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sábado, 18 de octubre de 2014

Clase N° 22 - 16 de octubre 2014

Porfirio Barba Jacob
Hoy veremos la obra poética de Porfirio Barba Jacob, un poeta colombiano casi desconocido para el público argentino.

Noticia biobibliográfica

Poeta y periodista colombiano, polémico e influyente, cuya obra suele clasificarse dentro de un modernismo ecléctico.

Su verdadero nombre era Miguel Ángel Osorio Benítez, Nació en Santa Rosa de Osos, Departamento de Antioquía, Colombia, en 1883, y falleció en México DF en 1942.

En su primera juventud fue maestro de escuela rural en Antioquía, donde fundó la campesina Escuela de la Iniciación.

Luego de fundar en Bogotá, hacía 1902, el periódico literario El Cancionero Antioqueño, que dirigió como Marín Jiménez, escribió la novela Virginia, que nunca vio la luz pues los originales fueron incautados por el alcalde de Santa Rosa por 'inmoral'.

En 1906-1907 en Barranquilla escribió sus primeros poemas que hicieron parte de Campiña Florida (1907) donde apareció su más conocido poema: Parábola de la vida profunda. Entonces adoptó el sobrenombre de Ricardo Arenales, que usó hasta 1922, y luego en Guatemala, lo cambió por Barba Jacob que conservó hasta su muerte.

Su vida fue un continuo y desgarrado peregrinaje por diversos países de América. Estuvo radicado en Guatemala, Honduras, Costa Rica, El Salvador, Cuba, Perú y México, colaborando con toda suerte de publicaciones literarias y políticas. Contradictorio, siempre propenso al escándalo, enriqueció la leyenda sobre su extravagante persona con una producción poética peculiar. Su espíritu errante, lleno de pasión y de nostalgia, formó parte esencial de su obra, signada además por la angustia y la sensualidad. Participó en movimientos políticos en México, Guatemala y Cuba. Trabó amistad con políticos influyentes, como por ejemplo, Porfirio Díaz, militar, dictador y presidente de México, y con poetas contemporáneos, como por ejemplo, Federico García Lorca, a quien conoció en Cuba.

En 1918 retornó a México y vivió en Ciudad Juárez, El Paso y San Antonio, donde se dice que escribió una perdida biografía de Pancho Villa.
Utilizó muchos seudónimos: Juan Sin Miedo, Juan Sin Tierra, Juan Azteca, Junius Cálifax, Almafuerte, El Corresponsal Viajero y otros más.

Barba Jacob fue abiertamente homosexual, y esto marca su mirada poética, su angustia deliberada ocultada y la censura que sufrieron él y su obra en el período en el que le tocó vivir.
  
Murió en 1942, de tuberculosis, en la Ciudad de México. Cuatro años después de su fallecimiento, en 1946, el gobierno colombiano trasladó sus restos a Colombia. Hoy en su ciudad natal, es un referente, una de las personalidades más importantes. Allí está emplazada esta escultura en homenaje a Porfirio Barba Jacob de Rodrigo Arenas Betancur.



En el siguiente link podrán leer una crónica más detallada de las peripecias de la vida de este poeta:


Estilo poético

El conjunto de su obra muestra un estilo modernista particular y propio, con la temática típica del movimiento, pero el poeta llena su universo espiritual con la experiencia de vida transformada en poema.  Pleno de palabras altisonantes, pero con un ritmo emocionado, angustioso, sincero y pasional. Influido por Baudelaire, tiene más vida interior que imaginación, y temperamento más romántico que modernista; se acerca unas veces a la belleza formal de Rubén Darío, a la delicadeza de Amado Nervo. Lírico como ninguno, dice de él Nicolás Bayona Posada que poseyó el arte maravilloso de unir a la música de las estrofas una embriagadora melodía de pensamientos originales y alucinantes.

Germán Arciniegas, que rescata su obra y lo pone a la par de Gabriel García Márquez en cuanto a la crónica periodística, expresa: “Cuando Porfirio Barba Jacob se llamaba Ricardo Arenales, en 1917, ocurrió el terremoto de San Salvador, uno de los grandes cataclismos que han conmovido a Centro América. Entonces, como en toda su vida Barba Jacob hacía periodismo. Un periodismo con toda la carga romántica que tienen sus versos, con el esplendor modernista de la época y con la agresividad personal —en los panfletos— del vagabundo colombiano que recorrió los contornos del Caribe como un endiablado sembrador de fuego”.




