sábado, 20 de septiembre de 2014

Clase N° 19 - 18 de septiembre 2014

Hoy veremos la obra de Ricardo Molinari, un poeta argentino muy poco recordado. Yo lo llamo “el poeta invisible”, ya que a lo largo de su vida trató de pasar inadvertido, de no hacerse notar.

Noticia biográfica

Ricardo Eufemio Molinari nació en Buenos Aires el 20 de mayo de 1898  y falleció el 31 de julio de 1996. Su obra se enmarca dentro del movimiento ultraísta existente en su país. En 1958 recibió el premio Nacional de Literatura.

Molinari quedó huérfano cuando tenía cinco años, y se crió con su abuela materna, en una antigua casa del barrio de Villa Urquiza. Abandonó sus estudios para convertirse en un precoz poeta. Su formación la debe en parte a los clásicos españoles (de ahí su predilección por el romance, las coplas, el soneto) y a la poesía francesa, de la erigió como maestro a Mallarmé. Sus obras se caracterizan por no romper con el pasado y continuar con la tradición hispánica y americana precedentes (Góngora, Garcilaso de la Vega y el romancero).

De joven integró el grupo generacional más destacado del siglo XX literario: el que reunió en torno de la revista Martín Fierro, junto con Borges, Marechal, Oliverio Girondo, Francisco Luis Bernárdez, Nalé Roxlo.

En 1927 apareció su primer libro, "El imaginero", y dos años más tarde, "El pez y la manzana". Hacia 1933 viajó a España, donde conoció a los poetas españoles de la generación del 27: García Lorca, Rafael Alberti, Manuel Altolaguirre y Gerardo Diego, uno de sus descubridores.

Después de casarse, trabajó en el Congreso de la Nación hasta su jubilación. Fue premiado en 1958 con el Premio Nacional de Poesía por su trabajo Unida Noche y se convirtió en un miembro de la Academia Argentina de las Letras en 1968. En 1969 fue distinguido con el Gran Premio de Honor de la SADE. En 1984 la Fundación Konex le otorgó el Premio Konex de Platino en Letras.


Principales obras

    El Imaginero, (1927)
    Hostería de la rosa y el clavel, 1933
    Una rosa para Stefan George, 1934
    El Tabernáculo, 1937
    La tierra y el héroe, 1939
    La corona, 1939
    El alejado, 1943
    Mundos de la madrugada, 1943
    El huésped y la melancolía, 1946
    Esta rosa oscura del aire, 1949
    Días donde la tarde es un pájaro, 1954
    Cinco canciones a una paloma que es el alma, 1955
    Oda a la pampa, 1956
    Un día, el tiempo y las nubes, 1964
    La hoguera transparente, 1970
    La Escudilla, 1973
    Las sombras del pájaro tostado, 1975

Estilo literario

Molinari trabaja su poesía bajo la métrica de la oda y la elegía. Ambas son métricas antiguas, grecolatinas. Lo bucólico, campestre. Junto con el poeta Juan L Ortiz, que era más libre y no estaba limitado a una métrica, fueron considerados los poetas de la naturaleza.

En una nota publicada en La Nación en ocasión de su muerte, se puede leer:

“… fue el poeta de nuestras llanuras, de nuestros grandes ríos, de los cielos surcados de nubes y de pájaros, arrasados por los vientos del sudoeste. A este paisaje argentino lo pobló de luz metafísica, lo iluminó de historia y de tiempo, lo habitó con su voz personal y entrañable. Amó como pocos la naturaleza: en todos sus poemas hay algo siempre infinitamente nuestro, árboles, aves, pastos, caballadas, veranos, ríos "abrasados por el sol y la soledad sombría". En medio de nuestra poesía rica y diversa, su obra tiene la estatura de las cumbres más altas: es uno de esos cuatro o cinco nombres que sobreviven a través de todo un siglo, indemne a los cambios y a los juicios versátiles de las épocas.”

Les incluimos el link para quienes quieran leer el artículo:



Ultraísmo

El siglo XX se inició con una profusión de “ismos”: tendencias y modas en el arte que fueron cambiando la forma de percepción y expresión, a través de fuertes rupturas y cuestionamientos de las reglas, preconceptos y tendencias vigentes, de la mano de una imparable revolución tecnológica que afectó de manera irreversible a la vida de las personas a través de nuevas modalidades de comunicación y expresión, una revolución en las forma de transporte, y, especialmente, el avance arrollador de la tecnología bélica, que cuyo mayor exponente fue gran guerra europea, conocida luego como primera guerra mundial, y que marcó un nuevo hito en la cantidad de muertos y la destrucción de  ciudades. Esta locura tuvo una contracara en el arte, que tuvo una necesidad profunda de mostrar vitalidad, rebeldía, novedad.  Uno de estos movimientos, fue el ultraísmo.

