miércoles, 16 de noviembre de 2016

Clase N° 31 /año 3 - jueves 10 de noviembre 2016

LA POÉTICA DE
ESTER DE IZAGUIRRE

In memoriam


La portada de Morir lo imprescindible, antología, Ed. Vinciguerra, 2006. 

Este es el programa N° 15, nuestro 15vo encuentro de Abordajes poéticos, el taller de lectoescritura de la Fundación Argentina para la Poesía realizado online vía streaming los jueves de 18 a 19 hs, hora argentina, en www.onradio.com.ar


Los textos que leímos durante el programa-taller:

De Abel Posse, prólogo para Poemas (1960-1992). Obras completas

Hay poetas que construyen su voz en un largo camino de actividad literaria. Tanto el material ideológico como las experiencias personales, los sentimientos ingresan para someterse a la presión de lo literario, a la dominación -afortunada o desafortunada- de una estética.
Otros poetas prefieren el camino del afinamiento personal. Se diría que la página en blanco sobre la que inscribirán su estética, son ellos mismos. Es un propósito difícil y hasta riesgoso, no cabe mucha posibilidad de subterfugio ni de distanciamiento (aquel «extrañamiento» de que hablara Bertold Brecht). Todo el yo del poeta pasa a ser instrumento del decir poético, del canto; el hombre, poeta en estos casos, intenta ser laúd, órgano catedralicio o quizás melancólico silbido humano enriquecido por el temblor de los humanísimos labios.
Si tuviera que definir a Ester de Izaguirre preferiría este símil. Asume todos los riesgos de nombrar sentimientos y situaciones. Lo hace exponiendo su sensibilidad al desnudo, sin adornos de conclusiones morales -esas falsas alturas políticas, religiosas o éticas. Consigue vencer el difícil desafío  y nos alcanza estos poemas humanísimos, sinceros, verdaderos. En ellos aparece la cotidianidad sin arrogancia ni agregados épicos, simplemente la verdad de lo cotidiano y lo simple, pero tamizados por una sensibilidad atenta, una sensibilidad de poeta, capaz de una percepción profunda y significativa que transformará esos hechos simples de todos los días, en experiencia profunda y trascendente.
Se dijo que los poetas son los más encumbrados constructores de esa «conciencia social reflexiva», ese arduo trabajo de los hombres -los únicos seres incompletos (y por esto imperfectos) de la creación. Somos los espectadores, estamos obligados a tomar conciencia.
Toma conciencia el ingeniero, el científico, el periodista, el hombre que medita sobre su situación y sus conflictos. Pero el poeta es el más alto exponente de esta necesidad porque su toma de conciencia es la más universal y completa: opta por captar -o lucha por capturar- el sentimiento del existir. Puede intentar hacerlo con un Himno holderliniano o en un ciclo terrenal y celeste como el de la dantesca Commedia, pero también puede hacerlo a través de lo mínimo, a través de las cosas de nuestro entorno, del aquí y del ahora. Si es verdaderamente poeta, comprenderemos y sentiremos en su voz que al nombrar lo que vemos y sentimos todos los días, como por arte mágico, esa realidad aparentemente inmediata, es devuelta a una profundidad que se nos escapaba antes del verso.
Si el sociólogo explica y el político y el filósofo interpretan, el poeta nos da, en cambio, algo total: el sentimiento de vida como conciencia del existir. Ni la piedra ni el animal necesitan sentirse vivir, pero sí el hombre. Y entre todos corresponde al poeta entregar la expresión de ese sentimiento total. A lo largo de las generaciones los poetas son -pura y simplemente- nuestra conciencia humana.
Ester de Izaguirre no centra su libro en temas o series de temas excluyentes. Su conciencia poética, libre y emocionada, se posa en el más variado paisaje, desde lo personal hasta el ambiente ciudadano.
Sus versos encuentran seres queridos, las casas, las calles de la ciudad -hasta sus personajes como «El deshollinador» (poema logradísimo)-, el amor y la meditación del amor, y la muerte, el interrogante eterno.
Pero los temas de todos sólo cobran altura en la pluma de muy pocos, y Ester de Izaguirre logra darnos una clara prueba de sensibilidad omitiendo las sonoridades del arte elocutivo tanto como el prestigiado recurso de las interpretaciones fáciles (aunque se revistan del prestigio de lo filosófico o lo político) y queda un despojado sentimiento de verdad, de pura realidad. Es aquí cuando su poética se hace altamente significativa, reconfortante, ya que hay una afirmación final de la vida.
Ester de Izaguirre nos eleva a una celebración verdadera, a una afirmación, diría, religiosa final, que nada tiene que ver con facilidades fideístas.
Creo que éste es el aspecto que más tenemos que agradecerle a Ester de Izaguirre. Yo, formalmente, lo hago con entusiasmo, al haber encontrado verdadera poesía en estos tiempos de falsas cosmogonías y quejas plañideras.



Trabajaremos además el Recurso de derivación: la unión de palabras que provienen de una misma raíz.



De Morir lo imprescindible

Decantación

       Mi deseo de hoy es más profundo            
       que el habitual anhelo de estrecharte,                

       no tiene sexo, génesis del mundo,            
       ni piensa en el final al comenzarte.           

       Como a un niño dormido quiero verte             
       la piel ceñida a la bondad del viento,                 
       paladear el milagro de saberte                  
       en esta sed sin manos ni tormento.          

       Habrá un mensaje vago, indefinible,                  
       en la renuncia de nuestra mirada    
       y en la luz de la estrella inasequible.                  

       En esta noche extraña, humanizada,                  
       bordaré un arabesco imperceptible          
       en la trama infinita de la nada.                 


Capricho

       Para quererme queriendo                
       como quiero que me quieras           
       tendrás que querer, queriendo                  
       como si no me quisieras...               

