sábado, 7 de junio de 2014

Clase N° 8 04-06-14

El poeta que veremos hoy es Federico García Lorca, quien precisamente nació un 5 de junio, como hoy, pero de 1898.



El recurso que veremos es el símbolo

Es una representación perceptible de una idea.

Signos y símbolos

El hombre siempre tuvo que graficar para explicar: primero fue el signo y luego el símbolo. Los signos son comunes a humanos y animales, como por ejemplo: movimientos con las manos, la cola (en los perros), expresiones de la cara, gestos. En tal sentido, el símbolo es una intelectualización de un signo.

Por ende, decir que el siglo XX contaminó todas las artes con la fotografía y el cine, es una verdad a medias: el símbolo es tan antiguo como el ser humano. 

Pictogramas: son marcas que han dejado los humanos (en rocas, árboles, etc.) para que otros las vean e interpreten. Tienen una construcción que prefigura el dibujo. Son relatos para otros. “No nos une el amor sino el espanto”, dice Jorge Luis Borges. Aplicable a este caso: la necesidad prefiguró el nacimiento de un idioma, necesario para unir fuerzas en la lucha por la supervivencia.

Símbolo: originado en civilizaciones prealfabetizadas. Y en la era tecnológica también estamos rodeados de símbolos que tienen significados y usos aceptados. Son eficaces para producir una respuesta rápida. Facilidad de percepción y de memoria.


Federico García Lorca

Federico García Lorca (Fuente Vaqueros, Granada, 5 de junio de 1898, Granada, 18 de agosto de 1936). Poeta, dramaturgo y prosista español. Perteneciente a la Generación del 27, es el poeta de mayor influencia y popularidad de la literatura española del siglo XX. Como dramaturgo, se le considera una de las cimas del teatro español del siglo XX-

Murió fusilado tras la sublevación militar que dio origen a la Guerra Civil Española. Fue entregado sus propios primos, porque lo envidiaban como artista y lo despreciaban por  homosexual. Es muy sintético en su apretada vida. FGL era una estrella, el equivalente a hoy un rockero o un cantante melódico.

Cuando vino a la Argentina en 1934, fue recibido como a una celebridad: “todo el mundo” fue al puerto, entre ellos, Pablo Neruda, Alfonsina Storni, Oliverio Girondo. Una banda musical acompaña su llegada, La Razón tituló en cuerpo 72 de tapa “llegó García Lorca”. Una noche, Carlos Gardel y Lorca se cruzaron en Av. Corrientes y Libertad, y se abrazaron. Una premonición de“Dos potencias se saludan”: Ambos murieron poco después, uno en Medellín y otro fusilado por la falange.

Pero JLB no se une al festejo. El lo despreciaba por el aura de estrella que lo rodeaba (cuando le preguntan qué pensaba de FGL, que había llegado a Buenos Aires, respondió: “es un andaluz profesional”).

Lorca y el romance

Romance: composición lírica de versos de arte menor (hasta 8 sílabas) con rima asonante (vocal y acentuación) en los versos pares y una longitud variable, según la temática. Romance viene de “roman”, que es la lengua de transición del latín bajo con los idiomas locales. Todo tiene que ver con la centralidad del imperio romano, que impone la “Pax Romana” a sus provincias. Roma impuso su lengua “por debajo”, sirvió de sustento a todas las lenguas orales de Europa, dándoles estructura gramatical y la grafía latina.

Estas lenguas se van consolidando durante la Edad Media. El poema es el vehículo para contar novedades a un público que no puede leer. El romance cuenta las epopeyas de los héroes, para que el pueblo se entretenga y los emule.

El romance es la primera expresión de la literatura española. El poema del Mío Cid, por ejemplo, está escrito en romance. 

En el Siglo de Oro el romance queda relegado frente a la novedad del soneto. La generación del ´27 (la de FGL) toma el final del modernismo, primer movimiento literario que se genera en la periferia (en este caso Buenos Aires, a través de Rubén Darío) e impacta en la centralidad (en este caso, España).

Una de sus vertientes abraza las tradiciones anteriores al Siglo de Oro, aunque conservando en su admiración a poetas como Góngora.

Teatro

Es de gran importancia en el siglo XX. Es un teatro poético, en el sentido de que gira en torno a símbolos medulares —la sangre, el cuchillo o la rosa, el caballo, el agua, la luna—,  que se desarrolla en espacios míticos o presenta un realismo trascendido, y de que, en fin, encara problemas sustanciales del existir. El lenguaje es también poético.
Bodas de sangre (1933)
Yerma (1934)
Doña Rosita la soltera (1935)
La casa de Bernarda Alba (1936), para muchos la obra maestra del autor.

En esta obra, FGL escribe:
“El poeta advierte que estos tres actos tienen la intención de un documental fotográfico”.