Algunas de sus frases

A continuación leeremos algunas de sus frases, que sin duda, reflejan en él el movimiento modernista:

"La poesía es la religión de los cultos. Si en lugar de adorar a Jesús amáramos a Homero, la humanidad no sufriría tanto".

"El corazón del campo te dará su vigor para entrar en el último sueño".

"La poesía es la dama de los cabellos ardientes".

"Nadie puede impedir que un perro callejero se orine en el monumento más glorioso".

"Vale más el oro del sonido, que el sonido del oro".


Los títulos de sus obras y las antologías / recopilaciones post mortem 

·         Campiña Florida (Barranquilla, 1907).
·         Canciones y Elegías (México, 1933).
·         Rosas Negras (Guatemala, 1933) 
·         Poemas intemporales (México, 1944).
·         Antorchas contra el viento (Bogotá, 1944).
·         Poemas Fernando Vallejo (editor). Procultura. (Bogotá, 1986).
·         Antología S. Ernesto Ojeda (editor). Editorial Panamericana (Bogotá, 1994). 
·          Rosas negras (antología hecha por Luis Antonio de Villena) Mestral Poesía. (Valencia, España, 1988).


Obra poética

A continuación veremos algunos de sus poemas:

Canción de la vida profunda

El hombre es una cosa vana, variable y ondeante...
MONTAIGNE

Hay días en que somos tan móviles, tan móviles,
como las leves briznas al viento y al azar.
Tal vez bajo otro cielo la Gloria nos sonríe.
La vida es clara, undívaga, y abierta como un mar.

Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles,
como en abril el campo, que tiembla de pasión:
bajo el influjo próvido de espirituales lluvias,
el alma está brotando florestas de ilusión.

Y hay días en que somos tan sórdidos, tan sórdidos,
como la entraña obscura de oscuro pedernal:
la noche nos sorprende, con sus profusas lámparas,
en rútiles monedas tasando el Bien y el Mal.

Y hay días en que somos tan plácidos, tan plácidos...
(¡niñez en el crepúsculo! ¡Lagunas de zafir!)
que un verso, un trino, un monte, un pájaro que cruza,
y hasta las propias penas nos hacen sonreír.

Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos,
que nos depara en vano su carne la mujer:
tras de ceñir un talle y acariciar un seno,
la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer.

Y hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres,
como en las noches lúgubres el llanto del pinar.
El alma gime entonces bajo el dolor del mundo,
y acaso ni Dios mismo nos puede consolar.

Mas hay también ¡Oh Tierra! un día... un día... un día...
en que levamos anclas para jamás volver...
Un día en que discurren vientos ineluctables
¡un día en que ya nadie nos puede retener!



Canción de la hora feliz

Yo tuve ya un dolor tan íntimo y tan fiero,
de tan cruel dominio y trágica opresión,
que a tientas, en las ráfagas de su huracán postrero,
fui hasta la Muerte... Un alba se hizo en mi corazón.

Bien se que aún me aguardan angustias infinitas
bajo el rigor del tiempo que nevará en mi sien;
que la alegría es lúgubre; que rodarán marchitas
sus rosas en la onda de lúgubre vaivén.

Bien sé que, alucinándome con besos sin ternura,
me embriagarán un punto la juventud y Abril;
y que hay en las orgías un grito de pavura,
tras la sensualidad del goce juvenil.

Sé más: mi egregia Musa, de hieles abrevada,
en noches sin aurora y en llantos de agonía,
por el fatal destino de dioses engañada
ya no creerá en nada... ni aún en la poesía...

¡Y estoy sereno! En medio del oscuro "algún día",
de la sed, de la fiebre, de los mortuorios ramos
-¡el día del adiós a todo cuanto amamos!-
yo evocaré esta hora y me diré a mí mismo,
sonriendo virilmente: -"Poeta, ¿en qué quedamos?"

Y llenaré mi vaso de sombras y de abismo...
¡el día del adiós a todo cuanto amamos!


Elegía de septiembre

¡Oh sol! ¡Oh mar! ¡Oh monte! ¡Oh humildes
animalitos de los campos! Pongo a todas las cosas
por testigos de esta realidad tremenda: He vivido.

