sábado, 26 de septiembre de 2015

Clase N° 50 - jueves 24 de septiembre de 2015




Este un pequeño resumen de la clase de la Lic. Sandra Pien, dedicada a la poética de Hugo Padeletti, poeta y artista plástico contemporáneo.

Hugo Padeletti – breve autobiografía

Nací en Alcorta, entonces un pequeño pueblito, en 1928. Mi relación con la palabra y con lo visual fue precoz pero yo diría que por suerte no encontré a nadie que me abriera los caminos. No hubo oportunidad de fabricar un pintor o un poeta. Las maestras muy cálidas apenas diferenciaban la prosa del verso. Desde ya los talleres de poesía no existían. No sé cómo por una involuntaria necesidad interna, fui haciendo como la araña que, sin saber cómo, va sacando de adentro el hilo con el que hace su compleja pero ordenada tela de la cual ella misma, si pudiera contemplarla a distancia, se asombraría. Así seguí hasta ahora. Fue importante, desde ya, la muy buena lectura y, ya casi maduro, la amistad y la enseñanza de maestros como Arturo Fruttero y Juan Grela.

En 1959 publiqué en Buenos Aires en la Editorial Cármina dedicada exclusivamente a poesía, dirigida por Sofía Maffei y asesorada por Ricardo Molinari, una pequeña selección (17 poemas) que titulé simplemente Poemas. Años después el Buho Encantado me publicó una hermosa, pequeña edición de 12 poemas con presentación de Angélica Gorox|discher. El libro por el que alcancé reconocimiento nacional fue Poemas 1960-1980 que publicó la Universidad Nacional del Litoral. Luego aparecieron poemas míos y una importante entrevista en el número 1 del Diario de Poesía y en números posteriores pude comprobar, con inesperado agradecimiento, que 'le tout Buenos Aires' había leído y valorado mis poemas. Siguieron Parlamentos del Viento (Rinzai, 1989), la Obra Reunida en tres tomos 'La Atención' que publicó también la Universidad del Litoral y que incluye parte de mi obra plástica y por último Dibujos y poemas 1950-1965 (Editorial Áncora, 2004). Publiqué poco en diarios y revistas. Obtuve el premio Boris Vian al mejor libro del año por Parlamentos del Viento y hace poco la Beca Guggenheim.

Estilo poético

Su poesía es metafísica, conceptual. Suele cerrar sus ideas en el final de cada poema. Padeletti es un místico, ligado a las tradiciones hindúes, budistas.

El concepto es una representación mental de un objeto. Desde el punto de vista filosófico, es la unidad más básica de toda forma de pensamiento humano. A través del concepto se experimenta y se forman las ideas.

Ars poética

Veremos algunos fragmentos de un reportaje publicado en febrero de este año en el suplemento Ñ del diario Clarín.


“–La atención y la distracción son cosas complementarias, son dos polos en la misma línea. Si uno tiene una atención demasiado extrema y racional, no puede escribir poesía, y si uno se va al otro extremo tampoco sirve porque lo que sale es caótico. Hay que encontrar un punto en el medio, una zona de “lucidez blanda abierta”: lograr eso es medio milagroso. La inspiración es algo que viene de arriba, algo que te cae. En el fondo no es ningún milagro, es todo explicable, pero se lo suele experimentar como algo milagroso. Hay que dejar abierta la entrada y estar a la vez consciente para ir controlando lo que va y lo que no va. Si uno no deja abierta la entrada, la inspiración no fluye y uno se pone muy “constructivo”, está cortando esa “fluencia”. Lo ideal es encontrar el punto justo entre la apertura y el control.

