Páginas

martes, 25 de julio de 2017

Clase N° 6 /año 4 - martes 18 de julio 2017


MARÍA DEL MAR ESTRELLA:

“NACÍ POETA, CON LA PALABRA PUESTA”


¿Cómo cronicar un torbellino? Un torbellino de mujer, un torbellino de la palabra, un torbellino poético, cautivante, encantador. 

Eso es lo que me pregunté mientras la escuchaba. Y ustedes podrán comprobarlo en el link que lleva a la grabación de nuestro encuentro, inmediatamente aquí abajo.


Cómo narrar un torbellino vuelvo a preguntarme al comenzar a escribir esta crónica del reportaje que le hicimos en el taller Abordajes poéticos a la poeta, juglar y tallerista María del Mar Estrella. 




María del Mar Estrella junto al poeta español Luis García Montero, en su visita a Buenos Aires en 2016. Abajo, en 2013, cuando recibió el Gran Premio de Honor de la Fundación Argentina para la Poesía. De izq a der: Miembro de la Comisión directiva de la FAP Norberto Barleand, los premiados María del Mar Estrella, Orlando Mario Punzi y Horacio Salas; atrás, Alejandro Guillermo Roemmers, presidente de la FAP, y más a la derecha, Lidia Vinciguerra, vicepresidenta de la FAP.



Cuatro de sus libros. de izq a der: Tres voces del soneto, poemario realizado junto con Alejandro Guillermo Roemmers y Alfredo De Cicco. Arriba, Al filo de los párpados, su más nuevo, incluido junto con otros 24 poetas en la caja estuche Erato, Summa poética, de Ed. Vinciguerra; y abajo, Fuegos ceremoniales y Lobo del Hombre, también de Ed. Vinciguerra. 
En la foto que continúa, María del Mar Estrella junto a Ernesto Sabato, en la presentación de uno de sus libros. 


Y además nos contó:

Que es poeta y juglar, y nos explicó por qué son caminos diferentes.

Que nació poeta, con la palabra puesta, con el endecasílabo puesto.

Que a los 13 años escribió su primer poema, un soneto.

Que sí, este es su verdadero nombre, y que es hija del poeta y docente Fermín Estrella Gutiérrez, académico de Letras y presidente de la Sociedad Argentina de Escritores, nacido en Almería, España, en 1900 y fallecido en Buenos Aires en 1990. Que se sacó el apellido Gutiérrez para tener mérito propio. Y vaya que lo ha conseguido.

Que nos hizo vibrar al escucharla recitar sus poemas. 

Que el amor por la poesía se lo debe a su madre, Josefina Barrio, que cantaba muy bien, escribía, tocaba el piano.

Que se formó autodidacta en la biblioteca del padre.

Que define la poesía como “todo”.

Que el primer libro lo escribió a los 19 años, lo envió al Premio Nacional Iniciación, y lo ganó.

Que como juglar ha dado más de 300 recitales tanto en el país como en el exterior; realiza espectáculos de tango sin música, con poemas, y de flamenco.

Que tiene 15 poemas musicalizados y cantados por la Tana, Susana Rinaldi.

Nos habló de la diferencia entre poema y canción, de cómo sentir el endecasílabo en el cuerpo.

Que desde hace 20 años además es tallerista; coordina el taller justamente titulado “La palabra en el cuerpo”. 



Algunos de sus poemas:

Yo, María


En la ciudad de Buenos aires, en un treinta de octubre
y por las dudas
yo, María del Mar Estrella, me celebro y me canto
porque no tengo nada que acreditar
ninguna deuda que incluir y porque
he dejado caer mis vestiduras
mi corona de lata con espinas
mis vergüenzas, mis lastres, mis rencores.
Despojada de afeites y disfraces
me celebro y me canto
me canto y me celebro sin pudores,
me contengo, me abrazo.
Por todas mis antiguas rebeldías
por las heridas de mi propia mano
por los largos silencios, los olvidos,
postergaciones y fracasos.
En el sesenta y uno de existencia, para cerrar el ciclo,
yo, María, me celebro y me canto.
Junto a todas las lágrimas vertidas
frente a los sueños postergados
así de oscuridad
así de frágil,
me perdono, me nazco.
Con los huesitos de la infancia al hombro
con la ceniza adolescente en brazos
me absuelvo de pecados y con este día de octubre, en
buenos aires,
yo, María,
sin estrella, sin mar,

¡....pero cantando!



