Hoy veremos la
poética del poeta argentino Alberto Girri.
Ayer, miércoles 19
de noviembre de 2014, en la semana del aniversario de su fallecimiento, la
Fundación Internacional Jorge Luis Borges organizó un homenaje. Al efecto, hablaron
la escritora Alina Diaconú, amiga personal del poeta; el periodista y poeta Andrew
Graham-Yooll y María Kodama, presidente de la FIJLB, y cada uno aportó una
visión desde ángulos diferentes y concurrentes, que enriquecieron aún más aquella figura poética.
Diaconú se refirió
a esa feliz mezcla de porteño clásico y poeta zen que fue Girri, lo describió
como maestro y amigo, dio una semblanza del que denominó un "dandy zen": tostado, atildado,
bien vestido, y con una literatura del arte por el arte.
Graham-Yooll, por
su parte, contó anécdotas muy ricas respecto del Girri traductor. Por ejemplo,
que lo conoció en la casa de William Shand, poeta, narrador y dramaturgo (nacido
en Glasgow en 1902 y fallecido en Buenos Aires en 1997), quien fue el coautor
de la ópera que escribió con AG y musicalizó Alberto Ginastera.
Mencionó la
importante faceta de traductor de Girri, quien, junto con Shand, publicó bajo
el sello de la Fundación Argentina para la Poesía un volumen de poemas de
poetas argentinos traducidos al inglés. Graham-Yooll mencionó, por ejemplo, que
hubiesen querido incluir la versión original de los poemas junto con las
traducciones. Asimismo, contó que Girri introdujo en la Argentina a autores de
lengua inglesa, en una época en la que era hegemónica la lectura de autores
franceses.
María Kodama resaltó,
por último, la influencia de lo oriental en Girri y la amistad entre los poetas.
Claro que esta anécdota plena de ironía, que ahora contaré, no fue recordada dentro de ese homenaje. Cuentan que dentro de las irónicas frases que recorren la mitología borgeana, se suele repetir aquélla de cuando le preguntaron a Borges acerca de la poética de Girri. Y dicen que dijo: “Es muy interesante, porque mientras uno lo va leyendo, lo va olvidando”.
Claro que esta anécdota plena de ironía, que ahora contaré, no fue recordada dentro de ese homenaje. Cuentan que dentro de las irónicas frases que recorren la mitología borgeana, se suele repetir aquélla de cuando le preguntaron a Borges acerca de la poética de Girri. Y dicen que dijo: “Es muy interesante, porque mientras uno lo va leyendo, lo va olvidando”.
Por su parte, en una entrevista Alberto Girri respondió lo siguiente:
“En los últimos
diez años de su vida, tuve con Borges una relación para mí muy fecunda, al
menos en el plano intelectual y en el del humor. A menudo disentimos, sobre
todo en cuanto a su devoción por Lugones y su casi desdén por Eliot. En verdad,
nunca supe qué pensaba de mis poemas, pero conociéndolo podría asegurarse que
era mucho más benévolo en sus juicios irónicos que en sus elogios a cierta
poesía, la de Almafuerte o la de Martínez Estrada, por ejemplo”.
Se acompaña el
texto completo de esa entrevista.
Y ahora sí, una
pequeña biografía del poeta. Hacedor de una poesía sustantiva,
intelectual y con frecuencia hermética, el poeta y traductor Alberto Girri
murió hace 23 años -el 16 de noviembre 1991- tras publicar unos 30 libros y ser
elogiado por escritores de valía, como Jorge Luis Borges.
"A veces no lo he entendido; pero siempre que lo he entendido, lo he admirado. A veces el poema me ha excluido, sin duda por incapacidad mía, no por torpeza suya", dijo alguna vez Borges refiriéndose a este poeta de escritura enigmática, poco accesible.
Alberto Girri había nacido también durante el mes de noviembre, precisamente el 27 de noviembre de 1919, en el barrio porteño de Almagro. Hizo la secundaria en el Colegio Nacional Bernardino Rivadavia y cursó su licenciatura en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.
