Juan Ramón
Jiménez (1881-1958) es un autor esencial para la poesía en lengua española y
para la poesía contemporánea occidental. Sus propuestas éticas y estéticas
marcan una línea divisoria entre el Romanticismo de Espronceda y Bécquer, bajo
cuya influencia escribe sus primeros versos, y el Modernismo y las vanguardias
de las primeras décadas del siglo xx. Tras la muerte de Rubén Darío, le
corresponde el liderazgo entre los más jóvenes poetas de su tiempo, quienes
escriben bajo sus principios, deslumbrados por el rico caudal de sus luminosas
imágenes y por la profundidad conceptual y simbólica de sus versos. El
exilio en América durante las décadas de los cuarenta y cincuenta enriquece su
poesía, que adquiere una dimensión cósmica y mística sin precedentes hasta ese
momento en la tradición española.
Juan Ramón Jiménez es más bien un escritor del
Novecentismo, pero su primera época es modernista y también se caracteriza por
la influencia de Bécquer.
En 2006 se celebró el quincuagésimo aniversario de la concesión
del Premio Nobel a Juan Ramón Jiménez, en 1956.
Tomado del sitio del Premio Nobel,
que señala:
The Nobel Prize in Literature 1956: Juan Ramón Jiménez
Prize motivation: "for his lyrical poetry, which in Spanish language
constitutes an example of high spirit and artistical purity".
Field: poetry, prose
Language: Spanish
Breve síntesis
biográfica
Juan Ramón Jiménez nació en Moguer, Huelva, el 23 de diciembre de 1881 y
falleció en San Juan de Puerto Rico el 29 de mayo de 1958.
Abandonó España luego del estallido de la guerra civil, aparentemente,
para tomar distancia de ambos bandos contendientes, y vivió varios años en los
Estados Unidos, primero como diplomático y luego como conferencista y docente
universitario. En 1950 fijó residencia en San Juan de Puerto Rico.
Realizó una visita a la Argentina en 1948, donde era muy reconocido.
Allí conoció a la entonces joven María Elena Walsh, de 17 años, a quien luego de premiarla por ser él uno de los jurados del Premio Municipal de Poesía junto a Borges, Silvina Ocampo, Pablo Neruda y González Lanuza, la invitó a pasar una
temporada en su residencia en Maryland. Se trató de una experiencia compleja,
porque Jiménez la trató, dice ella, impiadosamente, sin ninguna consideración por sus
necesidades e inclinaciones personales, pero, a su vez, intentó orientarla en
el desarrollo de su carrera y la alentó para que estudie en la Universidad de
Maryland.
En la foto, Ma. Elena Walsh a la izquierda de Juan Ramón Jiménez.
En la foto, Ma. Elena Walsh a la izquierda de Juan Ramón Jiménez.
A poco de recibir el premio Nobel en 1956, falleció Zenobia, su esposa,
con quien tuvo una relación muy cercana. Nunca se recuperó de su muerte y él
mismo falleció dos años después.
Estilo literario
Juan Ramón Jiménez vivió en medio de dos
generaciones: la del ´98 y la del ´27. Se sumó al
modernismo, fue maestro de muchos de los autores vanguardistas.
Modernismo
El Modernismo es objeto de distintas interpretaciones, con estas dos
posturas fundamentales:
·
La más
restrictiva lo considera un movimiento literario bien definido que se
desarrolló entre 1888 y 1910.
·
La más
amplia considera que el modernismo no es sólo un movimiento literario sino toda
una época y la actitud que le sirvió de base.
·
Conciliando
ambas, cabría definir el modernismo literario como un movimiento de ruptura con
la estética vigente que se inicia en torno a 1880 y cuyo desarrollo fundamental
alcanza hasta la Primera Guerra Mundial. Tal ruptura se enlaza con la amplia
crisis espiritual de fin de siglo.
·
Las
principales características del modernismo son:
·
El rechazo
de la realidad cotidiana, ante la cual el escritor puede huir en el tiempo
(evocando épocas pasadas y mejores) o en el espacio (muchos de los poemas se
desarrollan en lugares exóticos y lejanos).
