Porfirio
Barba Jacob
Hoy
veremos la obra poética de Porfirio Barba Jacob, un poeta colombiano casi
desconocido para el público argentino.
Noticia
biobibliográfica
Poeta
y periodista colombiano, polémico e influyente, cuya obra suele clasificarse
dentro de un modernismo ecléctico.
Su
verdadero nombre era Miguel Ángel Osorio Benítez, Nació en Santa Rosa de Osos, Departamento
de Antioquía, Colombia, en 1883, y
falleció en México DF en 1942.
En
su primera juventud fue maestro de escuela rural en Antioquía,
donde fundó la campesina Escuela de la Iniciación.
Luego de fundar en Bogotá, hacía 1902, el periódico literario El Cancionero Antioqueño, que dirigió
como Marín Jiménez, escribió la novela Virginia,
que nunca vio la luz pues los originales fueron incautados por el alcalde de
Santa Rosa por 'inmoral'.
En 1906-1907 en Barranquilla escribió sus primeros poemas que hicieron
parte de Campiña Florida (1907) donde
apareció su más conocido poema: Parábola
de la vida profunda. Entonces adoptó el sobrenombre de Ricardo Arenales,
que usó hasta 1922, y luego en Guatemala, lo cambió por Barba Jacob que
conservó hasta su muerte.
Su
vida fue un continuo y desgarrado peregrinaje por diversos países de América.
Estuvo radicado en Guatemala, Honduras, Costa Rica, El Salvador, Cuba, Perú y
México, colaborando con toda suerte de publicaciones literarias y políticas.
Contradictorio, siempre propenso al escándalo, enriqueció la leyenda sobre su
extravagante persona con una producción poética peculiar. Su espíritu errante,
lleno de pasión y de nostalgia, formó parte esencial de su obra, signada además
por la angustia y la sensualidad. Participó en movimientos políticos en México,
Guatemala y Cuba. Trabó amistad con políticos influyentes, como por ejemplo,
Porfirio Díaz, militar, dictador y presidente de México, y con poetas
contemporáneos, como por ejemplo, Federico García Lorca, a quien conoció en
Cuba.
En 1918 retornó a México y vivió en Ciudad Juárez, El Paso y San
Antonio, donde se dice que escribió una perdida biografía de Pancho Villa.
Utilizó
muchos seudónimos: Juan Sin Miedo, Juan Sin Tierra, Juan Azteca, Junius
Cálifax, Almafuerte, El Corresponsal Viajero y otros más.
Barba
Jacob fue abiertamente homosexual, y esto marca su mirada poética, su angustia
deliberada ocultada y la censura que sufrieron él y su obra en el período en el
que le tocó vivir.
Murió
en 1942, de tuberculosis, en la Ciudad de México. Cuatro años después de su fallecimiento,
en 1946, el gobierno colombiano trasladó sus restos a Colombia. Hoy en su
ciudad natal, es un referente, una de las personalidades más importantes. Allí está emplazada esta escultura en homenaje a Porfirio Barba Jacob de
Rodrigo Arenas Betancur.
En
el siguiente link podrán leer una crónica más detallada de las peripecias de la
vida de este poeta:
Estilo
poético
El
conjunto de su obra muestra un estilo modernista particular y propio, con la
temática típica del movimiento, pero el poeta llena su universo espiritual con
la experiencia de vida transformada en poema. Pleno de palabras altisonantes, pero con un
ritmo emocionado, angustioso, sincero y pasional. Influido por Baudelaire,
tiene más vida interior que imaginación, y temperamento más romántico que
modernista; se acerca unas veces a la belleza formal de Rubén Darío, a la
delicadeza de Amado Nervo. Lírico como ninguno, dice de él Nicolás Bayona
Posada que poseyó el arte maravilloso de unir a la música de las estrofas una
embriagadora melodía de pensamientos originales y alucinantes.
Germán
Arciniegas, que rescata su obra y lo pone a la par de Gabriel García Márquez en
cuanto a la crónica periodística, expresa: “Cuando Porfirio Barba Jacob se
llamaba Ricardo Arenales, en 1917, ocurrió el terremoto de San Salvador, uno de
los grandes cataclismos que han conmovido a Centro América. Entonces, como en
toda su vida Barba Jacob hacía periodismo. Un periodismo con toda la carga
romántica que tienen sus versos, con el esplendor modernista de la época y con
la agresividad personal —en los panfletos— del vagabundo colombiano que
recorrió los contornos del Caribe como un endiablado sembrador de fuego”.