A través de los recursos poéticos quiere mostrar, desde la dramática, las imágenes de sus ideas. Es una dramaturgia de la poesía.

En cuanto a lo poético, vamos a trabajar lo que menos se conoce:

Poeta de Nueva York

En 1929 viaja a los Estados Unidos y se establece en Nueva York, para dictar clases y conferencias en la Universidad de Columbia. En medio de su estadía, estalla la crisis financiera.

Le llama la atención la libertad, los amplios lugares, experiencias que vivió Antonin Dvorak, varias décadas antes, en 1893, que lo impulsó a componer su Sinfonía del Nuevo Mundo. Ambos, influenciados por Walt Whitman y su Canto a la libertad, al hombre americano, a las enormes planicies.

Lorca mira los Estados Unidos con ojos diferentes. Le impresionan los negros. Los menciona mucho en su libro, en una época en que no resulta políticamente correcto hablar de los negros, 30 años antes de que Rosa Parks busque un asiento más cómodo en ese famoso colectivo del Sur.

Utiliza un lenguaje experimental, que lo hace parecido a la poesía de Oliverio Girondo.

Se leyeron en clase los siguientes poemas:

1910

(INTERMEDIO)

Aquellos ojos míos de mil novecientos diez
no vieron enterrar a los muertos,
ni la feria de ceniza del que llora por la madrugada,
ni el corazón que tiembla arrinconado como un caballito de mar.

Aquellos ojos míos de mil novecientos diez
vieron la blanca pared donde orinaban las niñas,
el hocico del toro, la seta venenosa
y una luna incomprensible que iluminaba por los rincones
los pedazos de limón seco bajo el negro duro de las botellas.

Aquellos ojos míos en el cuello de la jaca,
en el seno traspasado de Santa Rosa dormida,
en los tejados del amor, con gemidos y frescas manos,
en un jardín donde los gatos se comían a las ranas.

Desván donde el polvo viejo congrega estatuas y musgos,
cajas que guardan silencio de cangrejos devorados
en el sitio donde el sueño tropezaba con su realidad.
Allí mis pequeños ojos.

No preguntarme nada. He visto que las cosas
cuando buscan su curso encuentran su vacío.
Hay un dolor de huecos por el aire sin gente
y en mis ojos criaturas vestidas ¡sin desnudo!
Nueva York, agosto 1929

LOS NEGROS
Para Ángel del Río.

NORMA Y PARAISO DE LOS NEGROS

Odian la sombre del pájaro
sobre el pleamar de la blanca mejilla
y el conflicto de luz y viento
en el salón de la nieve fría.

Odian la flecha sin cuerpo,
el pañuelo exacto de la despedida,
la aguja que mantiene presión y rosa
en el gramíneo tabor de la sonrisa.

Aman el azul desierto,
las vacilantes expresiones bovinas,
la mentirosa luna de los polos,
la danza curva del agua en 1a orilla.

Con la ciencia del tronco y del rastro
llenan de nervios luminosos la arcilla
y patinan lúbricos por agua y arenas
gustando la amarga frescura de su milenaria saliva.

Es por el azul crujiente,
azul sin un gusano ni una huella dormida,
donde los huevos de avestruz quedan eternos
y deambulan intactas las lluvias bailarinas.

Es por el azul sin historia,
azul de una noche sin temor de día,
azul donde el desnudo del viento va quebrando
los camellos sonámbulos de las nubes vacías.
Es allí donde sueñan los torsos bajo la gula de la hierba.

Allí los corales empapan la desesperación de la tinta,
los durmientes borran sus perfiles bajo la madeja de los caracoles
y queda el hueco de la danza sobre las últimas cenizas.

EL REY DE HARLEM

Con una cuchara
arrancaba los ojos a los cocodrilos
y golpeaba el trasero de los monos.

Con una cuchara.
Fuego de siempre dormía en los pedernales
y los escarabajos borrachos de anís
olvidaban el musgo de las aldeas.

Aquel viejo cubierto de setas
iba al sitio donde lloraban los negros
mientras crujía la cuchara del rey
y llegaban los tanques de agua podrida.

Las rosas huían por los filos
de las últimas curves del aire,
y en los montones de azafrán
los niños machacaban pequeñas ardillas
con un rubor de frenesí manchado.

Es preciso cruzar los puentes
y llegar al rubor negro
para que el perfume de pulmón
nos golpee las sienes con su vestido
de caliente piña.

Es preciso matar al rubio vendedor de aguardiente,
a todos los amigos de la manzana y de la arena,
y es necesario dar con los puños cerrados
a las pequeñas judías que tiemblan llenas de burbujas,
para que el rey de Harlem cante con su muchedumbre,
para que los cocodrilos duerman en largas filas
bajo el amianto de la luna,
y para que nadie dude de la infinita belleza
de los plumeros, los ralladores, los cobres y las cacerolas de las cocinas.