·
Una
actitud aristocratizante y cierto preciosismo en el estilo, así como la
búsqueda de la perfección formal (de inspiración parnasiana) que se aprecia no
sin cierto individualismo.
·
La
búsqueda de la belleza se consigue a través de imágenes muy plásticas y
acercamiento a las artes, de una adjetivación con predominio del color y con
imágenes relacionadas a todos los sentidos, así como con la musicalidad que
produce el abuso de la aliteración, los ritmos marcados y la utilización de la
sinestesia (influencias del simbolismo).
·
Tanto la
fidelidad a las grandes estrofas clásicas como las variaciones sobre los moldes
métricos, utilizando versos medievales como el alejandrino, el dodecasílabo y
el eneasílabo; con aportes de nuevas variantes al soneto.
·
El uso de
la mitología y el sensualismo.
·
Una
renovación léxica con el uso de helenismos, cultismos y galicismos, que no
buscaba tanto la precisión como el prestigio o la rareza del vocablo.
·
El deseo
innovador que aspiraba a la perfección que apreciaban en la literatura europea.
·
La
adaptación de la métrica castellana a la latina.
·
El culto a
la perfección formal, con poesía serena y equilibrada.
Novecentismo
Guillermo Díaz Plaja define el novecentismo como lo que ya no es ni
modernismo ni noventayochismo y como lo que no es todavía vanguardias (de
difícil delimitación) y confluirá en la generación del 27. Sus rasgos
característicos son comunes tanto a los noucentistes catalanes como a la
denominada generación de 1914:
·
El arte ha
de ser imaginativo y debe romper con las visiones pegadas a la realidad. Un
papel importante para ello le cabe al humor y a la renovación de los géneros
con nuevas técnicas que olviden la trama narrativa o el argumento. Abundantes
digresiones. El género más abundante y cultivado es el ensayo, que se extiende
a los otros géneros.
·
Pulcritud,
distanciamiento, equilibrio, «deshumanización» (Ortega titulará uno de sus
ensayos La deshumanización del arte, donde acuña el concepto de arte
deshumanizado para el arte moderno).
·
Intelectualismo
ante el hecho artístico.
·
Búsqueda
del «arte puro», del arte por el arte, de la poesía pura y de la autonomía de
la obra artística.
·
Renovación
del lenguaje.
·
Huida de
lo vulgar, de lo fácil y de lo monótono.
·
Dominio
del orden, la perfección y la belleza.
·
Rechazo
del sentimentalismo y el romanticismo: el arte ha de ser más intelectual que
vital y hay que romper con lo anecdótico y argumental para renovar los géneros narrativos.
En el devenir pendular de la historia de la cultura, esta época significaría un
retorno a los clásicos greco-romanos, a sus formas y a sus temas, como lo
mitológico.
·
Cosmopolitismo.
Huida de los aspectos más nacionalistas de la cultura. Europeísmo. Apertura a
las corrientes intelectuales europeas y su traslación a España y a los países
americanos de habla hispana.
·
La ruptura
con la generación anterior propia de toda generación nueva no implicaba en su
caso una ruptura genérica con el pasado: para Eugeni d'Ors Todo lo que no es
tradición, es plagio. Aun así, las polémicas con los maestros de la generación
anterior son sonadas (especialmente la que enfrentó a Unamuno con Ortega
-expresada en el lema unamuniano ¡Que inventen ellos!-).
·
Frente al
ruralismo de la generación de 1898 (que buscaba en el paisaje y el paisanaje,
especialmente el de Castilla, la esencia de lo español), la atención se vuelve
hacia la ciudad y los valores urbanos (civiles y civilizadores).
·
Elitismo y
concepto de vanguardia estética, intelectual y social.
Busca conocer la verdad y de esta manera alcanzar la eternidad. La
exactitud para él, es la belleza. La poesía es una fuente de conocimiento, para
captar las cosas.
