jueves, 26 de octubre de 2017

Clase N° 18 /año 4 - martes 17 de octubre 2017

ARNALDO CALVEYRA
EL POETA 
EXTRANJERO 
EN TODOS LADOS

 Arnaldo Calveyra y, arriba, la portada de su Poesía reunida
Sus títulos, tanto de libros como de poemas y microrrelatos, instauran un otro lugar textual que va por otra cuerda, paralelamente, y ambos –texto y título- conforman en su escritura un poderoso tren que sale a la búsqueda de las preguntas del misterio, aquellas primeras y aquellas últimas.

Se trata de un enorme prolífico poeta de culto y escritor de prosa poética, mayormente desconocido y por pocos, como suele ocurrir con los poetas.


En el taller, antes de comenzar a entrar en la poética de Calveyra, trabajamos el recurso morfológico de la derivación y nuestros poetas leyeron sus trabajos.

La derivación es uno de los procedimientos de formación de palabras. En muchas lenguas, la derivación es la principal fuente de nuevas palabras. Permite designar conceptos relacionados semánticamente con otros, añadiendo afijos (por ej, cuchillada de cuchillo). La derivación permite que el léxico designe numerosos sentidos a partir de un número mucho más reducido de raíces o lexemas.

Con frecuencia la derivación comporta cambio de categoría gramatical (por ej. el verbo materializar deriva del adjetivo material, el cual a su vez deriva del sustantivo materia), mientras que en la flexión siempre se mantiene la categoría gramatical (por ej. las formas flexivas canto, cantaban, cantando son siempre verbales; las formas enfermero, enfermeras son siempre sustantivos).

Por otro lado, en cuanto a los cambios de significado, la derivación se parece a la composición, con la diferencia de que mientras la derivación usa afijos sin significado propio (como -izar añadido a material para formar materializar), en la composición se juntan morfemas que aislados ya tienen significado (como tela y araña en telaraña).


El conjunto de términos del léxico, formados a partir de un mismo lexema mediante afijos derivativos, conforma un campo semántico, llamado campo semántico de palabras derivadas de la raíz o lexema.

A veces, dentro de un campo semántico de palabras derivadas se dice que una palabra es una palabra derivada de otra si la segunda se puede formar a partir de afijos derivativos. Por ejemplo: sueño, soñar, soñito, soñoliento, etc.


Arnaldo Calveyra (Mansilla, Entre Ríos, 23 de febrero de 1929-París, 16 de enero de 2015) fue un poeta, novelista y dramaturgo argentino residente en París desde 1960. Fue condecorado por el gobierno francés con la Ordre des Arts et des Lettres.
Vivió en su provincia natal, Entre Ríos, y cursó estudios en 1943 en Concepción del Uruguay, luego se mudó a La Plata donde estudió filosofía en la Universidad de La Plata.

Obtuvo una beca y se instaló en París en 1960 donde conoció y trabajó junto a Julio Cortázar, Alejandra Pizarnik, Claude Roy, Gaëtan Picon, Cristina Campo y Laure Bataillon.
Su primer libro, Cartas para que la alegría fue elogiado por Carlos Mastronardi en la revista Sur de Victoria Ocampo (1959). Murió en París -como dijo Vallejo de sí mismo- en 2015. 


Canción del marinero inmigrante

Vine una, dos veces,
aquí me quedé,
me conquistaron las veredas de Ensenada:
desparejas, era como
caminar en cubierta sobre un mar huracanado
ir perdiendo la memoria
es dejar un día de crear distancia,
ya no ser artefacto del mar
una vez, en una costa del sur,
logré escribir sobre una ola,
y fuimos varios en leerla,
la palabra palabra
por ese entonces era joven
y capaz de apagar un faro con un dedo,
las rocas aullaban escondites,
para las sirenas yo no era un marinero
de un mar cualquiera
me tendía a dormir
y las gaviotas lo borraban al sol
con dos alas,
impresión perpetua
de estarme vistiendo
para una fiesta
pequeña mandrágora de mi bolsillo,
fui yo quien abrazó al mansuela
del que todos se apartaban
en el puerto de Sydney
pero nunca lloré:
una vez que se empieza,
¿qué razones hay para dejar de llorar?
de un tío irlandés
heredé la palabra oblivion,
la encontré entre varios objetos
a mí destinados
a la muerte de ese human being,
amaneceres en hilachas,
días y noches en que el cielo
hiede a rata muerta
América la ofrecida, me digo
mirando el yuyal incesante

morir será
encender una lámpara
en la casa desconocida.



