Comenzamos en esta clase con las visitas de poetas
destacados, que vendrán a contarnos en el transcurso de este 2015 su
experiencia literaria y su vida vinculada con el quehacer poético.
Fue un lujo para Abordajes poéticos recibir la visita de NORMA PÉREZ MARTÍN, poeta argentina, nacida en Buenos Aires, quien nos habló de sus dos ejes en la vida: la
enseñanza universitaria y la actividad literaria. Poeta, escritora, crítica
literaria, ensayista, investigadora, ex profesora universitaria UBA, militante
peronista.
Nos honró con su presencia y experiencia,
nos habló de su poética y nos leyó sus poemas. Asimismo, nos contó acerca de
sus ensayos dedicados a destacadas figuras, entre ellos, Horacio Quiroga, Rodolfo Kusch (“La muerte del Chacho” de Rodolfo Kusch,
Centro de Estudios Latinoamericanos- CELA, 1982) y Miguel Ángel Bustos en Aproximación a la poética de Miguel Ángel Bustos, CELA, 1985.
Nos relató el vínculo entre experiencia vital
y su trasvasamiento al poema, en especial en su poemario Ceremonial de la piedra, que reflejó su viaje por la América Latina
profunda.
Su
poética, nos dijo, tiene tres raíces y linealidades: lo poético-intimista,
lo social y lo filosófico-metafísico.
Fue un momento pleno, riquísimo,
intenso; entre todos le realizamos un reportaje abierto en el que Norma Pérez
Martín se explayó acerca de tu extensa, diversa y rica obra y nos dio una clase magistral.
Y por supuesto, un más que merecido homenaje a quien
fue además para mí una gran profesora universitaria, que supo enseñar a sus
alumnos a leer poesía, la gran cenicienta en las Universidades argentinas.
Hablamos de su poética sustantiva, vital, de ideas-fuerza, ascética, trabajada,
pulida; su obra poética tuvo y tiene plena influencia en mi quehacer poético.
“Escribo
para morir despacio” dice en su poema titulado Autobiografía, que leímos. Incluso, aunque ella
siente que no se debe dar consejos, señaló la orientación necesaria: captar ese
momento poético, plasmarlo en el papel o formato virtual; luego dejarlo reposar
y, pasado un tiempo, recién allí trabajarlo, pulirlo.
-¿Qué
es la poesía?, le preguntamos.
-Es algo indefinible. La palabra
y el signo se hacen indefinibles. A medida que la palabra surge y el signo se
abre, es como que se fueran encadenando sucesivas asociaciones.
-¿Cuándo
comenzaste a escribir poesía?
-A partir de la juventud, siendo estudiante
universitaria. Daba más importancia a la sonoridad que a la métrica.
-¿Qué
poetas influenciaron en tu poesía?
-El primer maestro, sin duda:
Leopoldo Marechal. Y también, Miguel Ángel Bustos. Y desde ya, todos los
españoles, comenzando por Federico García Lorca. Fui amiga personal de Olga
Orozco, de quien admiro muchísimo su poética aunque no me vi influenciada por
su obra, y con Alejandra Pizarnik, somos de la misma generación universitaria
junto con Ivonne Bordelois, Nélida Salvador y Angélica Beatriz Lacunza, toda
grandes poetas.
-¿Cómo
te acercaste a las letras?
-De chica, ya desde muy chica, ya
decía que iba a estudiar “filosofías y letras”, así en plural, las filosofías. Sin
duda que mi vocación fue la de ser docente y escritora. También, aquí en la
SADE, di talleres literarios durante muchísimos años; ahora estoy jubilada,
pero siempre escribo. Para mí escribir es como respirar. Sí, escribo a mano.
-¿Cuál
es tu estilo poético?
-Mi poesía está ubicada a lo
largo de tres líneas: lo intimista, lo filosófico y metafísico y lo social.
-¿Influencias?
-Fui influida por la Generaciones
del ´98 y la del ´27 españolas. Y desde luego, yo estoy vinculada con ese maremágnum
que se denomina generosamente “posmodernismo”, que podríamos definirlo como “el
no movimiento”. Y desde ya por los poetas cercanos latinoamericanos: Ernesto
Cardenal, César Vallejo, Pablo Neruda, los Parra.
