Raúl González Tuñón
1905-1974. Nació y
murió en Buenos Aires.
Como no está en el
canon que “impuso” JLB, no es muy conocido.
Grupos literarios: Florida (JLB,
Girondo) y Boedo (más vinculado con la inmigración y el realismo. Denuncia
social. Bernardo Verbitsky). Los grupos no eran estancos. Había vínculos entre ambos.
RGT pertenecía a
Florida, a pesar de ser comunista y que su poesía era de denuncia social.
Era un poeta
viajero. Era periodista y eso marca su obra. Recorre la realidad y “pinta” lo que ve.
Trabajó en Crítica, con su hermano
Enrique, JLB, Arlt, Nicolás Olivari. Trabajó en Clarín hasta que se jubiló, en
1969. Roberto Noble conservó para él, un escritorio “vitalicio”.
Se casó con Amparo Mom y trabó una profunda amistad con Pablo Neruda y su esposa Delia del Carril (también argentina). Cuando estalló la Guerra Civil Española, ambas parejas se trasladaron desde Madrid a Santiago de Chile y compartieron una misma casa. Secundó al poeta chileno en la fundación de la sección chilena de la Alianza de Intelectuales para la Defensa de la Cultura, organización antifascista surgida del Congreso Escritores de Valencia, realizado en Barcelona, en medio de los bombardeos franquistas.
En 1972 recibe
premio de la SADE. Pero en los 60 recibe el reconocimiento del grupo “El pan
duro” (poetas jóvenes, en sus 20 años: José Luis Mangieri, Héctor Negro, Hugo
Ditaranto, Juan Hierba (Nemirosky), Carlos Somigliana, Julio César Silvain,
Juana Bignozzi, Juan Gelman entre otros). Lo rescatan desde la política,
tomándolo como maestro. Violín y otras cuestiones, de Gelman, referencia a RGT, que prologó el libro. La
rosa blindada es la editorial que funda el grupo, en referencia a un libro de
RGT.
Artículo de la
revista Acontracorriente: La imagen de escritor de rgt de los 60 a los 30.
Relaciones entre literatura y política.
Obra
-El violín del
diablo (1926).
-Miércoles de
ceniza (1928).
-La calle del
agujero en la media (1930).
-El otro lado de la
estrella (1934).
-Todos bailan,
poemas de Juancito Caminador (1934).
-La rosa blindada
(1935).
-Ocho documentos de
hoy (1936).
-Las puertas del
fuego (1938).
-La muerte en
Madrid (1939).
-Canciones del
tercer frente (1939).
-Nuevos poemas de
Juancito Caminador (1941).
-La calle de los
sueños perdidos (1941).
-Himno de pólvora
(1943).
-Primer canto
argentino (1945).
-Dan tres vueltas y
luego se van.
-Hay alguien que
está esperando (1952).
-Todos los hombres
del mundo son hermanos (1954).
-La cueva caliente
(1957).
-La Luna con
Gatillo (1957), dos tomos, Edit. Cartago.
-A la sombra de los
barrios amados (1957).
-Demanda contra el
olvido (1963).
-Poemas para el
atril de una pianola (1965).
-La literatura
resoplandeciente (ensayos, 1967).
-Poemas para el
atril de una pianola Crónicas.
-Crónicas del país
del nunca jamás (1967).
-La veleta y la
antena (1969).
-Selección de
Poesía (1926-1948).
-El Rumbo de las
islas perdidas (1969).
-Antologia poética,
edit. Losada (1970).
-El Caballo Muerto.
El rumbo de las
islas perdidas. Editorial Descierto (1969). El recurso más importante que trae
el libro es la comparación. Cita a Hölderin: Movimiento romántico alemán. Que
tiene escrito algo con islas perdidas. RGT toma recursos románticos.
El recurso del
primer poema: es un índice de los poemas del libro, porque cada verso es un título.
Tiene por lo menos,
3 poemas característicos. Personaje poético: Juanito caminador.
Algunos poemas más
conocidos:
Eche veinte
centavos en la ranura
I
A pesar de la
sala sucia y oscura
de gentes y de
lámparas luminosa
si quiere ver
la vida color de rosa
eche veinte
centavos en la ranura.
Y no ponga los
ojos en esa hermosa
que frunce de
promesas la boca impura.
Eche veinte
centavos en la ranura
si quiere ver
la vida color de rosa.
El dolor mata,
amigo, la vida es dura,
eche veinte
centavos en la ranura
si quiere ver
la vida color de rosa.
II
Lamparillas de
la Kermesse,
títeres y
titiriteros,
volver a ser
niño otra vez
y andar entre
los marineros
de Liverpool o
de Suez.
III
Teatrillos de
utilería.
Detrás de esos
turbios cristales
hay una sala
sombría.
Paraísos
artificiales.
IV
Cien
lucecitas. Maravilla
de reflejos
funambulescos.
¡Aquí hay
mujer y manzanilla!
Aquí hay
olvido, aquí hay refrescos.
Pero sobre
todo mujeres
para hombres
de los puertos
que prenden
como alfileres
sus ojos en
los ojos muertos.
