sábado, 28 de junio de 2014

Clase N° 10 - 26-06-14



Hoy veremos la obra poética de la olvidada y desconocida en tanto poeta Silvina Ocampo

Silvina Ocampo

Silvina Inocencia Ocampo Aguirre nació en Buenos Aires el 28 de julio de 1903, en la casa de la calle Viamonte 550, como la menor de las seis hijas de Manuel Silvio Cecilio Ocampo y Ramona Aguirre Herrera, (Victoria, Angélica, Francisca, Rosa, Clara María y Silvina). En su juventud estudió dibujo en París con Giorgio de Chirico y Fernand Léger. Entre sus amigos famosos figuraba el escritor italiano Italo Calvino, quien prologó sus cuentos.

Más reconocida por su narrativa que su poesía, sus inicios en la literatura están ligados a la influencia de su hermana Victoria, fundadora de la revista Sur, y a la del escritor Adolfo Bioy Casares, al que conoció en el año 1933 y contraería matrimonio en 1940. Su primera publicación profesional fue el libro de cuentos Viaje olvidado (1937), algo menospreciado en su época pero reivindicado en el ámbito académico después de su muerte.

Silvina Ocampo participó dentro del grupo que giraba alrededor de Sur, la revista creada por Victoria Ocampo. Esta publicación colocó a la Argentina en el contexto internacional y trajo a la Argentina a importantes figuras intelectuales europeas y norteamericanas.

En 1954 recibió el Premio Municipal de Literatura por su poemario Espacios métricos; en 1962, el Premio Nacional de Poesía por Lo amargo por dulce y en 1988 el Premio del Club de los 13 por Cornelia frente al espejo, su última antología de cuentos. En 1984 recibió un “diploma al mérito, por parte de la fundación Konex y en 1992, el Gran Premio de Honor de la SADE.

Murió el 14 de diciembre de 1993 en Buenos Aires, a causa de una enfermedad progresiva que la tuvo postrada durante varios años.

Su vida fue signada por ser “la hermana de” y “la esposa de”, y fue opacada por Victoria y por Adolfo Bioy Casares. Este último fue un marido profundamente infiel, que hasta trajo a su hogar a una hija con otra mujer, que Silvina adoptó como propia, con el nombre de Marta Bioy Ocampo (1954-1994).

Su ama de llaves, Jovita, publicó sus memorias en donde se describe la vida familiar y la existencia atormentada de Silvina por el vínculo con su marido.


·         Gran Premio de Honor de la SADE 1992
·         Premio Konex - Diploma al Mérito 1984

Estilo poético

Técnicamente pertenecía a la generación del 40, neorromanticismo. Respeta las formas del soneto. Los poetas de la generación del '40 miraron a su alrededor con una mirada neo-romántica algunos, clásica otros. Así, sus visiones de lo urbano están teñidas de nostalgia por paisajes que se van perdiendo, o por idearios de ciudades que poco tienen que ver con el rápido crecimiento que contemplan en su entorno. Eta generación se destaca por la confluencia de poetas, poesía y poéticas que dieron un giro a la expresión lírica de la época. Lejos tanto de la poesía de tipo artístico tradicional como de la vanguardia martinfierrista, los nuevos poetas se mueven entre la búsqueda de la expresión individual (en una tendencia neorromántica) y la necesidad del poeta universal (en una tendencia neoclásica). La actitud de los poetas del ‘40 puede resumirse en las palabras del poeta y crítico Romualdo Brughetti:

“Buscamos lo nacional, pero nuestro impulso nos lleva a lo universal”
 “Un gran poema es una rara unidad de grandeza humana e innovación técnica, de inspiración poética y proyección solidaria”

En un principio el estilo de Silvina Ocampo estaba dominado por los metros clásicos y por rimas inocentes, muchas veces dedicadas a la descripción y exaltación de la belleza de elementos naturales como las plantas. Su obra posterior, como Los nombres, Lo amargo por dulce o Amarillo celeste muestran un verso más elaborado y a la vez desinteresado por el clasicismo.

