ARNALDO CALVEYRA
EL POETA
EXTRANJERO
EN TODOS LADOS
Arnaldo
Calveyra y, arriba, la portada de su Poesía reunida
Sus títulos, tanto de libros como de poemas y
microrrelatos, instauran un otro lugar textual que va por otra cuerda,
paralelamente, y ambos –texto y título- conforman en su escritura un poderoso
tren que sale a la búsqueda de las preguntas del misterio, aquellas primeras y
aquellas últimas.
Se trata de un enorme prolífico poeta de culto y
escritor de prosa poética, mayormente desconocido y por pocos, como suele
ocurrir con los poetas.
En el taller, antes de comenzar a entrar en la
poética de Calveyra, trabajamos el recurso
morfológico de la derivación y nuestros poetas leyeron sus
trabajos.
La
derivación es uno de los procedimientos de formación de
palabras. En muchas lenguas, la derivación es la principal fuente de
nuevas palabras. Permite designar conceptos relacionados semánticamente con
otros, añadiendo afijos (por ej, cuchillada de cuchillo). La derivación permite
que el léxico designe numerosos sentidos a partir de un número mucho más
reducido de raíces o lexemas.
Con frecuencia la derivación comporta cambio de
categoría gramatical (por ej. el verbo materializar deriva del adjetivo
material, el cual a su vez deriva del sustantivo materia), mientras que en la
flexión siempre se mantiene la categoría gramatical (por ej. las formas
flexivas canto, cantaban, cantando son siempre verbales; las formas enfermero,
enfermeras son siempre sustantivos).
Por otro lado, en cuanto a los cambios de significado, la derivación se parece a la composición, con la diferencia de que mientras la derivación usa afijos sin significado propio (como -izar añadido a material para formar materializar), en la composición se juntan morfemas que aislados ya tienen significado (como tela y araña en telaraña).
Por otro lado, en cuanto a los cambios de significado, la derivación se parece a la composición, con la diferencia de que mientras la derivación usa afijos sin significado propio (como -izar añadido a material para formar materializar), en la composición se juntan morfemas que aislados ya tienen significado (como tela y araña en telaraña).
El conjunto de términos del léxico, formados a
partir de un mismo lexema mediante afijos derivativos, conforma un campo
semántico, llamado campo semántico
de palabras derivadas de la raíz o lexema.
A veces, dentro de un campo semántico de palabras derivadas se dice que una palabra es una palabra derivada de otra si la segunda se puede formar a partir de afijos derivativos. Por ejemplo: sueño, soñar, soñito, soñoliento, etc.
A veces, dentro de un campo semántico de palabras derivadas se dice que una palabra es una palabra derivada de otra si la segunda se puede formar a partir de afijos derivativos. Por ejemplo: sueño, soñar, soñito, soñoliento, etc.
Arnaldo
Calveyra (Mansilla, Entre Ríos, 23 de febrero de
1929-París, 16 de enero de 2015) fue un poeta, novelista y dramaturgo argentino
residente en París desde 1960. Fue condecorado por el gobierno francés con la
Ordre des Arts et des Lettres.
Vivió en su provincia natal, Entre Ríos, y cursó estudios en 1943 en Concepción del Uruguay, luego se mudó a La Plata donde estudió filosofía en la Universidad de La Plata.
Vivió en su provincia natal, Entre Ríos, y cursó estudios en 1943 en Concepción del Uruguay, luego se mudó a La Plata donde estudió filosofía en la Universidad de La Plata.
Obtuvo una beca y se instaló en París en 1960 donde
conoció y trabajó junto a Julio Cortázar, Alejandra Pizarnik, Claude Roy,
Gaëtan Picon, Cristina Campo y Laure Bataillon.
Su primer libro, Cartas para que la alegría fue elogiado por Carlos Mastronardi en la revista Sur de Victoria Ocampo (1959). Murió en París -como dijo Vallejo de sí mismo- en 2015.
Su primer libro, Cartas para que la alegría fue elogiado por Carlos Mastronardi en la revista Sur de Victoria Ocampo (1959). Murió en París -como dijo Vallejo de sí mismo- en 2015.
Canción del marinero inmigrante
Vine una, dos
veces,
aquí me quedé,
me conquistaron las veredas de Ensenada:
desparejas, era como
caminar en cubierta sobre un mar huracanado
aquí me quedé,
me conquistaron las veredas de Ensenada:
desparejas, era como
caminar en cubierta sobre un mar huracanado
ir perdiendo la
memoria
es dejar un día de crear distancia,
ya no ser artefacto del mar
es dejar un día de crear distancia,
ya no ser artefacto del mar
una vez, en una
costa del sur,
logré escribir sobre una ola,
y fuimos varios en leerla,
la palabra palabra
logré escribir sobre una ola,
y fuimos varios en leerla,
la palabra palabra
por ese entonces
era joven
y capaz de apagar un faro con un dedo,
las rocas aullaban escondites,
para las sirenas yo no era un marinero
de un mar cualquiera
y capaz de apagar un faro con un dedo,
las rocas aullaban escondites,
para las sirenas yo no era un marinero
de un mar cualquiera
me tendía a
dormir
y las gaviotas lo borraban al sol
con dos alas,
impresión perpetua
de estarme vistiendo
para una fiesta
y las gaviotas lo borraban al sol
con dos alas,
impresión perpetua
de estarme vistiendo
para una fiesta
pequeña
mandrágora de mi bolsillo,
fui yo quien abrazó al mansuela
del que todos se apartaban
en el puerto de Sydney
fui yo quien abrazó al mansuela
del que todos se apartaban
en el puerto de Sydney
pero nunca
lloré:
una vez que se empieza,
¿qué razones hay para dejar de llorar?