-¿Borges?
-No me gusta como poeta, lo
prefiero como cuentista. Punto.
-Norma,
¿trabajaste alguna vez poesía medida?
-No, nunca hice poesía medida. Alguna
vez, algún ejercicio de sonetos; pero sólo porque me vi obligada. El romance,
sí, el romance antiguo y español lo he trabajado.
-¿Cómo
elegir el título de un libro?
-El título surge en forma
misteriosa.
-Ya
en el siglo XXI hablar de géneros literarios es un exceso formalista, de todos
modos, vale la pregunta: ¿en qué género literario te sentís más cómoda?
-Estoy cómoda en el que estoy
haciendo.
-¿Cómo
surgen los géneros literarios en nosotros?
-A priori uno no busca… “la luz
se hizo y se fugó” (luego de que Rubén Devoto le tomó una foto con flash desde su teléfono celular).
Me
gusta la forma manuscrita. La máquina de escribir ya no la uso; está
guardadita, esperando siempre. Hace años que trabajo en computadora. Después
del manuscrito, va a la computadora.
-¿Consejos
a un joven o no-joven poeta?
-Nunca fui consejera. Pero sé que
el camino comienza por leer mucho, leer a muchos poetas, de otras épocas y
actuales. Y en otros idiomas. Dejar fluir el interior, dejar luego en barbecho lo
escrito, y revisar un tiempo después. Se ven luego los defectos, qué corregir,
agregar, sacar. El trabajo poético se aprende, es fruto de la experiencia
personal. Y desde luego, se debe ser muy exigente a la hora de corregir,
aprender a romper papeles, a desechar lo que no sirve.
Nos dejó flotando en el aire el
verbo “manuscribir”, muy poético.
Porque ella manuscribe.
Un poderoso y cálido aplauso selló este homenaje.
Desde luego, hubo momento para las fotos; en este caso la tomada por nuestra secretaria por la Fundación Argentina para la Poesía, Norma Belleri.
De izq. a der.: Dora Dobosch, Valeria Sabbag, Miguel Curcio, María Marta Donnet, Sandra Pien, Norma Pérez Martín, Griselda Pereyra, Rubén Devoto y Gabriel Cherulñec.
Aquí dejamos además su dirección de e-mail: nperezmartin@gmail.com y un
volumen de la reciente antología en la que participó: 20 poetas a mar abierto, bilingüe castellano-francés, de Ed. La
Luna Que.
Profesora y licenciada en Letras, egresó de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, casa en la que durante muchos ejerció la docencia y en la que obtuvo importantes distinciones a su labor. Esa contracción a la enseñanza fue siempre paralela a una acendrada vocación literaria. Autora de quince poemarios, dos novelas, numerosos cuentos y dos libros de ensayos que han tenido amplia repercusión académica: Testimonios autobiográficos de Horacio Quiroga, de 1997, y Escrito en América, del año siguiente, su profundo interés en temas latinoamericanos descuella, asimismo, en multitud de artículos publicados en su patria y en otros país del Continente. Fue directora de la revista de integración cultural Francachela e integrante del Centro de Estudios de Narratología con sede en Buenos Aires. La Editorial Vinciguerra publicó la totalidad de sus poemas en el volumen aparecido bajo el título de Poesía 1963-2003.
MISERIA
En la orilla descalza
tiembla el agua.
En el pozo gime la escarcha.
En la Villa Miseria llora el viento,
blasfema el sol,
la lluvia,
el alma.
En la torre del aire
miran los ángeles;
en el centro del mundo
sopla la muerte;
lleva un tricornio con borlas,
los niños le cantan detrás de sus harapos.
En la Villa,
la muerte se desnuda.
El agua se sacude.
El pozo se acurruca.
Los ángeles se duermen.
(de Me duelen las palabras, 1966)
IX
Desde la fidelidad milenaria de sus ojos
los perros
saludan la tristeza del hombre.
Las mujeres
vislumbran en la mejilla de la tarde
una gota de miel.