–Yo tengo una tendencia hacia las formas cerradas. Tengo cierta dificultad para valorar debidamente a poetas que se inclinan por tender un hilo que nunca termina, que nunca se cierra. Yo prefiero el poema como un círculo perpetuo, que obligue a volver a leerlo, que haya un enriquecimiento continuo. El poema cerrado da vuelta sobre sí mismo, hay un ida y vuelta. En los poemas largos no hay regreso. Cuando dibujo también tiendo a las formas cerradas.
……
–El ensayo es conceptual y la poesía es simbólica. Si bien muchos poemas míos son conceptuales, están bien “ritmados” y eso los convierte en poesía. El ritmo es anterior a la palabra y a la poesía misma. El ritmo es algo cósmico. Escribir poesía es algo agotador. Si uno no atrapa el instante, la palabra se va ... y se pierde esa posibilidad. Me despierto un montón de veces en medio de la noche, aparece una palabra y … ¡la tengo que escribir! La poesía es una espera importante porque tiene que llegar una gota que pese, bien concreta, sonora, que encaje justo donde tiene que ir. Es algo muy denso lo que uno siente al momento de escribir. Esa espera es como un parto, es algo entrañable. Algún día me gustaría hacer algo de narrativa. Pensé en escribir mis memorias: tengo recuerdos hermosísimos de mi pasado, de mi vida en el campo.”

Esto otro fragmento forma parte de un reportaje publicado este mes en el diario La Nación:
“Creo que mi poesía es bastante conceptual, por eso le doy tanta importancia al ritmo, al fraseo, a todo lo que es música; se hace una especie de Gestalt donde el concepto deja de ser concepto porque adquiere sentido de la totalidad. Con eso yo logro que mi obra sea poética a pesar de ser tan pensada. Pero es pensada porque yo soy así, no lo puedo evitar. Al mismo tiempo es como una poesía escueta porque descubrí lo que era el estilo, cuando era muy jovencito, leyendo una muy mala traducción del inglés del Tao Te King, y fue un deslumbramiento porque me pareció una hermosura. Pensé: "De esto quedó nada más que el hueso". Me pareció maravilloso, era malísima la traducción, pero yo capté el decir mucho con poco. Me gustó eso, y me gustaron también los versos cortitos en los que hay mucha carga detrás. Como que descubrí, antes de ser poeta, el estilo que después iba a ser el mío.”

Por último, veremos el abstract de una ponencia realizada en 2009 en un encuentro organizado por la facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad de Córdoba:

LENGUAJE Y EXPERIENCIA EN LA POESÍA DE HUGO PADELETTI

Gabriela Milone

En el presente trabajo nos proponemos abordar algunos aspectos de la poética de Hugo Padeletti, fundamentalmente en relación a un particular tipo de experiencia estético-mística que se evidencia en su obra poética. Nos centraremos en el libro La atención (Poemas 1960-1980) del poeta argentino, y tomaremos los aportes teóricos de J-P Droit en torno a la noción de experiencia (y especialmente de experiencia filosófica), sobre todo en las características de “experiencia vivida”, de la relación de esta experiencia con un “afuera de discurso”, la referencia a un cierto “plus de vida” que no puede nombrarse y que sin embargo es la fuente y la materia de la que surge el poema. Siguiendo a Droit, podremos visualizar que el tipo de experiencia poética que se da en Padeletti no puede juzgarse por su “duración” (en la medida en que se cifra en el instante de “la atención”), ni por su “complejidad” (puede resultar –e incluso así se lo desea- de lo más simple de lo vivido). De este modo, la poesía de Padeletti corresponde a un tipo particular de experiencia de pensamiento que descompone el conocimiento discursivo para abrirse a la experiencia de (en términos de Heidegger) la “inagotabilidad de lo simple”, al vacío conceptual de la mente en el instante, abierto y suspendido, de la experiencia del mundo.

Recurso

El recurso vinculado con Padeletti es la pregunta retórica.

La interrogación retórica, pregunta retórica o erotema es, dentro de las figuras literarias, una de las figuras de diálogo. Se trata de una pregunta que se formula sin esperar respuesta, con la finalidad de reforzar o reafirmar el propio punto de vista, dando por hecho que el interlocutor está de acuerdo.

Puede presentarse bajo dos modalidades: la interrogativo, si la respuesta solo admite un sí o un no, y el quaesitum, si demanda una respuesta supuestamente más compleja.[


Obra poética

Ya no voy a ocuparme

de la flor del ciruelo,
de la lluvia que cae en el jardín,
de las hojas de jade que palpitan
en el agua de jade.

Me quedo con la impávida ventura
de la taza de té,
con la fresca humedad
de la camelia dibujada.