Ella decía que la forma del soneto es una jaula, una jaula bien ajustada. El relato vivo es el sustento del verso.

Ella publicaba poemas y después en siguientes libros los volvía a publicar con cambios.

Ya mencionamos que Silvina Ocampo es reconocida principalmente por su narrativa, de inagotable imaginación y aguda atención por las inflexiones el lenguaje, resultante de su escritura poética. Dueña de un lenguaje cultivado que sirve de soporte a sus retorcidas invenciones, Silvina disfraza su escritura con la inocencia de un niño para nombrar, ya sea con sorpresa o con indiferencia, la ruptura en lo cotidiano que instala la mayoría de sus relatos en el territorio de lo fantástico.

La Generación del '40: se destaca por la confluencia de poetas, poesía y poéticas que dieron un giro a la expresión lírica de la época. Lejos tanto de la poesía de tipo artístico tradicional como de la vanguardia martinfierrista, los nuevos poetas se mueven entre la búsqueda de la expresión individual (en una tendencia neorromántica) y la necesidad del poeta universal (en una tendencia neoclásica). La actitud de los poetas del '40 puede resumirse en las palabras de Brughetti: "Buscamos lo nacional, pero nuestro impulso nos lleva a lo universal" (Brughetti, 1952: 269). Y es que los nuevos escritores se debatían entre la expresión de las fibras íntimas de su ser, pero al mismo tiempo se iba formando una conciencia del aspecto universal de la poesía. Al respecto, también dice Brughetti (1952): "Un gran poema es una rara unidad de grandeza humana e innovación técnica, de inspiración poética y proyección solidaria" (279).

En estas palabras queda en evidencia el impulso neorromántico de cierta poesía del '40, como así también la tendencia metapoética de vertiente neoclásica y el papel social que el poeta asume para sí y para su obra. Una categoría valiosa a la hora de analizar la poesía de autores de la Generación del '40 es la de "estructuras de sentimiento" (Williams, 2001: 37), que en el caso de estos escritores se presenta como una añoranza del campo (que, como señala también Raymond Williams (2001), es tan antigua como la tradición occidental), en contraposición a la ciudad moderna. De esta manera, el espacio se imbrica con el tiempo, ya que la recuperación de la forma de vida campestre es imposible, ya que ese modo pertenece al illud tempus, no solo para los románticos y neo-románticos, sino para cualquier generación en la que se manifieste esta estructura de sentimiento.

Dentro de la tendencia neorromántica de la poesía cuarentista, un pilar fundamental es la idealización de la tierra, del paisaje natural, relacionado con lo rural. Ocampo es una de las poetas centrales de esta generación; y si bien después de una etapa neorromántica en el '40 se volcó hacia el neoclasicismo, y luego a la narrativa de corte irónico, en su poesía del '40 la tierra se presenta como una instancia de permanencia asociada al tiempo dorado de los orígenes. El impulso telúrico "se relaciona con la captación del terruño como ámbito de resguardo de las claves de la identidad nacional o individual, propia de la poética neorromántica del cuarenta.

La tierra es una suerte de amante que recibirá en sus brazos el canto oscuro del poeta: cuando hayan desaparecido los amantes felices, las voces alegres, solo prevalecerá esta amante despojada, la tierra, y este cantor triste, el poeta. Es notable que permanece la tierra, lo natural; mientras que las ciudades, como productos de la construcción humana, habrán desaparecido.


Obra poética

·         Espacios métricos (poesía), Buenos Aires, Sur, 1942. Premio Municipal.
·         Poemas de amor desesperado (poesía), Buenos Aires, Sudamericana,1949.
·         Los nombres (poesía), Buenos Aires, Emecé, 1953. Premio Nacional de Poesía.
·         Los sonetos del jardín (poesía), Buenos Aires, Sur, 1946.
·         Lo amargo por dulce (poesía), Buenos Aires, Emecé, 1962. Premio Nac de Poesía.
·         Amarillo celeste (poesía), Buenos Aires, Losada, 1972.
·         Árboles de Buenos Aires (poesía), Buenos Aires, Crea, 1979.
·         Breve Santoral (poesía), Buenos Aires, Ediciones de arte Gaglione, 1985.