Y en el último carrusel de la noche
asoman los animales desterrados
las figuras primogénitas
que lavaron sus pies
–promisorios altares para el sacrificio-
Los templos
quedaron profanados
por el descuido insensato
que no aprendió
las revelaciones
florecidas
en la fiesta sagrada de la luna.
(de Animal desterrado, 1962)
IX
El viejo olor de las maderas
de mi infancia
levanta en mis nocturnos ojos
el cáliz de la risa,
como pellizco de sol
en los cristales minúsculos
del ventanal destruido.
El olor del jazmín
atraviesa el polen
y se atreve,
hoy,
por el camino de la derrota impertinente,
a convertirme
en buhonero audaz
que puso un mástil de humo
en el palo mayor
de su locura.
(de Monólogos del ciego, 1975)
XVI
Soy el mendigo;
el hermano
el pordiosero de platos encendidos
que postula un lugar en el mundo.
Yo, el de los párpados cóncavos
a quien Tiresias ofreció
su destino,
para seguir andando
con los mismos ardores
para escuchar los truenos
del linaje maldito
y reencontrar enigmas
entre las gruesas sombras.
Soy el vidente caduco
el profeta leproso
que resuelve distancias
con bastones en vuelo.
(de Monólogos del ciego, 1975)
EL POZO
Si alguien pregunta
el porqué del vacío,
y adónde guardaré los ojos
cuando todo esté lejos,
responderé:
no tengo otros sitio mejor
para mi vértigo
que el pozo triangular
de este silencio
(de La sed en el pozo, 1967)
NOTICIAS
El
infierno se instala
en
cada página
y
tu curiosidad
abre
el instante gris
sobre
tus huesos
como
un hormiguero reventado
después
de la tormenta.
Los
hombres dinamitaron el canto
y
bajan las aguas del siglo
hacia
la electrónica
que
alucina cadáveres.
El
laberinto se complica
en
los periódicos:
crecen
los basurales
en
los territorios donde
soñábamos
verdes paraísos.
El
suplemento infantil te predispone
a
la humorada
pero
la violencia de los supermanes
congela
la esperanza en la historieta.
Allí,
junto a tu lámpara,
la
última estrella se consume.
( de "Aquí me quedo", 1982, publicado en
"POESIA", Norma Pérez Martín,
selección
1963-2003, VINCIGUERRA, colección metáfora, Bs.As., 2004)
A
LAS PUERTAS DE UXMAL
Detuve mis urgencias
y en la partida
creció la sombra
de mi hechura.
El día fue madurando
en ofrendas jubilosas.
Todo va cubriendo
el cotidiano
murmullo de los siglos,
con algunas plataformas
de lloviznas o aguaceros.
En las puertas de Uxmal
toda mi esperanza
se precipita,
y las proféticas pirámides
brillan
entre las estelas
de infinitas ceremonias.
Cada luna
va subiendo
exacta
hasta el punto final
de su medida.
y en la partida
creció la sombra
de mi hechura.
El día fue madurando
en ofrendas jubilosas.
Todo va cubriendo
el cotidiano
murmullo de los siglos,
con algunas plataformas
de lloviznas o aguaceros.
En las puertas de Uxmal
toda mi esperanza
se precipita,
y las proféticas pirámides
brillan
entre las estelas
de infinitas ceremonias.
Cada luna
va subiendo
exacta
hasta el punto final
de su medida.
A
PESAR DE TODO
Narro
lo incierto en esta niebla. / Voy entre multitudes
sudorosas, asediadas de aceros sin batallas / en cotidiano infierno.
Romilio Ribero
sudorosas, asediadas de aceros sin batallas / en cotidiano infierno.
Romilio Ribero
Sobrevive
el corazón
en esta niebla.
Desafían los muertos
las ruinas
las batallas
las torturas.
A pesar de todo
el compás del latido
continúa
al ritmo agridulce
de los sueños.
AUTOBIOGRAFÍA
Nací
un día cualquiera
de verano.
Me dueles, madre,
(tierra caliente
sacrificada por el mar,
al mediodía).
