Hemos recibido la
grata visita del poeta Osvaldo Rossi, invitado por Lidia Vinciguerra.
Ante un auditorio
conformado por los asistentes del taller y algunos invitados, Osvaldo nos
deleitó con la lectura de sus poemas, pudimos compartir su ars poética y sus
opiniones acerca de la cultura y de la poesía contemporánea. Además de las
preguntas de rigor, se formó un interesante debate alrededor de sus opiniones e
ideas.
Veamos primero algunas
notas biográficas de Osvaldo Rossi:
Nació en Buenos
Aires. Fue profesor universitario y colaboró con medios periodísticos del país
y del exterior. En varias ocasiones se desempeñó como integrante del Jurado de
certámenes literarios. Integró el Consejo Asesor de la prestigiosa revista
Letras de Buenos Aires (Segunda época), dirigida por Victoria Pueyrredón y ha
colaborado en traducciones del Inglés al Castellano. Recibió numerosas
distinciones, entre ellas, uno de los Premios a la Creación Artística (en
Poesía) de la Universidad de Belgrano, el Segundo Premio de Poesía en el
Concurso Banco Ciudad/Fundación Victoria Ocampo (2012), el de la Fundación
Argentina para la Poesía (2013) y, en varias oportunidades, el Primer Premio Gente
de Letras. Tiene publicados: "Defensa de la culpa", "Un
resplandor en la ceniza", "Cercanía", "Después de la
lluvia", "Unas ramas movidas por el viento", —Mención a la Faja
de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores—, "Un viaje por la cinta
de Moebius", “Transiciones”, y el ensayo sobre poesía "Las palabras
que conmueven". En el año 2014, recibió el Premio Nacional Esteban
Echeverría por el conjunto de su obra poética.
Y este es un
pequeño resumen de la exposición:
Osvaldo Rossi
recordó un libro que leyó en la adolescencia y que le abrió el camino a la
literatura y a la poesía. Se trata de Poemas agrestes (1910-1911) y rescata
este poema que para él representa, hasta el día de hoy, una síntesis de la
condición humana:
El viaje definitivo
Juan Ramón Jiménez
... Y yo me iré. Y
se quedarán los pájaros cantando:
y se quedará mi
huerto, con su verde árbol,
y con su pozo
blanco.
Todas las tardes,
el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como
esta tarde están tocando,
las campanas del
campanario.
Se morirán aquellos
que me amaron;
y el pueblo se hará
nuevo cada año;
y en el rincón
aquel de mi huerto florido y encalado,
mi espíritu errará,
nostálgico...
Y yo me iré; y
estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo
blanco,
sin cielo azul y
plácido...
Y se quedarán los
pájaros cantando.
Y de esta lectura la
relacionó con este poema, dedicado a su padre:
El humo
Osvaldo Rossi
El humo de una pipa
fue el ritual de mi
infancia.
La niebla que mi
padre esparcía.
El aroma era un
intruso bienvenido,
un asombro develado
entre las ropas.
Había un poco de mi
padre en los estantes,
en los vasos, los
sillones, los espejos.
La memoria de ese
olor y de esa nube
es obstinada como
la marea,
sanadora como un
mantra.
Hay un poco de mi
padre
en cada pipa que
veo.
Y en el cuadro de
Magritte.
Y en los surcos de
mi frente.
A Ribó
in memoriam
Respecto de su Ars
poética, Rossi manifestó que trata de cambiar el lenguaje entre libro y libro. Considera
que la lectura de poesía requiere de un esfuerzo extra para escribir y para
leer. Dice estar atento a los cambios de hábitos de los lectores (de los
ámbitos poéticos) para escribir con un lenguaje que sin dejar de tener sus
propias características, trate de no “espantar” al lector.
Al respecto,
manifestó que en el siglo pasado, el psicoanálisis, el surrealismo (que no se
podría comprender sin el psicoanálisis) y el existencialismo influyeron mucho
en la cultura. En el caso de la poesía se llegó al buceo en las profundidades
del ser. Este ejercicio de introspección era necesario para crear una obra
artística.
Pero la contraparte
es un lector atento, concentrado e informado. Rossi considera que estas
características ya no forman parte del bagaje cultural de las nuevas
generaciones. Pretender escribir como hace treinta años alejaría aún más de la
lectura a las nuevas generaciones.
Que el poema sea
breve es importante.
Rossi considera que
tiene que existir una interacción entre la poesía y el entorno social.
Como ejemplo,
menciona que el romanticismo fue un movimiento de rechazo a la revolución
industrial.
En el origen de la
humanidad los cambios sociales y tecnológicos que se producían eran
relativamente pequeños y duraban mucho tiempo. Por ejemplo, el descubrimiento
del fuego, la invención de la rueda. En la actualidad se producen numerosos cambios
de escasa vida media. Todos vivimos al menos, en dos realidades simultáneas.