Ayer es un ciruelo lancinante,
una lluvia que cala el corazón,
un deslumbramiento de jade
que fluye, irreparable,
por el río de jade.

Me vuelvo hacia las formas impasibles
de las flores antiguas del papel,
al amor temperado del laúd,
a la rama de incienso de los clásicos.


Se dice que las sombras del hinojo

cuando se ven de pronto, sobre un lecho
de lajas, figuran el futuro.
La lectura es oscura. Sólo el ojo

que nada espera
ve lo que le espera. Ve la primavera
salpicada de rojo, ve el verano
del piojo y el ratón

–sin goce y sin enojo–, ve el otoño
que desnuda su hueso y, en el beso
de mármol del invierno,
su epitafio, su infierno.


El árbol de la culpa

5

¿Nadie sabe qué es
     el helecho,
este milagro que respira?

¿Nadie sabe qué es
      el gorrión,
que salta en el suelo y se va,
       que vuela en el cielo?

¿Nadie sabe qué es este momento
      de aire como miel,
que ya no es este momento?

Nadie sabe qué es
el corazón que late,
el tiempo que late y combate
y los grandes espacios abiertos,
que palpitan.


7

. . De escogidas, profundas, solitarias
. . . . . palabras he vivido. De los bardos
. . . . . . . . . . . del mundo, las movientes
palabras solitarias.

. . . . . . . . ¿Así podría morir?

Cuando cae la carne de las grandes
. . . . . palabras solitarias,
. . . . . . . . . . . cuando cae la carne
de los frutos –oh carne–

. . . . . . . . estoy adentro.


El Andariego. Poemas 1944 1980

Fondo de Cultura Económica, 2007.


Luz negra

El corazón sangriento
del Abismo,
el Ojo que decide los destinos
esclavos,
se ha labrado su templo hacia lo hondo
del fondo de la luz.
.............. ......Está sentado
para siempre en el trono
de sí mismo,
cuyo recinto regio, emancipado
de todo servilismo,
es siempre, siempre, siempre el mismo Abismo
de luz negra.


Fábula

¿Qué pueden prometernos las vetustas
murallas,
la sumisión, el lento
tenerse de las ruinas?

Yo las veía siempre desde adentro
hasta que en mí la abeja, despertándose,
dijo:
-'Esta miel no es la miel'-
y desertó
de las flores con nombre.



Pero al dejar atrás los colmenares
tasados
(donde el árbol demuestra su razón
en el mango del hacha)

se perdió por el mar, el sumergido
pensamiento del mar
y las mareas
del sentido.


Un pájaro se puede detener

en la punta de un árbol y abarcar
la inmensidad del cielo. Yo también,
sentado frente al muro,
me detengo en la punta
del álamo y contemplo
la inmensidad. La surcan pensamientos
involuntarios. ¿Cuántas nubes
fugaces, cuántas aves
sucesivas!
Y las dejo pasar… y son tragadas
por este espacio inmenso
que soy yo:
sereno, transparente, luminoso
¿quién soy
yo?



 Pulmones

 Siento la vibración
 del aire, la invasora
 y envolvente,
 que se difunde por mi sangre.

 Cómo fluye en mí, ilimitado,
 por la unidad que soy, en este instante
 fugitivo.

 Las bestias están dentro
 cada una en el sueño.
 Solo ella penetra y nos inunda
 de luminosa oscuridad.

 Y siento, en esta noche
 húmeda y penetrante,
 abriéndome y hundiéndome
 en la espesura tan hermosa:

 Vivir es el laurel
 y su sombra negada;

 es entrar en la sombra
 cuando la sombra se avecina.


Del Árbol de la culpa

Los desiertos del polvo me erosionan,
       la ociosidad me enfría, la codicia
               del tiempo me consume
esta íntima luz.


Y fui como el granado, que enrojece
        su savia en la granada,
               como el monje en la celda, que abroquela
su beatitud.


Y ahora que combates con tu chorro
          de sangre, con tus llagas,
                 en el vientre del frío,
me devoran

los desiertos del frío,
           me ahoga la enramada ociosidad,
                  me abisman los reclamos
del pasado.


La Modestia

es una virtud indirecta.
                                       A diferencia
de la violeta
no tolera el abono.