El ultraísmo es un movimiento literario nacido en España en 1918, con la declarada intención de enfrentarse al modernismo, que había dominado la poesía en lengua española desde fines del siglo XIX. El término “ultra” en su acepción de “más allá” promovía empujar afuera, quitar a las tendencias artísticas vigentes, especialmente el modernismo, que había llegado a España desde América.

Fue lanzado en las tertulias del Café Colonial de Madrid, presididas por Rafael Cansinos Assens. Entre otros, formaron parte del núcleo ultraísta Gerardo Diego, Pedro Garfias, Juan Larrea, Ernesto López-Parra, Lucía Sánchez Saornil, Guillermo de Torre y el sevillano Isaac del Vando Villar. A continuación, vemos un fragmento del manifiesto ultraísta español:

Nuestra literatura debe renovarse; debe lograr su ultra como hoy pretenden lograrlo nuestro pensamiento científico y político. Nuestro lema será ultra y en nuestro credo cabrán todas las tendencias, sin distinción, con tal que expresen un anhelo nuevo. Más tarde estas tendencias lograrán su núcleo y se definirán. Por el momento, creemos suficiente lanzar este grito de renovación y anunciar la publicación de una revista, que llevará este título de Ultra, y en la que sólo lo nuevo hallará acogida. Jóvenes, rompamos por una vez nuestro retraimiento y afirmemos nuestra voluntad de superar a los precursores.

Molinari estuvo vinculado con el ultraísmo argentino, que es una variante del movimiento surgido en España y que fue “importado” al país por Borges. Luego de vivir en Suiza durante la Gran Guerra, pasó por España donde se relacionó, entre otros, con Rafael Cansinos Assens, a quien siempre consideró su maestro.

En un artículo publicado en la revista Nosotros, de Buenos Aires, en 1921, Borges sintetizó así los objetivos del ultraísmo:

1.    Uso de la metáfora.
2.    Tachadura de las frases medianeras, los nexos y los adjetivos inútiles.
3.    Abolición de los trebejos ornamentales, el confesionalismo, la circunstanciación, las prédicas y la nebulosidad rebuscada.
4.    Síntesis de dos o más imágenes en una, que ensancha de ese modo su facultad de sugerencia.
5.    Imágenes y metáforas chocantes, ilógicas, donde destacan el mundo del cine, del deporte, del adelanto técnico: "Los motores suenan mejor que endecasílabos" (Guillermo de Torre). El feísmo (Girondo)
6.    Tendencia a establecer una disposición tipográfica nueva de las palabras del poema, pretendiendo de ese modo hacer ver una fusión de la plástica y la poesía. Explotan la espacialidad de la página. Es poesía escrita, no leída. Vincula la poesía con la plástica (a diferencia del modernismo, que se asociaba con la música).
7.    Neologismos, tecnicismos y palabras esdrújulas.
8.    Eliminación de la rima..

La expresión «trebejos ornamentales» era una clara referencia al modernismo rubendariano, al que los ultraístas consideraban recargado de adorno y sin sustancia. El ultraísmo coincidía con las otras vanguardias en eliminar el sentimentalismo.

El ultraísmo era afín al creacionismo, del poeta chileno Vicente Huidobro, quien pasó por las tertulias de los ultraístas. Huidobro pretendía que un poema fuera siempre un objeto nuevo y distinto a los demás, que debía crearse «como la naturaleza crea un árbol», posición que implicaba la libertad del poema frente a la realidad, incluida la realidad íntima del autor.

Como se ve en los textos fundacionales, el ultraísmo argentino se diferenciaba del español por incluir un cierto tono paródico, burlón, pero además, incluía el criollismo.



Obra poética de Molinari

Oda a la Pampa


                                                                                                 Doquier cielo i soledades
                                                                                                 de Dios solo conocidas,
                                                                                                 que él solo puede sondear.

                                                                                                                  ECHEVERRÍA
                                                    I

 Junto a tus lejanías quietas e igual a una palmera, parado y batido por el viento del cielo en la tarde,
 te miro, patria, y la sonriente ternura de la muerte llama por mis ojos
 a los escondidos sueños.

 Los altos y amarillos pastos vuelven hacia el sol poniente las ríspidas hojas y la aheleada espiga desnuda,
 y ascienden los últimos pájaros por el espacio;
 y salido y pegado en ti, sostenido, busco tu horrible nostalgia transparente
 y mi sombra sobre la nación, vacilante y detenida.
 ¡El ánade solitario es como mi corazón rosado en marzo!