Mi infancia
no tuvo calesitas,
ni globos,
ni biberones
luminosos
perfumados
con el tazón de la alegría.
Mastico de prisa
el pan
de cada noche,
y bebo lentamente
las imágenes del sueño.
Escribo para morir despacio.
un día cualquiera
de verano.
Me dueles, madre,
(tierra caliente
sacrificada por el mar,
al mediodía).
Mi infancia
no tuvo calesitas,
ni globos,
ni biberones
luminosos
perfumados
con el tazón de la alegría.
Mastico de prisa
el pan
de cada noche,
y bebo lentamente
las imágenes del sueño.
Escribo para morir despacio.
ELEGÍA
EN GRIS MAYOR
Estás mirando
la modernidad arrogante.
¿Recordarás, Rubén,
tu Sinfonía?
No invoques
en vano
horizontes exóticos
ni luminosos plumajes. Aquí estamos
humillados
globalizados
infortunados
hasta los huesos.
Tu América
sacude los harapos
en el vientre
de mujeres indomables
niños
que azota el huracán
indios
que meditan
en el silencio del hambre.
Generaciones nuevas
remontan exilios
de engañosas virtualidades.
No, Rubén,
no olvidamos
tus Cantos
tus profecías.
Ojos sin rumbo
cruzan montañas
valles
bajo el cielo azul
americano.
Nubarrones y volcanes.
El azul no claudica
aunque venga degollando
el lobo imperial
con rechinar de dientes
agresivos.
la modernidad arrogante.
¿Recordarás, Rubén,
tu Sinfonía?
No invoques
en vano
horizontes exóticos
ni luminosos plumajes. Aquí estamos
humillados
globalizados
infortunados
hasta los huesos.
Tu América
sacude los harapos
en el vientre
de mujeres indomables
niños
que azota el huracán
indios
que meditan
en el silencio del hambre.
Generaciones nuevas
remontan exilios
de engañosas virtualidades.
No, Rubén,
no olvidamos
tus Cantos
tus profecías.
Ojos sin rumbo
cruzan montañas
valles
bajo el cielo azul
americano.
Nubarrones y volcanes.
El azul no claudica
aunque venga degollando
el lobo imperial
con rechinar de dientes
agresivos.
De Poesía (selección 1963-2003), 2004
I
Mi lucha se enrosca por el indefinido túnel del
cerebro.
La muerte
recorre las cornisas en los caminos del intento.
Descubro el mal
enfrentando con garras asfixiantes
las aureolas de arcángeles y dioses cotidianos.
El diabólico lenguaje
robustece los bosques.
El niño está dormido
sobre la dorada hierba,
entre los charcos de la isla profunda.
La diosa de perfiles almendrados
lo busca con sus dedos azules,
bajo el delirio de la noche.
El niño ya no es:
quedó atrás de las piedras
taciturnas
imperturbables,
en silencio.
La muerte
recorre las cornisas en los caminos del intento.
Descubro el mal
enfrentando con garras asfixiantes
las aureolas de arcángeles y dioses cotidianos.
El diabólico lenguaje
robustece los bosques.
El niño está dormido
sobre la dorada hierba,
entre los charcos de la isla profunda.
La diosa de perfiles almendrados
lo busca con sus dedos azules,
bajo el delirio de la noche.
El niño ya no es:
quedó atrás de las piedras
taciturnas
imperturbables,
en silencio.
II
Mi cuerpo creció bajo el recinto salvaje de tu
cuerpo
y en la casa alucinada
busqué, entre cenizas y serpientes,
la luz de tu espanto.
Me diste tantas cosas inviolables
tantas otras carcomidas por la demencia.
Estrellé los labios en el secreto de los muertos
y en la risa fantasmal
socavada por espectros y mil cárceles.
Cabalgué noches enteras sobre tus caballos delirantes
y en sueños, reviví la última cuerda de tu sombra
la más reconfortante convicción de otro pasado.
No olvidaremos nuestra cita en los infiernos
hora por hora el incendio que nos nutre
a pesar de los prudentes temores del arcángel.