                                        Cautamente,
después de una sutura,
surge un tímido brote que requiere
otra poda, otra usura.


La paciencia

es un arte difícil. Como un cuadro
compone disonancias.
                              Transfigura
     la fragmentación del instante.
                               Su secreto,
la continuidad del alba.

                                No hay secreto
que no sea interior.

                                 Aún en flor
      su encubrimiento prevalece.
¿Qué primavera
       dice su invierno?

                                 La primavera
es.
            Voy a plantar esta almendra
para dar testimonio
             de la paciencia.



Uno escribe poemas

porque está vivo. No se puede
enfriar el Ecuador o derretir
la Antártida; se puede

templar la voz. Las evasivas
palabras
se avienen al pautado molinete

del tiempo. Sin ponerse
fuera de sí - corpóreas,
consteladas -

son éxtasis. Leudante
es el sesgo innombrable
que se refracta: lo no dicho

produce clima, al pensamiento
le brotan yemas, un acento
de lenta languidez

de pronto es instrumento
de rebato. ¡Oh falacia
de ser ajeno, exiguo, vieja muda

que asfixia: la evidencia
despierta te descarta! ¿No es el arte
del plantío en la lluvia, su primicia

de verde dicha? Fugitivos
brillantes en las ramas, alegría
casi sin yo, toda sumida

en el objeto. Instante,
revelación. ¿De qué?
¿Para qué? No hay sujeto

que lo predique. Meta
del anzuelo en el agua
es presentarlo: a veces,

eso pica.



Clase N° 49 - jueves 17 de septiembre de 15




Este un pequeño resumen de la clase de la Lic. Sandra Pien, dedicada a la poética de Héctor Negro, recientemente fallecido.

Héctor Negro (Buenos Aires, 27 de marzo de 1934- 15 de septiembre de 2015) fue un poeta y periodista argentino, cuyo nombre real era Ismael Héctor Varela y que tuvo una vasta trayectoria como letrista de tango.

Fue autodidacta. Comenzó de chico haciendo letras para murgas en el barrio de Belgrano donde había nacido y ya en 1954 escribió su primer tango: Calle nuestra al que le puso música Domingo Armendaro. En 1955 fundó el grupo de poesía El Pan Duro. Escribió para la página de Tango del diario Clarín entre 1981 y 2000, además de sus frecuentes colaboraciones en periódicos y revistas literarias, publicó los libros de poemas Bandoneón de papel (1957), El fuego lúcido (1961), Luz de todos (1965), Para cantarle a mi gente (Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores) (1971), La ciudad invadida (1975), Testigos de la ciudad (1977), Ciudad de los flacos aires (1981), De tango, de fútbol, de lunfardo (1985), Cancionero - Levántate y canta (1985), Tanguitos para decir, milongas para contar (1988), El tango y sus poetas (antología, 1996), Milongas, valses y tangos de siempre (antología, 1996); Más tango, más fútbol, más lunfardo (1997), Y voy cantando al andar (selección poética, 1998); Tangos: herencia y desafíos (2001), Gorrión del mundo (2005)¸ El lenguaje y la poesía del fútbol (2005) y La verdad sobre El Pan Duro-Grupo de poesía 1955/1964 (2007), entre otros.

Fue Miembro de la Academia Nacional del Tango y de la Academia Porteña del Lunfardo y fue jurado en muchos concursos vinculados al tango. Disertó sobre tango en números países.

Es el autor de numerosas letras de tangos, entre los que se destacan Esta ciudad que, musicalizado por Osvaldo Avena fue galardonado en 1967 con el primer premio del concurso de música ciudadana organizado por la empresa Odol. Sus tangos Un lobo más, Responso para un hombre gris y Un mundo nuevo fueron incorporados a la obra teatral Tres días con gerente, de Julio César Silvain, estrenada en 1966.

