sábado, 6 de septiembre de 2014

Clase N° 18 - 4 de septiembre 2014

Esta clase está dedicada a la memoria de Gustavo Cerati, poeta y músico genial, quien finalmente hoy levantó vuelo luego de pasar 4 años en coma. Y la mejor forma de recordarlo es en su plenitud, lleno de vida, como se lo ve  en este videoclip desprolijo, íntimo, casi de entrecasa, en el que cuenta que él y su mujer están esperando a su primer hijo:


La semana que viene nos visitará María Rosa Lojo, una de las más importantes escritoras argentinas contemporáneas, que además es investigadora del Conicet. Ella “descubrió” para la literatura a Eduarda Mansilla, hermana de Lucio V. Mansilla.

Ella acaba de publicar Todos éramos hijos, una novela casi autobiográfica, ambientada en los ´70, sobre un grupo de estudiantes secundarios de un colegio católico, que abrazan la teología de la liberación, con todo lo que ello conllevó. 

Pero el tema de su disertación versará sobre Olga Orozco, una poeta argentina muy original, donde lo emergente de ella es el surrealismo.

Olga Orozco

Biografía

Hija de Carmelo Gugliotta, siciliano de Capo d' Orlando, y de la argentina Cecilia Orozco. Pasó sus primeros años entre Toay (La Pampa), patria chica de su madre, y Buenos Aires. En 1928, la familia se mudó a Bahía Blanca y ocho años más tarde a Buenos Aires. Se graduó como maestra, profesión que nunca ejerció, y más tarde se licenció en la facultad de Filosofía y Letras. Desde muy joven fue una de las integrantes del grupo literario surrealista Tercera Vanguardia, al cual pertenecían a su vez, entre otros, Oliverio Girondo y Ulises Mezzera. En Letras conoció a Alejandra Pizarnik

Trabajó en periodismo empleando varios seudónimos y dirigió, también, algunas publicaciones literarias. Así, colaboró en la revista Canto que dirigía su primer esposo, el poeta Miguel Angel Gómez y reunía a la llamada Generación del 40. Por esa época hacía comentarios sobre teatro clásico español y argentino en Radio Municipal; fue actriz teatral (personaje Mónica Videla 1947-1954) y trabajó en Radio Splendid en la compañía de Nidia Reynal y Héctor Coire. En los años sesenta fue redactora en la revista Claudia y organizó el horóscopo del diario Clarín durante los años 1968 y 1974.

Formó parte de la generación «Tercera Vanguardia de marcada tendencia surrealista, y basó su producción poética en la influencia que en ella ejercieran San Juan de la Cruz, Rimbaud, Nerval, Baudelaire, Milosz y Rilke (seis poetas sagrados e idolatrados por este grupo surrealista argentino). Lo más importante de su producción se encuentra en los poemarios, de alguna manera prolongados en un libro de prosas poéticas narrativas: La oscuridad es otro sol (1967).

Su gran amor fue el arquitecto Valerio Peluffo, con quien se casó en 1965. Después de la muerte de Peluffo, acaecida en 1990, le dedicó el poema En la brisa, un momento, que contiene los siguientes versos:

Ah, si pudiera encontrar en las paredes blancas de la hora más cruel / esa larga fisura por donde te fuiste, / ese tajo que atravesó el pasado y cortó el porvenir, / acaso nos veríamos más desnudos que nunca, como después de nunca, / como después del paraíso que perdimos, / y hasta quizás podríamos nombrarnos con los últimos nombres, / esos que solamente Dios conoce, / y descubrir los pliegues ignorados de nuestra propia historia / cubriendo las respuestas que callamos, / incrustadas tal vez como piedras preciosas en el fondo del alma.

Falleció de un paro cardíaco a los 79 años en el sanatorio Anchorena, Buenos Aires, en 1999.