Cita como ejemplo la posibilidad de escuchar y ver al mismo tiempo un programa
en vivo y otro grabado.
Rossi sostiene que
la poesía no está siendo permeable a estos cambios, no está dándose cuenta de
lo que está pasando. En la actualidad, no existe un movimiento poético que
considere a los cambios de hoy. Dice que vamos camino a una confusión aún peor.
El considera
importante modernizar el lenguaje, introducir nuevas palabras y modismos de uso
cotidiano. Sostiene que los poemas deben
ser breves, y se muestra asombrado porque todavía existen poetas que se
escandalizan si encuentran, por ejemplo, la palabra “internet” en un poema.
En tal sentido,
comenta que, durante el siglo de oro español un porcentaje muy bajo de la
población estaba alfabetizado, y dentro de ese grupo, un grupo aún más pequeño poseía
libros. Y ello no impidió a Quevedo utilizar la palabra “libro”, un objeto que pocos poseían.
Desde la torre
Francisco de Quevedo
Retirado en la paz
de estos desiertos,
con pocos, pero
doctos libros juntos,
vivo en
conversación con los difuntos
y escucho con mis
ojos a los muertos.
Si no siempre
entendidos, siempre abiertos,
o enmiendan, o
fecundan mis asuntos;
y en músicos
callados contrapuntos
al sueño de la vida
hablan despiertos.
Las grandes almas
que la muerte ausenta,
de injurias de los
años, vengadora,
libra, ¡oh, gran
don Iosef!, docta la emprenta.
En fuga irrevocable
hoye la hora;
pero aquélla el
mejor cálculo cuenta
que en la lección y
estudios nos mejora.
Y si Quevedo no
dudó poner la palabra “libro”. Entonces, por qué no usamos internet o SMS?
Una
de las
controversias más grandes en las últimas épocas: El objetivismo vs. El
neo
barroco. A juicio de Rossi existe una confusión entre lo real y lo
virtual, y que irá en aumento con el tiempo. Al respecto se preguntó:
¿Qué es un objeto? En el mundo real, la silla en la que nos sentamos ese
día es un objeto, por si viéramos un video de la reunión, esa silla
¿sigue siendo un objeto? ¿Existen los objetos en el ciberespacio?
Si los desarrollos de la
genética, la biotecnología, la comunicación, la tecnología de consumo y
los cambios sociales que esos desarrollos generan están ausentes del
lenguaje poético actual, ¿cómo lograremos ser la expresión de la época?
Por último, nos
comentó que está trabajando en un nuevo libro de poesía, que trata sobre el proceso
creador, cómo nos influye, la relación entre poesía y felicidad. Rossi sostiene
que existe un juicio o prejuicio por el cual la poesía escribe sólo sobre temas
tristes. Al respecto, mencionó una frase de Gastón Bachelard, tomada de La
poética del espacio (1991)
“… la poesía tiene
una felicidad que le es propia, sea cual fuere el drama que descubre.”
Seguidamente, el
autor lee algunos de sus poemas:
TUS
MANOS
Tus manos entre las
mías, es haber llegado a casa. Hago un ejercicio de imaginación y veo tus manos
en el futuro, acompañándome en los días de zozobra, de dolores en el cuerpo,
del frío que se siente bajo un sol impiadoso.
Tus manos que han
sabido ser madera
y bálsamo, sostén,
brisa marina.
Tus manos que son
fruta,
tus manos, que son
bandada.
Que trabajaron la
tierra, que avivaron la fragua,
que fueron la
cumbre y también el camino.
Tus manos que
aprendieron a modelar el barro,
que escribieron
consignas, que cosieron el mundo,
que arrojaron la
piedra y fueron lapidadas.
Manos de paño en la
frente,
manos de miel, de
jengibre, de hierro.
El arco y la
flecha, el aire y el blanco.
Manos que por
fortuna
siempre han sido
tus manos.
Manos que cerrarán
algún día mis ojos.
UNA MUJER
Está aquí, desde
hace tiempo.
Perdura como el
olor de la madera
como el sonido de
los trenes
la esperanza
como los rayos
solares
las fases de la
luna, el asombro.
Ella tiende a
quedarse
a hospedarse
cómodamente.
Y es como un
remanso
un conjunto de
cisnes en la orilla del río
una noche pacífica,
inviolable.
Ella a veces se
inquieta
y tiembla, la
sacuden estertores
y entonces hay
viento, lluvias, represas vencidas
el agua sube y hay
inundaciones
cielos de lava y
piedras ardientes
palabras que
incendian todo lo que tocan.
A veces, está
lejos.
Es una isla en el
mar de otro planeta
un terreno
inhallable en cualquier mapa
un vapor silencioso
apenas
la intuición de una
presencia.
Y sin embargo, está
aquí
en todos los
rincones
en mis huesos
a mi alrededor.
Porque ella se
queda.
Ella perdura.