Otras letras de tango destacadas son Bien de abajo, con música de Arturo Penón, estrenada y grabada en 1967 por Osvaldo Pugliese, Tiempo de tranvías, estrenada con música de Raúl Garello en 1979 y Viejo Tortoni, con música de Eladia Blázquez, estrenada diciembre del mismo año en el café homenajeado en ese tango por Osvaldo Arana. Varios son los compositores que pusieron música a sus letras: José Dames en Nos quedamos sin hablar, Osvaldo Pugliese en Hermano, venga ese abrazo, Luis Stazo en Al aire libre, Aquiles Roggero en A la luz de la pensión y Osvaldo Arena en Responso para un hombre gris, Somos hoy, Oscura de piel besada, Buenos Aires vos y yo, Quiero elegir mi vida, Para bailarlo juntos, Canción de pobre, Aquella Reina del Plata y Piropo en milonga, entre otros.

Algunos de los grandes artistas que interpretaron sus obras son Los Arroyeños, Carlos Barral, Eladia Blázquez Roxana Falasca, Carmen Guzmán, César Isella, Rubén Juárez, Julio Lacarra, José Larralde, Reinaldo Martín, Opus Cuatro, Osvaldo Piro, Osvaldo Pugliese, Susana Rinaldi, Mercedes Sosa, Chany Suárez y Carlos Varela.

Fue galardonado, entre otros reconocimientos, con el Premio Prensario en 1981, el Premio Konex 1985 en Música popular, el Gran Premio SADAIC en 1993, el premio del Círculo de Poetas Lunfardos en 1998 y el Premio Konex 2005 en el rubro Música popular. La Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires lo declaró Personalidad Destacada de la cultura.



Recurso vinculante: Paronomasia.

Es un recurso fónico que consiste en emplear parónimos (palabras que tienen sonidos semejantes pero significados diferentes). Fue muy utilizado por los conceptistas en sus burlas o sátiras. Utilizado en canciones. Aliteración, repetición.

Ejemplos:
¡ En esto estoy y estaré siempre puesto (Garcilaso de la Vega).
¡ Entre casado y cansado solo hay una letra de diferencia.
¡ El erizo se irisa, se eriza, se riza de risa (Octavio Paz, "Trabajos del poeta, V" en Libertad bajo palabra, 1949)
¡ La mujer es para eso, paraíso, / para uso de los hombres (José María Fonollosa, «Eldridge Street»).
¡ Mimarse no es mirarse, ni minarse.



Obra poética

Hombre de dos mundos

En este tercer mundo se vive en el quinto infierno.
La ciudad tiene orillas que invaden sus arterias.
Tiene manos tendidas suplicando mandrugos
y dormideros turbios con cobijas de niebla.

Las vidrieras resguardan los lujos del mercado.
Las bolsas de residuos, la ración de los pobres.
Pero el paisaje inerme se agobia con los parias,
que sin pudor alguno lo pueblan y recorren.

El primer mundo espía desde el "shopping" blindado.
Desde el confort del "countri", desde la "caja idiota".
Espía mientras crecen jugosos dividendos
y se agranda el pedazo que le toca en la torta.

La libertad de todos es el bien más preciado.
Pero al ser bien con precio, cuesta poder usarla.
Quien más tiene más usa, por lo tanto es más libre.

Hay un poder privado que nos priva de mucho.
Y un no poder cambiar estas reglas de juego.
La culpa es de esos pobres: eternos fracasados,
que el tiempo multiplica y fracasan de nuevo.

Yo que he venido al mundo sin saber que había varios.
Que he tratado de ser y crecer bajo su cielo.
Que no pienso llevarme de este mundo más cosas
que haber pasado limpio y terminado entero...

Pregunto: ¿si el primero no es el mundo de todos?
¿Si el tercero es acaso algún mal necesario?
¿No será que ya es tiempo de emparejar los tantos?

¡Oh, señor del gran cosmos que todo lo ordenaste!
Algo aquí no funciona en este reino humano.
Los que tienen con qué, se han comprado hasta el cielo.
Y a los que nada tienen, ya ves, los condenaron.


Gorrión del mundo. Cantos, versos y poemas, Marcelo Olivieri Editor, 2005


Un lobo más

La calle me clavó
la punta de su cruz.
La calle me apretó
el hueco de la luz.

En suelas que gasté.
En tanto andar detrás.

La calle con mi piel
y con la piel de usted,
se puso la llovizna
y me enseñó a morder.

Un lobo más
que tuvo que vivir.
Tibieza y pan
me puse a perseguir.