Del libro Cartas para que la alegría


El viaje lo trajimos lo mejor que se pudo. De todas las mariposas de alfalfa que nos siguieron desde Mansilla, la última se rezagó en Desvío Clé. Nos acompañamos ese trecho, ella con el volar y yo con la mirada. Venía con las alas de amarillo adiós, y, de tanto agitarse contra el aire, ya no alegraba una mariposa sino que una fuente ardía. Y corrió todavía con las alas de echar el resto: una mirada también ardiendo paralela al no puedo más en el costado de tren que siguió. La gallina que me diste la compartí con Rosa, ella me dio budín. En tren es casi lo que andar en mancarrón. Los que tocaban guitarra cuando me despedías vinieron alegres hasta Buenos Aires. Casi a mediodía entró el guarda con paso de "aquí van a suceder cosas", y hubo que ocultar a cuanta cotorra o pollo vivo inocente de Dios se estaba alimentando. En el ferry fue tan lindo mirar el agua. ¿Y sabes?, no supe que estaba triste hasta que me pidieron que cantara.

No te dije de la luna. La luna es lo más alto. Cuando la mirábamos, ¿por qué hacíamos retemblar el índice sobre el labio hasta provocar un beruberu de acompañarla? ¿Nos lo enseñaste tú o papá? ¿Y qué era su despabilarse en niño Jesús subido al burrito sobre esa lumbre de peligro? Dame esas noticias. Nos quedábamos hasta bien tarde en enero para mirar. Ahí la tengo en el patio ahora, es lo más alto. La dejé atada del pino, mi cometa plateada y mi compaña, y me entré luna arriba para que muchos niños.



Del libro Iguana, iguana


La siesta del domingo Entreabierto a las miradas, el pulcro panteón donde reposan, unos frente a otros, los miembros de una familia. El sol que cae casi a plomo, penetra sin embargo en el inmóvil grupo. Aquí, a la izquierda y por poco en el suelo, el padre. Sobre esa oscura encina, la madre. En el tercer estante, el más joven de los hijos, muerto joven. A la derecha, las muchachas, muertas de muchos años. En lo que es el piso, si se levantara de su argolla la losa, se vería reposar, en el fervor de la penumbra, con los amigos que más tarde fueron sus cuñados, los restantes hijos varones repitiendo el prolijo conjunto de arriba. Pero hay una repetición más densa en la muerte: los hermanos mayores vivieron, aún solteros, apartados de la casa por un enorme patio, hermoso como un bosque. En esas habitaciones recibían amigos, tenían una guitarra. Ahora, entre ellos mismos en severo desnivel, y debajo de los padres, de las buenas hermanas, de su hermano más joven, descansan. Se diría que allá abajo, ocultos por la pesada losa como antes por el bosque, siguen conspirando hermosuras, siguen fuertes en la cacería nocturna, ajenos a la severidad paterna, a la inocencia pacífica, al candor de los blanquísimos paños bordados. Hay una repetición en la muerte. También la casa, cuando todos ellos estaban en la tierra, permanecía abierta, y con los días festivos hasta el humo de la chimenea despachaba limpieza. Ahora que la muerte recata la puerta y la entreabre sólo, todos duermen la siesta campesina.



Del libro Diario del fumigador de guardia


Duerme el fumigador decano, ha envejecido como envejecen algunos maestros de la costa oriental del Uruguay. Poco a poco la muerte se va cansando de darlo de alta. Un estuario arrecia, la mente entra en olores. Antes de dormirse nos contó la historia de la laucha que encontró muerta en una lata de conserva. Y ahora mientras duerme parece estar pensando en otra cosa, tan excluyente el gesto, tan levantadas las cejas. Duerme y respira al mismo tiempo debajo del sauce y en una habitación azotada por respiraciones adversas. Los mosquitos que se posan sobre su frente caen muertos, fulminados al instante. -Pasado de gas, aclara el compañero, está a punto de despertarse.



De Libro de las mariposas


No me has encontrado, me anduve empapando de rocío. Temprano irisado. Iba cantando, iba contándome, iba abriendo maizales con el canto al canto. Los perros lo toreaban a Dios de tan visible.