LAS HORAS
Pero es tarde, imposible, no es la
hora.
Máximo Simpson
Caen las horas una por una. Caen como
lanzas, como misiles.
Consumen los huesos, los campanarios,
las viejas pertenencias,
los muebles familiares.
Caen las horas,
se abisman en precipicios.
Son el viento que arrastra los días
hacia la bruma de los camposantos.
Caen interminablemente.
Como lágrimas de estatua,
como lluvia religiosa.
Así
corre el agua entre las huellas,
entre las páginas escritas,
entre los números del calendario.
Entre los ojos que nunca
percibirán otro invierno.
Nota: No todos los poemas leídos en clase se han podido recuperar aquí. Es por
eso que incluimos algunos textos que consideramos representativos de la obra
del poeta y que vale la pena leer:
UN DÍA CUALQUIERA
Voy con rumbo a la oficina.
Y es tan difícil concentrarse en el viaje,
en el gesto del vendedor de diarios,
en el camión de mudanzas,
en la mujer que cruza con mirada perdida.
Hace frío,
como en aquella noche de la triste noticia,
del viaje relámpago a la plaza de la
infancia,
al tobogán, a la arena,
al fútbol cuando los troncos
improvisaban el arco.
Se detiene el vehículo de adelante.
Lo anuncian sus luces rojas,
las luces rojas y blancas de aquella
calesita
y el único caballo que supimos domar.
Por entonces,
la tierra se movía más despacio
y la hora de las tostadas nos llamaba puntualmente.
Esa fotografía perdura en mi memoria
aún después de la noche de la triste
noticia.
Hace frío esta mañana.
Y es tan difícil concentrarse en el viaje.
EL EQUILIBRISTA
Hay momentos que caminan
sobre una soga en las alturas.
Momentos apenas estables, amenazados
por una mota de polvo,
una corriente de aire
o un aumento de la actividad subterránea.
Y uno sabe que transita
por un campo de alfileres,
de cristales destrozados,
pero aun así no se rinde
porque la rendición lo sacude
mucho más que ese riesgo.
Y sigue como un acróbata en las alturas,
camina en equilibrio temiendo
que el siguiente paso sea el último,
porque sabe,
íntimamente sabe,
que allí abajo, muy abajo
no hay
ninguna red.
CEMENTERIO DE AUTOMÓVILES
Yacen unos sobre otros
en la desolación del olvido.
Mutilados, víctimas de vejámenes,
enfermos de óxido y huracanes de polvo,
se arrumban en la frontera,
en el confín más lejano.
Ya nadie puede mitigar la sed,
no hay miradas codiciosas
ni reluce la pintura.
Algunas veces,
las sombras arrebatan sus vestigios
y corren a venderlos
al precio de mercado.
Una grúa los apila
y quedan solos en la multitud,
despojados de las voces.
Se van muriendo en silencio,
de a golpes certeros, de a pedazos,
con violencia inmerecida,
sin reproche.
La memoria es otra llaga,
otra máquina impiadosa.
AUSENCIA
Cuando no estás me abraza
un silencio de muerte.
Un viento de camposanto
siembra lágrimas de frío
y una bruma perversa
desdibuja las formas.
Ya no hay amaneceres
ni balcones
ni brisa marina
ni horizonte.
Si no estás,
mi piel vacía se pierde
en fronteras miserables.
Y no soy más que una mano
escribiendo poemas.
HONRAR LA HERENCIA
Fui un buscador de palabras.
Y astronauta, alpinista, buzo,
explorador de voces en silencio.
Peregrino en comarcas ilusorias,
alfarero de versos inservibles,
perseguidor de soles. Rabdomante.
Supuse que existía una luz
más lejana que otras luces,
un sabor más exquisito,
un afán más admirable.
Que siempre habría un verbo mejor,
más oportuno. Más propicio.
Supuse que unas ramas
me acercaban más al cielo.
Y mientras tanto
descuidé el tesoro de mis voces,
no honré mi herencia como hubiera debido.
Fui rastreador de palabras imposibles.
Hoy celebro las que abrigo entre mis manos.
INALCANZABLE
Este peso doblega aunque pasen los años.
El sendero hacia la cumbre
está poblado de espinas.
Y es tan arduo subir arrastrando esta
piedra.
Ya no hay oído para mis voces,
ya no hay más ojos para mis actos.
Sólo vive la hora que renueva el infierno.
No descubro la puerta al final del pasillo.
Ninguna luz resplandece,
ningún esfuerzo redime.
No hay Dios que imponga
penitencia tan larga.
LA PALABRA
La palabra fuego
es más que el fuego.
Y se presiente el agua
cuando decimos agua.
La palabra confunde.
Se pierde en laberintos,
se exilia en otros vientos.
Y resbala por el musgo
entre las piedras de un arroyo,
en la selva, en los tejados.
La siento como larva,
como espuela,
como animal en celo.
Como canción de cuna