Obra
Desde lejos (1946)
Las muertes (1952)
Los juegos peligrosos (1962)
La oscuridad es otro sol (1967)
Museo salvaje (1974)
Veintinueve poemas (1975)
Cantos a Berenice (1977)
Mutaciones de la realidad (1979)
La noche a la deriva (1984)
Páginas de Olga Orozco (1984) (Antología con prólogo de Cristina Piña)
En el revés del cielo (1987)
Con esta boca en este mundo (1994)
También la luz es un abismo (1995)
Relámpagos de lo invisible (1998) (Antología)
Eclipses y fulgores (1998) (Antología)
Últimos poemas (2009)
El jardín posible (2009) (Antología con prólogo de Marisa Negri)
Poesía Completa (2012) (Adriana Hidalgo Editora)

Sobre sus ocho seudónimos:

Habíamos comentado que Olga Orozco utilizó numerosos seudónimos a lo largo de su carrera, que le permitieron escribir sobre temas tan disímiles como horóscopos, consultorios sentimentales, además de su trabajo periodístico. A continuación, presentamos un artículo publicado por Jorge Boccanera, en ocasión de la salida del libro “Yo, Claudia” de Marisa Negri donde se exploran esas diferentes facetas de su personalidad y su obra y una inquietante “profecía” de ribetes siniestros:

La poeta “vidente” Olga Orozco firmó como “Jorge Videla”

La poeta argentina Olga Orozco (1920-1999), con una obra relevante en la que ocupan lugares primordiales máscaras y desdoblamientos, utilizó ocho seudónimos para firmar sus notas misceláneas publicadas en los años 60 en la revista Claudia.
Por Jorge Boccanera

De reciente aparición el libro “Yo, Claudia” a cargo de Marisa Negri, publicado por Ediciones en Danza con una selección de notas de Orozco, permiten al lector adentrarse en una prosa fluida en sus distintos abordajes: el retrato de personajes, la crítica literaria, el ensayo breve e inclusive el correo sentimental.

Ese trabajo —Orozco colaboró también en otros medios— se inscribe en un hacer “periodístico” que está en verdad más cerca del relato que del dato informativo y la nota de actualidad; esa narrativa fantástica acuñada en sus libros de cuentos: La oscuridad es otro sol y También la luz es un abismo.

Con la salida de Yo, Claudia, es posible analizar notas publicadas en la revista Claudia entre 1965 y 1974, como también observar el contexto en que fueron escritas, y ver cómo resuenan esos trabajos en consonancia con su obra poética y narrativa.

Un detalle imposible de pasar por alto es que entre los seudónimos elegidos por la poeta —”Elena Prado”, “Valentine Charpentier”, “Valeria Guzmán”, “Richard Reiner”, “Carlota Ezcurra”, “Sergio Medina” y “Martín Yáñez”— resalta el de “Jorge Videla”, por las connotaciones políticas que iba a tener este nombre diez años más tarde en el marco de la dictadura argentina.

Hay que recordar que ya entre 1947 y 1954, Orozco había trabajado como actriz en radio Splendid, bajo el nombre de “Mónica Videla”.

En una entrevista de fines de los 90, Orozco sostuvo: “Entre otras cosas hice horóscopos para Clarín como «Canopus», el nombre de una estrella (…) En la revista Claudia tuve ocho o nueve seudónimos (…)

Uno de los elegidos al azar, hoy me conmociona, ya que firmaba los artículos científicos como Jorge Videla”.

En la misma entrevista cuenta haber sido una niña solitaria con “videncia”, “vislumbres”: “adivinaba muchas cosas”.

Sin pretender instalar asociaciones forzadas respecto a la elección de aquel seudónimo y esa supuesta capacidad premonitoria (subrayada tanto en su vida como en obra poética) hay un dato en Yo, Claudia que llama poderosamente la atención: Una de sus notas firmada como “Jorge Videla” durante 1967 en las páginas de la revista Claudia, se titula “Rapto” y entre sus primeras líneas figura ésta: “Ha desaparecido nuestra hija”.

