El recurso que veremos es el símbolo
Es una representación perceptible de una idea.
Es una representación perceptible de una idea.
Signos y símbolos
El hombre siempre
tuvo que graficar para explicar: primero fue el signo y luego el símbolo. Los
signos son comunes a humanos y animales, como por ejemplo: movimientos con las
manos, la cola (en los perros), expresiones de la cara, gestos. En tal
sentido, el símbolo es una intelectualización de un signo.
Por ende, decir que
el siglo XX contaminó todas las artes con la fotografía y el cine, es una
verdad a medias: el símbolo es tan antiguo como el ser humano.
Pictogramas: son marcas
que han dejado los humanos (en rocas, árboles, etc.) para que otros las vean e
interpreten. Tienen una construcción que prefigura el dibujo. Son relatos para
otros. “No nos une el amor sino el espanto”, dice Jorge Luis Borges. Aplicable a este caso: la
necesidad prefiguró el nacimiento de un idioma, necesario
para unir fuerzas en la lucha por la supervivencia.
Símbolo: originado
en civilizaciones prealfabetizadas. Y en la era tecnológica también estamos
rodeados de símbolos que tienen significados y usos aceptados. Son eficaces
para producir una respuesta rápida. Facilidad de percepción y de memoria.
Federico García Lorca
Federico García
Lorca (Fuente Vaqueros, Granada, 5 de junio de 1898, Granada, 18 de agosto de
1936). Poeta, dramaturgo y prosista español. Perteneciente a la Generación del
27, es el poeta de mayor influencia y popularidad de la literatura española del
siglo XX. Como dramaturgo, se le considera una de las cimas del teatro español
del siglo XX-
Murió fusilado tras
la sublevación militar que dio origen a la Guerra Civil Española. Fue entregado
sus propios primos, porque lo envidiaban como artista y lo despreciaban
por homosexual. Es muy sintético en su
apretada vida. FGL era una estrella, el equivalente a hoy un rockero o un cantante
melódico.
Cuando vino a la
Argentina en 1934, fue recibido como a una celebridad: “todo el mundo” fue al puerto,
entre ellos, Pablo Neruda, Alfonsina Storni, Oliverio Girondo. Una banda
musical acompaña su llegada, La Razón tituló en cuerpo 72 de tapa “llegó García
Lorca”. Una noche, Carlos Gardel y Lorca se cruzaron en Av. Corrientes y
Libertad, y se abrazaron. Una premonición de“Dos potencias se saludan”: Ambos
murieron poco después, uno en Medellín y otro fusilado por la falange.
Pero JLB no se une
al festejo. El lo despreciaba por el aura de estrella que lo rodeaba (cuando le preguntan qué pensaba de FGL, que había llegado a Buenos Aires, respondió: “es un
andaluz profesional”).
Lorca y el romance
Romance:
composición lírica de versos de arte menor (hasta 8 sílabas) con rima asonante
(vocal y acentuación) en los versos pares y una longitud variable, según la
temática. Romance viene de “roman”, que es la lengua de transición del latín
bajo con los idiomas locales. Todo tiene que ver con la centralidad del imperio
romano, que impone la “Pax Romana” a sus provincias. Roma impuso su lengua “por debajo”, sirvió de sustento a todas las lenguas orales de Europa, dándoles
estructura gramatical y la grafía latina.
Estas lenguas se
van consolidando durante la Edad Media. El poema es el vehículo para contar
novedades a un público que no puede leer. El romance cuenta las epopeyas de
los héroes, para que el pueblo se entretenga y los emule.
El romance es la
primera expresión de la literatura española. El poema del Mío Cid, por ejemplo, está escrito en romance.
En el Siglo de Oro
el romance queda relegado frente a la novedad del soneto. La generación del ´27 (la de FGL) toma el final del
modernismo, primer movimiento literario que se genera en la periferia (en este
caso Buenos Aires, a través de Rubén Darío) e impacta en la centralidad (en
este caso, España).