El camarada

Voy a morir. Pero será de frente.
Mi rebeldía mirará a los ojos.
El miedo me dirá que soy un niño
amedrentado por su propia sombra.
Me acordaré del sueño adolescente,
y los amigos que dejé marchando,
y de aquel sol cuadrado y pequeñito
que se colaba entre las rejas.
Ya ningún odio azotará mis lágrimas.
Toda luz madrugará conmigo
cuando espere, de pie, llegar la noche.



Naciendo

Madrugarás al sur de la mañana
a respirar precoz melancolía aferrada aún contra tus ojos.
Madrugarás en la luz de la rompiente.
En la espuma solar
cada día editarás un radiante vocablo
para aprender a reescribir tu nombre
en la pizarra azul del universo.
Y cuando al fin lo hagas
subirás por las gradas de la noche
hasta cruzar el límite
y allí, en ese espejo turbio, verás tu arquitectura de palabra
ese ardiente aletazo de la sombra
en la orilla raída.




Ya casi descoloridas, las portadas de El poblador, Oficio de vivir, Pueblo de Caín y otros poemas, Corazón habitado y el más actual, Estado de intemperie.






La Yapa

1-Uno de sus poemas, Ladrones de la vida, a los amigos. 


3-Su tango, Musa de neón, musicalizado y cantado por Carlos Rossi http://www.todotango.com/musica/tema/3101/Musa-de-neon/

4-Biografía de Fermín Estrella Gutierrez https://www.biografiasyvidas.com/biografia/e/estrella.htm


Aviso parroquial


Este martes próximo, 25 de julio, nos visita la poeta Beatriz Schaefer Peña, Gran Premio de Honor 2017 de la Fundación Argentina para la Poesía. 




Luego del ameno diálogo pleno de poesía, desparpajo y risas, María del Mar Estrella y los miembros del taller Abordajes poéticos más la visita de queridos amigos e invitados especiales, en la SADE.




¡Nos deseo una muy buena semana poética!




domingo, 16 de julio de 2017

Clase N° 5 /año 4 - martes 11 de julio 2017

ANTONIO REQUENI:

EL FERVOR 
POR LA POESÍA 
DE UN HOMBRE FELIZ




El arte de la poesía es escribir con palabras lo que no puede decirse con palabras” nos dice al pedirle una imposible definición de poesía. La poesía es pasión y música insiste enseguida Requeni y señala luego categóricamente: “No sé si la vida tiene sentido, pero la poesía me ayuda a pensar que sí la tiene”.

Este es el reportaje y homenaje que le hicimos en el taller ABORDAJES POÉTICOS al poeta y periodista argentino Antonio Requeni.

Es miembro de número de la Academia Argentina de Letras; ocupa el sillón Miguel Cané, que antes ocuparon los grandes Manucho Mujica Láinez y Roberto Juárroz. Es correspondiente de la Real Academia Española de la Lengua. Es también miembro de la Academia Nacional de Periodismo, sillón Ezequiel P. Paz.

Nacido el 8 de septiembre en Buenos Aires en 1930, se desempeñó en el diario La Prensa durante 36 años, desde 1958 hasta 1994, año en que se jubiló como secretario de redacción. Colaboró en diarios del interior y del exterior; fue corresponsal de Radioprogramas Hemisferio de La Voz de las Américas, Estados Unidos, y dirigió la revista Italpress. Fue crítico bibliográfico en La Nación. Obtuvo una mención especial en ADEPA y los Premios Konex en las categorías Literatura Testimonial y Periodismo Cultural, respectivamente. Publicó una decena de libros de poemas, un libro de cuentos para niños (fue colaborador de Billiken), un volumen de crónicas de viaje y el Cronicón de las peñas de Buenos Aires, que mereció el Primer Premio Municipal de Ensayo. También fue distinguido con el Primer Premio Municipal de Poesía por su libro Línea de sombra. Fue condecorado por la República Italiana con la Orden de Cavalliere Ufficiale.