Algunos de sus poemas:

Tumbergia

Aquel que no conoce la tumbergia en enero
no conocerá el árbol más precioso del mundo.
Sus flores como cirios se abren en cada punta
erguida de las ramas,

el fruto gris rayado embellece el follaje.
La flor perfuma el agua donde está sumergida
cuando la colocamos en un vaso.
Es la única flor que conserva el perfume

muchos días: los tallos no se pudren
aunque no se le cambie el agua
que podría beberse como elixir.

Apasionadamente florece, luego caen las flores
como guantes blancos de primera comunión.
Es un texto descriptivo, desde la emoción.


La llave maestra

La luz de su cuarto me habla de él cuando no está,
me acompaña cuando tengo miedo,
y siempre tengo miedo porque soy valiente;
oye su paso sobre los mosaicos de la entrada
va a su encuentro cuando abre la puerta lentamente
cuando lo espero, y siempre lo espero;
lo mismo es para la luz eléctrica que para la luz del sol,
lo mismo para el sol que la luna o la estrella.
Un tapiz forma la luz complicada
es la vida y siempre la vida.
Si me quedara ciega la vería con mis patas
o tal vez con mi frente cuando llega.
El tapiz no lo forma la luz sino su llegada, el sonido
que cambia de oscuro en claro.
El tablero de la luz tiene varias llaves
pero una gobierna el resto:
se llama la llave maestra.
Del mismo modo el tablero de mi luz
tiene una sola llave que gobierna las otras
la llave que está en sus manos.
Apagaría todas las luces si quisiera
pero yo cierro los ojos para no ver
la oscuridad que podría ser luz
para no herirlo.

Del libro Divagaciones


Le hablo a Alejandrina
Con el pincel sin miedo dibujabas
las formas atrevidas, los colores;
recreabas los mágicos candores
de tus imágenes, que regalabas.

Alejandrina, tu sabiduría,
ese conocimiento tan profundo
prenatal no sería de este mundo:
con él te fuiste donde muere el día.

Con tu uniforme azul y tus cuadernos
buscabas otro espacio y otro cielo,
y como no quisiste entristecernos

lograste sonreír en nuestro duelo
dentro del limbo de la primavera.
Una paloma canta pues te espera:

es esta que pintaste gris y azul
con la rama del biombo de abedul.



El caballo blanco

¿Te interesa saber cómo me relacioné
con la pintura o el dibujo?
Fue en la infancia.
Mis hermanas tomaban clases de dibujo
con una profesora francesa
cuya cara se ha borrado
pero no la mano ni el sexo,
ni esa goma de borrar o de no borrar.
Tal vez hago un trait-d''union: prosa-verso;
para mí prosa equivale a pintura (femenino),
verso (masculino) al dibujo.
Debajo de una mesa
recogía los restos de dibujos rechazados
y los examinaba a hurtadillas
y hasta robaba alguna lámina
que servía de modelo.
Había ojos, bocas, orejas sacadas, creo,
de alguna estatua griega.
La oreja era mi preferida
porque parecía un caracol;
era algo independiente que no se asociaba
demasiado a lo que era,
no una oreja para oír sino para adornar,
para placer o adorno,
de donde colgaban aros o piedritas,
cuanto más grandes las señoras
más grandes las piedritas.
Sin embargo me seducían las sombras
más que un juguete,
las líneas más que un caramelo.
Cuántas veces dejé de chupar
hasta el fin un "sucre d''orge"
por entusiarmarme ante alguna de estas láminas
que provocaron alguna reprobación
por haberla tocado
con las manos pringosas o destructoras
y no tan respetuosa como requería mi corazón
gobernado en aquellos tiempos
por mis ojos.
Entre tanto papelerío
se encontraban esas imágenes menos clásicas
que esas cabezas francesas:
dos bailarinas y un caballo
(así lo recuerdo al menos).
Una bailarina que calqué
con papel carbónico,
porque ya me habían dado como juguete
un lápiz maravilloso.
La bailarina fue aplaudida por toda la clase
que se componía de tres personas,
lo que me hizo sentir
en el pináculo de la gloria.
Pero no fue lo mismo con el caballo.
Ciertas protuberancias
demasiado evidentes pero reconocibles
escandalizaron a alguien.
Recuerdo el rubor de ciertas caras jóvenes
que reían
escondiendo la risa detrás de un papel,
coqueto, como abanico improvisado.
Las menos jóvenes, impávidas,
controlaban la infidelidad del dibujo.
La implacable goma de borrar comenzó a destruir
la parte más importante de mi dibujo
porque era la que más
me había costado armonizar con el resto de mi dibujo
por ser insustituible.
Estaba a un paso de ser una niña prodigio,
el rubor me cubría la frente
pero la goma de la modestia me lo impedía.
¡Esas gomas de borrar variadas!
Entonces fue revelada la belleza
"me dio falicidad"
de esperar la pintura en un museo
que medio la facilidad de la esperanza.
Fue en un museo que descubrí
la presencia de aquel caballo.
Entré por la escalinata de mármol
de aquella construcción tan preciosa
y me detuve frente a un caballo de mármol.
Me quedé sin moverme,
mirándolo un rato,
las personas grandes que me rodeaban
consideraron un siglo.
No me alcanzaban los ojos
para descifrar el misterio
de este caballo tan parecido
al que había dibujado aquella tarde.