Main

Cordero tranquilo, cordero que paces
tu grama y ajustas tu ser a la eterna armonía:
hundiendo en el lodo las plantas fugaces
huí de mis campos feraces
un día...
Ruiseñor de la selva encantada
que preludias el orto abrileño:
a pesar de la fúnebre muerte, y la sombra, y la nada,
yo tuve el ensueño.
Sendero que vas del alcor campesino
a perderte en la azul lontananza:
los dioses me han hecho un regalo divino:
la ardiente esperanza.
Espiga que mecen los vientos, espiga
que conjuntas el trigo dorado:
al influjo de soplos violentos,
en las noches de amor, he temblado.
Montaña que el sol transfigura.
Tabor al febril mediodía,
silente deidad en la noche estilífera y pura:
¡nadie supo en la tierra sombría
mi dolor, mi temblor, mi pavura!
Y vosotros, rosal florecido,
lebreles sin amo, luceros, crepúsculos,
escuchadme esta cosa tremenda: ¡He Vivido!
He vivido con alma, con sangre, con nervios, con músculos,
y voy al olvido.


Soberbia

Le pedí un sublime canto que endulzara
mi rudo, monótono y áspero vivir.

El me dio una alondra de rima encantada...
¡Yo quería mil!

Le pedí un ejemplo del ritmo seguro
con que yo pudiera gobernar mi afán.

Me dio un arroyuelo, murmullo nocturno...
¡Yo quería un mar!

Le pedí una hoguera de ardor nunca extinto,
para que a mis sueños prestase calor.

Me dio una luciérnaga de menguado brillo...
¡Yo quería un sol!

Qué vana es la vida, qué inútil mi impulso,
y el verdor edénico, y el azul Abril...

¡Oh sórdido guía del viaje nocturno!
¡Yo quiero morir!


Canción del tiempo y el espacio

El dulce niño pone el sentimiento
entre la pompa de jabón que fía
el lirio de su mano a la extensión.

El dulce niño pone el sentimiento
y el contento en la pompa de jabón.

Yo pongo el corazón -¡pongo el lamento!
entre la pompa de ilusión del día,
en la mentira azul de la extensión.

El dulce niño pone el sentimiento
y el contento. Yo pongo el corazón.


Futuro

Decid cuando yo muera... (¡y el día esté lejano!):
soberbio y desdeñoso, pródigo y turbulento,
en el vital deliquio por siempre insaciado,
era una llama al viento...

Vagó, sensual y triste, por islas de su América;
en un pinar de Honduras vigorizó el aliento;
la tierra mexicana le dio su rebeldía,
su libertad, su fuerza... Y era una llama al viento.

De simas no sondadas subía a las estrellas;
un gran dolor incógnito vibraba por su acento;
fue sabio en sus abismos -y humilde, humilde, humilde-
porque no es nada una llamita al viento...

Y supo cosas lúgubres, tan hondas y letales,
que nunca humana lira jamás esclareció,
y nadie ha comprendido su trágico lamento...

Era una llama al viento y el viento la apagó.


Canción de la alegría

¡Oh juventud… y el corazón… y Ella,
música en el silencio del palmar!
Brilla en mi cielo temblorosa estrella,
y el corazón, la juventud y Ella
me infunden vago anhelo de cantar.

Junio en sus brazos cálidos madura
de mayo floreal la herencia opima;
y la onda musical de la luz pura
truécase en polvo de oro de la rima.

¡Oh juventud… y el corazón… y Ella
trémula en el cordaje del laúd:
Ella florida, Ella enardecida,
Ella, todo el aroma de la vida
en la miel de la dulce juventud!

Aún siento impulso de cantar. El viento
riega efluvios de Dios por la pradera,
todo primor de nácar y de trino
en la infantilidad de la mañana

-¿Qué es poesía?
- El pensamiento divino
hecho melodía humana.


Elegía platónica

Amo a un joven de insólita pureza,
todo de lumbre cándida investido:
la vida en él un nuevo dios empieza,
y ella en él cobra número y sentido.

Él, en su cotidiano movimiento
por ámbitos de bruma y gnomo y hada,
circunscribe las flámulas del viento
y el oro ufano en la espiga enarcada.

Ora fulgen los lagos por la estría...
Él es paz en el alba nemorosa.
Es canción en lo cóncavo del día.
Es lucero en el agua tenebrosa...

En las noches oceánicas

En las noches oceánicas
de los campos de Cuba,
muchachuela rural ha llamado a mi hombría;
tiene las carnes fúlgidas,
tiene los ojos bellos,
desnuda muestra corales vivos
ardiendo en sus mamelias.