una vez que se empieza,
¿qué razones hay para dejar de llorar?
de un tío
irlandés
heredé la palabra oblivion,
la encontré entre varios objetos
a mí destinados
a la muerte de ese human being,
amaneceres en hilachas,
días y noches en que el cielo
hiede a rata muerta
heredé la palabra oblivion,
la encontré entre varios objetos
a mí destinados
a la muerte de ese human being,
amaneceres en hilachas,
días y noches en que el cielo
hiede a rata muerta
América la
ofrecida, me digo
mirando el yuyal incesante
mirando el yuyal incesante
morir será
encender una lámpara
en la casa desconocida.
encender una lámpara
en la casa desconocida.
Del libro Cartas para que la alegría
El viaje lo
trajimos lo mejor que se pudo. De todas las mariposas de alfalfa que nos
siguieron desde Mansilla, la última se rezagó en Desvío Clé. Nos acompañamos
ese trecho, ella con el volar y yo con la mirada. Venía con las alas de
amarillo adiós, y, de tanto agitarse contra el aire, ya no alegraba una
mariposa sino que una fuente ardía. Y corrió todavía con las alas de echar el
resto: una mirada también ardiendo paralela al no puedo más en el costado de
tren que siguió. La gallina que me diste la compartí con Rosa, ella me dio
budín. En tren es casi lo que andar en mancarrón. Los que tocaban guitarra
cuando me despedías vinieron alegres hasta Buenos Aires. Casi a mediodía entró
el guarda con paso de "aquí van a suceder cosas", y hubo que ocultar
a cuanta cotorra o pollo vivo inocente de Dios se estaba alimentando. En el
ferry fue tan lindo mirar el agua. ¿Y sabes?, no supe que estaba triste hasta
que me pidieron que cantara.
No te dije de la luna. La luna es lo más alto.
Cuando la mirábamos, ¿por qué hacíamos retemblar el índice sobre el labio hasta
provocar un beruberu de acompañarla? ¿Nos lo enseñaste tú o papá? ¿Y qué era su
despabilarse en niño Jesús subido al burrito sobre esa lumbre de peligro? Dame
esas noticias. Nos quedábamos hasta bien tarde en enero para mirar. Ahí la
tengo en el patio ahora, es lo más alto. La dejé atada del pino, mi cometa
plateada y mi compaña, y me entré luna arriba para que muchos niños.
Del libro Iguana, iguana
La siesta del
domingo Entreabierto a las miradas, el pulcro panteón donde reposan, unos
frente a otros, los miembros de una familia. El sol que cae casi a plomo,
penetra sin embargo en el inmóvil grupo. Aquí, a la izquierda y por poco en el
suelo, el padre. Sobre esa oscura encina, la madre. En el tercer estante, el
más joven de los hijos, muerto joven. A la derecha, las muchachas, muertas de
muchos años. En lo que es el piso, si se levantara de su argolla la losa, se
vería reposar, en el fervor de la penumbra, con los amigos que más tarde fueron
sus cuñados, los restantes hijos varones repitiendo el prolijo conjunto de
arriba. Pero hay una repetición más densa en la muerte: los hermanos mayores
vivieron, aún solteros, apartados de la casa por un enorme patio, hermoso como
un bosque. En esas habitaciones recibían amigos, tenían una guitarra. Ahora,
entre ellos mismos en severo desnivel, y debajo de los padres, de las buenas
hermanas, de su hermano más joven, descansan. Se diría que allá abajo, ocultos
por la pesada losa como antes por el bosque, siguen conspirando hermosuras,
siguen fuertes en la cacería nocturna, ajenos a la severidad paterna, a la inocencia
pacífica, al candor de los blanquísimos paños bordados. Hay una repetición en
la muerte. También la casa, cuando todos ellos estaban en la tierra, permanecía
abierta, y con los días festivos hasta el humo de la chimenea despachaba
limpieza. Ahora que la muerte recata la puerta y la entreabre sólo, todos
duermen la siesta campesina.