No debe tener
esqueleto
el enano de
Sarrasani,
que bien
parece un amuleto
de la joyería
Escasany.
Salta la
cuerda, sáltala,
ojos de rata,
cara de clown
y el
trala-trala-trálala
ritma en tu
viejo corazón.
Estampas,
luces, musiquillas,
misterios de
los reservados
donde entrarán
a hurtadillas
los marinos
alucinados.
Y fiesta,
fiesta casi idiota
y tragicómica
y grotesca.
Pero otra
esperanza remota
De vida
miliunanochesca.
V
¡Qué lindo es
ir a ver
la mujer
la mujer más
gorda del mundo!
Entrar con un
miedo profundo
pensando en la
giganta de Baudelaire.
Nos
engañaremos, no hay duda,
si desnuda
nunca muy desnuda,
si barbuda
nunca muy barbuda
será la mujer.
Pero ese
momento de miedo profundo.
¡Qué lindo es
ir a ver
la mujer
la mujer más
gorda del mundo!
VI
Y no se
inmute, amigo, la vida es dura,
con la
filosofía poco se goza.
Eche veinte
centavos en la ranura
si quiere ver
la vida color de rosa.
(De El
violín del diablo, 1926.)
Escrito en
endecasílabos. Rima. Muestra las paradojas de lo urbano. Los freaks. La
trastienda. Hay vocativo, invocación a todos nosotros. Se pone en posición de
“demostrador” de la realidad. Nos muestra el mundo. Está musicalizado. En el
siguiente vínculo se puede escuchar al Tata Cedrón explicar (y cantar) este
poema:
La calle del agujero en
la media
Yo conozco una
calle que hay en cualquier ciudad
y la mujer que amo
con una boina azul.
Una calle que nadie
conoce ni transita.
Yo conozco la
música de un barracón de feria,
barquitos en
botella y humo en el horizonte.
Yo conozco una
calle que hay en cualquier ciudad.
Ni la noche tumbada
sobre el ruido del bar
ni los labios
sesgados sobre un viejo cantar
ni el affiche
gastado del grotesco armazón
telaraña del mundo
para mi corazón.
Ni las luces que
siempre se van con otros hombres
de rodillas desnudas
y de brazo tendidos.
Tenía unos pocos
sueños iguales a los sueños
que acarician de
noche a los niños queridos.
Tenía el resplandor
de una felicidad
Y veía mi rostro
fijado en las vidrieras
Y en un lugar del
mundo era un hombre feliz.
¿Conoce usted
paisajes pintados en los vidrios
y muñecas de trapo
con alegres bonetes
y soldaditos juntos
marchando en la mañana
y carros de verdura
con colores alegres?
Yo conozco una
calle de una ciudad cualquiera
y mi alma tan
lejana y tan cerca de mí
y riendo de la
muerte y de la suerte y
feliz como una rama
de viento de primavera.
El ciego está
cantando. Te digo, amo la guerra.
Esto es simple,
querida, como el globo de luz
del hotel en que
vives. Yo subo la escalera
y la música viene a
mi lado, la música.
Los dos somos
gitanos de una troupe vagabunda.
Alegres en lo alto
de una calle cualquiera,
alegres las
campanas con una nueva voz.
Tú crees todavía en
la revolución
y por el agujero
que coses en la media
sale el sol y se
llena todo el cuarto de sol.
Yo conozco una
calle que hay en cualquier ciudad,
una calle que nadie
conoce ni transita.
Sólo yo voy por
ella con mi dolor desnudo,
sólo con el
recuerdo de una mujer querida.
Está en un puerto.
¿Un puerto? Yo he conocido un puerto.
Decir: Yo he
conocido, es decir: Algo ha muerto.
Pocos recursos líricos. Repetición, pregunta retórica. No tutea (porque no se tuteaba en esa época).
Lluvia
Entonces comprendimos
que la lluvia también era hermosa.
Unas veces cae
mansamente y uno piensa en los cementerios abandonados. Otras veces cae con
furia, y uno piensa en los maremotos que se han tragado tantas espléndidas
islas de extraños nombres.
De cualquier manera
la lluvia es saludable y triste.
De cualquier manera
sus tambores acunan nuestras noches y la lectura tranquila corre a su lado por
los canales del sueño.
Tú venías hacia mí
y los otros seres pasaban:
No habían
despertado todavía al amor.
No sabían nada de
nosotros.
De nuestro secreto.
Ignoraban la
intimidad de nuestros abrazos voluptuosos, la ternura de nuestra fatiga.
Acaso los rostros
amigos, las fotografías, los paisajes que hemos visto juntos, tantos gestos que
hemos entrevisto o sospechado, los ademanes y las palabras de ellos, todo, todo
ha desaparecido y estamos solos bajo la lluvia, solos en nuestro compartido, en
nuestro apretado destino, en nuestra posible muerte única, en nuestra posible
resurrección.
Te quiero con toda
la ternura de la lluvia.
Te quiero con toda
la furia de la lluvia.
Te quiero con todos
los violines de la lluvia.
Aún tenemos fuerzas
para subir la callejuela empinada. Recién estamos descubriendo los puentes y
las casas, las ventanas y las luces, los barcos y los horizontes.