Una de sus
vertientes abraza las tradiciones anteriores al Siglo de Oro, aunque
conservando en su admiración a poetas como Góngora.
Teatro
Es de gran importancia en el siglo XX. Es un teatro poético, en el
sentido de que gira en torno a símbolos medulares —la sangre, el cuchillo o la
rosa, el caballo, el agua, la luna—, que se desarrolla en espacios míticos o presenta un realismo
trascendido, y de que, en fin, encara problemas sustanciales del existir. El
lenguaje es también poético.
Bodas de sangre
(1933)
Yerma (1934)
Doña Rosita la
soltera (1935)
La casa de Bernarda
Alba (1936), para muchos la obra maestra del autor.
En esta obra, FGL
escribe:
“El poeta advierte
que estos tres actos tienen la intención de un documental fotográfico”.
A través de los
recursos poéticos quiere mostrar, desde la dramática, las imágenes de sus
ideas. Es una dramaturgia de la poesía.
En cuanto a lo
poético, vamos a trabajar lo que menos se conoce:
Poeta de Nueva York
En 1929 viaja a los
Estados Unidos y se establece en Nueva York, para dictar clases y conferencias
en la Universidad de Columbia. En medio de su estadía, estalla la crisis
financiera.
Le llama la
atención la libertad, los amplios lugares, experiencias que vivió Antonin
Dvorak, varias décadas antes, en 1893, que lo impulsó a componer su Sinfonía del Nuevo Mundo. Ambos, influenciados por Walt Whitman y su Canto a la libertad, al hombre americano, a las
enormes planicies.
Lorca mira los
Estados Unidos con ojos diferentes. Le impresionan los negros. Los menciona
mucho en su libro, en una época en que no resulta políticamente correcto hablar
de los negros, 30 años antes de que Rosa Parks busque un asiento más cómodo en
ese famoso colectivo del Sur.
Utiliza un lenguaje experimental, que lo hace parecido a la poesía de Oliverio Girondo.
Se leyeron en clase los siguientes poemas:
1910
(INTERMEDIO)
Aquellos ojos míos
de mil novecientos diez
no vieron enterrar
a los muertos,
ni la feria de
ceniza del que llora por la madrugada,
ni el corazón que
tiembla arrinconado como un caballito de mar.
Aquellos ojos míos
de mil novecientos diez
vieron la blanca
pared donde orinaban las niñas,
el hocico del toro,
la seta venenosa
y una luna
incomprensible que iluminaba por los rincones
los pedazos de
limón seco bajo el negro duro de las botellas.
Aquellos ojos míos
en el cuello de la jaca,
en el seno
traspasado de Santa Rosa dormida,
en los tejados del
amor, con gemidos y frescas manos,
en un jardín donde
los gatos se comían a las ranas.
Desván donde el
polvo viejo congrega estatuas y musgos,
cajas que guardan
silencio de cangrejos devorados
en el sitio donde
el sueño tropezaba con su realidad.
Allí mis pequeños
ojos.
No preguntarme nada.
He visto que las cosas
cuando buscan su
curso encuentran su vacío.
Hay un dolor de
huecos por el aire sin gente
y en mis ojos
criaturas vestidas ¡sin desnudo!
Nueva York, agosto 1929
LOS NEGROS
Para Ángel del
Río.
NORMA Y PARAISO DE LOS
NEGROS
Odian la sombre del
pájaro
sobre el pleamar de
la blanca mejilla
y el conflicto de
luz y viento
en el salón de la
nieve fría.
Odian la flecha sin
cuerpo,
el pañuelo exacto
de la despedida,
la aguja que
mantiene presión y rosa
en el gramíneo
tabor de la sonrisa.
Aman el azul
desierto,
las vacilantes
expresiones bovinas,
la mentirosa luna
de los polos,
la danza curva del
agua en 1a orilla.
Con la ciencia del
tronco y del rastro
llenan de nervios
luminosos la arcilla
y patinan lúbricos
por agua y arenas
gustando la amarga
frescura de su milenaria saliva.