Juan Ramón Jiménez tiene una poesía panteística, exacta y precisa. Su
poesía evoluciona de forma que se distinguen dos épocas: antes y después
de 1916. Escribió el Diario de un poeta
recién casado en el que cuenta su luna de miel en Estados Unidos.
Los temas son el amor, la realidad de las cosas... otro de sus éxitos
fue Poemas májicos y dolientes, extravagante título en el que se destaca la
forma personal de escribir de Juan Ramón, que siempre escribía «j» en vez de
«g» antes de «e, i».
Su Moguer natal fue un referente en toda su obra, fuente de inspiración
y elemento de nostalgia.
La etapa sensitiva
(1898–1916)
Esta etapa se
subdivide a su vez en dos sub-etapas; la primera abarca hasta 1908; la segunda,
hasta 1916. La primera está marcada por la influencia de Bécquer, el Simbolismo
y un Modernismo de formas tenues, rima asonante, verso de arte menor y música
íntima. En ella predominan las descripciones del paisaje como reflejo del alma
del poeta, un paisaje que no es natural ni fruto de paseos como el de Machado,
sino sometido al estatismo de un jardín interior, al intimismo de un orden.
Predominan los sentimientos vagos, la melancolía, la música y el color
desvaído, los recuerdos y ensueños amorosos. Se trata de una poesía emotiva y
sentimental donde se trasluce la sensibilidad del poeta a través de una
estructura formal perfecta.
La etapa intelectual (1916-1936)
Su primer viaje a
América y el contacto con la poesía en inglés (Yeats, William Blake, Emily
Dickinson, Shelley) a través de su amiga Luisa Grimm y su esposa Zenobia, marca
profundamente esta segunda etapa (1916 – 1936), bautizada por él mismo como
Época intelectual y que le vincula a la corriente literaria del Novecentismo.
Se produce un hecho fundamental: el descubrimiento del mar como motivo
trascendente. El mar simboliza la vida, la soledad, el gozo, el eterno tiempo
presente. Se inicia asimismo una evolución espiritual que lo lleva a buscar la
trascendencia.
En su deseo de
salvarse ante la muerte, se esfuerza por alcanzar la eternidad, y eso sólo
puede conseguirlo a través de la belleza y la depuración poética. Suprime,
pues, toda la musicalidad, los argumentos poéticos, la aparatosidad externa y
ornamental anterior para adentrarse en lo profundo, en lo bello, en lo puro, en
lo esencial.
De esta época
destacan Diario de un poeta recién casado (1916), Primera antología poética,
(1917), Eternidades (1918), Piedra y cielo (1919), Poesía (1917–23) y Belleza
(1917–23).
La etapa suficiente o
verdadera (1937–1958)
Pertenece a la
etapa suficiente o verdadera todo lo escrito durante su exilio americano. Juan
Ramón continúa replegado en sí mismo en busca de la belleza y la perfección,
aunque no tanto como para no preparar un amplio libro en favor de la República
española, Guerra en España, que nunca pudo ver publicado. Su ansia por la
trascendencia lo lleva a una cierta mística e identificarse con Dios y la
belleza en uno. Su lengua poética se transforma en una especie de idiolecto
poblado de múltiples neologismos (ultratierra, deseante...). Tras un período de
relativo silencio, publica Animal de fondo (1949), Tercera antología poética
(1957), En el otro costado (1936–42) y Dios deseado y deseante (1948–49).