El espejo

¿Mi nombre? Tengo muchos: canción, locura, anhelo.
¿Mi acción? Vi un ave hender la tarde, hender el cielo.
Busqué su huella y sonreí llorando,
y el tiempo fue mis ímpetus domiando.

¿La síntesis? No se supo: un día fecundaré la era
donde me sembrarán. Don Nadie. Un hombre. Un loco. Nada.

Una sombra inquietante y pasajera.
Un odio. Un grito. Nada. Nada.

¡Oh desprecio, oh rencor, oh furia, oh rabia!
La vida está de soles diademada.

Me estremece e
El hueco que descubres en la luz de mi espejo.


Recurso poético

La sinécdoque

La sinécdoque consiste en extender, restringir o alterar de algún modo la significación de las palabras, para designar un todo con el nombre de una de sus partes, o viceversa; un género con el de una especie, o al contrario; una cosa con el de la materia de que está formada

Se suele considerar A la sinécdoque como un caso particular de la metonimia, que consiste en designar una cosa con el nombre de otra tomando el efecto por la causa o viceversa, el autor por sus obras, el signo por la cosa significada, etc.;


Ejemplos

La parte por el todo:
Tiene quince primaveras (años)
Quedó sola con cuatro bocas que alimentar (hijos)
Cuando vimos las velas (naves)
El heredero al trono (reino)
Le escribiré unas letras (una carta)
Quedó sola con cuatro bocas que alimentar (se refiere a sus cuatro hijos)
Pidió la mano de su novia
Tiene veinte primaveras (años)
Trabajo para ganarme el pan (salario para vivir)
Un rebaño de mil cabezas (animales)
Hay que pasar el invierno (se refiere a que hay que pasar el año)

El todo por la parte:
España (el equipo de España) ganó a (el equipo de) Francia
La ciudad (sus habitantes) se amotinó
Llegó la policía (algunos oficiales, no toda la institución)
La ciudad (los ciudadanos) le recibió cálidamente
Todo el mundo dice lo mismo (mucha gente)
El género por la especie:
El noble animal relinchó (animal por caballo)
La especie por el género:
Ganarse el pan (por “ganarse la comida")
El singular por el plural:
El inglés es flemático, el español colérico
El perro es un animal fiel (todos los perros)

El plural por el singular:
Los oros de las Indias

La materia por el objeto:
Chocaron los aceros. (en lugar de las armas de acero, espada, cuchillo, etc.)

Lo abstracto por lo concreto:
La caridad es sublime
La juventud es rebelde

El signo por la cosa representada:
Mensaje de la Corona (por mensaje del Rey)

La especie por el individuo:
El hombre llegó a la luna (los astronautas)

Porfirio Barba Jacob utiliza este recurso en su obra poética.


Tarea para el hogar


Para la próxima clase, quienes quieran podrán traer un poema de cualquier autor y estilo, para leer y compartir en clase. Y piensen además cuál es el tema que más los influye en este momento de cada uno en cuanto a su poesía.


2 comentarios:

  1. Ejercicio
    Uso de la sinécdoque – Influencia de Porfirio Barba Jacob

    Minutos

    Dejamos todo ahí, ahí donde nunca buscamos.
    El tiempo deja de mirarnos un rato y piensa.
    En sus hijos, tal vez.
    Deliciosos desagradecidos, murmura.
    Y nos regala unos minutos de inmortalidad.

    Miramos todo con distintos ojos
    Sentimos temblorosos el espanto, que nos persigue
    incesante, irrevocable.
    Fatigado, quizás agobiado de soledad,
    nos regala unos minutos de quietud.

    Dibujamos el destino con las manos
    azuladas de difusas emociones.
    Y ese pequeño dios iconoclasta,
    que sólo está para vivirnos,
    nos regala unos minutos de algo
    que no sabemos bien qué es.

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  2. EL OTRO EN MÍ

    El impulso del otro en mí
    nada en aguas pecaminosas
    el torrente sanguÍneo mantiene
    cercado el flujo de pasión
    entre pasillos del viejo convento
    la luz tenue corcovea
    se resiste al atardecer
    la noche aprieta las sinfonÍas
    el canto desmesurado de la calandria
    anuncia el nuevo día
    el horizonte apareció cabalgando
    dibujando imágenes fantasmagóricas
    a contra luz el otro recostado
    en mi espalda un pétalo blanquesino
    brotaba entre ambos
    no podia mas que olerlo
    hicimos lo posible.

    MIGUEL CURCIO.


    Ejercicio ,influencia Porfirio Barba Jacob

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