Del libro Diario del fumigador de guardia
Duerme el
fumigador decano, ha envejecido como envejecen algunos maestros de la costa
oriental del Uruguay. Poco a poco la muerte se va cansando de darlo de alta. Un
estuario arrecia, la mente entra en olores. Antes de dormirse nos contó la
historia de la laucha que encontró muerta en una lata de conserva. Y ahora
mientras duerme parece estar pensando en otra cosa, tan excluyente el gesto,
tan levantadas las cejas. Duerme y respira al mismo tiempo debajo del sauce y
en una habitación azotada por respiraciones adversas. Los mosquitos que se
posan sobre su frente caen muertos, fulminados al instante. -Pasado de gas,
aclara el compañero, está a punto de despertarse.
De Libro de las mariposas
No me has
encontrado, me anduve empapando de rocío. Temprano irisado. Iba cantando, iba
contándome, iba abriendo maizales con el canto al canto. Los perros lo toreaban
a Dios de tan visible.
¡Despierta,
viene el día, un pájaro se suelta de los ríos, despierta! Le van quedando dos
velas a la luna, vela del sur, vela del oeste, mariposa, mariposa enloquecida
con su sombra descubierta. ¡No queda nadie en casa! ¡No duermas más, despierta,
el agua no tiene imágenes, los caballos no imaginan!...
Anda con el
telegrama por el monte. Voy a su encuentro, el telegrama tiene una flecha con
mi nombre. Le queda un poco de luz a la sombra, verde, sombra del pájaro, y en
seguida oscuro y esa voz con mi nombre. (Si pudiera salirme de mi nombre,
entrarme en el trébol con su oferta de imanes...) -Una piedra, su caballo casi
rueda. Arena ahora. Agua. Sendero ahora. Ahora llega aquí donde lo aguardo,
desde lo alto de su oscuro ha de leerme esta palabra.
La mañana
vuelve con el árbol. Con el pájaro. Ciudad extinta, el fósforo se apaga en el
pabilo. Conciliábulo de techos acosados miran beberse la gota sola, la gota
sucia. ¿Vuelve una luz a su tronco de espino?, ¿vuelve el árbol por su nombre,
y donde les dicen no caminarás no se den vuelta no se den vuelta? La vertiente
se desliza, helada.
Del libro Apuntes para una reencarnación
Palabras a no
dudarlo, palabras, no otra cosa. Palabras en lugares, las mismas en diferentes
textos, palabras vueltas del revés desde la primera letra. A punto de poema.
Halladas en ocasiones, en lindes de un olvido, en manos aún torpes de
aprendices de sol y de sombra, ¿poesía qué, cuándo, poesía cómo? Acentos tales.
Palabras que quieren decirnos algo oculto desde siempre por las parcas de los
sueños, escondido entre los pliegues.
Algunos de sus títulos y ediciones son:
Cartas para que la alegría, Cooperativa Impresora y Distribuidora, Buenos Aires, 1959.
El diputado está triste, Editorial Leonardo, Buenos Aires, 1959.
Moctezuma, Collection Théâtre du Monde Entier, Editorial Gallimard, 1969
Iguana, iguana, Editorial Actes Sud, 1985
L'éclipse de la balle, Editorial Papiers-Actes Sud, 1988
Los bares / Les bars (con Antonio Segui) Editorial Les Yeux ouverts, Ginebra, 1988.
La cama de Aurelia, Editorial Plaza y Janés, Barcelona, 1990.
El hombre del Luxemburgo, Editorial Tusquets, Barcelona, 1997.
Le livre du miroir, Ed. Actes Sud, (traducido por Silvia Baron Supervielle).
Apuntes para una reencarnación, (poetry) Diario de poesía, No. 53, Buenos Aires,
Si la Argentina fuera una novela, Editorial Simurg, Buenos Aires, 2000.
Libro de las mariposas, Alción Editora, Córdoba, Argentina, 2001.
Diario del fumigador de guardia, Editorial VOX, Bahía Blanca, 2002.
El origen de la luz, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2004.
Livre des papillons/Libro de las mariposas (poetry), Editorial Le temps qu'il fait, 2004
Maizal del gregoriano, Editorial Adriana Hidalgo, Buenos Aires, 2005.
Tres hombres, Editorial Eloísa Cartonera, Buenos Aires, 2005.
Diario de Eleusis, Editorial Adriana Hidalgo, Buenos Aires, 2006.
Poesía reunida, Editorial Adriana Hidalgo, Buenos Aires, 2008.
El cuaderno griego, Editorial Adriana Hidalgo, Buenos Aires, 2009.
El caballo blanco de Mozart, Editorial La Bestia Equilátera, Buenos Aires, 2010.
Una flor para Selma, Editorial La Bestia Equilátera, Buenos Aires, 2010.
Cartas para que la alegría, Editorial Mágicas Naranjas, Buenos Aires, 2011.
La Yapa
1-14 de mayo de 2014 estuvo en el Malba, junto a Pablo Gianera y Matías Serra Bradford. Leyó fragmentos de Novela, su último libro, y también del Diario del fumigador de guardia, y respondió algunas preguntas.
2-17 de enero de 2015, la nota publicada por su fallecimiento.
¡Nos deseo una muy buena semana poética!
Los talleristas que quieran, suban sus poemas :)
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