Fue una entrevista gozosa. Los que lo escuchamos tanto dar respuesta a nuestros requerimientos como recitar su poesía, lo hicimos con el deleite y el gustazo de quien escucha a un maestro, un grande en lo suyo.

Por suerte, pudimos grabar este reportaje, aquí el link.

Nos habló de su larga y fructífera vida, de que es un hombre feliz y agradecido.

De que tiene cuatro primeros poemarios de los que –como dice el Quijote– no quiere acordarse. Ni siquiera de los nombres, insiste.

Nos habló de su amistad con la poeta Alejandra Pizarnik, seis años menor que él, de que vivían ambos en Avellaneda. 

De que cuando entró a trabajar a La Prensa escribía las crónicas periodísticas en endecasílabos, que luego debía cortar.

De que nunca dejó de leer poesía, que ahora escribe poco, cada vez menos, que su esperanza es ser recordado por sus “poemas menos malos”.

De que escribir sonetos hoy en día es una actitud transgresora.

A la pregunta de si es posible definir qué es poesía, respondió con otra pregunta: ¿Puede definirse el gusto del dulce de leche?

Antonio Requeni fue uno de los ocho autores de entre 130, seleccionados mediante una encuesta pública, que figuran en el tomo Antología Consultada de la Joven Poesía Argentina editada en 1969, para autores menores de 40 años de edad. Recuerda riéndose que entró al filo, porque en ese entonces tenía 39. Poemas suyos figuran en una decena de antologías publicadas en el país y en el exterior. Fueron traducidos al italiano por Antonio Aliberti, al inglés por William Shand, al francés por Enriqueta Muñiz y Gloria Alcorta, y al hebreo por Oded Sverdlik. En 1984 se le confirió el Gran Premio de Honor de la Fundación Argentina para la Poesía.
Es autor de la selección y prólogo de la antología poética de quien fue su maestro y profesor del secundario en el Nacional de Barracas: José González Carbalho, publicada por Ediciones Culturales Argentinas de la Secretaría de Cultura de la Nación, 1961.

A fines de 1996, el Fondo Nacional de las Artes lo eligió entre los mejores diez poetas vivos de la Argentina, y editó con ellos una Antología poética, junto con otros poetas como Olga Orozco, Rodolfo Alonso, Amelia Biagioni, Horacio Armani, Francisco Madariaga, entre otros. Y en 2015 la Academia Argentina de Letras editó su Poesía reunida



Arriba: Poesía Reunida, volumen editado por la Academia Argentina de Letras, se trata de una selección rigurosa realizada por el mismo Requeni que recoge sólo los libros que a su criterio lo representan: Umbral del horizonteLínea de sombraEl vaso de agua e Inventario
Abajo, el poemario aparecido en la colección Erato/ SUMMA POÉTICA -junto a otros 24 poetas- con el que la Editorial Vinciguerra celebró su 30° aniversario, titulado Gratitudes




Requeni nos habló de la génesis de su obra. De que sus primeros textos estuvieron sujetos a la métrica tradicional, aunque luego se abrió a la poesía en prosa y otras formulaciones.
Que fue fundamental para él la enseñanza de los clásicos: Garcilaso, Góngora, Quevedo. Y desde luego, la española Generación del 27: Alberti, García Lorca, Salinas.

De su gran vínculo con España, de su primera infancia allí, en Valencia. De los poemas a su madre y a su padre, que nos los leyó.

De que cada palabra es metáfora de lo que designa y es mediante una personal elaboración de imágenes y metáforas que el poeta crea nuevas realidades verbales.