Si bien se ubica lejos del devenir político (la nota está dirigida a raptos de jóvenes mediante engaños o violencia con fines delincuenciales y sexuales) resulta imposible no relacionarla con los secuestros, moneda corriente en la última dictadura; además habla de N.N, de robo y apoderamientos de niños.

Al calor de lo dicho, se resignifica una línea de un poema  perteneciente a su primer libro, Desde lejos(1946), en la que la voz que en su obra alude en forma reiterada a un juego de presencias-ausencias: “la niña del espanto que escucha, como antaño junto al muro derruido,/ las lentas voces de los desaparecidos”.

Este análisis no tiene la pretensión de ubicar esos textos dentro de una intencionalidad política —aunque sí podría hablarse de la hondura humana de Orozco—, sí resaltar ese tipo de ¿coincidencias? que resuenan en una poesía signada por el presentimiento, tema que asoma en otras notas de Yo, Claudia bajo los títulos de: “Videncia, un viaje al misterio” y “El futuro a través del pasado”, entre otras.

Destacan entre los textos rescatados por Negri: “Otras caras de Gardel” (con conocimiento del personaje y del tema del tango); “El caso Marilyn” (donde indaga más allá de imagen frívola de la estrella para culminar con una línea: “murió en un solo, inmenso naufragio”), y un resumen biográfico de Madame Curie.

El lenguaje “periodístico” de Orozco es una prosa rica en imágenes y un montaje que dinamiza el texto en base al modo de plantear interrogantes (incorporando al lector), y apelar a traspasos de voz en los que participan protagonistas y la propia Marilyn, recreada en un monólogo de Orozco.

Asimismo sobresalen notas dedicadas al Existencialismo y a Jorge Luis Borges; a quien define en unos pocos conceptos: laberintos mentales, conjeturas, vidas simbólicas, bifurcaciones de tiempos y de destinos, ajedreces y espejos infinitos.

Respecto a las reseñas bibliográficas sobre libros de Juan Filloy, Jack Kerouac, Macedonio Fernández y Griselda Gambaro,  revelan una mirada crítica, informada y nada condescendiente.

No hay dudas de que Yo, Claudia aporta un material poco  conocido de una de las poetas más destacadas de Argentina, desdoblada en narradora, traductora y dramaturga.

Aunque la brevísima introducción (Marisa Negri figura a cargo del prólogo y la investigación), deja de lado aspectos relevantes como los matices entre las voces encarnadas por los seudónimos; la relación entre esta prosa y los libros de ficción y el marco cronológico de su labor en Claudia, un tiempo por demás convulso en la vida argentina.

Y sobre todo deja de lado la marca de género de los textos de Orozco, difundidos en una publicación “femenina” que llegó a un tiraje de 180 mil ejemplares y que con un lenguaje innovador, reflejó un estilo de vida de la mujer moderna en el marco de las transformaciones culturales de los años 60.
Fuente Telam


Sobre su obra poética

Olga Orozco pertenecía a la generación de los ´40, que adopta al surrealismo que viene de Francia, cuna de la cultura y de la vanguardia de la época. Ésta es una poesía repentista. Hay tres excelentes poetas argentinos, casi olvidados, Alberto Girri, Enrique Molina (mucho más abordable que Girri, que es más hermético) y Olga Orozco.

El surrealismo tiene que ver con el inconsciente, que “surgía” de la mano de Sigmund Freud. Se trabaja la escritura automática, que tiene que ver con la poesía.

El fluir de la conciencia tiene que ver con la prosa. No es algo fácil, pues en realidad es una construcción que imita el fluir de la conciencia. El primero que experimenta este recurso es James Joyce, en  su Ulises. El narrador omnisciente va guiando al lector por el hilo de su pensamiento. Es una manera de orientarlo… desorientándolo, sorprendiéndolo. Otro ejemplo donde podemos encontrar el recurso del fluir de la conciencia es la novela  El guardián entre el centeno, de J. D. Salinger.