¡Ay, Harlem! ¡Ay, Harlem! ¡Ay, Harlem!
No hay angustia comparable a tus rojos oprimidos,
a to sangre estremecida dentro del eclipse oscuro,
a tu violencia granate sordomuda en la penumbra,
a tu gran rey prisionero, con un traje de conserje.
*
Tenía la noche una hendidura y quietas salamandras de marfil.
Las muchachas americanas
llevaban niños y monedas en el vientre
y los muchachos se desmayaban en la cruz del desperezo.

Ellos son.
Ellos son los que beben el whisky de plata junto a los volcanes
y tragan pedacitos de corazón por las heladas montañas del oso.

Aquella noche el rey de Harlem con una durísima cuchara
arrancaba los ojos a los cocodrilos
y golpeaba el trasero de los monos.
Con una cuchara.
Los negros lloraban confundidos
entre paraguas y soles de oro,
los mulatos estiraban gomas, ansiosos de llegar al torso blanco,
y el viento empañaba espejos
y quebraba las venas de los bailarines.

Negros, Negros, Negros, Negros.

La sangre no tiene puertas en vuestra noche boca arriba.
No hay rubor. Sangre furiosa por debajo de las pieles,
viva en la espina del puñal y en el pecho de los paisajes,
bajo las pinzas y las retamas de la celeste luna de cáncer.

Sangre que busca por mil caminos muertes enharinadas y ceniza de nardo,
cielos yertos, en declive, donde las colonias de planetas
rueden por las playas con los objetos abandonados.
Sangre que mira lenta con el rabo del ojo,
hecha de espartos exprimidos, néctares de subterráneos.
Sangre que oxida el alisio descuidado en una huella
y disuelve a las mariposas en los cristales de la ventana.

Es la sangre que viene, que vendrá
por los tejados y azoteas, por todas partes,
para quemar la clorofila de las mujeres rubias,
para gemir al pie de las camas ante el insomnio de los lavabos
y estrellarse en una aurora de tabaco y bajo amarillo.

Hay que huir,
huir por las esquinas y encerrarse en los últimos pisos,
porque el tuetano del bosque penetrará por las rendijas
para dejar en vuestra carne una leve huella de eclipse
y una falsa tristezá de guante desteñido y rosa química.
*
Es por el silencio sapientísimo
cuando los camareros y los cocineros y los que limpian con la lengua
las heridas de los millonarios
buscan al rey por las calles o en los ángulos del salitre.
Un viento sur de madera, oblicuo en el negro fango,
escupe a las barcas rotas y se clava puntillas en los hombros;
un viento sur que lleva
colmillos, girasoles, alfabetos
y una pila de Volta con avispas ahogadas.
El olvido estaba expresado por tres gotas de tinta sobre el monóculo,
el amor por un solo rostro invisible a flor de piedra.
Médulas y corolas componían sobre las nubes
un desierto de tallos sin una sola rosa:
*
A la izquierda, a la derecha, por el sur y por el norte,
se levanta el muro impasible
para el topo, la aguja del agua.
No busquéis, negros, su grieta
para hallar la máseara infinita.
Buscad el gran sol del centro
hechos una piña zumbadora.
El sol que se desliza por los bosques
seguro de no encontrar una ninfa,
el sol que destruye números y no ha cruzado nunca un sueño,
el tatuado sol que baja por el río
y muge seguido de caimanes.

Negros, Negros, Negros, Negros.

Jamás sierpe, ni cebra, ni mula
palidecieron al morir.
El leñador no sabe cuándo expiran
los clamorosos árboles que corta.
Aguardad bajo la sombra vegetal de vuestro rey
a que cicutas .y cardos y ortigas turben postreras azoteas.

Entonces, negros, entonces, entonces,
podréis besar con frenesí las ruedas de las bicicletas,
poner parejas de microscopios en las cuevas de las ardillas
y danzar al fin, sin duda, mientras las flores erizadas
asesinan a nuestro Moisés casi en los juncos del cielo.