Es por el azul
crujiente,
azul sin un gusano
ni una huella dormida,
donde los huevos de
avestruz quedan eternos
y deambulan
intactas las lluvias bailarinas.
Es por el azul sin
historia,
azul de una noche
sin temor de día,
azul donde el
desnudo del viento va quebrando
los camellos
sonámbulos de las nubes vacías.
Es allí donde
sueñan los torsos bajo la gula de la hierba.
Allí los corales
empapan la desesperación de la tinta,
los durmientes borran
sus perfiles bajo la madeja de los caracoles
y queda el hueco de
la danza sobre las últimas cenizas.
EL REY DE HARLEM
Con una cuchara
arrancaba los ojos
a los cocodrilos
y golpeaba el
trasero de los monos.
Con una cuchara.
Fuego de siempre
dormía en los pedernales
y los escarabajos
borrachos de anís
olvidaban el musgo
de las aldeas.
Aquel viejo
cubierto de setas
iba al sitio donde
lloraban los negros
mientras crujía la
cuchara del rey
y llegaban los
tanques de agua podrida.
Las rosas huían por
los filos
de las últimas
curves del aire,
y en los montones
de azafrán
los niños
machacaban pequeñas ardillas
con un rubor de
frenesí manchado.
Es preciso cruzar
los puentes
y llegar al rubor
negro
para que el perfume
de pulmón
nos golpee las
sienes con su vestido
de caliente piña.
Es preciso matar al
rubio vendedor de aguardiente,
a todos los amigos
de la manzana y de la arena,
y es necesario dar
con los puños cerrados
a las pequeñas
judías que tiemblan llenas de burbujas,
para que el rey de
Harlem cante con su muchedumbre,
para que los
cocodrilos duerman en largas filas
bajo el amianto de
la luna,
y para que nadie
dude de la infinita belleza
de los plumeros,
los ralladores, los cobres y las cacerolas de las cocinas.
¡Ay,
Harlem! ¡Ay, Harlem! ¡Ay, Harlem!
No hay angustia
comparable a tus rojos oprimidos,
a to sangre
estremecida dentro del eclipse oscuro,
a tu violencia
granate sordomuda en la penumbra,
a tu gran rey
prisionero, con un traje de conserje.
*
Tenía la noche una
hendidura y quietas salamandras de marfil.
Las muchachas
americanas
llevaban niños y
monedas en el vientre
y los muchachos se
desmayaban en la cruz del desperezo.
Ellos son.
Ellos son los que
beben el whisky de plata junto a los volcanes
y tragan pedacitos
de corazón por las heladas montañas del oso.
Aquella noche el
rey de Harlem con una durísima cuchara
arrancaba los ojos
a los cocodrilos
y golpeaba el
trasero de los monos.
Con una cuchara.
Los negros lloraban
confundidos
entre paraguas y
soles de oro,
los mulatos
estiraban gomas, ansiosos de llegar al torso blanco,
y el viento
empañaba espejos
y quebraba las
venas de los bailarines.
Negros, Negros,
Negros, Negros.
La sangre no tiene
puertas en vuestra noche boca arriba.
No hay rubor.
Sangre furiosa por debajo de las pieles,
viva en la espina
del puñal y en el pecho de los paisajes,
bajo las pinzas y
las retamas de la celeste luna de cáncer.
Sangre que busca
por mil caminos muertes enharinadas y ceniza de nardo,
cielos yertos, en
declive, donde las colonias de planetas
rueden por las
playas con los objetos abandonados.
Sangre que mira
lenta con el rabo del ojo,
hecha de espartos
exprimidos, néctares de subterráneos.
Sangre que oxida el
alisio descuidado en una huella
y disuelve a las
mariposas en los cristales de la ventana.
Es la sangre que
viene, que vendrá
por los tejados y
azoteas, por todas partes,
para quemar la
clorofila de las mujeres rubias,
para gemir al pie
de las camas ante el insomnio de los lavabos
y estrellarse en
una aurora de tabaco y bajo amarillo.