Volviendo a Olga Orozco, se caracteriza por una inteligencia sutil que le permite una extraordinaria capacidad para recurrir a los tropos —una característica suya es el uso frecuente y logrado que hace del oxímoron—; también sabe hacer uso de versículos de la Biblia, en los que desarrolla una especial y visionaria imaginación pródiga en expresiones.

 Sus temas más frecuentes son la evocación de la niñez, que asimila con la época del paraíso perdido, la adolescencia - época de la develación - o, en última instancia, el recurso de la memoria en donde el tiempo parece a resguardo y recuperable ante la muerte.

La influencia de los relatos en boca de su abuela María Laureana la llevarán a desarrollar una poética en donde la infancia es una puerta iniciática. Su vínculo con el tarot la lleva a escribir poemas como "Cartomancia" o "Para destruir a la enemiga". Olga ritualiza cada gesto vinculado con el acto de escribir. Así por ejemplo, solía repetir en entrevistas que acostumbraba escribir con una piedra en cada mano. Una traída de donde nació su padre, otra de la tierra de su madre y una tercera que le había obsequiado un amigo de la infancia cuando se muda de Toay a Bahía Blanca.

Ella se siente como una especie de médium, como el poeta vidente hacia otros mundos.

La transformación de las palabras del vocabulario cotidiano hacia un plano más elevado, como es de la poesía, hace que ella se transforme en vidente. Eso se ve en Cantos a Berenice, poemario dedicado a su gata.

En un reportaje, Olga Orozco dijo:
“El poeta ve lo poético aún en las cosas más corrientes“.



Veamos algunos de sus poemas:

En el final era el verbo

Como si fueran sombras de sombras que se alejan las palabras,
humaredas errantes exhaladas por la boca del viento,
así se me dispersan, se me pierden de vista contra las puertas del silencio.
Son menos que las últimas borras de un color, que un suspiro en la hierba;
fantasmas que ni siquiera se asemejan al reflejo que fueron.
Entonces ¿no habrá nada que se mantenga en su lugar,
nada que se confunda con su nombre desde la piel hasta los huesos?
Y yo que me cobijaba en las palabras como en los pliegues de la revelación
o que fundaba mundos de visiones sin fondo
para sustituir los jardines del edén sobre las piedras del vocablo.
¿Y no he intentado acaso pronunciar hacia atrás todos los alfabetos de la muerte?
¿No era ese tu triunfo en las tinieblas, poesía?
Cada palabra a imagen de otra luz, a semejanza de otro abismo,
cada una con su cortejo de constelaciones, con su nido de víboras,
pero dispuesta a tejer y a destejer desde su propio costado el universo
y a prescindir de mí hasta el último nudo.
Extensiones sin límites plegadas bajo el signo de un ala,
urdimbres como andrajos para dejar pasar el soplo alucinante de los dioses,
reversos donde el misterio se desnuda,
donde arroja uno a uno los sucesivos velos, los sucesivos nombres,
sin alcanzar jamás el corazón cerrado de la rosa.
Yo velaba incrustada en el ardiente hielo, en la hoguera escarchada,
traduciendo relámpagos, desenhebrando dinastías de voces,
bajo un código tan indescifrable como el de las estrellas o el de las hormigas.
Miraba las palabras al trasluz.
Veía desfilar sus oscuras progenies hasta el final del verbo.
Quería descubrir a Dios por transparencia.
El revés del cielo 1987

Ella toma versículos de la biblia y trabaja la intertextualidad. Pero sin ser religiosa. Lanza una catarata de imágenes muy fuertes.


Si la casualidad es la más empeñosa jugada del destino...

Si la casualidad es la más empeñosa jugada del destino,
alguna vez podremos interrogar con causa a esas escoltas de genealogías
que tendieron un puente desde tu desamparo hasta mi exilio
y cerraron de golpe las bocas del azar.
Cambiaremos panteras de diamante por abuelas de trébol,
dioses egipcios por profetas ciegos, garra tenaz por mano sin descuido,
hasta encontrar las puntas secretas del ovillo que devanamos juntas
y fue nuestro pequeño sol de cada día.
Con errores o trampas, por esta vez hemos ganado la partida.