Desde allí se relacionó con escritores e intelectuales que lo conectaron con el diario La Nación, en cuyo suplemento literario escribió, y con la revista Sur.
Su título inicial, Playa sola (1946), mereció más críticas que elogios, ya que se lo juzgó como un poeta de tono extranjero influenciado por el verso blanco inglés, sin musicalidad y por momentos incomprensible.
Tal vez recusando a este argumento, en una
entrevista, Girri manifestó: "En algún lugar Pound observa que es
imposible escribir buena poesía si no se ha leído a Stendhal o a Flaubert, lo
que es una verdad indiscutible".
Y añadió: "Entre nosotros, ese Stendhal o ese Flaubert es Borges. El me mostró la posibilidad de una concisión epigramática, de una sintaxis estricta en el español, cosas que en un principio me parecían inalcanzables".
Girri
se empeñó en transitar la poesía por un camino propio, despojado de los
ingredientes barrocos, neorrománticos o surrealistas que ofrecían sus
contemporáneos de la denominada generación del ´40.
"Si usted toma una antología surrealista y borra los nombres de los autores de los poemas, en la mayoría de los casos esos poemas pueden ser intercambiables", dijo con mordacidad en cierta ocasión, tal su desprecio por la uniformidad y los modelos de culto en boga en la literatura de su tiempo.
Había estudiado algo de latín y griego en la facultad, y conocía a fondo el italiano y el inglés, lo que le permitió leer a Walt Whitman, a Edgar Allan Poe y a Dante.
A Playa sola, le siguieron: Coronación de la espera (1947), Trece poemas (1949), El tiempo que destruye (1951), Escándalos y soledades (1952), Línea de la vida (1955), Examen de nuestra causa (1956), La penitencia y el mérito (1957), Propiedades de la magia (1959), La condición necesaria (1960) y Elegías italianas (1962).
Con el poemario El ojo (1963) demostró tener un estilo propio, despojado de convencionalismos, de excesos retóricos y de pintoresquismo; y a la vez, con ritmo marcado y fluctuante. Le siguió Poemas elegidos (1965), una antología seleccionada por el propio Girri, en cuyo prólogo Jorge Andrés Paita advirtió: "En todos los poemas, más o menos a flor de verso, hay en gestación permanente un único motivo, que es la preocupación ética ante un mundo desarticulado."
Otros libros suyos: Envíos (1967), Casa de la mente (1968) Antología temática y Valores diarios (1970), En la letra, ambigua selva (1972), Poesía de observación (1973), Quien habla no está muerto y Galería personal (1975). Le siguieron El motivo es el poema y Bestiario (1976), Obra poética I (1977), Árbol de la estirpe humana y Obra poética II (1978), Lo propio, lo de todos y Obra poética III (1980), Homenaje a W.C.Williams (1981) y Lírica de percepción (1983).
Recibió innumerables premios:
Primer Premio Municipal de Poesía (1955),
Medalla de Oro del Gobierno de Italia -por Elegías Italianas- (1962), Primer
Premio Nacional de Poesía (1967), Premio Anual de Literatura de la Fundación
Lorenzutti (1975), Gran Premio de la Fundación
Argentina para la Poesía (1976), Premio de Poesía César Mermet (1980),
Premio René Barón (1982), Primer Premio de Poesía de la Fundación Fortabat
(1985), Premio Poesía del Diario La Nación (1991). Dijo de él Octavio Paz. “La
lectura de los poemas de Alberto Girri me enriqueció, me abrió nuevas puertas,
y me mostró que la oscuridad es también luminosa, que la sequedad es también
humedad espiritual. Vamos por caminos distintos (solemos decir a veces), pero
de pronto nos damos cuenta de que sólo hay un camino…, o de que no hay
camino…”.