Hay que huir,
huir por las
esquinas y encerrarse en los últimos pisos,
porque el tuetano
del bosque penetrará por las rendijas
para dejar en
vuestra carne una leve huella de eclipse
y una falsa
tristezá de guante desteñido y rosa química.
*
Es por el silencio
sapientísimo
cuando los
camareros y los cocineros y los que limpian con la lengua
las heridas de los
millonarios
buscan al rey por
las calles o en los ángulos del salitre.
Un viento sur de
madera, oblicuo en el negro fango,
escupe a las barcas
rotas y se clava puntillas en los hombros;
un viento sur que
lleva
colmillos,
girasoles, alfabetos
y una pila de Volta
con avispas ahogadas.
El olvido estaba
expresado por tres gotas de tinta sobre el monóculo,
el amor por un solo
rostro invisible a flor de piedra.
Médulas y corolas
componían sobre las nubes
un desierto de
tallos sin una sola rosa:
*
A la izquierda, a
la derecha, por el sur y por el norte,
se levanta el muro
impasible
para el topo, la
aguja del agua.
No busquéis,
negros, su grieta
para hallar la
máseara infinita.
Buscad el gran sol
del centro
hechos una piña
zumbadora.
El sol que se
desliza por los bosques
seguro de no
encontrar una ninfa,
el sol que destruye
números y no ha cruzado nunca un sueño,
el tatuado sol que
baja por el río
y muge seguido de
caimanes.
Negros, Negros,
Negros, Negros.
Jamás sierpe, ni
cebra, ni mula
palidecieron al
morir.
El leñador no sabe
cuándo expiran
los clamorosos
árboles que corta.
Aguardad bajo la
sombra vegetal de vuestro rey
a que cicutas .y
cardos y ortigas turben postreras azoteas.
Entonces, negros,
entonces, entonces,
podréis besar con
frenesí las ruedas de las bicicletas,
poner parejas de
microscopios en las cuevas de las ardillas
y danzar al fin,
sin duda, mientras las flores erizadas
asesinan a nuestro
Moisés casi en los juncos del cielo.
¡Ay, Harlem,
disfrazada!
¡Ay, Harlem,
amenazada por un gentío de trajes sin cabeza!
Me llega tu rumor,
me llega tu rumor
atravesando troncos y ascensores,
a través de láminas
grises
donde flotan tus
automóviles cubiertos de dientes,
a través de los
caballos muertos y los crímenes diminutos,
a través de tu gran
rey desesperado
cuyas barbas llegan
al mar
El enorme paraíso
de los negros.
“norma y paraíso”
Odian la sombra del
pájaro
PAISAJE DE LA MULTITUD
QUE VOMITA
(ANOCHECER DE
CONEY ISLAND)
La mujer gorda venía delante
arrancando las raíces y mojando el
pergamino de los tambores,.
la mujer gorda
que vuelve del revés los pulpos
agonizantes.
La mujer gorda, enemiga de la luna,
corría por las calles y los pisos
deshabitados
y dejaba por los rincones pequeñas
calaveras de paloma
y levantaba las furias de los
banquetes de los siglos últimos
y llamaba al demonio del pan por
las colinas del cielo barrido
y filtraba un ansia de luz en las
circulaciones subterráneas.
Son los cementerios, lo sé, son los
cementerios
y el dolor de las cocinas
enterradas bajo la arena,
son los muertos, los faisanes y las
manzanas de otra hora
los que nos empujan en la garganta.
Llegaban los rumores de la selva
del vómito
con las mujeres vacías, con niños
de cera caliente,
con árboles fermentados y camareros
incansables
que sirven platos de sal bajo las
arpas de la saliva.
Sin remedio, hijo mío, ¡vomita! No
hay remedio.
No es el vómito de los húsares
sobre los pechos de la prostituta,
ni el vómito del gato que se tragó
una rana por descuido.
Son los muertos que arañan con sus
manos de tierra
las puertas de pedernal donde se
pudren nublos y postres.
La mujer gorda venía delante
con las gentes de los barcos, de
las tabernas y de los jardines.