No estabas en mi umbral...

No estabas en mi umbral
ni yo salí a buscarte para colmar los huecos que fragua la nostalgia
y que presagian niños o animales hechos con la sustancia de la frustración.
Viniste paso a paso por los aires,
pequeña equilibrista en el tablón flotante sobre un foso de lobos
enmascarado por los andrajos radiantes de febrero.
Venías condensándote desde la encandilada transparencia,
probándote otros cuerpos como fantasmas al revés,
como anticipaciones de tu eléctrica envoltura -el erizo de niebla,
el globo de lustrosos vilanos encendidos, la piedra imán que absorbe su fatal alimento,
la ráfaga emplumada que gira y se detiene alrededor de un ascua en torno de un temblor-.
Y ya habías aparecido en este mundo, intacta en tu negrura inmaculada desde la cara
hasta la cola, más prodigiosa aún que el gato de Cheshire,
con tu porción de vida como una perla roja brillando entre los dientes.
De "Cantos a Berenice" 1977


Recurso

Anadiplosis o conduplicación
Recurso literario que consiste en la duplicación de una palabra o grupo de palabras al final de un verso y al principio del siguiente. Y si ese recurso lo voy a repetir se llama “concatenación”. Se trata de un recurso fónico.

Ejemplos

No es que muero de amor, muero de ti
Muero de ti, mi amor

                                                                                                       
Mi sien, florido balcón
de mis edades tempranas,
negra está, y mi corazón,
y mi corazón con canas.

Miguel Hernández, siglo XX

Nadie ama solamente un corazón:
un corazón no sirve sin un cuerpo.

José María Fonollosa, siglo XX

Mal te perdonarán a ti las horas;
las horas que limando están los días,
los días que royendo están los años.

Luis de Góngora, siglo XVII

A veces pienso en ti incluso vestida,
vestida de mujer para la noche,
la noche que cambió tanto en mi vida;
mi vida, deja que te desabroche...'.     
     
Javier Krahe, siglo XX

 Y nos ejercitaremos utilizando el recurso de anadiplosis. No olviden luego subir sus poemas al blog.
Y recuerden que la clase próxima, por se la de la conferencia de Ma. Rosa Lojo sobre la poética de Olga Orozco, comienza más temprano, en el horario de 19 a 21.30 hs. 

4 comentarios:

  1. Ejercicio
    Anadiplosis
    06-sep-14 (variación)

    Miradas

    Sabíamos, claro que sabíamos
    Nuestras miradas corriendo carreras desenfrenadas
    Hacia brumosos abismos infinitos
    Infinitos mares que recorrimos en sueños
    Sueños oscuros, fríos, abrazados
    Como si fuera Ulises
    amarrado a ese mástil
    Como si fueras Circe
    esperando a su amado
    Queríamos vivir
    vivir soñando
    eso que borramos
    una y otra vez

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  2. POESÍA CON ABISMO G.C.
    Cantó el ruiseñor
    Las canciones hechas de seda
    Asomó el sol de la infancia
    La sortija del calisetero
    El ruiseñor balbuceo en eco
    Tu nombre electrico
    Labios secos
    Lengua casi muerta
    A la espera del milagro
    Lengua muerta
    La palabra final con eco
    Nada espera de ella
    Finalmente adios
    La lluvia de la mano
    Moja el pentagrama
    Sin sonido acustico
    Oidos miles retienen tu sol
    Convertidos en melodia
    Las manos frias en el jardin
    Flores lilas lloran
    Tu partida.
    MIGUEL CURCIO.06/09/14.

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  4. EQUILIBRIO

    Intacta equilibrista,
    desamparada hasta el exilio,
    del desamparo,
    me equilibro,
    dentro de una madeja
    que devano en devaneo.

    Entorno a un temblor
    de larga fisura y orfandad
    equilibro,
    tu negra lana y tus transparentes ojos,
    equilibrados.

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