Tradujo poemas de escritores británicos y estadounidenses, por ejemplo,
de Thomas S. Eliot y Robert Frost, en una época en que la cultura ponía foco en
la lírica francesa vanguardista. Es también autor del tango Elegía, con música de Osvaldo Manzi, y
del coautor junto con William Shand del libreto de la ópera "Beatrix
Cenci", con música de Alberto Ginastera.
Estilo
En la literatura
argentina, aunque Girri es muy personal y original, se encuentran algunas
similitudes con las obras de sus compañeros de generación Enrique Molina y Olga Orozco.
Obra poética
Nos concentraremos
en un libro que es en realidad una antología muy particular y única, compilada
por Enrique Pezzoni, amigo personal de Girri y crítico literario, profesor de
letras en la UBA y titular del Departamento de castellano del Colegio Nacional
de Buenos Aires.
El libro (abajo, la portada) se llama Antología temática de Alberto Girri,
editado en 1969 por Sudamericana y, como su nombre lo indica, está clasificado por
temas:
·
Criaturas
·
Visitantes
ilustres
·
Campo de
conocimiento
·
Historia
del arte
·
Ni muerte
ni no muerte
·
Ars
legendi
·
Claves
·
Cuando la
idea del yo se aleja
·
Debajo del
cielo
·
Tao
Veremos
algunos poemas, de cada una de las secciones temáticas.
De Criaturas
Palomas
Guiadme oh, si hay un camino.
Eneida, libro IV
Casi en la
extendida mano,
extraños y a la vez
subrayando
mis diluvios más
secretos,
los cuellos
multicolores, hinchados,
cargan balcones y
arquitrabes
con la última
fuerza del día,
verano que se
desploma,
luz fuera de mi
alcance.
Continuo y férvido,
ceremonial y
tembloroso,
el arrullo de
dilectas
bestias de lujuria
me acosa, retumba,
como realidad
intermedia
entre lo natural y
lo divino,
y como Eneas
imploró, suplico
que en sus vuelos
me señalen
allá abajo, detrás
de las paredes,
en la espesura del
asfalto,
quién oculta, dónde
languidece,
la dorada rama,
amor y sésamo,
para arrancarla de
cuajo
y azotarme hasta
aventar la borra,
las emanaciones que
el espejo devuelve,
figura y arbitrios
de mi buscar
certezas
y no querer posarme
en ellas,
de mi dejarme
consumir apeteciendo
retener algo que
supere todo cambio
aunqeu sólo en lo
que ya no es
se demore lo mejor
de mí.
este duces, palomas,
este duces, o si
qua via est,
por tan menguado
cielo.
Con la última
fuerza del día
El arrullo de
dilectas bestias.
(1956)
Peces
El agua
es sagrada,
los peces
son inmunes.
Cuando un designio
sobrenatural,
inflexible,
provoca su
inmigración
y su muerte
los putrefactos
cuerpos
engendran
semejantes,
casi peces,
pero no peces,
animales
imperfectos
que desconocen la
simiente.
(1959)
De Visitantes ilustres
Chopin como pedante
La impulsividad
pasa por ser el
rasgo principal,
sólo que en rigor,
para una suerte de completa justicia artística,
habría otros:
Perfeccionista, mezquino y cuidadoso.
Qué significaba, si no,
los escrúpulos de
no dejar
nada librado al
azar,
combinando
inspiración, color armónico,
con frío sentido de
las proporciones,
preocupado
en embellecer,
adornar notas
hasta la transparencia
¿y las indicaciones
precisas,
insistentes,
sobre el corte de
sus ropas,
y el casi desdén
por Schumann,
aun sin olvidar
cuánto le debía,
y tantos mediocres,
penosos sarcasmos:
"Liszt, tú sabes,
toma las obras de
los otros
y se las administra
así mismo como un enema"?
Bien mirado,
razones tuvo, lo
valedero
es que cada cual
busque defenderse,
defender de los
demás
la imagen interna,
en crispación continua,
y él se protegía, su rostro
asustado por las limitaciones,
y su hallazgo
mejor, esa implacable
y segura convicción
de lo que tan
breves músicas aportaban
al hacernos dejar
de creer
que con sólo
acordes poderosos, fortísimos,
consigue un piano
subyugar a la audiencia.
