz tiene varias llaves
pero una gobierna
el resto:
se llama la llave
maestra.
Del mismo modo el
tablero de mi luz
tiene una sola
llave que gobierna las otras
la llave que está
en sus manos.
Apagaría todas las
luces si quisiera
pero yo cierro los
ojos para no ver
la oscuridad que
podría ser luz
para no herirlo.
Del libro Divagaciones
Le hablo a
Alejandrina
Con el pincel sin miedo dibujabas
las formas atrevidas, los colores;
recreabas los mágicos candores
de tus imágenes, que regalabas.
Alejandrina, tu sabiduría,
ese conocimiento tan profundo
prenatal no sería de este mundo:
con él te fuiste donde muere el día.
Con tu uniforme azul y tus cuadernos
buscabas otro espacio y otro cielo,
y como no quisiste entristecernos
lograste sonreír en nuestro duelo
dentro del limbo de la primavera.
Una paloma canta pues te espera:
es esta que pintaste gris y azul
con la rama del biombo de abedul.
las formas atrevidas, los colores;
recreabas los mágicos candores
de tus imágenes, que regalabas.
Alejandrina, tu sabiduría,
ese conocimiento tan profundo
prenatal no sería de este mundo:
con él te fuiste donde muere el día.
Con tu uniforme azul y tus cuadernos
buscabas otro espacio y otro cielo,
y como no quisiste entristecernos
lograste sonreír en nuestro duelo
dentro del limbo de la primavera.
Una paloma canta pues te espera:
es esta que pintaste gris y azul
con la rama del biombo de abedul.
El caballo blanco
¿Te interesa saber
cómo me relacioné
con la pintura o el
dibujo?
Fue en la infancia.
Mis hermanas
tomaban clases de dibujo
con una profesora
francesa
cuya cara se ha
borrado
pero no la mano ni
el sexo,
ni esa goma de
borrar o de no borrar.
Tal vez hago un
trait-d''union: prosa-verso;
para mí prosa
equivale a pintura (femenino),
verso (masculino)
al dibujo.
Debajo de una mesa
recogía los restos
de dibujos rechazados
y los examinaba a
hurtadillas
y hasta robaba
alguna lámina
que servía de
modelo.
Había ojos, bocas,
orejas sacadas, creo,
de alguna estatua
griega.
La oreja era mi
preferida
porque parecía un
caracol;
era algo
independiente que no se asociaba
demasiado a lo que
era,
no una oreja para
oír sino para adornar,
para placer o
adorno,
de donde colgaban
aros o piedritas,
cuanto más grandes
las señoras
más grandes las
piedritas.
Sin embargo me
seducían las sombras
más que un juguete,
las líneas más que
un caramelo.
Cuántas veces dejé
de chupar
hasta el fin un
"sucre d''orge"
por entusiarmarme
ante alguna de estas láminas
que provocaron
alguna reprobación
por haberla tocado
con las manos
pringosas o destructoras
y no tan respetuosa
como requería mi corazón
gobernado en
aquellos tiempos
por mis ojos.
Entre tanto
papelerío
se encontraban esas
imágenes menos clásicas
que esas cabezas
francesas:
dos bailarinas y un
caballo
(así lo recuerdo al
menos).
Una bailarina que
calqué
con papel
carbónico,
porque ya me habían
dado como juguete
un lápiz
maravilloso.
La bailarina fue
aplaudida por toda la clase
que se componía de
tres personas,
lo que me hizo
sentir
en el pináculo de
la gloria.
Pero no fue lo
mismo con el caballo.
Ciertas
protuberancias
demasiado evidentes
pero reconocibles
escandalizaron a
alguien.
Recuerdo el rubor
de ciertas caras jóvenes
que reían
escondiendo la risa
detrás de un papel,
coqueto, como
abanico improvisado.
Las menos jóvenes,
impávidas,
controlaban la
infidelidad del dibujo.
La implacable goma
de borrar comenzó a destruir
la parte más
importante de mi dibujo
porque era la que
más
me había costado
armonizar con el resto de mi dibujo
por ser
insustituible.
Estaba a un paso de
ser una niña prodigio,
el rubor me cubría
la frente
pero la goma de la
modestia me lo impedía.
¡Esas gomas de borrar
variadas!
Entonces fue
revelada la belleza
"me dio
falicidad"
de esperar la
pintura en un museo
que medio la
facilidad de la esperanza.
Fue en un museo que
descubrí
la presencia de
aquel caballo.
Entré por la
escalinata de mármol
de aquella
construcción tan preciosa
y me detuve frente
a un caballo de mármol.
Me quedé sin
moverme,
mirándolo un rato,
las personas
grandes que me rodeaban
consideraron un
siglo.
No me alcanzaban
los ojos
para descifrar el
misterio
de este caballo tan
parecido
al que había
dibujado aquella tarde.
Un raro poema para
los años 40, que comienza por una pregunta retórica.
Mensaje del Mar
No verme, no buscarme es inhumano;
no ver mis metafísicas mudanzas
mis cada día delirantes lanzas
en mis cóncavas olas de verano.
De tierra en la prisión que hoy te circunda
y esos mismos jardines admirados
no te atraen, están desesperados
como estará la calle que te inunda.
Te doy mis líquidas cobijas blancas,
que olvides quiero el pasto y las barrancas
el río dulce, que al matar abrasa.
Te doy mi gusto a lágrima, sin pena
todo lo que al pasar por mi traspasa
tu corazón mortal sobre la arena.
(1984, La Nación)
El recurso poético de
esta clase es la Enumeración
Quizá sea el recurso que más utiliza Silvina Ocampo en su poética.
La enumeración un procedimiento
que permite enunciar de manera sucesiva por lo menos tres cualidades, conceptos. Se puede definir también como una forma de acumulación de expresiones. La enumeración más usual separa los miembros de la serie con comas y los dos últimos, con nexos
coordinantes. Recurso del plano morfo sintáctico.
En las clases próximas veremos otras dos formas atípicas de enumeración.
Ejemplo
Oliverio Girondo
Espantapájaros, 12
Se miran, se
presienten, se desean,
se acarician, se
besan, se desnudan,
se respiran, se
acuestan, se olfatean,
se penetran, se
chupan, se demudan,
se adormecen,
despiertan, se iluminan,
se codician, se
palpan, se fascinan,
se mastican, se
gustan, se babean,
se confunden, se
acoplan, se disgregan,
se aletargan,
fallecen, se reintegran,
se distienden, se
enarcan, se menean,
se retuercen, se
estiran, se caldean,
se estrangulan, se
aprietan, se estremecen,
se tantean, se
juntan, desfallecen,
se repelen, se
enervan, se apetecen,
se acometen, se
enlazan, se entrechocan,
se agazapan, se
apresan, se dislocan,
se perforan, se
incrustan, se acribillan,
se remachan, se
injertan, se atornillan,
se desmayan,
reviven, resplandecen,
se contemplan, se
inflaman, se enloquecen,
se derriten, se
sueldan, se calcinan,
se desgarran, se
muerden, se asesinan,
resucitan, se
buscan, se refriegan,
se rehuyen, se
evaden y se entregan.