 En ti, patria, desciendo como la luz, y en ti, vuelvo hacia dentro igual a una tempestad;
 llamo, y sólo las sutiles hierbas me oyen y sienten pasar como una ráfaga también perdida.
 ¡Oh, nubes, vacíos grandes, y las desesperadas planicies donde el viento, sin descanso, en el viento habita!
 Y sólo a ti, melancolía madre, llega el corazón del hombre, de tus hijos,
 de tus penumbras ardientes. ¡Y sólo a ti, patria, queremos!

 ¡Y solo vuela el ánade en marzo!


                                                    II

 El viento corre detrás del verano y arrastra el polvo fino, la semilla de las negras hierbas,
 y el día es hermoso y suave como una flor en la apretada claridad del aire.

 La luz mueve su abierta corona sin ver la sombra de sus cabellos en la llanura,
 y sin oír las secas y murmurantes aguas, ni sentir el soplo sombrío entre unas brillantes cañas.

 Sola la memoria canta olvidada:

                     El viento de la tarde
                          silbando andaba,
                     como pájaro oscuro
                          en fresca rama.
                     Este es el triunfo, madre,
                          de enamorado,
                      las penitas afuera,
                      aire liviano.

                      Ciega se estaba el agua
                            mirando el alma,
                      dicen que dulce y tersas
                              se conversaban.
                      Este es el triunfo, madre,
                               que no termina;
                      más quiero olvido, sueño,
                               que despedida.

                       El viento de la noche
                                la mar velaba,
                       remando solitario
                                en negra cama.
                       Este es el triunfo, madre,
                                del tiempo frío;
                       del corazón que a veces
                                canta perdido.

                       ¡Y qué bonito el aire,
                                 madre, en el aire!

 ¡Y solo remonta el ánade en marzo!


                                                    III

 Vuelto y retornado a ti, miro tu ansiedad abandonada y el romper de golpe de las estaciones,
 unas con las lluvias y devorantes nieblas, y otras, ya en el resplandor de las flores y el levantar de los patos silvestres por el firmamento;
 allí, donde la perdiz canta escondida y sube temblando como el agua.

 Escogido, te prefiero a ti sin amargura, temporal sobre la tierra, nombrado y olvidado,
 y antiguo igual al fuego entre las llamas, miro mi pasada suerte en el ocio, en el vagar
 por tus nubes, como tus pájaros de las planicies.

 ¡Y llega el otoño, y ya oigo el retumbar
 del tambor de la tormenta en el desierto!

(en Unida noche, 1957)

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SONETO SUCEDIDO

No vuelve, no, la luz, ni la mañana,
no, ni la primavera alta perdida.
No vuelven; no, imposible; no, la vida,
la ausencia, el aire, ni la sed lejana.

No; para qué, nada vuelve, no -vanala
rosa de otro día, despedida;
el esmaltado ramo, de hoja ardida;
aquel rostro, aquel río, una hora ufana.

No; nunca, muerte mía, no, qué horrible.
Déjame en bien o en tiranía solo,
absoluto, sujeto, deshabido.

Ciego y ausente para mí, terrible;
áspero, mudo -nada-, quizás ola.
Amor; sí increíblemente sucedido.
No vuelven, no imposible”


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Mi pasión tiene la forma de un río apresado...
                                                                                        A Luis J. Morganti

Mi pasión tiene la forma de un río apresado por
     el desierto,
como por una noche penetrante,
inmóvil.

Amor es abrir la arena con narcisos.
(Dejen mi rostro apoyado en el agua
hasta que se me enfríe la voz,
solitariamente.)
Deseo una corona abandonada por su cuello,
besar el aire de su cabello hasta llenarme de vacío
De otra vida.

Nadie sabe hasta dónde llega el destierro;
que hace la tarde con un clavel, con un día caído
     de mi mejilla.

el cielo es cielo, y yo estoy tan lejos,
como una lanza junto a una cota empañada
por los arroyos de la noche.  Ay, en un costado de la tierra,
     con un nombre sordo,
mojándome el cuerpo distraído.

Gualeguaychú, abril de 1937

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Cante mi mundo de amor...

Cante mi mundo de amor,
tan dulcemente, que el viento
frío sienta su dolor
de nieve dura en mi aliento.
Corona de aire ofrecido,
río de calor cedido
al olvido; a un amante
sueño, exacto. ¡Mundo! Mundo
mío -tuyo-, ya profundo
en ¡ay! de cierzo distante.

Palma sedienta, jacinto
asido. Cantar a un día
turbado -solo aún-, distinto,
con su muerte todavía.
Rama de espacio celoso,
rumbo huido, riguroso.
Muro, flor, herida: ¡suelo
deshallado! Único. Sola.
Mi fe con su tiempo, aureola
de mundo solo, en tu cielo.