Serás mi descubrimiento y mi locura
mi flaca posibilidad de paraíso
mi nuevo mundo insospechado.
Oh seducción la de tu sangre
donde la mínima memoria
se volverá recuerdo y fantasía.
y en la casa alucinada
busqué, entre cenizas y serpientes,
la luz de tu espanto.
Me diste tantas cosas inviolables
tantas otras carcomidas por la demencia.
Estrellé los labios en el secreto de los muertos
y en la risa fantasmal
socavada por espectros y mil cárceles.
Cabalgué noches enteras sobre tus caballos delirantes
y en sueños, reviví la última cuerda de tu sombra
la más reconfortante convicción de otro pasado.
No olvidaremos nuestra cita en los infiernos
hora por hora el incendio que nos nutre
a pesar de los prudentes temores del arcángel.
Serás mi descubrimiento y mi locura
mi flaca posibilidad de paraíso
mi nuevo mundo insospechado.
Oh seducción la de tu sangre
donde la mínima memoria
se volverá recuerdo y fantasía.
III
En lejanía de presencia
la devoción
casi locura
crece milímetro a milímetro.
En mi nombre
se cometieron
desde el principio
hermosas depredaciones,
insignes concubinatos,
ponderables torturas,
fusilamientos,
calificados atropellos,
delirantes inquisiciones.
En nombre
de mi nombre
llevo un apellido:
alguna vez,
él lavará las cenizas
y colmará
los oídos de los muertos.
la devoción
casi locura
crece milímetro a milímetro.
En mi nombre
se cometieron
desde el principio
hermosas depredaciones,
insignes concubinatos,
ponderables torturas,
fusilamientos,
calificados atropellos,
delirantes inquisiciones.
En nombre
de mi nombre
llevo un apellido:
alguna vez,
él lavará las cenizas
y colmará
los oídos de los muertos.
IV
Y se hizo la noche.
Y no hubo amaneceres
con banda de trinos.
Ni un gorrión solitario
junto
al muro.
Los insectos
multiplican las sombras
revolotean
en la asfixia del aire.
La escenografía
irreverente
distorsiona
los signos del abrazo.
Se desparrama el tiempo
—crudo barro del exilio—
por el camino
sin huellas
que olvidó
los trigales.
Y no hubo amaneceres
con banda de trinos.
Ni un gorrión solitario
junto
al muro.
Los insectos
multiplican las sombras
revolotean
en la asfixia del aire.
La escenografía
irreverente
distorsiona
los signos del abrazo.
Se desparrama el tiempo
—crudo barro del exilio—
por el camino
sin huellas
que olvidó
los trigales.
V
Uno a uno van sumándose
los tigres, los pájaros, los buitres, las palomas
en este corazón de piedra y de cristales.
Las máscaras se unen
separándose en la sombra.
Se quiebran poco a poco
cayendo sobre los pastos dormidos
que aguardan muy adentro de los ojos.
Y aquélla
que tiene perfil de tragedias
inmutables
se deshoja sobre el rocío de la mañana.
Todo posible viaje se clausura
hacia el sol
hacia el almuerzo
servido con platos y promesas.
Aparece
después
la máscara oblicua, que olvidó la risa en el desván.
Despliega
la máscara terrible de mí misma
sus fauces devoradoras y salvajes
en el rincón sumiso del silencio.
Y me conduce
con gentileza de madrastra
a los voraces
tumultos del infierno.
De Animal desterrado, 1984
los tigres, los pájaros, los buitres, las palomas
en este corazón de piedra y de cristales.
Las máscaras se unen
separándose en la sombra.
Se quiebran poco a poco
cayendo sobre los pastos dormidos
que aguardan muy adentro de los ojos.
Y aquélla
que tiene perfil de tragedias
inmutables
se deshoja sobre el rocío de la mañana.
Todo posible viaje se clausura
hacia el sol
hacia el almuerzo
servido con platos y promesas.
Aparece
después
la máscara oblicua, que olvidó la risa en el desván.
Despliega
la máscara terrible de mí misma
sus fauces devoradoras y salvajes
en el rincón sumiso del silencio.