Tú estás arriba,
suntuosa y bíblica, pero tan humana, increíble, pero, tan real, numerosa, pero
tan mía.
Yo te veo hasta en
la sombra imprecisa del sueño.
Oh, visitante.
Ya es seguro que
ningún desvío nos separará.
Iguales luces
señaleras nos atraen hacia la compartida vida, hacia el destino único.
Ambos nos
ayudaremos para subir la callejuela empinada.
Ni en nuestra carne
ni en nuestro espíritu nunca pasaremos la línea del otoño.
Porque la
intensidad de nuestro amor es tan grande, tan poderosa, que no nos daremos
cuenta cuando todo haya muerto, cuando tú y yo seamos sombras, y todavía
estemos pegados, juntos, subiendo siempre la callejuela sin fin de una pasión
irremediable.
Oh, visitante.
Estoy lleno de tu
vida y de tu muerte.
Estoy tocado de tu
destino.
Al extremo de que
nada te pertenece sino yo.
Al extremo de que
nada me pertenece sino tú.
Sin embargo yo
quería hablar de la lluvia, igual, pero distinta, ya al caer sobre los
jardines, ya al deslizarse por los muros, ya al reflejar sobre el asfalto las
súbitas, las fugitivas luces rojas de los automóviles, ya al inundar los
barrios de nuestra solidaridad y de nuestra esperanza, los humildes barrios de
los trabajadores.
La lluvia es bella
y triste y acaso nuestro amor sea bello y triste y acaso esa tristeza sea una
manera sutil de la alegría. Oh, íntima, recóndita alegría.
Estoy tocado de tu
destino.
Oh, lluvia. Oh,
generosa.
La juventud que huye
como ciervo herido
Escapa hacia el
recodo final de la aventura
y cruza el puente
que une la saudade con el presentimiento.
El tiempo-cazador
la ha herido en el costado
y el otoño es
violento, dura la luna y la rosa fría.
Pero atrás queda la
íntima ventana que mira al mar,
la calle, la
plazoleta, el cálido rumor que dejó el circo
y oye pasar al
viento que aman las veletas.
La ventana que es
parte del horizonte, honda,
plena y alegre
porque ve el camino -este linyera eterno-
y el puerto, ese
poema colgado en la pared de la tarde abolida
por el candor
salvaje de los niños
ignorantes del
tiempo-cazador, y lo que afea al mundo
que ellos aman, y
ya por eso quieren destruir.
Uno de los
recursos: Animización, objetos que tiene vida. La ventana ve el camino.
Prosopopeyas. Premonitorio.
La botella arrojada al
mar con un mensaje
¿Dónde habrán ido,
insólitos, a parar los mensajes
victoriosos o
atroces que temblorosas manos
de mujeres perdidas
o extraños pasajeros,
capitanes sin
brújula y poetas malditos
lanzaron al azar de
las ondas fugaces
desde islas sin
nombre o viejos trasatlánticos?
¿Cuál de ellos
llegó a destino, y en qué forma
cambió una vida, un
mito, un país, el futuro?
¿Qué cifra
misteriosa jamás fue comprendida?
¡Saluden! quienes
vean pasar una botella
sobre olas que
agitan de pronto los delfines
desde el barco o la
costa, y no pueden asirla,
como si fuera esa
flor del hielo
y el gran silencio
blanco, la novia de los icebergs,
la empecinada
edelweiss.
Así es de
fascinante ver que se nos va un sueño
en busca de quién
sabe qué puerto, qué ventana
de qué otra memoria
oscura o deslumbrante,
de alguien que está
esperando cuando el día se muere.
El violín del
diablo. Uno de sus primeros libros
Recurso: Símil
Se comparan dos
cosas que pueden ser iguales o diferentes.
Establece una
relación entre cosas o personas sin establecer una relación como en la metáfora
- Como
- Semejante a
- Igual que
- Parecer
- Semejar
José Hernández (Martín Fierro):
Como el ave
solitaria, con el cantar se consuela
Macedonio Fernández:
“Bella como el
acertar con un asiento lleno de uno mismo en un tranvía lleno de otros: “Ojos negros
como la pena del que no los ha visto… ”
Ejercicio
ResponderBorrarLa recurrente eternidad
Una playa infinita de gris
Nubes negras como pensamientos
desandan ese camino invisible.
La arena me muerde y escarba
como esas voces internas
que nunca se detienen
y que siempre dañan.
Una ciudad se abre paso por mis ojos.
Músicas tenues y pensativas
horadan la piedra y el hierro
Calles inciertas suspiran furtivas
como añorando un beso. O una lágrima.
Las imágenes se encuentran.
Y los paisajes se funden
Y me dejan solo, sin saber
si sueño o soy soñado.
FELICITACIONES
ResponderBorrarUN ABRAZO ALBA
el tiempo
ResponderBorrarpluma irreverente
último acto de imprudencia
alquimista desconcertado
sólo este momento existe
tregua desvelada
grito en el viento
de relojes infieles
y horario perpetuo
el tiempo
alba estrella gutiérrez