Brizna alta. Universo. Río.
Tu cielo, tu cielo, fuente
unida, ya sin vacío.
Eterno, eterna, luciente.
Que nadie toque tu rosa
de sonido, angustiosa
ayer, sin vida. Aire amado,
crecido: escúchame hoy -alma
viva- cantar en la calma,
en desierto enamorado.

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También trabajó tankas, pero ya en algún momento ampliaremos el tema o le dedicaremos una clase específica a esta medida japonesa similar al haiku.

A modo de ejemplo, colocaré sólo uno:

Sube la nave
y en el alba espuma baja.
asoma y brilla,
la barba deshojada,
cana y sin mariposas.


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El recurso que veremos hoy es la derivación:

Se trata de un recurso fónico. Es el vínculo de palabras que provienen de una misma raíz.

Ejemplos:

Violeta Parra

No lloro yo por llorar,
sino por hallar sosiego;
mi llorar es como un ruego
que naide quier’ escuchar.
Del ver y considerar
la triste calamidá’
que vive l’humanidá’
en toda su longitú’:
l’escasez de la virtú’
es lo que me hace llorar.

Ayer, buscando trabajo,
llamé a una puerta de fierro.
Como si yo fuera un perro
me miran de arrib’ abajo.
Con promesas a destajo
me han hecho volver cien veces,
como si gusto les diese
al verme solicitar.
Muy caro me hacen pagar
el pan que me pertenece.

No demando caridá’,
ni menos pid’ un favor;
pido con mucho rigor
mi derecho a trabajar;
yo quiero ganar mi pan,
mi harina y mi ají picante.
Con su sonrisa farsante
me dicen por vez postrera,
que al llegar la primavera
puede ser que haiga vacante.

Así me pasan los días,
uno sobre otro en las mesmas,
veo que llega Cuaresma,
una más y otra enseguí’a.
Le ruego a San Jeremías,
le prendo vela tras vela,
más sordo que l’entretela
se burla de mis quebrantos.
Si no me conduel’ el santo,
¿quien quiero que se conduela?

No pierdo las esperanzas
de qu’esto tenga su arreglo,
un día este pobre pueblo
teng’ una feliz mudanza.
El toro solo se amansa
montándolo bien en pelo;
no tengo ningún recelo
de verle la pajarilla,
cuando se dé la tortilla
la vuelta que tanto anhelo


Romance del enamorado y la muerte

Un sueño soñaba anoche,
Soñito del alma mía,
Soñaba con mis amores
Que en mis brazos los tenía.
Vi entrar señora tan blanca
Muy más que la nieve fría.
- ¿Por dónde has entrado, amor?
¿Cómo has entrado, mi vida?
Las puertas están cerradas,
Ventanas y celosías.
- No soy el amor, amante:
la Muerte que Dios te envía.
- ¡Ay, Muerte tan rigurosa,
déjame vivir un día!
Un día no puede ser,
una hora tienes de vida.
Muy de prisa se calzaba,
Más de prisa se vestía;
Ya se va para la calle,

en donde su amor vivía.
- ¿Cómo te podré yo abrir
si la ocasión no es venida?
Mi padre no fue al palacio
Mi madre no está dormida.
- Si no me abres esta noche,
ya no me abrirás, querida;
la Muerte me está buscando,
junto a tí, vida sería.
- Vete bajo la ventana
donde labraba y cosía,
te echaré cordón de seda
para que subas arriba,
y si el cordón no alcanzare
mis trenzas añadiría.
La fina seda se rompe;
La Muerte que allí venía:
- Vamos, el enamorado,
que la hora ya está cumplida.

(Anónimo)


Hasta la próxima clase, y recuerden subir sus poemas al blog. 

3 comentarios:

  1. Ejercicio
    Clase 19
    Inspirado en la obra y estilo de Ricardo Molinari

    Nostalgia

    Sigo caminando por melancólicos paisajes
    que me llevan, inapelables, a mis días de niño.
    Un sendero gastado de soles y ausencias,
    entre ardientes tranqueras y alambradas.
    Arboles, que a mi paso, susurran canciones de cuna,
    el lejano zumbar del acero entre los durmientes,
    el cansino temblor de la tierra,
    paredes tatuadas de perezas y olvidos.
    un aroma de hojarasca otoñal,
    de tierra seca, de ramas caídas.
    Y esas voces solitarias,
    abandonadas en la dolorosa huida,
    anuncian el desfile de mis muertos.

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  2. Esclava ,esclavizada mente
    Vive ,viendo la mascara
    Fantasmal ,fantasma
    Escon dido ,escondite
    Seguro seguramente
    En el pozo del escenario
    Ayuda, ayudando al fanstama
    De la opera,opereta del espacio
    Espaciado tributo a la memoria
    Del teatro teatralizando
    La mente del universo
    Creativo creando arte.
    Miguel Curcio.

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