Obra
1900.- "Nínfeas"
1900.- "Almas de violeta"
1902.- "Rimas"
1903.- "Arias tristes"
1903.- "Pastorales"
1904.- "Jardines lejanos"
1907.- "Baladas de primavera"
1909.- "Elegías andaluzas"
1909.- "Olvidanzas"
1911.- "La soledad sonora"
1911.- "Poemas mágicos y
dolientes"
1912.- "Melancolía"
1913.- "Laberinto"
1914.- "Platero y yo"
1916.- "Estío"
1917.- "Diario de un poeta recién
casado"
1917.- "Poesías escojidas"
1917.- "Sonetos espirituales"
1918.- "Eternidades"
1919.- "Piedra y cielo"
1922.- "Segunda antolojía
poética"
1923.- "Belleza"
1923.- "Poesías de Juan Ramón
Jiménez"
1932.- "Sucesión"
1932.- "Poesía en prosa y verso
(1902-32)"
1935.- "Hojas"
1935.- "Canción"
1936.- "Poesía y prosa para
niños"
1937.- "La poesía cubana en 1936"
1942.- "Españoles de tres mundos"
1943.- "Poesías"
1945.- "Voces de mi copla"
1946.- "La estación total con
canciones"
1946.- "El Zaratán"
1948.- "Diario de poeta y mar"
1948.- "Romances de Coral Gables"
1949.- "Animal de fondo"
Piedra y cielo (1917-18)
A continuación veremos algunos de los poemas publicados en este libro. El
tema central es la creación poética: la poesía como actividad, el poema como
objeto artístico y el poeta como dios-creador de un universo nuevo. Se abre así
una nueva línea temática que Juan Ramón ya no abandonará: la búsqueda de la
sublimación poética y la intensificación creativa de una poesía pura,
esquemática.
El libro fue dedicado a José Ortega y Gasset: “voluble en lo
permanente”.
Observen el uso de la letra “j” por la “g”;
sin duda, un amaneramiento de su ego.
El poema
I
No le toques ya más,
que así es la rosa!
EL POEMA. 2
Arranco de raíz la mata,
llena aún del rocío de la aurora.
Oh qué riego de tierra
olorosa y mojada,
qué lluvia —¡qué ceguera!— de luceros
en mi frente, en mis ojos!"
"EL POEMA, y 3
¡Canción mía,
canta, antes de cantar;
da a quien te mire antes de leerte,
tu emoción y tu gracia;
emánate de ti, fresca y fragante!"
AMOR
¡Cuánto tardas en salir,
sol de hoy, sol de hoy!
¡Sal que me ahogo!
¡Que parece que me están
reteniendo el corazón!
¡Sal que me ahogo!
¡Sal, que me ahogo!
YO Y YO
Me buscas, te me opones,
como la imajen
del chorro, al chorro, en el espejo de
agua.
¿Cómo hallaré el camino eterno
que da el espejo al alma de mis ojos,
si vienes tú del fin de ese camino,
con igual fuerza que este afán sin cuna,
que, como tú de ti, no sé de dónde, de mí,
salta?
Todo, en torno, es de luz.
¡Más yo no puedo ir a ese sinfín que anhela
el alma,
Por este punto -¡el suyo!- a que me sales
tú al encuentro!
¡Ay, fuerza de mi imagen -¡<vida!-
más poderosa que yo, ay!
“Amor”
¡Entera en la mañana, cada día,
Para mí; toda, cuerpo y alma
-flor cerrada de nuevo con la aurora,
Con su perfume recojido,
Barca tornada al puerto, con el sol,
De su pesca nocturna, mar adentro,
Con su vela plegada-;
Haciéndome gustosa –entera para mí-,
Como una reina buena, entre sonrisas
olvidadas de la gloria,
La donación del sueño!
EL RECUERDO
IV
Oh recuerdos secretos,
fuera de los caminos
de todos los recuerdos!
¡Recuerdos, que una noche,
de pronto, resurjís,
como una rosa en un desierto,
como una estrella al mediodía,
— pasión mayor del frío olvido — ,
jalones de la vida
mejor de uno,
que casi no se vive!
¡Senda diariamente árida;
maravilla, de pronto,
de primavera única,
de los recuerdos olvidados!
El RECUERDO
V
El río pasa por debajo
de mi alma, socavándome.
Apenas me mantengo
en mí. No me sostiene
el cielo. Las estrellas
me engañan; no, no están
arriba, sino abajo, allá en el fondo...
¿Soy? ¡Seré!
Seré, hecho onda
del río del recuerdo...
¡Contigo, agua corriente!
REMOLINO
Pasó por mí, vibrante,
frenético, como si fuera
toda la vida hecha viento y polvo.
—Me tuve que tirar
en tierra,
para librarme de sus brazos
retorcedores, infinitos. —
¡Ahora, en el poniente rojo,
que estático parece,
como un bando de pájaros distantes!