Y me conduce
con gentileza de madrastra
a los voraces
tumultos del infierno.
De Animal desterrado, 1984
IX
El viejo olor de las maderas
de mi infancia
levanta en mis nocturnos ojos
el cáliz de la risa,
como pellizco de sol
en los cristales minúsculos
del ventanal dormido.
El olor del jazmín
atraviesa el polen
y se atreve,
hoy,
por el camino de la derrota impertinente,
a convertirme
en buhonero audaz
que puso un mástil de humo
en el palo mayor
de su locura.
de mi infancia
levanta en mis nocturnos ojos
el cáliz de la risa,
como pellizco de sol
en los cristales minúsculos
del ventanal dormido.
El olor del jazmín
atraviesa el polen
y se atreve,
hoy,
por el camino de la derrota impertinente,
a convertirme
en buhonero audaz
que puso un mástil de humo
en el palo mayor
de su locura.
JANO
En la frente de Jano
se halla la herida primera:
la radical
herida de los siglos.
En la frente de Jano
está marcada
la pesadilla del hombre,
del pájaro,
del árbol.
Ella soporta
el dolor intransferible
que dilata
más allá de la muerte.
De La sed en el pozo, 1967
se halla la herida primera:
la radical
herida de los siglos.
En la frente de Jano
está marcada
la pesadilla del hombre,
del pájaro,
del árbol.
Ella soporta
el dolor intransferible
que dilata
más allá de la muerte.
De La sed en el pozo, 1967
LOS
POETAS
Poetas de las razas
inmortales.
Araucanos, huarpes
guaraníes, matacos
aymaráes y tobas
incas, muiscas
onas, tehuelches y charrúas;
toltecas
mayas
navajos.
POETAS
de los CANTOS
desolados.
Alabadores
de la fruta apetecida
de la llama
y el viento;
de los peces,
las aguas
y serpientes;
del puma y colibrí.
Himnos sabios
guardadores
de los signos
y la Noche.
Lenguas de fuego,
espíritus del aire
y eternidad de la Estrella.
Retumbar del odio
en las batallas.
Brujos siniestros
del maligno exterminio.
Oh Poetas
del amor y la guerra.
Sacerdotes de la Espuma,
hechiceros de la Muerte.
De Ceremonial de la piedra, 1982
inmortales.
Araucanos, huarpes
guaraníes, matacos
aymaráes y tobas
incas, muiscas
onas, tehuelches y charrúas;
toltecas
mayas
navajos.
POETAS
de los CANTOS
desolados.
Alabadores
de la fruta apetecida
de la llama
y el viento;
de los peces,
las aguas
y serpientes;
del puma y colibrí.
Himnos sabios
guardadores
de los signos
y la Noche.
Lenguas de fuego,
espíritus del aire
y eternidad de la Estrella.
Retumbar del odio
en las batallas.
Brujos siniestros
del maligno exterminio.
Oh Poetas
del amor y la guerra.
Sacerdotes de la Espuma,
hechiceros de la Muerte.
De Ceremonial de la piedra, 1982
POEMA
AUGURAL
Cuando se vuelva ceniza esta amargura,
nacerá el canto.
Habré pagado todos los tributos.
Habré trocado el pan en lluvia.
Cuando mis manos entierren el olvido,
surgirá la semilla
que he buscado,
absurdamente,
en los círculos del agua.
De Me duelen las palabras, 1966
nacerá el canto.
Habré pagado todos los tributos.
Habré trocado el pan en lluvia.
Cuando mis manos entierren el olvido,
surgirá la semilla
que he buscado,
absurdamente,
en los círculos del agua.
De Me duelen las palabras, 1966
PORVENIRES
Sabrás
que el devenir
flota
entre las aguas.
Se convertirá
en por venires
luminosos
sobre
la cabellera nocturna
del misterio.
que el devenir
flota
entre las aguas.
Se convertirá
en por venires
luminosos
sobre
la cabellera nocturna
del misterio.
De Miércoles de ceniza, 2003
TRÍPTICO
De
este lado del Océano llegará la hora
y los muertos resucitarán nuestra mirada.