De sus mejores recuerdos periodísticos, que se vinculan con las personas con las que trabajó, y también los relativos a las personalidades que le tocó entrevistar, como Neruda, Asturias, García Márquez, Camilo José Cela, Leloir, Dámaso Alonso, Carmen Conde, Francisco Ayala, Jorge Amado, más algunos pintorescos, como los que realizó al navegante Jacques Cousteau a bordo de su legendario barco “Calypso” y a los actores Marcel Marceau y Victorio Gassman.

Y por último: “Escribo con la esperanza de ser leído, no por todos, naturalmente, pero sí por seres normalmente cultos y sensibles que gusten de la poesía”.


Este es el retrato que le dedicó Antonio Berni y abajo, los poemas y prosa poética que nos leyó:



El vaso de agua
Cuando me acuesto, desde que era niño,
pongo a mi lado un vaso de agua.
Al apagar la luz, si lo contemplo
brillar en la penumbra, me imagino
que el agua es otro nombre de mi madre
y estoy seguro de que, ya dormido,
alumbrará el acuario de mis sueños.
Sombra, misterio, música nocturna
que bebo a lentos sorbos o me bebe.
¿Eres tú quien me sueña en ese extraño
país donde algún día nos veremos?
¿Dormir es un ensayo de la muerte?
Por las mañanas, cuando me recuerdo,
muchas veces el vaso está vacío.
Y vuelvo, desganado, a la rutina
de calles y de rostros, mientras llega
la oscuridad, el rito silencioso
de llenar nuevamente el vaso de agua
para ponerlo al lado de mis sueños
y saber que allí estás, que me proteges,
que hay algo puro en medio de la noche.


Piedra libre
El padre juega con sus criaturas.
La cara vuelta contra la pared
y el brazo levantado hasta los ojos,
está contando como si llorara.
Y mientras cuenta sus criaturas crecen,
van por el mundo, suben escaleras,
se enamoran o estudian geografía.
Cuando termina de contar, el padre
entra en los cuartos y revisa los muebles.
Apenas ve. ¿Quién apagó las luces?

Su voz, que ha enronquecido, los invita
a dejar de una vez sus escondites.
Y los hijos regresan, jubilosos.
¡Cómo han crecido! Son casi tan altos
como los sueños que en su juventud
solían desvelarlo dulcemente.
¡A contar! ¡A contar! - exclama el padre.

(Los grandes siempre vuelven a ser niños).

Y los hijos se apoyan contra el muro,
hunden la frente entre los brazos. Cuentan.
Y mientras cuentan -once, doce, trece...-

el padre se va haciendo pequeñito.
Cuando terminan de contar lo buscan.
Lo buscan pero el padre no aparece.
Se ha escondido debajo de la tierra.


Milan Kundera
Milan Kundera dice que la poesía ha muerto.
Debe tener razón porque ya nadie
(salvo algunos poetas)
acostumbra a temblar con las palabras
en un libro de versos.

Si me lo hubieran avisado
—aunque yo soy su deudo más humilde—
habría concurrido a las exequias
y dejado una flor en su tumba.

Ahora estoy triste. Pienso en cuántas veces
ella me hizo feliz. Y ya no está.

¿Pero qué hacer si las palabras vienen
por el aire o se trepan a mis piernas?
¿Si las palabras vuelven, temblorosas,
bellas, sensuales, perentorias, mágicas,
y me reclaman una forma antigua
o un resplandor herido de futuro?

Tendré que consultarlo con los pájaros.


Islas eolias
Vengo del mar color de vino.
En Taormina vi el mágico espectáculo
del sol entre las rocas y a Afrodita
jugando con la espuma iridiscente.
Los dioses me ayudaron a escapar
ileso de las fauces
de Caribdis y Scila.
Ahora voy por la maraña
de las calles de Lípari
-Giove, Giunone, vícolo di Venere-
Eolo es ese marinero
que me mira, impasible, tras el humo
de su pipa que borra el horizonte.
Los viejos pescadores no conocen
mi historia de viajero apasionado
por la belleza y la nostalgia, ignoran
mis azarosas aventuras
de hoteles y taxímetros
en el país de los feacios.
El tiempo y la memoria me persiguen
y siento una lejana voz recóndita,
una luz que me atrae hacia su origen.
Pero debo volver a mi ciudad.
Mi nombre aquí siempre sería Nadie.
Mi esposa está esperándome y en tanto
corrige, infatigable, las carpetas
de sus alumnos. Allá están mis hijos
con sus cassettes y su computadora.
Debo volver a lo que es mío
antes que el don del sueño se aproxime
con afelpado paso o me seduzcan
con su engañoso canto las Sirenas.
Mi nave me conduce por el mapa
de un intrincado laberinto
donde al final recobraré mi rostro.
Buenos Aires no es Itaca.
Pero yo soy Ulises.