¡Ay, Harlem, disfrazada!
¡Ay, Harlem, amenazada por un gentío de trajes sin cabeza!
Me llega tu rumor,
me llega tu rumor atravesando troncos y ascensores,
a través de láminas grises
donde flotan tus automóviles cubiertos de dientes,
a través de los caballos muertos y los crímenes diminutos,
a través de tu gran rey desesperado
cuyas barbas llegan al mar
El enorme paraíso de los negros.
“norma y paraíso”
Odian la sombra del pájaro


PAISAJE DE LA MULTITUD QUE VOMITA

(ANOCHECER DE CONEY ISLAND)


La mujer gorda venía delante
arrancando las raíces y mojando el pergamino de los tambores,.
la mujer gorda
que vuelve del revés los pulpos agonizantes.
La mujer gorda, enemiga de la luna,
corría por las calles y los pisos deshabitados
y dejaba por los rincones pequeñas calaveras de paloma
y levantaba las furias de los banquetes de los siglos últimos
y llamaba al demonio del pan por las colinas del cielo barrido
y filtraba un ansia de luz en las circulaciones subterráneas.
Son los cementerios, lo sé, son los cementerios
y el dolor de las cocinas enterradas bajo la arena,
son los muertos, los faisanes y las manzanas de otra hora
los que nos empujan en la garganta.

Llegaban los rumores de la selva del vómito
con las mujeres vacías, con niños de cera caliente,
con árboles fermentados y camareros incansables
que sirven platos de sal bajo las arpas de la saliva.
Sin remedio, hijo mío, ¡vomita! No hay remedio.
No es el vómito de los húsares sobre los pechos de la prostituta,
ni el vómito del gato que se tragó una rana por descuido.
Son los muertos que arañan con sus manos de tierra
las puertas de pedernal donde se pudren nublos y postres.

La mujer gorda venía delante
con las gentes de los barcos, de las tabernas y de los jardines.
El vómito agitaba delicadamente sus tambores
entre algunas niñas de sangre
que pedían protección a la luna.
¡Ay de mí! ¡Ay de mí! ¡Ay de mí!

Esta mirada mía fue mía, pero ya no es mía,
esta mirada que tiembla desnuda por el alcohol
y despide barcos increíbles
por las anémonas de los muelles.

Me defiendo con esta mirada
que mana de las ondas por donde el alba no se atreve
yo, poeta sin brazos, perdido
entre la multitud que vomita,
sin caballo efusivo que corte
los espesos musgos de mis sienes.

Pero la mujer gorda seguía delante
y la gente buscaba las farmacias
donde el amargo trópico se fija.
Sólo cuando izaron la bandera y llegaron los primeros canes
la ciudad entera se agolpó en las barandillas del embarcadero.
New York, 29 de diciembre de 1929

Conferencias
La imagen poética de Don Luis de Góngora
Ver links

 Y, por último, un Lorca “clásico”

Romance de la luna, luna
La luna vino a la fragua
con su polisón de nardos.
El niño la mira mira.
El niño la está mirando.


En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.


Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.


Niño déjame que baile.
Cuando vengan los gitanos,
te encontrarán sobre el yunque
con los ojillos cerrados.


Huye luna, luna, luna,
que ya siento sus caballos.
Niño déjame, no pises,
mi blancor almidonado.


El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño,
tiene los ojos cerrados.


Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas levantadas
y los ojos entornados.


¡Cómo canta la zumaya,
ay como canta en el árbol!
Por el cielo va la luna
con el niño de la mano.


Dentro de la fragua lloran,
dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela.
el aire la está velando.



1 comentario:

  1. Ejercicio
    Basado en la lectura de FGL

    Exilios
    06-06-14

    En qué idioma soñamos cuando soñamos?
    En qué idioma pensamos cuando pensamos?
    En qué idioma lloramos cuando lloramos?

    A la rastra llevamos nuestro cuerpo
    y sus pálidos jirones van quedando
    en un hogar cálido, tenue y extraño,
    una lejana y querida estación de tren,
    un fracaso de secas bocas cansadas
    un bebé que sonríe cuando no lo miramos.

    Y cuando creemos que volvemos,
    ese patio, esa mesa, ese recuerdo,
    parecen impregnados de ajenidades.
    Equívocos fulgores nos susurran
    eso que no queremos saber,
    que sólo somos estatuas de sal.

    En qué idioma soñaremos?
    En qué idioma pensaremos?
    En qué idioma lloraremos?
    En qué idioma moriremos?
    Exilios
    06-06-14

    En qué idioma soñamos cuando soñamos?
    En qué idioma pensamos cuando pensamos?
    En qué idioma lloramos cuando lloramos?

    A la rastra llevamos nuestro cuerpo
    y sus pálidos jirones van quedando
    en un hogar cálido, tenue y extraño,
    una lejana y querida estación de tren,
    un fracaso de secas bocas cansadas
    un bebé que sonríe cuando no lo miramos.

    Y cuando creemos que volvemos,
    ese patio, esa mesa, ese recuerdo,
    parecen impregnados de ajenidades.
    Equívocos fulgores nos susurran
    eso que no queremos saber,
    que sólo somos estatuas de sal.

    En qué idioma soñaremos?
    En qué idioma pensaremos?
    En qué idioma lloraremos?
    En qué idioma moriremos?





    ResponderBorrar