¡Despierta, viene el día, un pájaro se suelta de los ríos, despierta! Le van quedando dos velas a la luna, vela del sur, vela del oeste, mariposa, mariposa enloquecida con su sombra descubierta. ¡No queda nadie en casa! ¡No duermas más, despierta, el agua no tiene imágenes, los caballos no imaginan!...


Anda con el telegrama por el monte. Voy a su encuentro, el telegrama tiene una flecha con mi nombre. Le queda un poco de luz a la sombra, verde, sombra del pájaro, y en seguida oscuro y esa voz con mi nombre. (Si pudiera salirme de mi nombre, entrarme en el trébol con su oferta de imanes...) -Una piedra, su caballo casi rueda. Arena ahora. Agua. Sendero ahora. Ahora llega aquí donde lo aguardo, desde lo alto de su oscuro ha de leerme esta palabra.


La mañana vuelve con el árbol. Con el pájaro. Ciudad extinta, el fósforo se apaga en el pabilo. Conciliábulo de techos acosados miran beberse la gota sola, la gota sucia. ¿Vuelve una luz a su tronco de espino?, ¿vuelve el árbol por su nombre, y donde les dicen no caminarás no se den vuelta no se den vuelta? La vertiente se desliza, helada.
Del libro Apuntes para una reencarnación


Palabras a no dudarlo, palabras, no otra cosa. Palabras en lugares, las mismas en diferentes textos, palabras vueltas del revés desde la primera letra. A punto de poema. Halladas en ocasiones, en lindes de un olvido, en manos aún torpes de aprendices de sol y de sombra, ¿poesía qué, cuándo, poesía cómo? Acentos tales. Palabras que quieren decirnos algo oculto desde siempre por las parcas de los sueños, escondido entre los pliegues.



Algunos de sus títulos y ediciones son:

Cartas para que la alegría, Cooperativa Impresora y Distribuidora, Buenos Aires, 1959.


El diputado está triste, Editorial Leonardo, Buenos Aires, 1959.

Moctezuma, Collection Théâtre du Monde Entier, Editorial Gallimard, 1969

Iguana, iguana, Editorial Actes Sud, 1985

L'éclipse de la balle, Editorial Papiers-Actes Sud, 1988

Los bares / Les bars (con Antonio Segui) Editorial Les Yeux ouverts, Ginebra, 1988.

La cama de Aurelia, Editorial Plaza y Janés, Barcelona, 1990.

El hombre del Luxemburgo, Editorial Tusquets, Barcelona, 1997.

Le livre du miroir, Ed. Actes Sud, (traducido por Silvia Baron Supervielle).

Apuntes para una reencarnación, (poetry) Diario de poesía, No. 53, Buenos Aires,

Si la Argentina fuera una novela, Editorial Simurg, Buenos Aires, 2000.

Libro de las mariposas, Alción Editora, Córdoba, Argentina, 2001.

Diario del fumigador de guardia, Editorial VOX, Bahía Blanca, 2002.

El origen de la luz, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2004.

Livre des papillons/Libro de las mariposas (poetry), Editorial Le temps qu'il fait, 2004

Maizal del gregoriano, Editorial Adriana Hidalgo, Buenos Aires, 2005.

Tres hombres, Editorial Eloísa Cartonera, Buenos Aires, 2005.

Diario de Eleusis, Editorial Adriana Hidalgo, Buenos Aires, 2006.

Poesía reunida, Editorial Adriana Hidalgo, Buenos Aires, 2008.

El cuaderno griego, Editorial Adriana Hidalgo, Buenos Aires, 2009.

El caballo blanco de Mozart, Editorial La Bestia Equilátera, Buenos Aires, 2010.

Una flor para Selma, Editorial La Bestia Equilátera, Buenos Aires, 2010.

Cartas para que la alegría, Editorial Mágicas Naranjas, Buenos Aires, 2011.


La Yapa

1-14 de mayo de 2014 estuvo en el Malba, junto a Pablo Gianera y Matías Serra Bradford. Leyó fragmentos de Novela, su último libro, y también del Diario del fumigador de guardiay respondió algunas preguntas. 


2-17 de enero de 2015, la nota publicada por su fallecimiento. 




¡Nos deseo una muy buena semana poética! 

Los talleristas que quieran, suban sus poemas :)







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