Primera cana
Es nada más que un hilo blanco, una pálida hebra entre la urdimbre de otras hebras oscuras, pero se encrespa y resiste cuando el peine pretende nivelarla, confundirla con las demás. Es solamente una hebra blanca, pero se sabe invulnerable, como que la he conquistado con mi vida, con muchos años de dudas, equivocaciones, compañías luminosas, soledades, esperanzas. Es mi único y verdadero patrimonio. No pienso, pues, dilapidarlo. No la cubriré con obscenas tinturas, no la arrancaré con unas pinzas ni voy a echarla al aire. ¿Cómo podría albergar tanta soberbia? Este hilo tenue, este delgadísimo filamento – tibio suspiro ó resplandor lunar – guiará desde hoy mis pasos, tirará de mí hacia lo que aún queda de mí, me recordará constantemente lo que soy  y lo que he sido. Súbito río de mi sien. Plateado afluente de mis pensamientos. Metáfora o trofeo de los años. El destino prende ahora de esta hebra que me estranguló mi juventud.


Octogenario
 No quiero, no quisiera despedirme
de todo lo que amé, pero es preciso
decirle adiós a la felicidad,
al sol entre las hojas del verano,
a unos versos queridos, a la música,
a aquel niño que fui, a aquel muchacho
que anhelaba el amor y los viajes,
el milagro del arte y la belleza.
Estoy viejo, lo sé. ¿Pero estoy viejo?
Los errores del cuerpo lo confirman,
pero mi corazón herido se rebela,
se resiste a pensar que todo acaba,
que está cerca la noche y su misterio,
la nada horizontal, toda la nada,
eso que llaman muerte.
No quiero, no quisiera despedirme
del diario despertar, de la costumbre
del beso de los hijos de mis hijos,
del ser y estar entre la maravilla
y la inconsciencia de vivir. Es cierto,
estoy viejo, lo sé, pero aún me quedan
las palabras que escribo y que me escriben
para decir ahora lo que quiero;
estas tal vez efímeras señales
de un hombre que pasó por este mundo.


Gratitudes
 El bosque, el mar, los pájaros, la estrella,
el olor de la lluvia, los sabores,
el color y el calor de las palabras,
la mirada de un niño, el curso mágico
del río del amor, profundo y dulce;
la noche de los cuerpos, la memoria,
el silencio, la música, la frágil
perfección de la hoja y el insecto,
un violín, una rosa, un epitafio,
el zumo y el fulgor de la naranja,
Garcilaso en el último crepúsculo,
las doncellas románticas de Schubert,
Chejov y Proust, la Yourcenar, Fellini,
San Antonio Machado y Federico,
el sobrio endecasílabo de Borges
cuya cadencia imitan estos versos,
el mar Mediterráneo de mi infancia,
los absortos cipreses de Florencia,
el banco de una plaza en Buenos Aires,
lo que no fue, lo que será, la incierta
razón de lo que nace y lo que muere;
en la piel el secreto escalofrío
del misterio inasible.
El ritual balbuceo del poema.



La Yapa

1- La sesión 1.394 de la Academia Argentina de Letras en reconocimiento a Requeni. https://www.youtube.com/watch?v=1Y3Mw2nVvSo 

2- La presentación de Poesía reunida, las palabras de Pedro Barcia y lecturas de sonetos de Enrique Banchs.



Aviso parroquial

Este martes próximo, el 18 de julio, nos visita la poeta María del Mar Estrella
¡Nos deseo una muy buena semana poética!