Al filo de la nueva clase, hoy jueves, escribo un poco acerca de la
anterior.
Comenzamos a ver la obra del enorme
poeta Jorge Luis Borges. Y
seguiremos viendo su poética en la siguiente clase, por ser tan vasta, rica y
pluritemática. Vimos un par de poemas,
de su primer poemario, y del último. Y continuaremos.
Ustedes saben que sostengo desde hace años que, a la manera del
estadounidense Edgar Allan Poe, escritor del siglo XIX que influyó decidida y
definitivamente en la literatura del XX y por lo tanto entonces se constituyó
en el escritor más importante de su siglo, de la misma manera afirmo que Borges
es el escritor más importante del siglo XX. Y recién se está conociendo su
certera y poderosa influencia en la literatura de este nuevo siglo, el XXI.
La historia de esta foto, de un reportaje que le hice a Borges en su casa el 18 de octubre de 1979, uno de esos tantos días en que no ganó el premio Nobel, se las cuento y la publico durante la clase próxima. El copyright de esta foto es de Marcel Ives Martin. Y el epígrafe debería decir: La periodista Sandra Pien saluda al escritor Jorge Luis Borges luego de un reportaje.
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El recurso que vimos, vinculado con la poética borgeana es el hipérbaton: fenómeno de construcción lingüístico, en el que se
altera el orden lógico o sintáctico de una frase.
Hipérbaton proviene del griego “hyper” que
significa encima y de un verbo “abínein”, que se puede traducir en caminar o
ir. Haciendo una libre interpretación, quedaría más o menos como sigue: está
por encima del orden o ir por encima del orden.
El hipérbaton es la figura literaria que consiste en alterar el orden
lógico de las palabras en una oración, su plural es hipérbatos. Fue un recurso
especialmente utilizado en los periodos cortesanos de la historia de la
literatura cuyo objetivo era
hacer más noble el lenguaje, especialmente en la prosa latinizante del siglo XV, ya que al aplicar este recurso,
el esquema sintáctico coincidía con el predominante en Latín, siendo asimismo
recurso habitual en la estética de la literatura barroca.
Se distinguen cuatro tipos de hipérbatos: la tesis, que consiste en
intercalar una palabra entre dos elementos de otra compuesta; el paréntesis, que consiste en
introducir en una frase una interjección u oración con entonación distinta; la anástrofe, que consiste en
posponer la preposición al sustantivo cuyo caso rige, y la histerología, que consiste en
alterar el orden de las palabras y decir primero lo que debería ir después.
Casi siempre obedece a cualquiera de estos dos motivos: el
deseo de imitar la sintaxis del latín,
lengua en la cual el verbo se sitúa al final de la oración, o bien destacar o
subrayar el significado del elemento desplazado de su posición normal, casi
siempre para llevarlo al primer lugar de la frase. Menos artísticamente, se usa
también por las razones métricas de situar un acento necesario, facilitar una sinalefa o hacer posible una rima.
Desorden
de la secuencia lógica de los elementos del texto. Se trastrueca o disloca el
orden normal de la oración o de la frase, que en español es: sujeto + verbo +
complementos del verbo, y determinado + determinante. Cuando el
hipérbaton altera demasiado el orden sintáctico, de modo que se requiere especial
atención para desentrañar el mensaje, se denomina hipérbaton violento.
El
hipérbaton caracteriza periodos muy cortesanos de la literatura española, como
el siglo XV (en que lo utilizaron frecuentemente autores
como Juan de Mena o Fernando de Rojas, entre
otros) o el Barroco. En este último periodo, el estilo llamado
Culteranismo o Gongorismo supuso un auténtico desarrollo
para este procedimiento retórico
merced a la importancia que le confirió en sus obras el poeta cordobés Luis
de Góngora a partir de su poema Soledades (1613). Los
casticistas como Lope de Vega reaccionaron burlándose del procedimiento en
parodias humorísticas del mismo.
Ejemplos:
Del monte
en la ladera por mi mano plantado tengo un huerto...