(1968)
De Historia del arte
Epístola a Hieronymus
Bosch
Qué bien supiste
cuanto nosotros,
hijos de ira,
no comprendimos,
el principio del
mal
deformador de
nuestra materia,
mal inmaterial que
examinaste
como quien apila
cuerpos
y con frías
incisiones
extrae de sus
cabezas la locura,
y de sus organismos
la confusión de los
tres reinos:
árboles con
rostros,
piedras que también
son plantas,
metales animados,
venenosos,
el insecto
cabalgando al pájaro,
el pájaro afilando
su cuchillo;
pues de eso
hablaste y gritaste,
y bajo formas de
visión
establecías que juntos
propiamente
componemos un solo
cuerpo,
privados del gran
beneficio,
sustraídos al amor
de la semilla
que cayó en el
suelo y murió
para no perderse,
perdernos.
Mas siempre el
hombre,
yo, cualquiera, tú
mismo,
el hombre y su
desnudez
correteando atontado
por jardines de
delicias
y planicies
infernales
y detrás y arriba
de carro de heno de
mundo
en el que cada cual
arrebata lo que puede;
su desnudez, no el
sexo,
añorando la
totalidad de la desnudez,
la primitiva unidad
hermafrodita,
el completo ser
adán-eva.
Vagabundo de lo
extraño,
mano que aspiró a
se conciencia,
que la oración de
tu oficio
haya subido
derecha,
como un perfume.
(1956)
Modigliani
Al emerger, los
grandes desnudos
se asentaron leves
sobre el rojo,
y viose que los
surcos, las caderas,
más que facsímiles
eran equivalentes,
muchachas en reposo
componiendo
el pintoresquismo
de la carne,
ennoblecidas por
una seriedad
refinada y a la vez
mordaz,
enfáticamente
sentimental.
Su melancólico
dueño
solía
desconcertarse,
siempre bajo el
temor
de que una falsa
nota,
un cambio forzado
en la postura,
las quebrara,
("las cosas
que están rotas
son malas por esa
misma razón"),
impidiéndole gozar
sus fases de
sugestión y delectación.
Y fue avasallado
y el delirio, y la
fuerza
de lo que a
instancias de su mano se daba,
configuraron la
leyenda, el inmortal
que afiló su pincel
como un cuchillo
y seccionando
bustos y cabezas
los adoró, fue su
esclavo.
Injusta omisión, la
leyenda no repara
en que los perros
vagabundos, las arañas
dulcemente colgadas
del techo,
acompañaban con fe
sus tareas;
en que las puertas
de esa guarida
no se abrieron a
otros espectadores
(1957)
De Relaciones y opuestos
Efectos del amor
La noche así,
floración de las
estrellas
cumpliendo su
circuito
por encima del
hombro,
revelándonos el porvenir
en un murmullo.
EL precioso deseo
está
momentáneamente aplastado,
y próximos,
próximos y muy ausentes,
nuestros firmes
brazos piensan
si lo que oblaron
es bastante
para contentar al
cuerpo abatido;
oh, no son tan
firmes como creen,
en definitiva fallan
y de ellos
brotan al caer -ya
es la aurora-,
movimientos como
rechazos
palabras dañadas,
deterioradas,
por una mutua
compasión,
mientras cerramos
las ventanas
y pisoteamos por
descuido
restos de las
mordidas cerezas,
El día aparece,
y aquel cuadro de
abyección y dicha
retoma su
equilibrio, su modestia,
bajo el dogma de
que nada
hicimos y tenemos
de la noche
que no fuera para
pábulo del fuego,
para sabernos y
conocernos
y ponernos delante
de nuestras caras.
No nos
vanagloriemos.