Por pisar mal
a veces me caí.
Por no pegar
me la dieron a mí.

Un lobo más
que tuvo que aprender
a no llorar
y a saberse vender.

Por no aflojar
de adentro me arrugué
Por no entregar
lo poco que salvé.

La calle me enseñó
sus dientes y su ley
y lo que quise yo
qué caro lo pagué.

(tango)


Dios y yo

A veces,
en las tremendas tardes de Buenos Aires,
cuando el delirio y la prisa
sacuden los grillos
que aún quedan,
en las cabezas de los hombres;
entre la cifra y el horario,
entre las frenadas y los mordiscos afiebrados
que tratan de sobrevivir en la locura,
saco unos papelitos
pequeños como alas de libélulas,
blancos como esas nubes
que nadie tiene tiempo de mirar
y escribo
Trozos de poemas,
imágenes, canciones,
sueños sin medida,
palabras para las muchachas
que me escapan apuradas
e indiferentes,
versos...
Porque quiero salvarme,
salvar algún pedazo,
dar de comer a mis pájaros
atender a mis grillos

Y llenar con toda mi música
y la música que nadie aprovecha,
mis bolsillos cansados.
Por eso voy silbando
y canto a media voz en plena tarde
y sobrevivo a mi manera.
Hasta que el crepúsculo
desata mi alcancía de sonidos con alma,
mueve mis ramas
hace flamear mis pájaros ocultos.

Y mis papelitos se sueltan
como mariposas,
como hojas del otoño,
como la pelusa celeste del cielo que se fuga
y se reparten en el aire de mi ciudad,
montan su viento
y me reparten
desde la luz agazapada de mis mejores gestos,
salvándome,
salvándome...
Porque siempre
vuelvo a encontrarme con ellos
otra vez
en la tarde siguiente.
en medio del estruendo
en pleno forcejeo
cuando solamente Dios y yo
sabemos
por qué es necesario ganar la eternidad,
sobrevivir..
Dios y yo.
Ustedes, los árboles, los pájaros,
los grillos las muchachas, las lluvias,
mis papelitos
            y yo.

¿Se dan cuenta?

 La ciudad invadida





Cuidado

Baja el sol con los dientes apretados.
La vías lo prolongan hasta el miedo.
Cuidado que se afila la rabia.
Cuidado que no duerme el fogonero.

Sube el humo sus lentas golondrinas
y el fuego agazapado queda suelto.
Anda un viento de rostro amotinado.
Cuidado con el viento.

Cabecean un sueño los soldados
allí donde madruga el señalero.
La noche pesa  mucho últimamente
Cuidado con el sueño.

Hoy no ha traído Pedro el ferroviario
la canción que me silba su regreso.
Cuidado con los pobres que no cantan
que Pedro está cantando para adentro.

Hay un temblor extraño en las calles
y un silencio distinto que está ardiento.
Anda juntando fe para la gente.
Cuidado este silencio.

Cuando marchemos todos bien del brazo.
Cuidado si es que son los brazos nuestros.
Cuidado con el miedo de los mansos
Cuidado con el pan del panadero

Luz de todos. ediciones La Rosa Blindada, 1962.


Esta ciudad

Ciudad,
que se me va de las manos.
A mí
que la amasé en luz y barro.
Ciudad,
abeja de hollín porfiado.
Neón,
sobre el desvelo clavado.

Jaulón,
de bache, pared y asfalto.
La grúa sobre la pena
y una garúa de antenas
desplumándome el gorrión.

Me la mojaron raras olas de otra playa.
Entró a orejear un caracol a transistores.
Y hasta el amor, el pan y la baraja
se los trampearon con mentiras de colores.

Y yo tras ella manoteando entre las llagas,
buscándola en las madrugadas fabriqueras,
en el amor, en la amistad que no se paga,
en esa bronca que nos une con cualquiera.

Y así,
hasta entender su locura,
yo perseguí su ternura
y con la luz que me dura
le hice esta mueca de amor.
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Bien de abajo

Yo soy bien de abajo y anduve a los tumbos
cuerpeando la mala y al fin le gané.
Me pesó en el lomo conservar el rumbo.
Me costó mis golpes, pero no aflojé.