A los caídos en las Islas del Atlántico Sur: 1982
y los muertos resucitarán nuestra mirada.
A los caídos en las Islas del Atlántico Sur: 1982
I
Los estallidos entrecruzaron las distancias.
Un pájaro atraviesa las islas
revoloteando detrás del caserío.
Y va a posarse
sobre las últimas nubes de la mañana
invisible.
Un niño lanza la flecha de horror,
desfilan ejércitos de alucinaciones
y en la atmósfera helada
emergen los cuchillos para el día del entierro.
II
No se ha ido la hora de la infamia.
Pasó la guerra
y el aguardiente desgrana las heridas.
El camino se diluye sobre el hoyo.
Una sombra acorrala los vestigios
del asombro,
guardado en el monedero de la noche.
Suben por las islas los pies sucios
de la muerte,
llegan en silencio hasta nosotros.
III
Los enemigos se alejaron por países remotos,
las furias los acechan.
Aúllan los perros del hombre.
En la playa un pescador
puro hueso
se adelanta hasta la barca
que el vendaval
dejó
en el filo de los relojes siniestros.
De Aquí me quedo (1980-1982)
las furias los acechan.
Aúllan los perros del hombre.
En la playa un pescador
puro hueso
se adelanta hasta la barca
que el vendaval
dejó
en el filo de los relojes siniestros.
De Aquí me quedo (1980-1982)
V
He recorrido el mundo
acompañando
tu imagen presentida.
La tierra huele
a caricia
esta mañana,
y se llena de optimismo.
Por la noche,
me envuelve tu luz
y resucito.
acompañando
tu imagen presentida.
La tierra huele
a caricia
esta mañana,
y se llena de optimismo.
Por la noche,
me envuelve tu luz
y resucito.
VI
Cuál es tu nombre verdadero
entre los tantos nombres
acumulados en duros calendarios
de castigo.
Dímelo, pues,
ya es hora.
Tu identidad se perdió entre los días.
Mi pregunta se alza
y advierto los secretos
que lastiman tu sangre acorralada.
Me demoro en lenguas de fuego
y profecía.
Quemaron con puños de odio
tu íntima belleza.
Heroísmo callado en nuestra historia
la tuya
la mía
la de muchos
corriendo
por las orillas insalvables del recuerdo.
De Huésped de la memoria, 1983
entre los tantos nombres
acumulados en duros calendarios
de castigo.
Dímelo, pues,
ya es hora.
Tu identidad se perdió entre los días.
Mi pregunta se alza
y advierto los secretos
que lastiman tu sangre acorralada.
Me demoro en lenguas de fuego
y profecía.
Quemaron con puños de odio
tu íntima belleza.
Heroísmo callado en nuestra historia
la tuya
la mía
la de muchos
corriendo
por las orillas insalvables del recuerdo.
De Huésped de la memoria, 1983
VI
Quieras o no,
habito tu misma carcajada.
No disimules
porque no cuenta ya,
ese fingir cansado
de tu anhelo.
habito tu misma carcajada.
No disimules
porque no cuenta ya,
ese fingir cansado
de tu anhelo.
VII
Al pie de tu silencio,
la gloriosa plenitud
que has inventado.
la gloriosa plenitud
que has inventado.
De Javva, 1969
VII
Los jinetes del Apocalipsis
avanzan.
Jeremías llora
la muerte del siglo.
La ballena de Jonás
empuja
los deshechos de la historia
interminable.
El oriente suma y resta
ojo por ojo.
La ley del talión
consume
la impotencia del herrero
ante la fragua
y las túnicas
se arremolinan
en el viento.
avanzan.
Jeremías llora
la muerte del siglo.
La ballena de Jonás
empuja
los deshechos de la historia
interminable.
El oriente suma y resta
ojo por ojo.
La ley del talión
consume
la impotencia del herrero
ante la fragua
y las túnicas
se arremolinan
en el viento.
X
Quién conoce las asperezas de la tarde.
Acaso, recién amanecida,
la fibra incandescente
pudiera construir el primer milagro de la noche.
Cuando todo el vacío se quebranta
con una brizna de sol,
logramos instaurar el imperio de la palabra.