Algunas de sus frases
A
continuación leeremos algunas de sus frases, que sin duda, reflejan en él el
movimiento modernista:
"La
poesía es la religión de los cultos. Si en lugar de adorar a Jesús amáramos a
Homero, la humanidad no sufriría tanto".
"El
corazón del campo te dará su vigor para entrar en el último sueño".
"La
poesía es la dama de los cabellos ardientes".
"Nadie
puede impedir que un perro callejero se orine en el monumento más glorioso".
"Vale
más el oro del sonido, que el sonido del oro".
Los títulos de sus obras y las antologías / recopilaciones post mortem
·
Campiña
Florida (Barranquilla, 1907).
·
Canciones
y Elegías (México, 1933).
·
Rosas
Negras (Guatemala, 1933)
·
Poemas
intemporales (México, 1944).
·
Antorchas
contra el viento (Bogotá, 1944).
·
Poemas Fernando Vallejo (editor). Procultura.
(Bogotá, 1986).
·
Antología S. Ernesto Ojeda (editor). Editorial
Panamericana (Bogotá, 1994).
·
Rosas negras (antología hecha por Luis Antonio de Villena) Mestral Poesía.
(Valencia, España, 1988).
Obra
poética
A
continuación veremos algunos de sus poemas:
Canción
de la vida profunda
El
hombre es una cosa vana, variable y ondeante...
MONTAIGNE
Hay
días en que somos tan móviles, tan móviles,
como
las leves briznas al viento y al azar.
Tal
vez bajo otro cielo la Gloria nos sonríe.
La
vida es clara, undívaga, y abierta como un mar.
Y
hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles,
como
en abril el campo, que tiembla de pasión:
bajo
el influjo próvido de espirituales lluvias,
el
alma está brotando florestas de ilusión.
Y
hay días en que somos tan sórdidos, tan sórdidos,
como
la entraña obscura de oscuro pedernal:
la
noche nos sorprende, con sus profusas lámparas,
en
rútiles monedas tasando el Bien y el Mal.
Y
hay días en que somos tan plácidos, tan plácidos...
(¡niñez
en el crepúsculo! ¡Lagunas de zafir!)
que
un verso, un trino, un monte, un pájaro que cruza,
y
hasta las propias penas nos hacen sonreír.
Y
hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos,
que
nos depara en vano su carne la mujer:
tras
de ceñir un talle y acariciar un seno,
la
redondez de un fruto nos vuelve a estremecer.
Y
hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres,
como
en las noches lúgubres el llanto del pinar.
El
alma gime entonces bajo el dolor del mundo,
y
acaso ni Dios mismo nos puede consolar.
Mas
hay también ¡Oh Tierra! un día... un día... un día...
en
que levamos anclas para jamás volver...
Un
día en que discurren vientos ineluctables
¡un
día en que ya nadie nos puede retener!
Canción
de la hora feliz
Yo
tuve ya un dolor tan íntimo y tan fiero,
de
tan cruel dominio y trágica opresión,
que
a tientas, en las ráfagas de su huracán postrero,
fui
hasta la Muerte... Un alba se hizo en mi corazón.
Bien
se que aún me aguardan angustias infinitas
bajo
el rigor del tiempo que nevará en mi sien;
que
la alegría es lúgubre; que rodarán marchitas
sus
rosas en la onda de lúgubre vaivén.
Bien
sé que, alucinándome con besos sin ternura,
me
embriagarán un punto la juventud y Abril;
y
que hay en las orgías un grito de pavura,
tras
la sensualidad del goce juvenil.
Sé
más: mi egregia Musa, de hieles abrevada,
en
noches sin aurora y en llantos de agonía,
por
el fatal destino de dioses engañada
ya
no creerá en nada... ni aún en la poesía...
¡Y
estoy sereno! En medio del oscuro "algún día",
de
la sed, de la fiebre, de los mortuorios ramos
-¡el
día del adiós a todo cuanto amamos!-
yo
evocaré esta hora y me diré a mí mismo,
sonriendo
virilmente: -"Poeta, ¿en qué quedamos?"
Y
llenaré mi vaso de sombras y de abismo...
¡el
día del adiós a todo cuanto amamos!
Elegía
de septiembre
¡Oh
sol! ¡Oh mar! ¡Oh monte! ¡Oh humildes
animalitos
de los campos! Pongo a todas las cosas
por
testigos de esta realidad tremenda: He vivido.
Main
Cordero
tranquilo, cordero que paces
tu
grama y ajustas tu ser a la eterna armonía:
hundiendo
en el lodo las plantas fugaces
huí
de mis campos feraces
un
día...
Ruiseñor
de la selva encantada
que
preludias el orto abrileño:
a
pesar de la fúnebre muerte, y la sombra, y la nada,
yo
tuve el ensueño.