       El amor en un suspiro          
       y besos en los cantares,         
       me mirarás si te miro             
       como si no me mirares.         

       Sentir que sientes sentires               
       y que los sientes callando,             
       decir con ojos decires            
       que el labio va silenciando.             

       Para quererme queriendo                
       como quiero que me quieras           
       tendrás que querer, queriendo                 
       como si no me quisieras.       


Lluvia, ayer

«Sólo el rostro emerge del tiempo como desde el fondo de las aguas; y no puede mirarnos».

Rilke                      

       Caminaba tu sombra             
       junto a mí,          
       sombra gris y mojada,           
       verde en el césped,                 
       roja en los guijarros              
       de la plaza.         
       Poco puede la lluvia              
       con las sombras           
       y con las manos cálidas         
       que se buscan              
       (maderos ingrávidos              
       en la corriente              
       de un río).           
       Poco puede la lluvia              
       con los labios               
       que no pueden besarse,         
       porque nadie                
       se besa a sí mismo.                

       Poco puede la lluvia              
       con las palabras           
       que no se pronunciaron...               
       Tú, a mi lado,               
       los dos fuimos              
       aquel día lluvioso,                 
       artífices de un tiempo   
       hecho para el olvido.             


Júbilo

En este momento soy feliz.
Apenas puedo creerlo.
El tiempo es un esclavo
que se postra a mi paso
como una palma urgida por el viento.
Me sonríe el tejado
con sus gatos en celo.
Me siento afortunada.
pero es tan extraño
no explicarme por qué.
Ni una gota de alcohol
porque no bebo.
No me queda ni un valium
ni un compromiso fáustico
ni un proyecto de viaje
ni ha sonado el teléfono en la tarde.
Por qué será este júbilo.
Ya empiezo a sospechar
una emboscada.

Mi bisabuela india

En Paraguay, Quindy, 1870
Guerra de la Triple Alianza

Allí vivió y allí quiso morir.
Fueron cerrando el círculo en su casa de troncos
levantaron sigilosos edificios
y las luces eléctricas derritieron los cirios que encendía
para asustar a rayos y tormentas.
Le talaron los árboles
rompieron el aljibe
y le enturbiaron el arroyo donde lavaba ropa.
Mi bisabuela tan sola, tan valiente
cuando leyó la carta
anunciando la muerte de los hijos
que ramoneaban raíces en la selva
antes de que las bayonetas
les cerraran los ojos.
Mi bisabuela india tan sola en el arroyo
ahora blanquea recuerdos
con nudillos de niebla.


DIFERENCIAS ENTRE MI GATO Y YO


Alguna vez nací y existirá el final.
Él no lo sabe.
Utilizo como jueces los espejos
para que juzguen signos en mi cara.
Él ni siquiera busca reflejarse en el agua.
Yo quiero permanencia
y nos enamoramos “para siempre”
porque también mentimos.
Él crucifica al silencio de la noche cuando ama
y después, ni el recuerdo.
Yo intuyo la existencia de los dioses
para poner barreras a los sueños
al desmadre, al cansancio, a los disfraces.
Qué lástima me da no ser un gato
para ignorar el plazo que se acaba.


A UNA AMIGA DE LA INFANCIA

Quiero que me recuerdes cosas
que a mí se me olvidaron,
aquello en que deseaba convertirme,
el detenido enero,
el sol iridiscente junto al ceibal dormido.
Recuérdamelo amiga.
Investigo la prehistoria de mis manos
y no descubro nada.
Sé que tu voz,
una venda de estrellas quitará de mis ojos
y volverá aquel patio, nuestro fugaz reinado
donde hacíamos coronas con los sauces
en aquellas domesticables primaveras.
Convócame a aquel tiempo que se fue.
Si lo entendieras como yo
no cabrían en el mundo tu miedo y mi dolor.
Las cartas se extraviaron,
en todos los correos hay fogatas de letras,
los teléfonos se ahogan con sus propios cordones,
los libros permanecen en rancias bibliotecas
bautizados con ojos que ahora leen la tierra.
Los partidos de fútbol señalarán domingos
y una máquina sorda partirá en dos la siesta.
Entonces, esta culpa de haber nacido a medias,
de vivir olvidando tanta infancia de veras,
sabrá que ya no hay tiempo
bajo el cielo que espera.



JUDAS
Soy Judas, el traidor,
y te di más que todos,
yo te di más que amor.
Para ellos la merced del heroísmo
y la docilidad de serte fieles,
porque ellos no afrontaron tu mirada
allá en Getsemaní.
Ojalá me hubieras dicho: “te comprendo,
lo estás haciendo bien. Ánimo, Judas”.
Ellos navegaban en barcas
que el prodigio salvaba de mareas tenaces,
yo me hundí hasta tocar fondo en los abismos
de este mar de ser hombre y acordarse.
Todos vieron los clavos y lloraron,
yo te inmolé para que amanecieras.
Convocaron a tantos para el drama,
Caifás, Anás, Herodes y Pilatos,
por qué también a mí. Yo te quería.
Por qué habrán acuñado las monedas,
por qué las profecías.
Por qué el árbol aciago
como un ojo hechicero reclamándome
desde la sangre intacta de la Biblia.
Soy Judas, el traidor,
el que mejor cumplió con su destino.
El que entregó al que amaba. Por amarlo.


Aquí el link del audio del taller-programa:




Y recordamos que

 Los Abordajes poéticos pueden verse y escucharse online los días jueves de 18 a 19 hs, horario de la Argentina, vía streaming, por www.onradio.com.ar




Las yapas: 



2- Leonard Cohen - Discurso por el premio Príncipe de Asturias (Subtitulado castellano)






¡Buena semana poética! 

So long, Leonard Cohen!







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