(Fray Luis de León, siglo XVI) Pasos de un peregrino son errantes
cuantos me dictó versos dulce Musa en soledad confusa, perdidos
unos, otros inspirados. (Luis de Góngora, Soledades, 1613) En
una de fregar cayó caldera. (Lope de Vega, La gatomaquia, s. XVII) Inés,
tus bellos ya me matan, ojos, y al alma, roban pensamientos, mía, desde
aquel triste, que te vieron, día, no tan crueles, por tu causa,
enojos. Tus cabellos, prisiones de amor, rojos, con
tal, me hacen vivir, melancolía, que tu fiera, en mis lágrimas,
porfía, dará de mis, la cuenta a Dios, despojos. Creyendo
que de mí no, Amor, se acuerda, temerario, levántase, deseo, de
ver a quien me, por desdenes, pierde. Que es venturoso, si me
admite, empleo, esperanza de amor, me dice, verde, viendo que te,
desde tan lejos, veo". (Lope de Vega, siglo XVII)
Definición:
Una hipérbaton es un
recurso literario (o retórico) en el que el autor juega con la colocación
regular de palabras y frases, y crea una frase estructurada de manera diferente
para transmitir el mismo significado, pero renovado. Se dice que mediante el
uso del hipérbaton, palabras o frases traspasan sus prácticas convencionales y
resultan en una estructura de las oraciones más complejas e intrigantes. Este
recurso literario se utiliza para agregar más profundidad e interés a la estructura
de la oración.
Ejemplos de Bécquer:
“Volverán las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar”. *Lo
mejor sería ponerlo así: “Las golondrinas oscuras volverán a colgar sus nidos
en tu balcón”.
"Del salón en el ángulo oscuro, de su dueña tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo veíase el arpa".
Volviendo a Borges, leímos:
De Fervor de
Buenos Aires, su primer poemario, de 1923, y además se trata de un ars
poética:
El sur
Desde uno de tus patios haber mirado
las antiguas estrellas,
desde el banco de
la sombra haber mirado
esas luces dispersas
que mi ignorancia no ha aprendido a nombrar
ni a ordenar en constelaciones,
haber sentido el círculo del agua
en el secreto aljibe,
el olor del jazmín y la madreselva,
el silencio del pájaro dormido,
el arco del zaguán, la humedad
-esas cosas, acaso, son el poema.
De Los conjurados,
el último de sus poemarios, de
1985, un maravilloso poema dedicado a los caídos en la Guerra de las Malvinas, y por cierto, a la necedad nefasta de cualquier guerra:
Juan López y John Ward
Les tocó en suerte una época extraña.
El planeta había sido parcelado en distintos países,
cada uno provisto de lealtades,
de queridas memorias,
de un pasado sin duda heroico,
de derechos,
de agravios,
de una mitología peculiar,
de próceres de bronce,
de aniversarios,
de demagogos y de símbolos.
Esa división, cara a los cartógrafos, auspiciaba las
guerras.
López había nacido en la ciudad junto al río inmóvil;
Ward, en las afueras de la ciudad por la que caminó
Father Brown.
Había estudiado castellano para leer el Quijote.
El otro profesaba el amor de Conrad,
que le había sido revelado en una aula de la calle
Viamonte.
Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara
a cara,
en unas islas demasiado famosas,
y cada uno de los dos fue Caín,
y cada uno, Abel.
Los enterraron juntos.
La nieve y la corrupción los conocen.
El hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos
entender.
Hoy seguiremos con la lectura de la obra borgeana, y luego
subirán aquí y en la siguiente si quieren, sus ejercicios poéticos.
Les dejo un regalo de lujo, no se lo pierdan:
Ejercicio
ResponderBorrarHipérbaton
JLB
Vicente López, 1957
Dedicado a Juan Salvo, que nunca supo que era un personaje íntimamente borgeano.
Silencia la calle la noche cerrada
A lo lejos, el inquieto
taconeo de una pareja
lento el equilibrio
a la penumbra destinado.
Desde la habitación, soledad
pensando otros cielos
únicos, íntimos instantes.
Espejos, monstruos
acerados sueños, añoranzas.
¿Y será un sueño
este silencio?
¿Será de la luz
de estos demonios
una increada luna?
Saber verse
deslizar
abrirse en tensión
desafío minotauro
esperando la nevada.