Sendero
que vas del alcor campesino
a
perderte en la azul lontananza:
los
dioses me han hecho un regalo divino:
la
ardiente esperanza.
Espiga
que mecen los vientos, espiga
que
conjuntas el trigo dorado:
al
influjo de soplos violentos,
en
las noches de amor, he temblado.
Montaña
que el sol transfigura.
Tabor
al febril mediodía,
silente
deidad en la noche estilífera y pura:
¡nadie
supo en la tierra sombría
mi
dolor, mi temblor, mi pavura!
Y
vosotros, rosal florecido,
lebreles
sin amo, luceros, crepúsculos,
escuchadme
esta cosa tremenda: ¡He Vivido!
He
vivido con alma, con sangre, con nervios, con músculos,
y
voy al olvido.
Soberbia
Le
pedí un sublime canto que endulzara
mi
rudo, monótono y áspero vivir.
El
me dio una alondra de rima encantada...
¡Yo
quería mil!
Le
pedí un ejemplo del ritmo seguro
con
que yo pudiera gobernar mi afán.
Me
dio un arroyuelo, murmullo nocturno...
¡Yo
quería un mar!
Le
pedí una hoguera de ardor nunca extinto,
para
que a mis sueños prestase calor.
Me
dio una luciérnaga de menguado brillo...
¡Yo
quería un sol!
Qué
vana es la vida, qué inútil mi impulso,
y
el verdor edénico, y el azul Abril...
¡Oh
sórdido guía del viaje nocturno!
¡Yo
quiero morir!
Canción
del tiempo y el espacio
El
dulce niño pone el sentimiento
entre
la pompa de jabón que fía
el
lirio de su mano a la extensión.
El
dulce niño pone el sentimiento
y
el contento en la pompa de jabón.
Yo
pongo el corazón -¡pongo el lamento!
entre
la pompa de ilusión del día,
en
la mentira azul de la extensión.
El
dulce niño pone el sentimiento
y
el contento. Yo pongo el corazón.
Futuro
Decid
cuando yo muera... (¡y el día esté lejano!):
soberbio
y desdeñoso, pródigo y turbulento,
en
el vital deliquio por siempre insaciado,
era
una llama al viento...
Vagó,
sensual y triste, por islas de su América;
en
un pinar de Honduras vigorizó el aliento;
la
tierra mexicana le dio su rebeldía,
su
libertad, su fuerza... Y era una llama al viento.
De
simas no sondadas subía a las estrellas;
un
gran dolor incógnito vibraba por su acento;
fue
sabio en sus abismos -y humilde, humilde, humilde-
porque
no es nada una llamita al viento...
Y
supo cosas lúgubres, tan hondas y letales,
que
nunca humana lira jamás esclareció,
y
nadie ha comprendido su trágico lamento...
Era
una llama al viento y el viento la apagó.
Canción
de la alegría
¡Oh
juventud… y el corazón… y Ella,
música
en el silencio del palmar!
Brilla
en mi cielo temblorosa estrella,
y
el corazón, la juventud y Ella
me
infunden vago anhelo de cantar.
Junio
en sus brazos cálidos madura
de
mayo floreal la herencia opima;
y
la onda musical de la luz pura
truécase
en polvo de oro de la rima.
¡Oh
juventud… y el corazón… y Ella
trémula
en el cordaje del laúd:
Ella
florida, Ella enardecida,
Ella,
todo el aroma de la vida
en
la miel de la dulce juventud!
Aún
siento impulso de cantar. El viento
riega
efluvios de Dios por la pradera,
todo
primor de nácar y de trino
en
la infantilidad de la mañana
-¿Qué
es poesía?
-
El pensamiento divino
hecho
melodía humana.
Elegía platónica
Amo
a un joven de insólita pureza,
todo
de lumbre cándida investido:
la
vida en él un nuevo dios empieza,
y
ella en él cobra número y sentido.
Él,
en su cotidiano movimiento
por
ámbitos de bruma y gnomo y hada,
circunscribe
las flámulas del viento
y
el oro ufano en la espiga enarcada.
Ora
fulgen los lagos por la estría...
Él
es paz en el alba nemorosa.
Es
canción en lo cóncavo del día.
Es
lucero en el agua tenebrosa...
En las
noches oceánicas
En
las noches oceánicas
de
los campos de Cuba,
muchachuela
rural ha llamado a mi hombría;
tiene
las carnes fúlgidas,
tiene
los ojos bellos,
desnuda
muestra corales vivos
ardiendo
en sus mamelias.