El vómito agitaba delicadamente sus
tambores
entre algunas niñas de sangre
que pedían protección a la luna.
¡Ay de mí! ¡Ay de mí! ¡Ay de mí!
Esta mirada mía fue mía, pero ya no
es mía,
esta mirada que tiembla desnuda por
el alcohol
y despide barcos increíbles
por las anémonas de los muelles.
Me defiendo con esta mirada
que mana de las ondas por donde el
alba no se atreve
yo, poeta sin brazos, perdido
entre la multitud que vomita,
sin caballo efusivo que corte
los espesos musgos de mis sienes.
Pero la mujer gorda seguía delante
y la gente buscaba las farmacias
donde el amargo trópico se fija.
Sólo cuando izaron la bandera y
llegaron los primeros canes
la ciudad entera se agolpó en las
barandillas del embarcadero.
New York, 29 de
diciembre de 1929
Conferencias
La imagen poética
de Don Luis de Góngora
Ver links
Y, por último, un Lorca “clásico”
Romance de la luna, luna
La luna vino a la fragua
con su polisón de nardos.
El niño la mira mira.
El niño la está mirando.
En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.
Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.
Niño déjame que baile.
Cuando vengan los gitanos,
te encontrarán sobre el yunque
con los ojillos cerrados.
Huye luna, luna, luna,
que ya siento sus caballos.
Niño déjame, no pises,
mi blancor almidonado.
El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño,
tiene los ojos cerrados.
Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas levantadas
y los ojos entornados.
¡Cómo canta la zumaya,
ay como canta en el árbol!
Por el cielo va la luna
con el niño de la mano.
Dentro de la fragua lloran,
dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela.
el aire la está velando.
Romance de la luna, luna
La luna vino a la fragua
con su polisón de nardos.
El niño la mira mira.
El niño la está mirando.
En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.
Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.
Niño déjame que baile.
Cuando vengan los gitanos,
te encontrarán sobre el yunque
con los ojillos cerrados.
Huye luna, luna, luna,
que ya siento sus caballos.
Niño déjame, no pises,
mi blancor almidonado.
El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño,
tiene los ojos cerrados.
Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas levantadas
y los ojos entornados.
¡Cómo canta la zumaya,
ay como canta en el árbol!
Por el cielo va la luna
con el niño de la mano.
Dentro de la fragua lloran,
dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela.
el aire la está velando.
Ejercicio
ResponderBorrarBasado en la lectura de FGL
Exilios
06-06-14
En qué idioma soñamos cuando soñamos?
En qué idioma pensamos cuando pensamos?
En qué idioma lloramos cuando lloramos?
A la rastra llevamos nuestro cuerpo
y sus pálidos jirones van quedando
en un hogar cálido, tenue y extraño,
una lejana y querida estación de tren,
un fracaso de secas bocas cansadas
un bebé que sonríe cuando no lo miramos.
Y cuando creemos que volvemos,
ese patio, esa mesa, ese recuerdo,
parecen impregnados de ajenidades.
Equívocos fulgores nos susurran
eso que no queremos saber,
que sólo somos estatuas de sal.
En qué idioma soñaremos?
En qué idioma pensaremos?
En qué idioma lloraremos?
En qué idioma moriremos?
Exilios
06-06-14
En qué idioma soñamos cuando soñamos?
En qué idioma pensamos cuando pensamos?
En qué idioma lloramos cuando lloramos?
A la rastra llevamos nuestro cuerpo
y sus pálidos jirones van quedando
en un hogar cálido, tenue y extraño,
una lejana y querida estación de tren,
un fracaso de secas bocas cansadas
un bebé que sonríe cuando no lo miramos.
Y cuando creemos que volvemos,
ese patio, esa mesa, ese recuerdo,
parecen impregnados de ajenidades.
Equívocos fulgores nos susurran
eso que no queremos saber,
que sólo somos estatuas de sal.
En qué idioma soñaremos?
En qué idioma pensaremos?
En qué idioma lloraremos?
En qué idioma moriremos?