(1956)
Ni muerte ni no muerte
El rey de los
muertos
inmoviliza, te
clava
como en la punta de
una aguja,
Sin decisión
esperas
con pavor, alivio,
y con lo que aún te
quede
del trabajoso, permanente
impulso
de afirmarte y
reconciliarte
en las
frustraciones,
engendras tu texto
póstumo,
el manto de seda
sin gusanos de seda
que cubrirá tu
sepulcro.
En él
has de registrar,
tardía,
esperanzada, la
sospecha de que el tiempo,
duración
de la cual ni una
partícula
conseguiste
cristalizar,
expresa el velo de
Maya,
y
la sospecha,
luz luminosa,
de que detrás del
velo espera
lo de fuera del
tiempo
lo que nos lleva
hacia la suprema
identidad
ni muertos ni no
muertos.
(1964)
De Ars Legendi
Arte poética
Un elemento de
controversia
que nos lleve a lo
paradojal
tras cada línea,
cada pausa;
la ambigüedad a
expensas de la convención.
Una premisa
constante, la duda,
indagando en la
realidad,
buscándola fuera
del contexto;
la materia a
expensas del lenguaje.
Una síntesis
intransferible y bella
con ánimos,
bestias, escrituras,
profanados sub
specie aeternitatis;
la imaginería a
expensas de tormentos.
Una teología
creadora de objetos
que se negarán a
ser hostiles a Dios.
(1957)
De Claves
Claves
Cuatro,
los elementos,
temperamentos,
evangelistas,
cuadrantes del
cielo.
Quince,
la altura en codos
de las aguas del
diluvio,
la cifra
de la Resurrección,
los años
agregados a la vida
de Ezequías,
y los escalones
del tiempo de
Ezequiel,
las miríadas
de peones y
lapidarios
que construyeron el
templo de Salomón,
los estadios
afuera de Jerusalén
donde la Ascensión
se cumple,
los días en que
Pablo
combatió con Pedro
demostrando conocer
las escrituras.
Dos,
el número de
nuestro valor,
el índice
de la materia
divisible,
retoño que se abre
luego de que fuimos
uno y unidad y
abrazo
pronto a fundir el
mundo
en las matrices más
encontradas,
la matriz del mundo
en fermentación,
la matriz de mundo
irritado,
la que trasmuta
cada raíz en hielo
cada promesa en
agua estancada.
(1964)
De TAO
Tao
Forma sin forma, un
verbo
que carece de
tiempos
entra en lo que
llamo
mi persona
(cuerpo y no
cuerpo,
opuestos,
alternantes fases),
y por los pulmones
grises como
piedras,
por el hígado, los
ojos,
y otra vez el
hígado,
me hace flojo,
mustio,
abandonado de la
fortuna,
ajeno a las
matanzas
y su dolor,
dejándome entrever
qué virtud
es ablandarse
y desechar lo
pródigo
y exuberante de los
sentidos,
disolución, pilares
de sal,
obsesión del
presente,
y qué venenos
destila cualquier
rígida, terca
ansia de
singularizarnos
Desde ese instante
sé (sé, pienso),
que nada podría
derribarme,
y aun muriendo
no perezco; soy,
tengo,
estoy en el Camino.
(1964)
Para
los que se queden con las ganas de leer un poco más acerca de la poética
girriana, añado un link de la revista Analecta literaria, en el que se incluye un
fragmento de la tesis doctoral de la Dra. Ana María Makianich, de la
Universidad de Rosario.
Ejercicio
ResponderBorrarTema libre – influencia de Alberto Girri
Inmensidades.
Miradas dejadas de lado.
Increado desiertos.
Camino el espacio entre las luces
dejando los huesos
y los jirones de desmemorias.
¿Tan lejos estaré de la verdad?
Esa verdad que no sé cómo se pronuncia,
ni qué preguntas acalla.
Fantasmas de lo etéreo
me acompañan.
Siempre.
El tiempo, irritado,
balbucea explicaciones
que nadie le pidió
¿Estaré deambulando por un sueño?
Seguirá el pasado cavilando
sobre mí?
Sólo veo un camino.
Un destino.
Una certeza.