Peleé por la luz que quisieron robarme
y si perdí cosas, salvé lo mejor.
Hoy tengo el orgullo de no doblegarme.
De saber que nadie me vende un buzón.

Por eso mi tango nació retobado.
Porque me he cansado de ver aguantar.
Cuando creo en alguien, me pongo a su lado.
Y si estoy jugado no me vuelvo atrás.

Y si es que mi vida
la vivo a los saltos,
tengo tanto asfalto,
que caigo "parao".

Soy sangre rebelde, muchacho de abajo.
Yo creo en mis brazos, en lo que ellos dan.
Y del lado izquierdo me caigo a pedazos,
cuando unos ojazos me miran de más.

Mi barrio y mi gente escuchan mi credo
que a los barquinazos aprendí a cantar.
Como un canto arisco, donde el sol que muerdo
calienta mis labios para protestar.


De Buenos Aires morena

Viento que viene del Sur,
fue su ardor de muchacha.
Polen moreno en su piel
y en su voz, la fragancia.

Trajo el aroma feliz
de la flor de su patio.
Ganas de darse y vivir
desvelaban sus manos.

Sé que el poeta la amó
y la puso en su canto.
Y que su canto lloró
cuando la vio partir.

De Buenos Aires morena...
ojos de llama y milagro.
Fraguas de besos que entregan
sus labios quemando...

Cuando regresa hacia el Sur,
ni los besos le alcanzan.
Relampaguea de amor
y el adiós la desangra.

Hay que robarla del Sur
y a la vida llevarla.
Darle a la noche la luz
de su risa robada.

Sé que el poeta tembló
cuando pudo encontrarla.
Ella a sus brazos volvió
por caminos del Sur.

De Buenos Aires morena...
Hay que robarla cantando.
Pájaros ebrios y estrellas
la vienen llamando.

Y las cigarras del viento
le cuelgan su canto.



Viejo Tortoni

Se me hace que el palco llovizna recuerdos,
que allá en la Avenida se asoman, tal vez,
bohemios de antaño y que están volviendo
aquellos baluartes del viejo Café.

Tortoni de ahora, te habita aquel tiempo.
Historia que vive en tu muda pared.
Y un eco cercano de voces que fueron
se acoda en las mesas, cordial habitué.

Viejo Tortoni.
Refugio fiel
de la amistad junto al pocillo de café.
En este sótano de hoy, la magia sigue igual
y un duende nos recibe en el umbral.

Viejo Tortoni. En tu color
están Quinquela y el poema de Tuñón.
Y el tango aquel de Filiberto,
como vos, no ha muerto,
vive sin decir adiós.

Se me hace que escucho la voz de Carlitos,
desde esta "Bodega" que vuelve a vivir.
Que están Baldomero y aquel infinito
fervor de la "Peña", llegando hasta aquí.

Tortoni de ahora, tan joven y antiguo,
con algo de templo, de posta y de Bar.
Azul, recalada, si el fuego es el mismo,
¿quién dijo que acaso no sirve soñar?


Tiempo de tranvías

Tiempo de tranvías tropezando el empedrado.
Patios que se abren a la luna y al parral.
Mágicos zaguanes con temblor de besos largos.
Penas de ginebra que tanguean en el bar.

Vuelven esos ecos de las mesas de escolaso.
Noches con la barra en la esquina fraternal.
Sábado y milonga que promete el club del barrio
y el domingo, lleno de ese fútbol sin igual.

Tiempo de tranvías,
que allá se desbarrancaron.
De los carnavales
que fueron de otra ciudad.
Te vieron mis ojos pibes
encendidos y asombrados.
Te canta mi tango nuevo,
con ganas de recordar.

Tiempo lindo de tranvías,
que fueron de otra ciudad...

Fueye de Pichuco cuando el gordo era muchacho.
El violín de Gobbi y la orquesta de Caló.
Barras milongueras de Pugliese en cada barrio.
Tangos del 40 que canté con otra voz.

Era mi Corrientes colmenar de tango vivo.
Era cada ochava la promesa de un cantor.
Tiempo de tranvías, de las calles con silbidos.
Sé que ya el olvido no podrá jamás con vos.

Tiempo lindo de tranvías,
que fueron de otra ciudad...