El
espejo
¿Mi
nombre? Tengo muchos: canción, locura, anhelo.
¿Mi
acción? Vi un ave hender la tarde, hender el cielo.
Busqué
su huella y sonreí llorando,
y
el tiempo fue mis ímpetus domiando.
¿La
síntesis? No se supo: un día fecundaré la era
donde
me sembrarán. Don Nadie. Un hombre. Un loco. Nada.
Una
sombra inquietante y pasajera.
Un
odio. Un grito. Nada. Nada.
¡Oh
desprecio, oh rencor, oh furia, oh rabia!
La
vida está de soles diademada.
Me
estremece e
El
hueco que descubres en la luz de mi espejo.
Recurso
poético
La
sinécdoque
La
sinécdoque consiste en extender, restringir o alterar de algún modo la
significación de las palabras, para designar un todo con el nombre de una de
sus partes, o viceversa; un género con el de una especie, o al contrario; una
cosa con el de la materia de que está formada
Se
suele considerar A la sinécdoque como un caso particular de la metonimia, que consiste
en designar una cosa con el nombre de otra tomando el efecto por la causa o
viceversa, el autor por sus obras, el signo por la cosa significada, etc.;
Ejemplos
La
parte por el todo:
Tiene
quince primaveras (años)
Quedó
sola con cuatro bocas que alimentar (hijos)
Cuando
vimos las velas (naves)
El
heredero al trono (reino)
Le
escribiré unas letras (una carta)
Quedó
sola con cuatro bocas que alimentar (se refiere a sus cuatro hijos)
Pidió
la mano de su novia
Tiene
veinte primaveras (años)
Trabajo
para ganarme el pan (salario para vivir)
Un
rebaño de mil cabezas (animales)
Hay
que pasar el invierno (se refiere a que hay que pasar el año)
El todo
por la parte:
España
(el equipo de España) ganó a (el equipo de) Francia
La
ciudad (sus habitantes) se amotinó
Llegó
la policía (algunos oficiales, no toda la institución)
La
ciudad (los ciudadanos) le recibió cálidamente
Todo
el mundo dice lo mismo (mucha gente)
El
género por la especie:
El
noble animal relinchó (animal por caballo)
La
especie por el género:
Ganarse
el pan (por “ganarse la comida")
El
singular por el plural:
El
inglés es flemático, el español colérico
El
perro es un animal fiel (todos los perros)
El
plural por el singular:
Los
oros de las Indias
La
materia por el objeto:
Chocaron
los aceros. (en lugar de las armas de acero, espada, cuchillo, etc.)
Lo
abstracto por lo concreto:
La
caridad es sublime
La
juventud es rebelde
El
signo por la cosa representada:
Mensaje
de la Corona (por mensaje del Rey)
La
especie por el individuo:
El
hombre llegó a la luna (los astronautas)
Porfirio
Barba Jacob utiliza este recurso en su obra poética.
Tarea
para el hogar
Para
la próxima clase, quienes quieran podrán traer un poema de cualquier autor y
estilo, para leer y compartir en clase. Y piensen además cuál es el tema que
más los influye en este momento de cada uno en cuanto a su poesía.
Ejercicio
ResponderBorrarUso de la sinécdoque – Influencia de Porfirio Barba Jacob
Minutos
Dejamos todo ahí, ahí donde nunca buscamos.
El tiempo deja de mirarnos un rato y piensa.
En sus hijos, tal vez.
Deliciosos desagradecidos, murmura.
Y nos regala unos minutos de inmortalidad.
Miramos todo con distintos ojos
Sentimos temblorosos el espanto, que nos persigue
incesante, irrevocable.
Fatigado, quizás agobiado de soledad,
nos regala unos minutos de quietud.
Dibujamos el destino con las manos
azuladas de difusas emociones.
Y ese pequeño dios iconoclasta,
que sólo está para vivirnos,
nos regala unos minutos de algo
que no sabemos bien qué es.
EL OTRO EN MÍ
ResponderBorrarEl impulso del otro en mí
nada en aguas pecaminosas
el torrente sanguÍneo mantiene
cercado el flujo de pasión
entre pasillos del viejo convento
la luz tenue corcovea
se resiste al atardecer
la noche aprieta las sinfonÍas
el canto desmesurado de la calandria
anuncia el nuevo día
el horizonte apareció cabalgando
dibujando imágenes fantasmagóricas
a contra luz el otro recostado
en mi espalda un pétalo blanquesino
brotaba entre ambos
no podia mas que olerlo
hicimos lo posible.
MIGUEL CURCIO.
Ejercicio ,influencia Porfirio Barba Jacob