EL ADJETIVO CIERRA
LA METÁFORA ABRE
Y lo comprobamos en los textos de Enrique Anderson Imbert, Juan Filloy, Guillermo Cabrera Infante y
Ricardo Güiraldes
Las portadas de las obras donde están los cuentos que leímos
Este es el programa N° 14, nuestro 14vo encuentro de Abordajes
poéticos, el taller de lectoescritura de la Fundación Argentina
para la Poesía realizado online vía streaming los
jueves de 18 a 19 hs, hora argentina, en www.onradio.com.ar
Los textos que leímos durante el programa-taller:
EL
DESTERRADO, cuento de ENRIQUE ANDERSON IMBERT
Federico tomó el tren y volvió a su casa, en Belgrano. Era de noche. Su mujer, sus hijos ya estarían esperándolo.
Federico tomó el tren y volvió a su casa, en Belgrano. Era de noche. Su mujer, sus hijos ya estarían esperándolo.
Vio el letrero de la estación: B E L G R A N O.
Bajó. Se largó a caminar. De repente desconoció las calles. Todo se había
mudado: calles, edificios, jardines, todo menos la estación. En la esquina
donde debía estar su casa había otra. Antes estaba enjalbegada de cal, ahora
era de ladrillos rojos, antes tenía un árbol enfrente, ahora se levantaba allí
un buzón pintado con una bandera norteamericana. Pero la puerta era la misma.
Entró. Sentados alrededor de una mesa llena de vasos y botellas de brandy
jugaban a los dados unos pistoleros de película. Lo miraron torvamente y le
gritaron algo que él no pudo entender. Sólo entendió que le gritaban en inglés.
El corazón le dio un vuelco.
Comprendió que en esa noche el barrio de Belgrano,
de un gran salto, había cambiado posiciones con otro barrio venido el diablo
sabe de dónde. Él estaba pisando un barrio que había venido volando, para
atraparlo. Quiso huir hacia la estación. Corrió, pero sin moverse. Y mientras
corría y corría sin adelantar un paso los pistoleros se rieron a carcajadas, se
le acercaron lentamente, lo rodearon, les miraron las piernas inútilmente
veloces y uno de ellos lo agarró con las dos manos y lo fue estrujando,
amasando, comprimiendo, plasmando, modelando. Lo reducían, lo reducían...Ahora
era solo un punto. El punto en un dado. Lo metieron, junto con otros dados, en
el cubilete, y los pistoleros siguieron jugando. Federico esperaba su turno
¡Alguna vez su punto tendría que salir, cara arriba en el dado! Pero terminaba
un juego y empezaba otro, y él no salía. Se repetían las combinaciones y se
repetía su fracaso: el dado daba una vuelta en el aire y ¡zas! El punto caía
para abajo. El fullero había cargado el dado. Cuando despertó no estaba en
Belgrano: estaba en Chicago.
En El mentir
de las estrellas, Buenos Aires, Emecé, 1979.
PELO,
cuento de Juan Filloy
Desconfío de los seres rabiosos. Asedian y fastidian
con sus expresiones de ira a quienes no les interesan las discordias ajenas.
Son habitualmente personas sin carácter que disimulan con sus enojos las
represiones y, quizás, los golpes recibidos.
Sin duda, ese fígaro andaluz había tenido un
entripado en casa o, a lo mejor, un chancletazo de su mujer.
Cuando llegué a la «Peluquería El Alcázar», su peine
y su tijera paraban de repente la tarea para dar calce a sus rabietas.
Protestaba aún contra el cliente anterior, tan lacónico que, al preguntarle
__¿Qué se
sirve? Respondió secamente: __Pelo.
__ Uzté
comprenderá, Don Caziano. Nozotroz no somos adivinos. Pelo...En la cabeza hay
muchaz clazez de pelo. Con semejante indicación, pude raparle laz patillaz o
los bigotez. Pelo...Pude rebanarle laz zejaz o laz pestañas.
La retahíla
siguió un largo rato. Como sus compañeros de labor estaban ocupados, no había
más que yo esperando turno. De reojo, en los hiatos en que cesaba su verborrea,
filiaba mi compostura y mi atuendo. Algo de lo que refunfuñaba tenía matices de
prevención enderezados a mí. Hasta algunas grimas de su grimorio había pescado
yo, sin mirarlo directamente, mediante reflejos sesgados en los espejos del
salón. Servicial, ayudó a Don Caziano a ponerse el saco y cepillarle la solapa:
__ Cazpaz y pelilloz noz pertenecen_ dijo
burlonamente endulzando la voz.
Naturalmente, más natural que de costumbre, me
instalé en el sillón vacante. El fígaro, solícito, colocó los linos y algodones
de rigor. Y engolando la inflexión preguntó:
__ ¿Qué ze zirve el zeñor?
__ Por lo
pronto, córteme los tolanos y recórteme los aladares. Hizo un movimiento
frontal como investigándome:
__ ¿Cómo dijo
el zeñor? No sé si farfulló el ¡Córcholis! típico de las sorpresas. No sé
tampoco qué clase de desazón le sobrevino, manteniendo inactivos el peine y la
tijera en ristre. Lo cierto es que había captado la lección y, ablandándose,
bochornosamente manifestó:
__ Uzté
dizpenze. No lo he interpretado bien ¿Quisiera indicarme de nuevo zu dezeo? __
Cómo no. Y se lo digo en perfecto castellano. Por ahora, córteme los tolanos y
recórteme los aladares. Luego le pediré que me seccione las vibrisas y me
extirpe los curujeyes.
__
¡Recórcholiz! Casi dio un patatús acompañando al ímpetu de la interjección.
Trató de sonreír, después. No pudo. Su rostro era la máscara de la amargura.
Piadosamente, mi explicación borró su mueca. Pero sus ojos miraban para
adentro.
¿Quién escribe?, cuento de Guillermo Cabrera Infante
¿Quién habla en un poema? ¿Quién narra en una
novela? ¿Quién es ese yo de las autobiografías? ¿Quién cuenta un cuento? ¿Quiénes
conversan en esa imaginada pieza de sólo tres paredes? ¿Qué voz, activa o
pasiva, habla, narra, cuenta, charla, instruye—se deja ver escrita? ¿Quién es
ese ventrílocuo oculto que habla en este mismo momento por mi boca—o más bien
por mis dedos?
La pluma, por supuesto, a primera vista o de primera
mano anoche. O la máquina de escribir ahora en la mañana. Una segunda mirada
sonora, escuchar otra vez ese silencio nos revelará—a mí en este instante; a
ti, lector, enseguida—que esa voz inaudita, ese escribano invisible es el
lenguaje.
Pero la última duda es también la primera— ¿de qué
voz original es el lenguaje el eco?
Exorcismos de esti(l)o (1976)
Aquí el link del audio del taller-programa:
Y recordamos que
Los Abordajes poéticos pueden verse y escucharse online
los días jueves de 18 a 19 hs, horario de la Argentina, vía streaming, por www.onradio.com.ar
Las yapas:
1- Ricardo Güiraldes y su Don Segundo Sombra
2- GENTUZA, de Juan Filloy
3- Enrique Anderson Imbert, varios cuentos
¡Buena semana poética!
Y me fui, como quien se
desangra…
No hay comentarios.:
Publicar un comentario