Quién descubre el resquicio hambriento del aire.
Venturosos amigos del hallazgo
comprometen la victoria,
crean mil rompecabezas de papel
sobre inextinguibles frentes de poetas y de locos. Quiero permanecer intacto
en la jungla,
mirar con los párpados ardientes
esta piedad dormida,
la fe que buscamos en las almohadas del insomnio.
Yo soy el ciego,
atroz vigía de los tiempos
sobre la rueda inmóvil
que empuja el carruaje insobornable
de los días.
Acaso, recién amanecida,
la fibra incandescente
pudiera construir el primer milagro de la noche.
Cuando todo el vacío se quebranta
con una brizna de sol,
logramos instaurar el imperio de la palabra.
Quién descubre el resquicio hambriento del aire.
Venturosos amigos del hallazgo
comprometen la victoria,
crean mil rompecabezas de papel
sobre inextinguibles frentes de poetas y de locos. Quiero permanecer intacto
en la jungla,
mirar con los párpados ardientes
esta piedad dormida,
la fe que buscamos en las almohadas del insomnio.
Yo soy el ciego,
atroz vigía de los tiempos
sobre la rueda inmóvil
que empuja el carruaje insobornable
de los días.
De Monólogos del ciego, 1975
XXIII
Cuando nos dirigimos
al encuentro de la culpa
una inquebrantable
opción
nos redime.
El consiguiente fracaso
nos incita
y en el viaje
sobreviene
—doloroso—
el equilibrio.
Aquellos
que un día buscamos
para rescatarnos
juntos
vuelven el gesto
hacia otro abismo
con la inconciencia
que prodigan
las seguridades falsas
de los días ardientes:
aquellos días
en los cuales
fuimos
tigres hambrientos.
Desenmascaramos todos
los engaños.
En el vacío,
después del caos,
hallamos
la obsesiva semilla
para seguir viviendo.
al encuentro de la culpa
una inquebrantable
opción
nos redime.
El consiguiente fracaso
nos incita
y en el viaje
sobreviene
—doloroso—
el equilibrio.
Aquellos
que un día buscamos
para rescatarnos
juntos
vuelven el gesto
hacia otro abismo
con la inconciencia
que prodigan
las seguridades falsas
de los días ardientes:
aquellos días
en los cuales
fuimos
tigres hambrientos.
Desenmascaramos todos
los engaños.
En el vacío,
después del caos,
hallamos
la obsesiva semilla
para seguir viviendo.
De La culpa y otras humillaciones, 1980
XXVI
El canto
entró en el infierno.
El poeta
vislumbra
resplandores
de perverso destino. Tarde cayó
la estrella
de sus ojos.
Se descubre
agreste
un hechicero
en medio
del diluvio.
Conoce
las arenas
y las máscaras.
Recoge
algunas palabras
pero
no le sirven.
El último sonido
tortura
su instrumento
lobo estepario
que aúlla
atravesando el mundo
como fantasma
de trágica belleza.
entró en el infierno.
El poeta
vislumbra
resplandores
de perverso destino. Tarde cayó
la estrella
de sus ojos.
Se descubre
agreste
un hechicero
en medio
del diluvio.
Conoce
las arenas
y las máscaras.
Recoge
algunas palabras
pero
no le sirven.
El último sonido
tortura
su instrumento
lobo estepario
que aúlla
atravesando el mundo
como fantasma
de trágica belleza.
De El diluvio y las máscaras, 1998.
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La de hoy fue una clase diferente, sin recurso poético para trabajar y sin poemas realizados en clase. De todos modos, si alguno de ustedes si sintiera inspirado por la poesía de nuestra invitada, la poeta Norma Pérez Martín, por favor, no dejen de subir sus poemas al blog.
Les dejo también aquí un link que vale la pena: el discurso que acaba de dar esta semana Juan Goytisolo al recibir el Premio Cervantes, el mayor premio literario a las letras de nuestro riquísimo idioma.
Y recuerden, por último, que la Fundación Argentina para la Poesía está, estamos, síííí, en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, en el Stand 627, Pabellón Azul.