IV
Tus recuerdos!
Salen tan frescos de la vida
al riego de mi llanto,
como el olor agudo y verde
de la yedra
empolvada
que están regando
NOCTURNO
Mi lágrima y la estrella
se tocaron, y al punto,
se hicieron una sola lágrima,
se hicieron una estrella sola.
Me quedé ciego, se quedó
ciego, de amor, el cielo.
Fué todo — y nada más — el mundo
pena de estrella, luz de lágrima.
TARDE
Música de allí, sin mí…,
— qué tristeza! —
¡Oro del jardín, divina
brisa, pájaros últimos!
¡Y no me voy! ¡Y no puedo
— ¡música de allí, sin mil — ,
y no puedo
dejarme ir de mí mismo,
libre,
queriendo ir, y llorando!
¡Música de allí, sin mí...!
EL MOMENTO
Que se me va, que se me va, que se
¡Se me fue! Se me va!
¡Y con el momento,
se me fue la eternidad!
El recurso que veremos hoy es la alegoría
Alegoría, del griego allegorein «hablar
figuradamente»,
Se puede definir de dos maneras:
¡ Es una metáfora continua. Una metáfora que se combina con otra, que
puede ser un término real o metafórico.
¡ Es una figura literaria o tema artístico que pretende representar una
idea valiéndose de formas humanas, animales u objetos cotidianos.
Preferimos la primera acepción. A
continuación veremos cómo poetas españoles escribieron alegorías sobre diversos
tópicos:
Alegoría de la Vida:
¡Pobre barquilla mía,
entre peñascos rota,
sin velas desvelada,
y entre las olas sola!
(fragmento – Lope de Vega)
Pobre barquilla mía → alma
entre peñascos rota → dificultades
sin velas desvelada → indefensa
y entre las olas sola → peligros
Alegoría de la Virtud:
La
nave del corazón, combatida por los vientos de las pasiones turbulentas, se
estrella en las rocas del vicio; pero si es llevada por el suave soplo de la
virtud, arribará segura al puerto de la inmortalidad.
Alegoría
del Alma:
Vino, primero, pura,
vestida de inocencia
y la amé como un niño
luego se fue vistiendo
de no sé qué ropajes
y la fui odiando, sin saberlo
llegó a ser una reina
fastuosa de tesoros...
¡qué iracunda de yel y sin sentido!
Mas se fue desnudando
y yo le sonreía
se quedó con la túnica
de su inocencia antigua
creí de nuevo en ella
y se quitó la túnica
y apareció desnuda toda...
¡oh pasión de mi vida, poesía
desnuda, mía para siempre!
Juan Ramón Jiménez
Alegoría sobre la Vejez:
Hoja seca solitaria
que te vi tan lozana ayer.
¿Dónde de polvo cubierta
vas a parar? –No lo sé.
Lejos del nativo ramo
me arrastra el cierzo cruel
desde el valle a la colina,
del arenal al vergel.
(Juan Nicasio Gallego 1777-1853)
Alegoría de la Alegoría:
La alegoría no es más
que un espejo que traslada
lo que es con lo que no es,
y está toda su elegancia
en que salga parecida
tanto la copia en la tabla
que el que está mirando a una
piense que está viendo entrambas.
Pedro Calderón de la Barca
Alegoría del Paso por la Vida:
Este mundo es el camino
para el otro, que es morada
sin pesar
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cuando nacemos
andamos, mientras vivimos,
y llegamos
al tiempo que fenecemos
así que cuando morimos
descansamos.
Jorge Manrique
Alegoría de la Pasión:
¡Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
Pues ya no eres esquiva
acaba ya si quieres
rompe la tela de este dulce encuentro.
San Juan de la Cruz
Alegoría del Vicio:
En una alforja al hombro
llevo los vicios;
los ajenos delante,
detrás los míos.
Esto hacen todos;
así ven los ajenos,
mas no lo propios.
Félix María de Samaniego
Hasta el jueves próximo, y recuerden subir sus poemas al blog.