Un raro poema para los años 40, que comienza por una pregunta retórica. 


Mensaje del Mar

No verme, no buscarme es inhumano;
no ver mis metafísicas mudanzas
mis cada día delirantes lanzas
en mis cóncavas olas de verano.

De tierra en la prisión que hoy te circunda
y esos mismos jardines admirados
no te atraen, están desesperados
como estará la calle que te inunda.

Te doy mis líquidas cobijas blancas,
que olvides quiero el pasto y las barrancas
el río dulce, que al matar abrasa.

Te doy mi gusto a lágrima, sin pena
todo lo que al pasar por mi traspasa
tu corazón mortal sobre la arena.
(1984, La Nación)


El recurso poético de esta clase es la Enumeración

Quizá sea el recurso que más utiliza Silvina Ocampo en su poética.

La enumeración un procedimiento que permite enunciar de manera sucesiva por lo menos tres cualidades, conceptos. Se puede definir también como una forma de acumulación de expresiones. La enumeración más usual separa los miembros de la serie con comas y los dos últimos, con nexos coordinantes. Recurso del plano morfo sintáctico.

En las clases próximas veremos otras dos formas atípicas de enumeración.

Ejemplo

Oliverio Girondo

Espantapájaros, 12

Se miran, se presienten, se desean,
se acarician, se besan, se desnudan,
se respiran, se acuestan, se olfatean,
se penetran, se chupan, se demudan,
se adormecen, despiertan, se iluminan,
se codician, se palpan, se fascinan,
se mastican, se gustan, se babean,
se confunden, se acoplan, se disgregan,
se aletargan, fallecen, se reintegran,
se distienden, se enarcan, se menean,
se retuercen, se estiran, se caldean,
se estrangulan, se aprietan, se estremecen,
se tantean, se juntan, desfallecen,
se repelen, se enervan, se apetecen,
se acometen, se enlazan, se entrechocan,
se agazapan, se apresan, se dislocan,
se perforan, se incrustan, se acribillan,
se remachan, se injertan, se atornillan,
se desmayan, reviven, resplandecen,
se contemplan, se inflaman, se enloquecen,
se derriten, se sueldan, se calcinan,
se desgarran, se muerden, se asesinan,
resucitan, se buscan, se refriegan,
se rehuyen, se evaden y se entregan.


1 comentario:

  1. Ejercicio
    Utilización del recurso de enumeración

    El fin de la infancia

    Días, lejanías, campos
    Miradas, amaneceres, caminos
    Caricias, paredes, estaciones,
    Cardos, tibiezas, oscuridades
    Heladas, poemas, asperezas
    Noches, bibliotecas, ilusiones.

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